Pedofilia

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Pedofilia
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Concepto:Del gr. παῖς, παιδός, niño, y -filia. Atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes.

Pedofilia o Paidofilia. Búsqueda del placer sexual, por medio de las relaciones sexuales con niños. Expertos mundiales indican que para la calificación de pedofilia como trastorno sexual es necesario que la conducta se prolongue durante un período de al menos seis meses, incluyendo fantasías, impulsos o comportamientos sexuales con niños pre-púberes o un poco más mayores.

Definición de pedofilia

Empecemos por lo más básico, ¿qué significa la palabra “pedofilia”? Procede del griego “país” (muchacho o niño) y “philia” (amistad). La pedofilia o paidofilia consiste en que la excitación sexual para la persona proviene, casi exclusivamente, a través de actividades o fantasías sexuales con niños, generalmente, de entre 8 y 12 años. Para poder ser considerado un pedófilo, la persona debe tener al menos 16 años y se debe de entretener sexualmente con niños menores de 13 años. Debe mantener una distancia de edad con el menor de al menos 5 años.

Puede darse de diferentes formas: con relación a la orientación, puede ser de tipos heterosexual, homosexual o ambas; con relación a objeto, éste puede ser exclusivamente pedofílicos o no. Las conductas de la pedofilia van del simple exhibicionismo hasta la penetración. El adulto suele ganarse la confianza y el cariño del niño y, por lo general, es alguien conocido o familiar.

Se distinguen dos variantes en la pedofilia: el sentimental homo erótico y la agresiva heterosexual. Los sentimentales homo eróticos tienen poco o ningún interés por las mujeres, toda su capacidad sexual se concentra en los niños, concretándose bajo la forma de caricias que le provocan el orgasmo.

Los agresivos heterosexuales intentan satisfacer sus impulsos con niñas, con métodos que van desde la seducción a la violencia, terminando (muy pocas veces) en homicidio sádico-criminal.

Dentro de la pedofilia, los expertos distinguen dos tipos de personas. Tenemos un grupo de personas reactivas, que son aquellas sexualmente inexpertas o con retraso mental, las cuales no se hallan en condiciones de mantener una relación de igual a igual con adultos.

En sus relaciones de pareja han podido experimentar frustraciones y humillaciones y buscan una especie de compensación en los niños. Esto mismo se aplica a la pedofilia senil, esto es, la que se presenta en hombres que, a causa de la senilidad o por una decreciente potencia sexual, se concentran en sujetos que son fácilmente impresionables: los niños. En este grupo de agentes reactivos también se incluyen a aquellas personas que tienen profesionalmente un intenso contacto con niños. De esa manera, se crea una atmósfera o un ambiente propenso para el abuso de los niños que protegen.

Después tenemos al grupo de agresivos o del tipo asocial. Desde el punto de vista sexual y al contrario que el grupo anteriormente comentado, busca a sus víctimas al azar, y entre ellas se encuentran niños indefensos ante los abusos. Muchas veces se trata de individuos que sufren trastornos de relación y que simplemente buscan satisfacer, sin más, sus necesidades sexuales. Siguen la norma de la mínima oposición (los niños no tienen la fuerza necesaria para oponerse a los abusos) y utilizan el sexo para compensar una fase de frustraciones personales.

Señales de un pedofílico

La pedofilia abarca un sector de abusador sexual que optan por fijarse en niños de cierta edad. No obedecen a un perfil psicológico determinado, pueden ser muy funcionales en algunos ámbitos y no son de personalidades extremas. Son personas inmaduras emocionalmente, con poca capacidad de contactarse con el otro, centradas en sus necesidades. Incluso son valoradas socialmente -aclaran.

A esto hay que sumarle la habilidad para lograr mantener sus agresiones en secreto. En su mayoría los pedofílicos son hombres, menos agresivos que los violadores; muchos de ellos son alcohólicos o sicóticos de mente torpe o asociales, y su edad fluctúa entre los 30 y 40 años; generalmente, de fuertes convicciones religiosas. En general, son hombres débiles, inmaduros, solitarios y llenos de culpa.

La personalidad del agresor de mediana o mayor edad es de un individuo solitario y con dificultad para establecer relaciones heterosexual normales, suele tener baja autoestima, con pocos recursos para enfrentar situaciones de estrés y frecuentemente abusa del alcohol y/o sustancias. Por lo general, no presenta trastorno psicopatológico. Sin embargo, se ha visto que dos tercios de los reclusos pedofílicos maduros llevaron a cabo esta conducta en momentos que sufrían de situaciones estresantes.

El pedofílico puede llegar a sentirse culpable, pero no es capaz de detenerse porque adictivamente empieza a necesitar otros niños cerca suyo. Poco se sabe de las causas, pero se dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, como experiencias de abuso sexual durante la niñez, sentimientos de inseguridad y autoestima baja, con dificultad en relaciones personales, etc.; lo que facilita la relación adulto-niño. En cuanto al condicionamiento, éste no se extingue por condiciones gratificantes.

La mayoría de estos agresores niegan el abuso con vehemencia. Sólo bajo evidencias legales y presión, algunos aceptan la acusación parcialmente, pero afirman que:

  • "no fue nada grave, nada de importancia".
  • "no le hice daño".
  • "la culpa fue suya".

Cuando se ven descubiertas suelen afirmar que lo sienten muchísimo, que nunca lo volverán a hacer, que ocurrió porque estaban borrachos o drogados. Los agresores sexuales son muy convincentes, hasta tal punto que quizás nos hagan dudar seriamente del menor. Pero recordemos que las niñas y niños no mienten sobre una cuestión tan grave, ya que poco o nada sabían sobre el sexo y su lenguaje.

A pesar del remordimiento que puedan sentir los agresores sexuales, sabemos que suelen reincidir y repetir sus abusos, a no ser que intervenga alguien y los frene. Prácticamente ninguno desistirá voluntariamente sino que necesitará una intervención judicial.

Características personales y sociales del sujeto

En su mayoría los pedofílicos son hombres, menos agresivos que los violadores; muchos de ellos son alcohólicos o psicóticos de mente torpe o asociales, y su edad fluctúa entre los 30 y 40 años; generalmente, de fuertes convicciones religiosas, en general, son hombres débiles, inmaduros, solitarios y llenos de culpa.

La personalidad del agresor de mediana o mayor edad es de un individuo solitario y con dificultad para establecer relaciones heterosexuales normales, suele tener baja autoestima, con pocos recursos para enfrentar situaciones de stress y frecuentemente abusa del alcohol y/o sustancias. Por lo general, no presenta trastorno psicopatológico. Sin embargo, se ha visto que dos tercios de los reclusos pedofílicos maduros llevaron a cabo esta conducta en momentos que sufrían de situaciones estresantes.

El pedofílico no se acerca a los adultos debido a que teme ser castrado por ellos, que son representantes de sus padres, hacia los que dirige sus impulsos incestuosos. Se identifica con su madre y se relaciona con los niños de la misma manera como añora que debiera ser su relación con ella, por ese motivo es que elige a niños que puedan representarlo a él mismo. El temor a la castración intensifica su narcisismo, por la necesidad de protegerse a sí mismo.

Poco se sabe de las causas, pero se dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, como experiencias de abuso sexual durante la niñez, sentimientos de inseguridad y autoestima baja, con dificultad en relaciones personales; lo que facilita la relación adulto-niño.

En algunos casos de pedofilia resulta beneficiosa la técnica de la desensibilización encubierta, en la que se asocian los factores estimulantes para el sujeto con situaciones adversivas que resultarían de la expresión de sus impulsos; al avanzar el tratamiento se entrena a los pacientes para que imaginen la atracción por mujeres adultas.

Frecuentemente se observa una disminución de la atracción hacia las niñas y una disminución aún mayor en la ansiedad producida por las mujeres.

La personalidad del agresor

Hay pedófilos de todas las clases sociales. Los más peligrosos son, ciertamente aquellos en los que el niño confía por naturaleza, como un criado, un amigo de la familia, o aquellos que el niño idealiza por sus funciones, como un sacerdote, un profesor, un bombero e un policía.

El acto perverso de estas personas insospechadas deja cicatrices profundas en el alma del niño bajo la forma de culpa y de angustia. Los pedófilos menos peligrosos, desde el punto de vista psicológico, son los marginales, los exhibicionistas de la calle. Estos actúan desde fuera, compulsivamente como un relámpago, y después son castigados y encarcelados, con gran alivio reparador para el menor. La imagen del "bestia" es irreversible, pero los efectos brutales de su acto acaban por diluirse poco a poco con el tiempo: "Finalmente, es un tarado que no sabe lo que hace".

Estructura triangular de la pedofilia

Un adulto agresor que victimiza narcisistamente a una criatura-indefesa, bloqueada, bajo el signo del silencio, con sus propias fantasías culpabilizantes en una sociedad envolvente, más o menos permisiva, donde se desenvuelve el drama. En la dinámica del incesto, el agresor es el padre y la víctima son los hijos/as, tras las lágrimas resignadas de la madre impotente.

Finalmente, en las redes de la prostitución infantil, la agresión viene de la industria sexual organizada, que, bajo pretexto de turismo, actúa sobre millares de criaturas del mundo de la miseria y del hambre, ante la pasividad complaciente de Estados y Gobiernos del mundo entero. La perversión sexual con menores comienza ya a pagarse caro.

Es cada vez mayor el número de individuos, de grupos y de familias que, inmersos en la promiscuidad de costumbres, son incapaces de distinguir la proximidad afectiva dentro de la distancia, la temporalidad del amor dentro de la intemporalidad, lo limitado del corazón humano dentro de los límites del espacio y del tiempo. Es entonces cuando la vida comienza a perder sentido y seguir viviendo se vuelve un absurdo, en vez de una aventura maravillosa.

Perspectiva ética

Desde el punto de vista moral el pedófilo no es un deficiente mental exento de responsabilidades, ni un delincuente al margen de las leyes de la vida social y familiar (puede ser un buen profesional o un buen padre de familia), sino un hombre o una mujer diferentes en la manera de vivir la sexualidad, condicionados en la libertad por la estructura de su personalidad, aunque responsables por el mal que introducen en el mundo, cuando actúan pedofílicamente.

Causas psicológicas

Se encuentran identificados cuatro factores que pueden contribuir al desarrollo de los comportamientos pedófilos.

  1. Una especie de falso marcaje que hace que una persona adulta reaccione con excitación ante la señal “niño”. Las causas de esto son muy diversas, pero pueden remitir a una infancia y una juventud complicadas. Muchos pedófilos, en determinadas fases de sus vidas, fueron ellos mismos víctimas de abuso sexual por parte de adultos.
  2. Un segundo factor es la identificación emocional con la mentalidad y la vida infantiles, partiendo de un bajo nivel de formación o escasa autoestima. En estos casos de congruencia emocional, los hombres experimentan felicidad y tranquilidad cuando pasan su tiempo con niños e incluso cuando ellos mismos pueden comportarse como tal. En estos casos, sus intereses fundamentales no se centran en el acto sexual en sí mismo, sino que, en principio, buscan una relación sincera con el muchacho.
  3. También se puede producir un bloqueo en el desarrollo de la sexualidad normal a causa de miedos sexuales que subyacen en lo más profundo de la conciencia.
  4. Por último, puede producirse una “desinhibición general”, una falta de control para una gran cantidad de acciones. Los afectados se caracterizan por sufrir psicosis (alucinaciones, delirios, cambios en la personalidad y pensamiento desorganizado), trastornos impulsivos o incluso una adicción al alcohol.

Tratamiento

Después de saber qué es la pedofilia y cuáles pueden ser sus posibles causas, pasamos a una de las preguntas más importantes: ¿se pueden “curar” los pedófilos? Según los expertos en este tema, no se pueden cambiar las preferencias sexuales (porque, al fin y al cabo, eso es la pedofilia, una orientación sexual anómala), ni la orientación hacia un sexo determinado, ni la predilección por determinadas prácticas sexuales.

Lo que deben hacer los pedófilos es controlar sus apetencias sexuales con el fin de no perjudicar ni a otros ni a sí mismos. El pedófilo puede excitarse ante la visión de un niño pero debe aprender a controlar el impulso de abusar de él.

Hay dos tipos de pedófilos: aquellos que se excitan con los niños pero también con adultos, y aquellos que sólo lo hacen exclusivamente con los niños. Los hombres que no reaccionan exclusivamente ante los niños presentan más posibilidades de realizarse sexualmente de una forma socialmente sana. No es raro, como hemos apuntado anteriormente, que detrás de un interés sexual por niños se escondan realmente la timidez y la inseguridad frente a las mujeres.

En el caso de los pedófilos exclusivos (es decir, aquellos que sólo se interesan por los niños), la situación es diferente. Si quieren realmente enfrentarse a sus tendencias sexuales, lo que deben hacer es no satisfacer NUNCA sus deseos sexuales.

Otro tipo de tratamiento que se utiliza para los pedófilos son los psicofármacos. Se pueden administrar antiandrógenos (los andrógenos son las hormonas sexuales masculinas), los cuales disminuyen los niveles de testosterona y los impulsos sexuales con el fin de disminuir las fantasías eróticas y la facilidad de estimulación y orgasmo.

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