Aborto paratífico de la yegua

Aborto Paratífico de la yegua
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Enfermedad infecciosa de los équidos.
Agente transmisor:Bacterium abortus equi

Aborto Paratífico de la yegua. Enfermedad infecciosa de los équidos, estudiada primeramente por Smith y Kilborne (1893) y luego por Zabala (1920), y otros, que durante muchos años ha originado graves pérdidas, principalmente en las yeguadas, a causa de las dificultades planteadas en la reproducción. Sobre las afecciones análogas, desde el punto de vista etiológico de los caballos no dedicados a la reproducción. El agente patógeno de la enfermedad es el Bacterium abortus equi.

Infección natural

En algunos enfermos puede comprobarse o sospecharse la importación del agente patógeno. Pero los primeros casos de la enfermedad suelen presentarse sin tal importación y son la manifestación de infecciones hasta entonces latentes en portadores de bacterias. En cambio, en tales casos, la idea de una infección por gérmenes que vegetan libremente no tiene justificación alguna. Ulteriormente, la epizootia se propaga por infección digestiva con el pienso y el agua de bebida, que pueden contener los agentes patógenos en abundancia en las granjas infectadas. Quizá puede producirse también la infección por medio del semental en el acto de la cópula, pues los sementales padecen enfermedades de los órganos genitales (orquitis) producidas por el Bact. abortus equi y este agente patógeno se puede hallar en el esperma persistentemente.

Patogenia

Según todos los indicios, el Bact. abortus equi, como las demás especies paratíficas, produce primero un estado septicémico, aunque a menudo transitorio, en el curso del cual penetran las bacterias en las cubiertas fetales y en el feto. Si éste muere, por la acción de las bacterias, el aborto sobreviene o nace un potro muerto al terminar el plazo normal de la preñez. Hay que admitir, además, que la infección, por sí sola, no basta para producir el aborto, sino que para esto es menester además una predisposición morbosa ocasionada por condiciones higiénicas deficientes, condiciones desfavorables de alimentación y de clima, las cuales crean dicha predisposición. Recientes experiencias parecen indicar que, al menos en una parte de los casos, el virus del aborto infeccioso prepara el camino a la proliferación de las bacterias del aborto paratífico, lo cual explicaría claramente la extensión de los casos de aborto en grandes zonas.

Alteraciones anatómicas

Las cubiertas fetales pueden parecer normales o presentar infiltración serosogelatinosa y estar sembradas de hemorragias. Estas hemorragias pueden separar en forma de hematomas el corion de la alantoides y quedar circunscritas y deslindadas de sus inmediaciones. En el centro del círculo se hallan las vellosidades engrosadas y superficialmente necrosadas o una masa destruida y purulenta. También se presentan depósitos untuosos e inodoros análogos en la superficie del corion, entonces pardosucia o amarillopálida. El feto presenta edema subcutáneo seroso-sanguinolento, en las cavidades serosas abundante líquido, claro o turbio, a veces rojizo y, además, gastroenteritis aguda, en ocasiones, también hemorrágica y hemorragias debajo de las membranas serosas, especialmente debajo del epicardio.

Síntomas

En experimentos de infección artificial, las yeguas abortaron tras un plazo de incubación de 7 a 14 días, pero, en condiciones naturales, también se han observado períodos de incubación de 4 a 6 semanas. El aborto puede sobrevenir en cualquier período de la preñez, pero se ha observado sobre todo del cuarto al octavo mes. Aunque también sobreviene sin prodromos, generalmente se inicia por ligera hinchazón de la ubre, flujo vaginal blanquecino, mucoso, inodoro y dolores de cólico. En algunas yeguas también se han observado, antes del aborto, moderadas elevaciones térmicas con inapetencia y decaimiento. Después del aborto, pueden quedar secuelas morbosas, como metritis (que, si no se trata debidamente, puede acarrear esterilidad), artritis (especialmehte tarsianas), tendovaginitis, infosura aguda, neumonía, etc.

Diagnóstico

Es posible mediante la demostración del agente patógeno en las cubiertas fetales o en el feto; en cambio, el edema subcorial y la necrosis de las vellosidades, juntamente con las ameraciones fetales descritas, pueden despertar, a lo sumo, la sospecha de la enfermedad. La presentación epizoótica de casos de aborto no tiene significación diagnóstica, pues los abortos múltiples también pueden ser debidos a un virus y asimismo a causas no infecciosas, como enfriamitos, alimentos nocivos, disminución constitucional de la fecundidad, etc.

Para el diagnóstico, puede recurrirse asimismo a la investigación de los anticuerpos específicos en la sangre de la yegua. Mientras el suero hemático de yeguas no infectadas únicamente aglutina los agentes del aborto paratífico en proporciones de 1 50-100, suelen aumentar éstas hasta 1:200 y más, después de la infección; también indica esta última cifra de fijación del complemento de 0,1 e. y menos. Muy a menudo las aglutininas aumentan poco en la sangre antes del aborto.

Profilaxis y tratamiento

La experiencia práctica enseña que la epizootia se extingue con frecuencia rápidamente después de trasladar las yeguas a un sitio irreprochable, distribuidas en pequeños grupos, en lo posible, y cambiando al mismo tiempo el pienso. Si esto no es hacedero, la profilaxis deberá limitarse, al menos, al aislamiento de las yeguas que han abortado, a la desinfección escrupulosa de las cuadras y al cambio de pienso. No hay que decir que los fetos y sus cordones, placentas y membranas deben hacerse inofensivos. Por el tratamiento medicamentoso de las yeguas, ya sea con preparados sulfamidicos o con penicilina, no se contiene el aborto, tras el aborto, el tratamiento puede limitarse, generalmente, a uno o dos lavados de las vías del parto. Si hay metritis, deberá procederse siguiendo las reglas de la lucha contra la esterilidad. Las yeguas que han abortado no deberán volver a ser cubiertas antes de tres meses.

Inmunización

Se ha ensayado, incluso en la práctica, con material de inoculación que contiene, ora bacterias de paratífus muertas, o bien substancias disueltas del cuerpo bactérico. Generalmente se aconsejan repetidas inoculaciones. Los resultados comunicados son muy variables, por lo cual está justificada la duda sobre la efectividad de los métodos de vacunación. Posiblemente se han obtenido resultados favorables por extinción espontánea de la infección. La vacuna propuesta por BUANDA, LALL y SINGU (1955), preparada a base de bacterias muertas con formalina, absorbidas en hidróxido de aluminio, no puede ser enjuiciada aún.

Véase también

Abortos de etiología micotica

Fuente