Abelardo Barroso Dargelez

Abelardo Barroso
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Sonero de gran estirpe
NombreAbelardo Barroso Dargelez
Nacimiento21 de septiembrede 1905
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento27 de septiembre de 1972
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
OcupaciónMúsico
Obras destacadasÉchale candela

Abelardo Barroso Dargelez. Sonero de gran estirpe. Legendario intérprete de la música cubana. Nacido en la barriada de Cayo Hueso en La Habana, cuna de rumberos y soneros famosos.

Síntesis biográfica

Nació en La Habana, en la barriada de Cayo Hueso, cuna de rumberos y soneros famosos, el 21 de septiembre de 1905. Desde muy joven se vio obligado a ganarse la vida en varios oficios, entre ellos el de chofer de alquiler. Fue también boxeador y jugador de baseball.

En sus ratos libres el muchacho se iba a cantar con trovadores que actuaban por la propina en cafés habaneros, o con los grupos de sones que tocaban en pequeños y precarios cabarets de la Playa de Marianao, reductos marginales que encuentra el son, que aún no había logrado vencer los prejuicios sociales y establecerse en la capital.

Por esa época (finales de la década de 1910 y primeros años de la de 1920) el son era censurado por ser considerado “música de negros atrasados”. Incluso algunas sociedades recreativas de la clase media “de color” no permitieron tocar sones en sus salones hasta entrada la década de 1940. A principios de los años veinte disminuyó el hostigamiento que padecía el son por parte de la policía, y comenzaron a proliferar grupos de sones en barrios populares y zonas de la periferia.

En la playa de Marianao, entre puestos de frituras y pequeños negocios, algunos de ellos no muy bien vistos, el joven Barroso conoció a soneros que iban a transformar la música popular cubana a partir de que el son, nacido en las montañas de la provincia de Oriente, comenzara a grabarse en discos. Barroso participó activamente en el debut fonográfico de los más destacados grupos soneros de la llamada “época de oro”.

Trayectoria artística

En 1918 (otros autores aseguran que fue en 1920) se había fundado el Sexteto Habanero, primer grupo que “vistió de frac el son”, según una expresión comercial utilizada durante décadas al referirse a esta agrupación, la primera en alcanzar gran popularidad. Progresivamente la burguesía capitalina introdujo al grupo en algunos de sus salones.

El 17 de julio de 1925 Abelardo Barroso entró al Sexteto Habanero, que actuaba entonces en el exclusivo Vedado Lawn Tennis Club. El 29 de octubre del propio año el grupo comenzó a realizar sus primeras grabaciones en La Habana para la firma RCA Victor. La segunda sesión de grabación tuvo lugar el 2 de noviembre, cuando se imprimió uno de los sones considerados “clásicos”: A la loma de Belén, de Juana González de Cabrera. Estos discos se cuentan entre los primeros registros fonográficos no acústicos que se realizaron en la isla. En las primeras grabaciones del Sexteto Habanero, Abelardo Barroso cantó y tocó las claves.

En 1926 ingresó en la agrupación del bongosero, guitarrista y tresero Alfredo “El jorobado” Boloña (1890- 1964), quien venía tocando sones desde 1915. Con el Sexteto Boloña viajó en octubre de 1926 a Nueva York para realizar una serie de grabaciones para el sello Brunswick.

El 19 de marzo de 1927 Abelardo Barroso volvió a grabar con el Sexteto Habanero, esta vez en La Habana, para la firma Víctor, y en octubre o diciembre del mismo año (no se ha podido precisar con exactitud) participó en las primeras grabaciones que realizó en Nueva York el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro para la compañía Columbia. En uno de esos discos iniciales del Nacional se encuentra Fernanda, una composición de su autoría.

Al año siguiente, el solicitado Barroso –a quien el público llamaba “Caruso” por la potencia de su voz– grabó discos con el Nacional y con el Habanero, a pesar de que eran grupos rivales, de compañías disqueras diferentes, que competían por la supremacía en la difusión del son, que hacía furor no sólo en Cuba, sino en otros países de Latinoamérica, Europa y en los Estados Unidos. En dos sesiones de grabación (18 y 21 de octubre), el Sexteto Boloña con Abelardo Barroso como voz principal y claves dejó registrados fonográficamente dieciséis sones, entre ellos el famoso Échale candela, de Boloña, y Flora, una de las escasas composiciones que llevan la firma de Barroso.

En 1929 se incorporó a la compañía de variedades Salmerón, que durante un año se presentó en Bilbao, Barcelona y Madrid . A su regreso a Cuba comenzó a trabajar como cantante de la orquesta de Ernesto Muñoz y popularizó una novedad musical, el danzonete, modalidad desprendida del danzon y que posee al final un montuno sonero.

En 1933 fundó con Orestes “Macho” López (a cargo del piano y de la dirección musical) la charanga López-Barroso, y alternó actuaciones con su septeto Universo hasta 1935 , año en que fundó el sexteto de sones Pinín. Al año siguiente pasó a cantar con la orquesta de Andrés Laferté y más tarde, con la agrupación del pianista Everardo Ordaz.

En 1939 comenzó a trabajar en la emisora COCO con la orquesta Maravilla del Siglo, sustituyendo al famoso cantante Fernando Collazo. En la década de 1940 actuó en varios shows del cabaret Sans-Souci, haciendo coros en “cuadros típicos”, y en 1948 comenzó a trabajar como cantante y ejecutante de las claves y las maracas de la Banda de Música de la Policía Nacional, pero por poco tiempo.

Por esos días los sextetos y septetos de sones apenas conseguían contratos para actuar y las orquestas tipo charanga parecían estar a punto de ser vencidas por jazz bands como Casino de la Playa, orquesta Riverside y Hermanos Castro, entre otras, de gran popularidad. Tendría que llegar el chachachá con la nueva década para que las charangas recuperaran el favor del público.

Barroso atravesó un profundo periodo de depresión económica que lo obligó a trabajar como pintor de brocha gorda y estibador en los muelles. En muy contadas ocasiones fue solicitado para cantar sus viejos sones en alguna fiesta particular.

En 1954 estaba tocando la tumbadora en la orquesta de Rafael Ortega en el cabaret Sans-Souci cuando el dueño de la empresa de discos Puchito, Jesús Gorís, lo reconoció y lo invitó a su mesa. Sin saber si el veterano cantante estaba en condiciones de hacerlo, por recomendación de Benny Moré lo invitó a grabar con una nueva orquesta que acaba de contratar: la Sensación, de Rolando Valdés.

Muerte

Abelardo Barroso se retiró de la música definitivamente en 1969. Falleció en La Habana el 27 de septiembre de 1972 . Sus grabaciones con la Sensación se han reeditado en Cuba en múltiples ocasiones.

El sello Tumbao (Camarillo Music Ltd.) publicó en en 1998 un estuche de cuatro discos compactos titulado “Sexteto y Septeto Habanero–Grabaciones completas de 1925-1931 ” con todas las participaciones de Barroso con este grupo.

Obras destacadas

Por sugerencia de Gorís, Barroso grabó para Puchito dos de sus antiguos éxitos, Milonga española (La hija de Juan Simón) y un son de los tiempos del Sexteto Habanero “que nadie canta como él”: En Guantánamo, de Juana González de Cabrera. Las primeras grabaciones de Abelardo Barroso con la Sensación tuvieron un éxito extraordinario en el público cubano y se distribuyeron en otros países del área del Caribe.

En 1957 la agrupación recibió por ventas realizadas un Disco de Oro. Ese año mismo año la Sensación con su cantante estelar fue contratada para actuar en Miami. La orquesta contaba con dos eficientes vocalistas: Luis Donald y Ta Benito, y en la flauta con Juan Pablo Miranda, notable instrumentista y arreglista, autor de populares boleros, quien había integrado la charanga López-Barroso.

La Sensación estaba integrada además por Ovidio Pérez Pinto y Lauri en los violines; el timbalero Jesús Esquizarrosa; Miguel “El Piche” Santa Cruz en la tumbadora; y en grabaciones participaban además, Alejandro “El Negro” Vivar en la trompeta; el saxofonista Enemelio Jiménez; y el trombonista Generoso Jiménez. Hacia 1960 se sumó el cantante Eddy Álvarez.

Entre las piezas más exitosas de esta etapa de la carrera de Barroso están Un brujo en Guanabacoa y Hagan juego, de Bienvenido Julián Gutiérrez; El huerfanito, de Hermenegildo Cárdenas; El guajiro de Cunagua, de Juana González; Naufragio, de Agustín Lara; La cleptómana, de Agustín Acosta y Manuel Luna; Longina, de Manuel Corona; Bruca maniguá, de Arsenio Rodríguez y en especial, su pregón El panquelero.

En los años finales de la década de 1950 Barroso apareció muy a menudo en programas de radio y televisión, fue solicitado para actuar en carnavales de las principales ciudades cubanas y promocionar productos comerciales de gran demanda.

Viajó con la orquesta Sensación a Nueva York en 1959 y 1960 y participó de un homenaje nacional que se le rindió al célebre Sexteto Habanero actuando junto a algunos de sus antiguos compañeros que se encontraban aún con vida. Tras el triunfo revolucionario de 1959 Barroso continuó trabajando con la orquesta Sensación, a pesar de que ya lo aquejaban problemas de salud.

Grabó en 1961 un larga duración con el conjunto Gloria Matancera con arreglos de Severino Ramos donde incluyó, entre otros “clásicos” del repertorio popular cubano, El amor de mi bohío, de Julio Brito, y Lágrimas negras, de Miguel Matamoros. Sus últimos registros fonográficos los realizó con la orquesta Sensación en la década de 1960 , entre ellos No te agites, una pieza del ritmo que hace bailar a toda Cuba por esos años: el mozambique.

Fuentes