Úbeda

Ciudad de Úbeda
Información sobre la plantilla
Ciudad de España
EntidadCiudad
 • PaísBandera de España España
 • ProvinciaEspaña
 • ComarcaLa loma
Ciudad de Ubeda.jpg
Fotografía de la ciudad



Úbeda. Es una ciudad española situada en la comarca de La Loma y Las Villas, destaca como uno de los más importantes de la provincia y más conocido fuera de ella.

Su rico patrimonio monumental y cultural la convierte en núcleo fundamental de la ruta del Renacimiento. Plazas, palacios, iglesias, casas señoriales... nos ponen de manifiesto a cada paso la singularidad de esta ciudad.

Desde siempre, este municipio, también ha destacado por la importante actividad comercial que ha desarrollado, teniendo una amplia área de influencia, ya no sólo a nivel comarcal, sino también para pueblos cercanos pertenecientes a otras comarcas.

Su actividad económica encuentra representación, en mayor o menor medida, en todos los subsectores de producción. Destaca, sin embargo, la artesanía del municipio en todos sus ámbitos. Son numerosos los talleres de alfarería y ceramistas, de forja, talla, vidrieras, tapices, esparto, cantería, etc. El cultivo de olivar ocupa también un papel destacado en el aprovechamiento de las tierras y en la economía en general, disponiendo tanto de cultivo de secano como de regadío, aunque éste en menor medida.

Historia

Una síntesis histórica de Úbeda nos remonta a mediados del tercer milenio con la aparición de formas de la cultura de El Argar en lo que hoy es su casco urbano, incidiendo con sus elementos culturales y haciendo llegar al Valle del Guadalquivir un contingente de población, cuyo objetivo debió ser los centros mineros. Bajo el imperio romano es conocida por el nombre de Bétula por su situación cerca del Guadalquivir, Bethis, pero es durante la dominación musulmana cuando, sobre su antiguo asentamiento, se funda la ciudad de Ubbadat Al Arab (ubbada de los árabes). Su construcción es iniciada por Abd al-Rahman II, convirtiéndose en una de las ciudades más importantes de Al-Andalus. La ciudad es conquistada definitivamente, tras algunos intentos como el de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), con Alfonso VIII, en 1233 por el Rey Fernando III el Santo, que hábilmente aprovechó la anarquía del reino almohade para su anexión, formando parte de las conquistas que realizó: el Reino de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz, dando un decisivo impulso a la reconquista. Un hecho destacable es que la toma de Úbeda se realizó mediante capitulación, posibilitando la coexistencia de distintas etnias que formaban una población de varias culturas (árabe, judía y cristiana). En época cristiana Úbeda aumentó su alfoz jurisdiccional, llegando su término desde Torres de Acún, en la provincia de Granada, hasta Santisteban del Puerto, pasando por Albanchez de Úbeda, Huesa y Canena. Aunque ya a mediados del siglo XVI se había establecido su jurisdicción sobre los términos de Cabra de Santo Cristo, Quesada y Torreperogil junto con algunas alcaicerías. Factor decisivo en este período es su importante valor geoestratégico. Durante casi tres siglos fue población fronteriza, primero de avanzada y luego muy cercana a la frontera entre los reinos de Granada y Castilla. Este hecho determina que los sucesivos reyes castellanos le otorguen numerosos privilegios y concesiones, como el fuero de Cuenca, para favorecer la fijación de una población formada por castellanos y leoneses que permanezca frente a circunstancias de vida adversa, en zona fronteriza. Este cúmulo de factores (situación geográfica y consiguiente dominio de vías de comunicación, su extensa y rica jurisdicción y presencia de una nobleza cada vez más poderosa) sentó las bases a lo largo del siglo XIV y XV del esplendor de la Úbeda del siglo XVI. La ciudad cristiana se organiza de acuerdo al mencionado fuero de Cuenca, formándose un Concejo de composición popular, que evolucionará hacia una nobleza de tipo medio que intentará hacer hereditarios los cargos. Cada parroquia o collación presentaba un número determinado de candidatos y la elección última se celebraba el domingo, después de San Miguel (efemérides de la conquista cristiana), siendo los principales cargos a elegir: el Alcaide, Juez, Notario y Almotacén (encargado de contrastar oficialmente las pesas y medidas), exigiéndose, condición para ser elegido, poseer casa y caballo. Es característica de este período,los siglos XIV y XV-, la inestable situación bélica, con incursiones y ofensivas musulmanas, junto con las luchas motivadas por la rivalidad entre los nobles enfrentados, intentando dominar directa o indirectamente los cargos del Concejo, dando lugar así a la formación de confederaciones entre las diversas ciudades de realengo de la actual provincia para defender su autonomía. Los conflictos sociales dañan la economía, que está basada fundamentalmente en viñedos y cereales, y en menor escala la seda y el azafrán. Por la riqueza en pastos alcanzó gran importancia el ganado ovino y se desarrolló el caballar. Los mudéjares eran la base de la agricultura y de la industria artesana existente (la alfarería y el esparto), aunque no podía ser mucha la población musulmana debido a la proximidad del Reino Nazarí. Episodios como el de 1368, en el que la ciudad es asolada con motivo de la guerra civil entre Pedro I de Castilla y Enrique II de Trastámara, avivó la rivalidad entre los bandos locales encabezados por las familias Trapera y Aranda en un primer momento y Cueva y Molina posteriormente, ocasionando disturbios y luchas callejeras que no se resolverán hasta que los Reyes Católicos tomaron parte en el asunto, interviniendo en el Concejo y mandando destruir el Alcázar usado por la nobleza como fortaleza.

El siglo XVI será la época de máximo esplendor de toda la historia de Úbeda

Asistimos a un desarrollo económico basado en la agricultura, siendo muy importante la roturación y puesta en valor de nuevas tierras, antes pastizales y campos de pastoreo del Común. Por consiguiente, se produce un aumento de producción agrícola y disminuye la ganadera. La industria artesanal de organización gremial está diversificada, destacando la ceramista y !a pañera (siendo uno de los siete centros productores del país). El desarrollo económico lleva consigo un aumento demográfico, alcanzando la ciudad una población de 18.000 habitantes. La sociedad está fuertemente estamentalizada, dividada en tres clases, fijosdalgos (nobleza), clero y pecheros. Estos últimos constituían la mayor parte de la población, siendo la única clase productora. El poder económico es detentado por una pequeña y mediana aristocracia propietaria de las fincas agropecuarias y urbanas, acaparando también el poder municipal. La otra clase dominante es el clero, cuya presencia en la ciudad es notoria, que poseía numerosas propiedades y recibía el impuesto de la tercia -la tercera parte-. Existían once parroquias: Santa María, San Pablo, San Pedro, Santo Domingo; San Lorenzo, Santo Tomás, San Millán, San Nicolás, San Isidoro, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, así como gran cantidad de órdenes religiosas distribuidas en los distinto; conventos de la ciudad: Trinitarios. Mercedarios, Franciscanos, Dominicas, Mínimos de San Francisco de Paula, Jesuitas, Carmelitas Descalzas, Hospitalarios, Franciscanas Descalzas, Monjes del Orden III de San Francisco, Dominicos y Carmelitas Descalzos. En este siglo miembros de la nobleza ubetense participan en los más altos puestos de la burocracia tanto civil como eclesiástico, destacando la familia Cobos Molina, cuyo principal miembro, Francisco de los Cobos, ostentará el cargo de secretario de el emperador Carlos V, llegando a conseguir el más alto status social con la adquisición de títulos nobiliarios como Adelantado mayor de León, Caballero de la Orden de Santiago... y una gran fortuna derivada de su actividad administrativa. Otros miembros de su familia, como Juan Vázquez de Molina o Diego de los Cobos, también siguen sus pasos y dejan en la ciudad las más importantes obras arquitectónicas del siglo XVI en Úbeda, realizadas por grandes artistas de la época como Siloé, Vandelvira, Berruguete..., creando una tradición constructiva en Úbeda que será emulada en siglos posteriores. A finales de siglo asistimos a un declive, como en todas las ciudades hispanas, debido a malas cosechas, epidemias, guerras, presión fiscal y reducción de su ámbito jurisdiccional. En las últimas décadas del siglo XVIII hay un inicio de recuperación económica, siendo la producción agrícola de trigo, cebada, vino, aceite, hortaliza y fruta la más importante, existiendo también montes de encinares, alcornoques, pinos y chaparros con caza menor y mayor y seis salinas en sus inmediaciones, seguida de la industria de paños y balletas, junto con la alfarera. En el comercio ocupa un lugar destacado el del azafrán. Posteriormente, con la guerra de la independencia, en la que los franceses permanecen entre 1810 y 1813 en la ciudad, se ocasionan grandes perjuicios económicos, no volviendo a recuperarse hasta finales del siglo XIX, experimentando un pequeño resurgir con la mejora en avances técnicos, que llegan con retraso a la ciudad, que sigue siendo un medio rural no afectado a penas por la revolución industrial. En el aspecto social, la existencia de los casinos, como centros de tertulia, en los que tienen cabida distintas tendencias, supone una apertura ideológica propia de esta centuria. En el siglo XIX la ciudad vuelve acelerar su ritmo constructivo. El comercio se implanta con fuerza, lo que se manifiesta en su estampa urbana de construcciones decimonónicas.

Fue declarada en 1955 Ciudad Histórico-Artística y "Ciudad Ejemplar" por el Consejo de Europa en 1975.

Los primeros asentamientos documentados en la ciudad se remontan a la Edad del Cobre-Bronce (3000-2000 a. C), en el lugar que hoy ocupa el barrio del Alcázar. Durante la época romana, las fuentes escritas incluyen a Salaria (Úbeda la Vieja) entre los principales centros económicos y administrativos de la comarca. Los hallazgos arqueológicos de la ciudad presuponen la existencia de un pequeño núcleo de población dependiente de la colonía de Salaria. Fue en época árabe cuando Úbeda adquirió entidad como núcleo de población. Abderrahman II fundó la ciudad de Ubbadat al-Arab. En el 852 se hizo amurallar y durante los siglos XI Y XII fue sucesivamente conquistada por almorávides y almohades. Úbeda fue famosa en Al Andalus por sus preciados productos ubedies. esteras de esparto bordadas, alfarería y cerámica, tradicción que se ha mantenído hasta nuestros días. Fue conquistada por Fernando III en 1234 y adquirió caracter de villa realenga. Durante casi tres siglos fue población fronteriza entre los reinos de Granada y Castilla. Este hecho determinó que los sucesivos reyes le otorgen numerosos privilegios y concesiones, como el fuero de Cuenca. En el siglo XVI, durante los reinados de Carlos I y Felipe III, la ciudad alcanzó su máximo esplendor, proporcionado por la properidad económica en el cultivo de cereales, la ganadería e incluso una notable actividad artesanal. La iniciativa constructora del alto clero y de la pequeña nobleza transformarían la ciudad en una de las más suntuosas del renacimiento. Numerosas obras, no sólo de la iglesia, sino también de los señores terratenientes y del propio concejo, cuajan de palacios y casas solariegas a la ciudad e incluso se materializan ensayos puntuales de un nuevo concepto de urbanismo que marcarán desde entonces la fisonomía urbana. Una época en la que hombres de Úbeda ocupaban altos puestos en el gobierno del Imperio como Francisco de los Cobos, secretario del emperador o su sobrino Juan Vázquez de Molina, con idéntico cargo.

A partir del siglo XVII y XVIII sufre un estancamiento en su desarrollo, la nobleza repite a escala reducida esquemas anacrónicos, las escasas construcciones del barroco son promovidos por la iglesia, como el convento-iglesia de la Trinidad. En el siglo XIX la ciudad vuelve acelerar su ritmo constructivo. El comercio se implanta con fuerza, lo que se manifiesta en su estampa urbana de construcciones decimonónicas. Ubeda fue declarada Ciudad Histórico-Artística en 1955 y Ciudad Ejemplar por el Consejo de Europa en 1975.

En un primer momento, hasta 1526, las primeras fincas conseguidas no sin dificultad están destinadas a dotar de suelo al proyecto residencial o palaciego; más adelante, las restantes, junto a los terrenos obtenidos de los cofrades del hospital de los Honrados Viejos, tras su demolición, serán puestas a disposición del nuevo templo. En un principio, en el año 1531, Luis de Vega da las trazas para la ampliación de la antigua mansión paterna Este mismo año, el Concejo, Justicia y Regimiento de la ciudad, hace gracia a don Francisco de los Cobos de una porción de agua de la fuente de la Puerta de Toledo para la conducción a sus casas, caudal que será aumentado en 1540 con una nueva merced, esta vez a doña Leonor de los Cobos, de las derramas de la Fuente Nueva. Vega va plantear la reordenación o ampliación de la nueva casa concibiéndola en un doble cuerpo: en el primero es respetada la estructura de la vieja residencia familiar. El segundo, en cambio, levantado de cimientos, presenta un patio con doble arquería (medio punto en planta baja, carpanel en la superior) único elemento consonante con el trazado por el mismo Maestro para don Francisco en su palacio de Valladolid. Del palacio ubetense, calificado ya en 1845 por Richard Ford como una mansión "cruelmente degradada", conservamos una puntual descripción en uno de los inventarios de las propiedades de Camarasa fechado en 1752. Y de él, Francisco de los Cobos y Luna, en 1601, pondera que es tan excelente como el levantado por su abuelo en Valladolid "y aún mejor que él". Ambos cuerpos serán literalmente ocultados por una extensa y opaca fachada de oscura sillería, cual si de una pantalla se tratara. Entre 1536 y 1559 -año de su consagración- es construida básicamente la fábrica del Salvador, aunque sus obras se prolongarán -todavía- durante la siguiente década. Vinculado a la Sacra Capilla, en su ángulo norte, el primer capellán mayor de la iglesia, don Fernando Ortega Salido, deán de la Catedral dé Málaga y capellán del Emperador, levantará su nuevo y suntuoso palacio. Este bello ejemplar de nuestro Renacimiento, con su disposición horizontal abierta a dos fachadas, hermosos balcones en esquina y volada cornisa de ovas, ya ha de estar sustancialmente concluido en 1550. En este año el cantero Martín de Mendiola se compromete a enlosar el patio "con la bajada de la escalera del pátio al zaguan e con la otra bajada del transito de entre los dos patios e desaguadero del dicho patio a la calle." Las obras, por tanto, han de desarrollarse en la década de los cuarenta; no obstante, aún en 1553, es proyectada la ampliación o reforma de la fachada oeste del edificio, donde el deán labra otras "dos casas tiendas que limitan con ella -la principal- en la boca de la rua donde era pescadería"," encargándose al cantero Pero Jorge su ejecución, siguiendo en todo punto el modelo establecido en la fachada principal. Para poder efectuarse estos trabajos -como acabamos de ver-, un año antes ha sido desalojado y adquirido el local ocupado de antaño por las pescaderías, que ha sido permutado al deán por el Cabildo a cambio de un haza con fuente en el Despeñadero.

La Plaza Vázquez de Molina

Plaza Vazquez De Molina Úbeda.jpg

A lo mejor suena a exceso, pero adentrarse hasta la Plaza Vázquez de Molina, también llamada de Santa María, e incluso plaza del Salvador, por cualquiera de sus calles de acceso, constituye cuanto menos, una exhibición espacial y arquitectónica inesperada para el visitante. La plaza, de amplias proporciones, abierta, con numerosos puntos de vista, contiene no obstante, una idea referencial y visual que nos reconduce obligatoriamente hacia la Sacra Capilla funeraria del Salvador del Mundo. Con probabilidad, la más sorprendente perspectiva de esta grande y lineal plaza, se aprecia desde el recodo de la calle Juan Montilla, esquina con el palacio Juan Vázquez de Molina, pero igualmente interesantes son las visiones desde cada una de las calles que la bordean. El visitante que haya comenzado su visita adentrándose desde la ciudad moderna hacia el centro histórico por cualquiera de los distintos itinerarios de esta guía, se irá encontrando progresivamente con una estructura urbana medieval quebradiza, que inesperadamente queda rota por esta imponente plaza perpetuada por la simbología de su dimensionalidad y la fuerza histórico-artística de sus edificaciones. En el interior de esta explanada se conforman dos grandes ámbitos trapezoidales: uno, el de la Sacra Capilla del Salvadorcon en palacio del Deán Ortega y el otro el de la colegiata de Santa María con el palacio de Juan Vázquez de Molina, así como cinco microespacios delante de cada una de las edificaciones más emblemáticas. Esta plaza, desde su origen, bajo una concepción renacentista y una dialéctica entre el cristianismo, el mundo antiguo y la autoafirmación del linaje, se presenta en su globalidad como uno de los mejores ejemplos de urbanismo renacentista en España, con un conjunto de edificaciones religiosas y civiles de carácter unitario que marcan el ritmo de unas relaciones de prestigio y de poder a través del espacio. Una plaza de concepción urbana y humanista a la manera italiana y sin embargo físicamente al límite de la ciudad; arrogante, a medio paso de la ciudad de los palacios, la ciudad medieval y la ciudad de los miradores, que alcanza una máxima confluencia de público durante la Semana Santa, cuando el ciudadano de Úbeda la aborda para las salidas procesionales

El recinto amurallado (ss. IX-XVI)

Conjunto 002 160.jpg

Úbeda conserva casi en su totalidad el trazado originario musulmán, formado por un perímetro amurallado externo, que circunscribía la ciudad medieval y que hoy delimita la mayor parte del centro histórico, al que se adosaba un sólido alcázar-fortaleza de carácter militar- en cuyo interior estuvieron emplazadas la mezquita mayor y el palacio del gobernador. Atribuida su erección a Haxen-Ben-Abdelaziz, ministro de Muhammad I, emir de Córdoba en el 852, el recinto será desde entonces objeto de numerosas devastaciones y remodelaciones. El primer gran desmantelamiento de las murallas tendrá lugar cuando las tropas de Alfonso VIII, tras vencer a los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa -año 1212- asedian y toman la ciudad destruyendo parte del recinto fortificado. Posteriormente los almohades las reconstruyen mediante el recrecido de torres y muros, lo que hoy en día puede apreciarse en algunas torres del recinto externo del Alcázar. El recinto amurallado fue cuidado constantemente por los monarcas castellanos, desde Alfonso X a los Reyes Católicos. Tanto es así que afirmaban las crónicas que era la ciudad " mexor y más fuerte que ay en toda la Andalucia". Con la terminación de la guerra de Granada, que había convertido a la ciudad en avanzadilla cristiana, se destruye el alcázar en 1507 y será también a partir del siglo XVI cuando comience la muralla a sufrir un proceso de abandono y demolición. Nuevas viviendas se adosan a las murallas que cada vez tienen menos función. En el siglo XVIII sufrió con la invasión napoleónica y terminó de arruinarse con las intervenciones del siglo .XIX y parte de este siglo. De las fuertes puertas que se distribuían a lo largo del recinto y que en muchos casos llevaban los nombres de las ciudades hacia las cuales estaban orientadas se conservan la puerta de Granada, del siglo XV, denominada así porque de ella partía el camino viejo de Granada, y la de Sabiote, también llamada del Losal, obra mudéjardel siglo XIV, o la reconstruida puerta de Santa Lucia o de Quesada. También se conservan algunas torres como la del reloj, del siglo XIII, reformada en el siglo XVI, y la torre octogonal, única torre albarrana del recinto. Así mismo, algunas calles de acceso conservan la estructura árabe y la posterior intervención mudéjar como es el caso de la entrada a la calle Real. El recinto de intramuros contiene una extensión de 26 Hectáras. Por el Sur, el trazado viene limitado por la escarpadura del cerro sobre el que se asienta el Alcázar, mientras que por el Este, Norte y Oeste su limite viene dado por el paseo de Ronda.

Del siglo XVII al siglo XIX. El modelo de una herencia urbana

Tras el urbanismo fuertemente delimitador del Renacimiento, a partir de los siglos XVII y XVIII, dos son los ejes que estructuran el conjunto urbano partiendo de la plaza de Andalucía: la calle Trinidad al Norte y la calle Nueva al Oeste con un foco de atracción que es el Hospital de Santiago. Hasta principios del siglo XX se repiten esquemas obsoletos en el diseño urbano; tanto es así, que los elementos arquitectónicos que se emprendieron en el siglo XVI perdurarán de manera anacrónica hasta bien entrado el siglo XVIII. En general, durante el siglo XVIII y hasta el siglo XIX no se levantan significativos monumentos civiles ni religiosos. Los edificios ya no muestran innovaciones. El trazado viario prácticamente no se altera. La ciudad languidece, hasta que en el siglo XIX, en parte vuelve a acelerar su ritmo. El comercio se implanta con fuerza, lo que se manifiesta en su estampa urbana de construcciones decimonónicas. La desamortización crea una nueva fuente de suelo urbano con la demolición de conventos y monasterios, como el de San Nicasio, en cuyo solar se construye la plaza de toros; el convento de San Andrés, que se transformará en cuartel, o los dominicos de la Coronada, jardín público y hoy mercado municipal de abastos. Es un periodo de trescientos años en el que la ciudad no altera estructuras, limitándose a pervivir de una imagen urbana que le ha sido heredada

El siglo XX: inicio de un nuevo urbanismo

El comienzo del siglo XX conlleva un inicio de urbanización por manzanas paralelas a la carretera de Arquillos. Surgen varias calles y el paseo de la Explanada dedicado a paseo y a egido, limitado al norte por la carretera de Córdoba a Albacete. Entre 1923 y 1930 se construyen edificios oficiales en torno a las cuales comienzan a surgir viviendas. Desde mediados del siglo XX surgirán las expansiones de los barrios de protección oficial y con ellos los edificios plurifamiliares, los nuevos centros de enseñanza y las iglesias de escasas pretensiones artísticas. El nuevo crecimiento se perfila al N.E, con barrios como el del Cristo del Gallo o San Pedro; al Oeste, colegio salesiano y, como ejemplo singular de ciudad jardín, al Noroeste, con la colonia de San Rafael. Comienza un nuevo concepto de ciudad y de hombre alejados de la tradición. El barrio comienza a tener una cierta autosuficiencia y a desligarse del concepto unitario de la ciudad.

La ciudad contemporánea

En la actualidad la ciudad de Úbeda se extiende y desarrolla por sus sectores norte y noroeste, en concreto en los márgenes de la N-322 y en tomo a la carretera comarcal 3.217, dirección la Carolina, justo en el lado opuesto al casco histórico. Los nuevos proyectos urbanísticos prevén áreas residenciales de viviendas unifamiliares aisladas (ciudad jardín) rodeadas de áreas de equipamientos comunitarios y zonas verdes; así como edificaciones del tipo colectivo abierto -bloques con planta baja y cuatro pisos de viviendas-. En el Plan General dc Ordenación Urbana se contempla la futura macro proyección urbanística de lo que se ha dado en llamar el Parque Norte. Por último, hay que destacar el desarrollo de Úbeda por su extremo Suroeste en los últimos cinco años -Zona "El Comendador-, mediante viviendas unifamiliares adosadas, entre la Avenida de la Constitución y la Carretera de Jódar. La ciudad actual tiene como punto de referencia obligada su ligazón con las arterias de comunicación. Es, por tanto, una ciudad actual con un modelo extraído del nuevo urbanismo. La personalidad urbana de Úbeda, con 90 hectáreas de centro histórico y un origen árabe y fronterizo, sigue siendo el de una ciudad habitable desarrollada a lo largo de los siglos con un sistema urbano que, independientemente del momento histórico, ha tenido un epicentro. Estamos ante una ciudad, reflejo de una forma de vida determinada por las tradiciones, las relaciones de poder, la sociedad y la cultura. Hoy basta pasear por sus calles y plazas para descubrirla y percibir, como bien dijo Eugenio D'Ors que sigue teniendo un aire de ciudad recatada.


Monumentos

Visitar la ciudad de Úbeda es trasladarse en el tiempo y viajar a otras épocas. Su importante pasado ha dejado en la ciudad huellas imborrables de su esplendor de antaño. Durante el Renacimiento, Úbeda alcanzó su plenitud y sus calles y plazas se fueron llenando de Palacios, Conventos, Murallas y Casas Señoriales. Lo que puede ver en estas colecciones de fotos y textos es sólo una pequeña muestra de los muchos tesoros monumentales que usted podrá disfrutar en Úbeda, Joya del Renacimiento Andaluz. Le esperamos para compartir con nosotros nuestra historia y nuestro rico patrimonio Cultural y Monumental Un paseo por Úbeda nos llevará a conocer infinidad de monumentos, entre los que se pueden destacar los siguientes:

  • La Capilla del Salvador.
  • La Iglesia de San Pablo.
  • El antiguo Ayuntamiento.
  • El Hospital de Santiago.
  • El Parador del Condestable Dávalos.
  • La Iglesia de Santa María de los Reales Alcázares.
  • La Casa de las Torres.
  • El Palacio de las Cadenas.
  • El Hospital de los Honrados Viejos del Salvador.
  • La Iglesia de la Trinidad.
  • La Casa Mudéjar.
  • La Torre del Reloj.
  • Las Murallas de la Cava.

Véase también

Conjuntos monumentales renacentistas de Úbeda y Baeza

Fuente