Abanico

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Abanicos
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Accesorio y complemento de moda

Un abanico es un accesorio y complemento de moda que fue inventado y fabricado para que de forma manual pudiese mover aire y facilitar la refrigeración cuando se está en un ambiente caluroso.

Abanico

Un abanico es un accesorio y un complemento de moda que fue inventado y fabricado para que de forma manual pudiese mover aire y facilitar la refrigeración cuando se está en un ambiente caluroso, principalmente si es un local cerrado donde no haya corriente natural de aire. El abanico se originó en China. Su funcionamiento es muy sencillo, sólo basta agitar armónicamente el brazo que lo sustenta con más o menos intensidad; sin embargo su fabricación es delicada ya que se le incorporan ribetes artísticos y materiales de calidad.

Orígenes

El origen de este accesorio tan común y especial a la vez es incierto y se pierde en el tiempo. Se podría afirmar que se halla en épocas prehistóricas, cuando el hombre descubre el fuego y para avivar las brasas recurre a agitar el aire con cualquier objeto a modo de abanico.

Suposiciones aparte, tenemos conocimiento de que los abanicos fueron empleados por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos, gracias a la aparición de este instrumento en las representaciones artísticas de estos pueblos. De Egipto, la representación más antigua que se conoce está en la cabeza de una maza ceremonial que se encuentra en el Asmolean Museum de Oxford. Perteneció a Narmer, que en torno al año 3000 a.C. unificó por primera vez el alto y bajo Egipto, y representa un cortejo real en el que aparecen dos esclavos con abanicos.

Los abanicos egipcios eran de gran tamaño, fijos, de forma semicircular, de plumas y de largos mangos. Su función era doble: por un lado servían para dar aire y, por otro, espantaban los insectos.

Con el paso del tiempo el abanico se fue convirtiendo en un objeto ornamental indicativo de poder.Otras representaciones egipcias en las que aparecen abanicos las encontramos en las tumbas de Beni-Hasan, de la XII dinastía (1791-1796 a.C.), en los bajos relieves del Rameseo (dinastía XIX) y en los frescos de Medinet-Habu (dinastía XX).

Griegos y romanos utilizaron abanicos, y prueba de ello son las citas literarias de diversos autores clásicos. Así, por ejemplo, Eurípides en su tragedia Helena habla de un eunuco que abanica a la mujer de Menelao mientras duerme, con el objeto de que los insectos no molesten su sueño; citando también este accesorio Menandro en su Eunuco, y Plauto, Marcial, Ovidio, Tibulo y Propercio en sus obras. Los griegos tenían abanicos de varias clases: el miosoba, el ripis y el psigma; constituyendo para las mujeres atenienses el cetro de hermosura.

Por su parte, los romanos lo denominaban flabelo, recibiendo el nombre de muscaria los que se utilizaban para espantar las moscas.En China la tradición del abanico es milenaria, remontándose a tiempos del emperador Hsien Yuan, alredor del año 2697 a. C. Una leyenda atribuye su invención a la hija del mandarín Kan-Si, quien durante un baile de máscaras y para mitigar el calor, agitó su antifaz muy cerca de la cara para darse aire, realizando esta operación con mucha rapidez para no dejar ver su rostro a los hombres presentes, gesto que fue imitado por otras mujeres que asistían al evento.

Algunos autores afirman que la constancia arqueológica más temprana se remonta al siglo VIII A.C. para el abanico fijo en China y al siglo IX (877 D.C.) para el abanico plegable en Japón. En Occidente, durante la Edad Media, el abanico o "flabelum" pasa a formar parte de la liturgia cristiana, empleándose en la consagración para proteger la Eucaristía de los insectos y refrescar al celebrante.

Después del siglo XIV el flabelo cae en desuso en la iglesia romana (reservándose solamente para misas solemnes y procesiones papales hasta su desaparición definitiva después del II Concilio Vaticano), pero se conservó en las iglesias griegas y armenias donde recibe el nombre de "rhipidion".El abanico era también conocido por los incas y aztecas, pues entre los presentes de Moctezuma a Hernán Cortés figuraban seis abanicos de plumas.

En España, las primeras referencias del abanico aparecen en la Crónica de Pedro IV de Aragón (siglo XIV), en la que se cita como oficio de los nobles que acompañaban al rey "el que lleva el abanico". Hay también referencia de este utensilio en los inventarios de bienes del pintor Bartolomé Abella (1429), en el del Príncipe de Viana y el de la Reina Dª Juana (Juana la Loca), este último realizado en 1565.

Conviene decir que estos abanicos eran rígidos y de forma redondeada, empleándose generalmente como materiales la palma (en el caso de Abella), la paja, la seda y las plumas de pavón. Entre los presentes de Colón a Isabel la Católica al regreso de su primer viaje a América, figura un abanico de plumas, material en el que también estaban realizados los cinco encargados por Germana de Foix (segunda mujer de Fernando el Católico) en 1514.

Nomenclatura

Los abanicos poseen una nomenclatura específica para cada uno de sus componentes:

  • Baraja: Base rígida y plegable del abanico.
  • País: Tela que va adherida a la baraja. Los abanicos que no tienen país se denominan de baraja o simplemente barajas.
  • Varillas: Madera que puede ir calada o pintada.
  • Caberas: Primera y última varilla, más gruesas que el resto.
  • Calado: Agujeros realizados sobre las varillas.

Estilos

Conociendo la nomenclatura de las partes del abanico, se pueden identificar los diferentes estilos. Los principales son:

En función de la decoración, decorados o sin decorar. Encontramos piezas que exhiben la belleza de la tela y la madera sin ningún adorno pintado o con adornos (independientemente del calado, ver más adelante).

En función de la decoración a una cara o ambas (en este caso denominados abanicos de doble cara).

En función al calado (trabajo de perforación en el varillaje de la pieza). Calados o sin calar.

En función del país (tela). Con tela o sin ella, dentro de esta primera categoría se encuentran otras tres según la proporción de la misma en relación a las varillas. A saber, tela clásica (una proporción tradicional, aproximadamente 1/3 tela y 2/3 varilla), tela intermedia (el país es aproximadamente la mitad que en el caso anterior) y por último tela estrecha (de nuevo el país es la mitad que en caso anterior siendo por consiguiente bastante estrecho).

Cuando un abanico no tiene país y sus varillas son mas anchas de lo habitual pasa a llamarse “baraja”, siendo por ello más pesado que los abanicos convencionales.

En función del tamaño. Abanicos pericones (con un ancho país y gran tamaño), abanicos tradicionales (de unos 23 cm aproximadamente, 9 pulgadas) y abanicos para bolso (ligeramente más pequeños, de unos 19 – 20 cm, 7.5 – 7.8 pulgadas) o de caballero, estos últimos más sobrios.

Por último también se pueden diferenciar dependiendo de los materiales utilizados, diferentes tipos de maderas, telas, etc siendo las combinaciones posibles prácticamente inagotables.

Procesos de fabricación del abanico

Antiguamente las fabricación del abanico era puramente artesanal, hoy en día también se utilizan procesos industriales. Si bien el tipo de abanico a producir marca el proceso a seguir afortunadamente aún no se ha perdido la tradición de fabricar artesanalmente piezas llamadas a convertirse en únicas.

Cuando se trata de abanicos de alta gama, el proceso de fabricación es arte puro, utilizándose materiales exquisitos tales como maderas nobles, delicadas pinturas aplicadas a mano, o finas telas.

En el caso de abanicos menos exclusivos las técnicas a seguir son totalmente o en parte industriales con el fin de abaratar el coste de su producción. Telas impresas a máquina, varillas de plástico y otros asequibles materiales son utilizados en este tipo de piezas. No obstante, algunos fabricantes obtienen abanicos de gran belleza siguiendo estos métodos.

El lenguaje del abanico

El abanico, además de convertirse en un elemento indispensable en la indumentaria de una época, se constituye en un medio de comunicación ideal en un momento en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba totalmente restringida.

Cuando las damas del siglo XIX y principios del siglo XX asistían a los bailes eran acompañadas por su madre o por una señorita de compañía, con el fin de que éstas velasen por su comportamiento. Las señoritas de compañía eran muy celosas en el desempeño de la labor que se les encomendaba por lo que las jóvenes tuvieron que inventarse un medio para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas.

Este objeto se convirtió en un auténtico parapeto de todo un repertorio que iba desde las sonrisas ingenuas, hasta auténticas declaraciones de enamorados.

Existían diferentes lenguajes del abanico pero todos ellos utilizaban como regla común la colocación del objeto en cuatro direcciones con cinco posiciones distintas en cada una de las cuatro. Con ese sistema se iban representando las letras del alfabeto.

Pero además de esa regla general, había ciertos gestos con significado ya conocido por todo el mundo, como pueden ser:

  • Sostener el abanico con la mano derecha delante del rostro: sígame.
  • Sostenerlo con la mano izquierda delante del rostro: busco conocimiento.
  • Mantenerlo en la oreja izquierda: quiero que me dejes en paz.
  • Dejarlo deslizar sobre la frente: has cambiado.
  • Moverlo con la mano izquierda: nos observan.
  • Cambiarlo a la mano derecha: eres un osado.
  • Arrojarlo con la mano: te odio.
  • Moverlo con la mano derecha: quiero a otro.
  • Dejarlo deslizar sobre la mejilla: te quiero.
  • Presentarlo cerrado: ¿me quieres?
  • Dejarlo deslizar sobre los ojos: vete, por favor.
  • Tocar con el dedo el borde: quiero hablar contigo.
  • Apoyarlo sobre la mejilla derecha: sí.
  • Apoyarlo sobre la mejilla izquierda: no.
  • Abrirlo y cerrarlo: eres cruel.
  • Dejarlo colgando: seguiremos siendo amigos.
  • Abanicarse despacio: estoy casada.
  • Abanicarse deprisa: estoy prometida.
  • Apoyar el abanico en los labios: bésame.
  • Abrirlo despacio: espérame.
  • Abrirlo con la mano izquierda: ven y habla conmigo.
  • Golpearlo, cerrado, sobre la mano izquierda: escríbeme.
  • Semicerrarlo en la derecha y sobre la izquierda: no puedo.

Fuentes