Aikido

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Aikido
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Concepto:El Aikidō ("el camino de la energía y la armonía") es un gendai budō o arte marcial tradicional moderno del Japón.

Aikido. Arte marcial que indica el camino hacia la armonía con la energía universal. Proviene del japonés, ai, 'unión', 'armonía'; ki, 'aliento vital', 'energía'; do, 'camino'.

Historia

La denominación oficial de Aikido data de febrero de 1942. Con anterioridad, el arte fue conocido con diversos nombres, aunque su esencia permaneció constante. El padre del Maestro Ueshiba, Yoroku, era un terrateniente relativamente próspero que también tenía participaciones en negocios de pesca y de madera. Respetado por la gente de su ciudad, sirvió en los consejos municipales de Nishinotani y Tanabe , en la Prefectura de Wakayama. El joven Ueshiba reverenciaba a su padre, y éste, viendo que su hijo tenía grandes posibilidades, le ofreció el maximo apoyo material y moral para llevar adelante sus ambiciones más allá del limitado mundo de su lugar de nacimiento. El hijo, sin embargo, sentía que no había conseguido responder a las expectativas paternas y en 1901, a la edad de dieciocho años, se fue a Tokio, donde realizó un corto aprendizaje en el mundo de los negocios. El año siguiente abrió el Almacén Ueshiba, que distribuía y vendía material y artículos de escritorio para colegios; pero enfermó y su pequeño negocio fracasó.

Poco después se unió al Ejército Imperial del Japón y luchó en la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905). Ascendió a sargento y se retiró honorablemente, y luego, en 1912, cuando tenía veintinueve años, reclutó a un grupo de cincuenta y cuatro familias de su pueblo natal que agrupaban un total de más de ochenta personas, y fundó una nueva colonia en Shirataki , Hokkaído. Esta prefectura acababa de abrirse al desarrollo y acogía a todos los colonos que desearan trabajar la tierra. Durante siete años ejerció la jefatura de esta nueva colonia y cultivó la tierra, sirvió en el consejo municipal y contribuyó al desarrollo de la región de Shirataki. Aunque demostró cierto talento para el mando, sentía que todavía no había satisfecho las altas esperanzas que su padre había puesto en él. La muerte de su padre por enfermedad en enero de 1920 supuso para él un fuerte golpe, y abandonándolo todo en Hokkaido volvió a casa, experimentando una profunda aflicción psíquica. Entonces buscó el apoyo de Onisaburó Deguchi, el carisrnático maestro religioso de la Secta Omoto, derivada del Shinto. Bajo el patrocinio de su gran maestro, el Fundador vivió en la Sede Central Omoto en Ayabe , Prefectura de Kyoto, practicó el Shintó meditativo y los ritos de purificación, y contribuyó al fortalecimiento de esta nueva religión.

Los ocho años en Ayabe (hasta que se trasladó a Tokyo en 1927) fueron años normativos en la evolución espiritual del Fundador. Durante este tiempo estudió filosofía Shintó y dominó el concepto de koto-dama (literalmente, palabra-espíritu).

Tras la muerte de su padre, y durante su estancia en Ayabe, la dedicación del Fundador al Budó se hizo exclusiva debido principalmente al estímulo de Deguchi. Ya antes había practicado y dominado varias artes marciales, entre ellas el arte del sable de la Escuela Shinkage, el Jyujutsu de las escuelas Kitó y Daitó, y otras. Uno de sus logros más notables fue la recepción de la más alta certificación de la Escuela Daitó, de manos del Maestro Sokaku Takeda, al que encontró por casualidad en la posada de Hokkaido, en 1915, cuando tenía treinta y dos años. Fue este estilo de jujutsu el que abrió los ojos del Fundador al profundo significado de las artes marciales; los principios Daitó difieren del Aikido, pero muchas de sus técnicas son comunes.

La razón por la que Deguchi le animó a que se centrara en las artes marciales era porque conocía los ricos y variados antecedentes del Fundador en el Budó, y se dio cuenta de que este camino era el más adecuado a su temperamento, cualidades y aspiraciones. Aconsejo al Fundador que reservara un sector de su residencia en Ayabe y lo convirtiera en dójó, consejo que éste acepto, abriendo el modesto Ueshiba Juku, de dieciocho tatami. El Ueshiba Juku estaba pensado inicialmente para los jóvenes de la Secta Omoto, pero como el nombre de Moriliei Ueshiba, «El Maestro de Budó de Ayabe» empezó a hacerse ampliamente conocido, comenzó a unirse al dojo gente de afuera, siendo los más notables los jóvenes oficiales navales del vecino puerto de Maizuru. Su fama se extendió y empezaron a llegar, alumnos de Tokyo y de otros distantes lugares del Japón.

Más o menos desde 1920, el Maestro Ueshiba venía ya pensando en establecer su propia modalidad independiente del budo, y en 1922 proclamó el Aiki-bujutsu como nueva forma de arte marcial. Como el término bujutsu sugiere, mantenía los principios y técnicas de las artes marciales más antiguas, que de alguna forma difieren del actual Aikido. Su originalidad aparece en el uso de aíki como término especifico. Existen, en algunas transmisiones del Budo, algunas referencias sueltas a la idea de «unión» (Ai) del ki con el adversario en combate, pero ésta fue la primera vez que se usó la combinación propiamente dicha.

Aunque la elección del nuevo término aiki pudo haber tenido algo que ver con la influencia de las escuelas Kitó y Daito, por el hecho de que ambas están basadas en el principio del yin y del yang y en la utilización del ki, su origen prircipal está en el propio entrenamiento de Budo del Maestro Ueshiba, en su propia experiencia vital y en la comprensión del Ki adquirida durante su estancia en Ayabe, además de su dominio del koto-dama, al que hace continuas referencias en conferencias, escritos e instrucciones en sus últimos años.

El Aiki-bujutsu parece que no fue aceptado inmediatamente. Más bien, la gente se refería al nuevo Budo como el Ueshiba-ryú o el Ueshiba~ryú Aikí-bujutsu, pero la fama del Fundador, no obstante, continuó extendiéndose a lo largo de país. El momento crucial llegó en 1924 o 1925, fecha en la que, como se señaló anteriormente, participó en una expedición a Mongolia Interior, y poco después de su vuelta, cuando desafiado por un joven oficial naval en Ayabe, experimentó el Sumi-kiri, la claridad de la mente y del cuerpo que hace posible la unidad del Ki del universo con el propio Kí. Tenía entonces poco más de cuarenta años y este fue el cimiento de su Arte Marcial. Podemos decir, por tanto, que el año 1924 o el 1925 marca el comienzo del desarrollo espiritual del Aikido, pues en adelante, desde este momento, el Maestro Ueshiha propugnaría constantemente que «el verdadero budó es la vía de la gran armonía y del gran amor por todos los seres», y que cada movimiento tiene su origen en el funcionamiento de la unidad del Ki con la mente y el cuerpo.

En el otoño de 1925, tras repetidas súplicas de su protector y admirador, el Almirante Isamu Takeshita, el Fundador fue a Tokyo a realizar una demostración ante una distinguido audiencía, entre quienes se encontraba el anterior Primer Ministro, el conde Gonnohyoe Yamamoto. Al conde Yamamoto le impresionó profundamente la actuación del Fundador y le hizo dirigir un seminario especial de veintiún días en el Palacio Independiente de Aoyama, para expertos de alto rango de Judo y Kendo del Personal de la Casa Imperial. En la primavera de 1926 fue invitado otra vez a Tokyo por el Almirante Takeshita, y enseñó Aiki-bujutsu a miembros del Personal de la Casa Imperial, oficiales navales y del ejército y figuras prominentes del mundo de la política y de los negocios. En 1927, a instancias del Almirante Takeshíta y de Onísaburo Deguchi, abandonó Ayabe y se trasladó a Tokyo.

Durante los tres años siguientes estableció diversos dojo en el distrito de Shiba e instruyó a mucha gente en Aikibujutsu, incluidos expertos de alto rango en otras artes marciales. Había ya algunos signos de reconocimiento del budó del Fundador como algo más que un Arte Marcial tradicional, y hubo quien empezó a utilizar el térmíno Aikido para describirlo. En octubre de 1930, Jígoro Kano, fundador del Judo Kódókan, cuando vio el soberbio arte del Maestro Ueshiba, lo proclamó como budó ideal e incluso le mandó algunos de sus mejores alumnos. A pesar de los intentos de ser selectivos, el número de alumnos continuaba creciendo y el Fundador tuvo que enfrentarse a la necesidad de un dojo mayor. En 1930 estableció un nuevo Dojo en Wakamatsu-cho, Tokyo, inicialmente alquílado y más tarde comprado a la familia Ogasawara. El nuevo centro de entrenamiento, llamado Kóbukan, se completó en abril de 1931. El Dojo de la Sede Central de Aikido ocupa ahora el mismo lugar.

En 1936, el Fundador decidió que había llegado la hora de distinguir claramente entre las antiguas artes marciales y la suya propia, en virtud del contenido filosófico y espiritual que había incorporado a la suya. Sintiendo que la esencia de su nuevo arte era diferente a la vieja tradición de artes marciales, abandonó el término Bujutsu y la rebautizó con el nombre de Aikibudo. Este necesario e inevitable paso echó los cimientos del futuro de su escuela. Como fundador de un nuevo sistema artístico marcial, sentía profundamente la responsabilidad de subordinar su búsqueda personal a la expansión de la vía entre todos aquellos que pudieran estar interesados en ella.

En 1939 cursó una petición oficial de reconocimiento de su organización como institución con personalidad jurídica, con el nombre de Kobukai. La aprobación de la solicitud al año siguiente, oficializó el Aikido y marcó el comienzo de su Época Dorada. El número de miembros creció y el nombre del Maestro Ueshiba se hizo más famoso que nunca. El estallido de la Guerra del Pacífico en diciembre de 1941, y el creciente viraje hacia el militarismo en la sociedad japonesa, no podían hacer más que obstaculizar el crecimiento del Aikido, cuyo número de alumnos se redujo notablemente al ser reclutados por las fuerzas armadas la mayoría de los jóvenes. Uno de los pasos del gobierno con la intención de movilizar al país para el esfuerzo bélico fue ordenar la unificación de los diversos grupos de artes marciales en un sólo organismo bajo su control. De esta forma, en 1942, varias tradiciones de Judo, Kendo, y otras artes marciales se unieron para formar la Gran Asociación Japonesa Marcial y Virtuosa.

Aunque el Fundador no expresó sus objeciones a la orden gubernamental, parece que en definitiva estaba descontento de que el Budo que había desarrollado, diferente de las demás artes marciales, fuera obligado a formar parte de tal organización. Firmemente opuesto a esta mezcla, como si se tratara de una forma marcial más, llegó a pensar que el nombre Kobukan Aiki-Budo sugería que su arte era simplemente la rama o estilo Kobukan de un arte más amplio, por lo que decidió proclamar el nuevo nombre de Aikido para que su arte se identificara como una forma original y distintiva del budó, entrando a continuación, con el nuevo nombre, en la asociación. En febrero de 1942, el Aikido fue oficialmente reconocido como el nombre de la escuela del Fundador. Habían pasado veintidós años desde el nacimiento del Ueshiba Juku en Ayabe.

El Santuario Aiki de Iwama Para poder apreciar plenamente la proclamación del nombre de Aikido y comprender algunas de las razones que hay detrás de ello, incluyendo los cambios en el pensamiento del Fundador, debemos dirigir nuestra atención a la creación del Santuario Aiki de Iwama , en la Prefectura Ibaraki, al nordeste de Tokyo. Este lugar, venerado por todos los alumnos de Aikido, jugó un relevante papel en el remozado comienzo de después de la Segunda Guerra Mundial. La idea de establecer un centro espiritual para el Aikido la concibió el Fundador alrededor del año 1935. Nació de una necesidad hondamente sentida de continuar la búsqueda de la verdad del universo a través del Budo, y deseaba un lugar especial para llevar a cabo este propósito. Había conseguido que el Aikido arraigara con firmeza en Tokyo, y su más puro deseo de difundir el verdadero Budo por el mundo se estaba cumpliendo. Le satisfacían los éxitos alcanzados, pero al mismo tiempo esto no le parecía suficiente, deplorando, de hecho, la invasión de su vida privada y la falta de tiempo que la fama le había ocasionado. El Fundador mostraba una completa indiferencia por las cosas que normalmente son objeto del deseo humano - posición social, honores y aplausos, riqueza y bienestar material -, y su única preocupación era el entrenamiento del espíritu través de la disciplina del Budo.

Hacia 1935, haciendo uso de sus pequeños ahorros, empezó a comprar tierra de bosque en los alrededores de Iwama. Llevaba la agricultura en la sangre, como se hizo evidente en su empresa de colonización de Shirataki, en Hokkaido, y planeó cultivar la tierra y renovar la búsqueda de un Budo espiritual; pero este deseo suyo de cultivar la tierra no era fácilmente realizable, ya que, como artista marcial reconocido, era constantemente invitado a diversos lugares y su apretado programa no le dejaba tiempo para proseguirlo. El intento en tiempos de guerra de agrupar todas las formas de artes marciales en una sola organización presentó una oportunidad única. Los acontecimientos hacían imposible la continuidad de las actividades normales de Aikido y ya no se le requería para supervisar su crecimiento, y cuando el panorama bélico se hizo más oscuro disminuyó el número de alumnos y declinaron las invitaciones para hacer demostraciones de Aikido. Así pues, sintió que éste era sin duda el momento ideal para él de tomar una decisión de cara a su futuro, y la orden de unirse a la Gran Asociación Japonesa Marcial y Virtuosa fue la gota que colmó el vaso, de tal manera que el Fundador proclamó el establecimiento del Aikido y finalmente tomó la decisión de retirarse a Iwama, donde podía proseguir su propio camino.

El Fundador era un patriota en el verdadero sentido de la palabra y creía que uno debe estar dispuesto a sacrificar su vida por su propio país, de modo que optó por no protestar respecto a la política nacional de tiempos de guerra. Sin embargo, no estaba de acuerdo con el plan de unir todas las formas de Budo bajo la jurisdicción gubernamental, y para él la orden poco tenía que ver con el amor a la patria. Es más, la nueva organización demandaba más y más papeleos y asistencia a reuniones, todo lo cual obstaculizaba su deseo de continuar su búsqueda del Budo. Con absoluto desinterés decía: «No sirvo para el papeleo. Para mí sólo existe la práctica del Aikido». Y diciendo esto, mandaba a uno de sus uchideshi, Minoru Hirai, a representar al Aikido en las reuniones. Yo era todavía un estudiante en la Waseda High School, pero me designó instructor jefe del Dojo de Tokyo y pidió que sus discípulos superiores, como Kisaburó Osawa, el actual instructor jefe, me asistieran, y entonces dejó Tokyo para ir a Iwama con mi madre, Hatsu. El Fundador actuó de su manera habitual sin perder el tiempo a la hora de poner en marcha cualquier cosa que decidiera. Iwama está cerca de Mito, centro cultural y artístico durante el Período Tokugawa, pero que en esa época estaba escasamente poblado. Las granjas eran pocas y diseminadas, y toda la zona estaba densamente arbolada, el 90 por 100 de ella cubierto de pinos, árboles frutales y bosquecillos de otras especies. El Fundador limpió cerca de 20.000 tsubo (6,62 hectáreas) de las propiedades que había adquirido a lo largo de los años, y empezó a cultivar la tierra, cumpliendo así su deseo, largo tiempo alimentado, de unificar la agricultura con el arte marcial. El pequeño edificio convertido en granja en el que vivía contenía sólo dos habitaciones pequeñas y un área de suelo de tierra. Los visitantes de esta pequeña choza se sorprendían por su aspecto ruinoso, pero el ánimo del Fundador estaba alto.

Tenía tres planes encamínados a realizar su ideal de Budo verdadero cuando se asentó en Iwama. El primero era establecer un Santuario Aiki que simbolizara la Vía de Aiki y el espíritu del Aikido. El segundo era construir un dojo al aire libre, impregnado con el Ki de la naturaleza, donde se pudiera enseñar el budó ideal de Take-musu. Y el tercero, llevar a cabo su ansiado sueño de unificar la agricultura con el arte marcial. Aspiraba a relacionar el entrenamiento del budó (take) que armoniza con la protectora fuerza vital (muso), con el trabajo de la agricultura, a través del cual la tierra produce el alimento que sustenta la vida.

El Santuario Aiki fue concebido para rendir homenaje a los cuarenta y tres dioses que protegen y dan poder creativo al Aikido, y para ser el centro sagrado de todos los practicantes de Aikido que se comprometen en promocionar la Vía para todos los seres. Los cuarenta y tres dioses son las deidades marciales, los reyes dragones y las encarnaciones glorificadas en el saber tradicional popular japonés. El Fundador creía firmemente que su destreza en el Budo no provenía de sí mismo, sino de los dioses que lo protegían y que nutrían esta habilidad. Esta era su fe fundamental, pero lo más importante es que esto demuestra su humildad y su autodisciplina; encomendándose a un poder mayor nunca se volvería arrogante por los logros conseguidos. Esta humildad, compendio de su sinceridad y de su devoción por el entrenamiento, es algo que deben tomarse a pecho todos los practicantes del Aikido.

La disposición del Santuario Aiki está basada en los principios del Koto-dama. La colocación del santuario interior, la sala de culto, la puerta de entrada, etc, están todas de acuerdo con los tres principios del triángulo, el círculo y el cuadrado. Estos tres signos son símbolos del ejercicio de respiración en el estudio del Koto-dama. En palabras del Fundador:

Cuando el triángulo, el círculo y el cuadrado se convierten en uno, hay movimiento en rotación esférica junto con flujo de ki, y aparece el Aikido de Sumi-kiri.

El hecho de que el Santuario Aiki, que refleja una elaborada filosofía, pudiera completarse en los difíciles años al final de la Segunda Guerra Mundial, se debió a los esfuerzos de un maestro carpintero llamado Matsumoto, que vivía en Iwama, y al incansable apoyo de numerosos practicantes desde el comienzo del Aikido. La terminación del santuario principal del Santuario Aiki en 1943, fue una ocasión que hizo derramar lágrimas de felicidad al Fundador. Su sueño de toda la vida se había hecho realidad, y los cimientos del Aikido estaban echados. El Santuario es ahora la meca de todos los auténticos alumnos del arte.

La construcción de un Dojo al aire libre, segunda parte del plan del Fundador, tuvo lugar en una esquina de su granja, pero con el incremento del número de alumnos fue necesario construir un pequeño Dojo interior de treinta tsubo (90.9 m2) Fue completado en 1945, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, y supuso una desviación del objetivo original de combinar la agricultura con el arte marcial, pero trajo inesperados beneficios al Aikido.

Durante los tres años después de la guerra, el Hombu Dojo de Wakamatsucho se vio obligado a reducir sus actividades por una serie de razones, entre ellas la prohibición impuesta a todas las artes marciales por las Fuerzas de Ocupación Aliadas. Entonces todas las actividades del Dojo central se trasladaron a Iwama, de forma que, gracias a este Dojo, el Aikido pudo perdurar en una época en que el clima y la actitud general hacia las artes marciales eran fuertemente negativas. Hoy en día el Dojo de Iwama se llama Ibaraki Dojo y está dedicado a la memoria del Fundador.

El Fundador había acariciado desde hacía mucho tiempo el ideal de establecer un centro Aiki, y que esto se hiciera realidad, aún con pequeñas modificaciones, en mitad de los difíciles años de la guerra y en los caóticos años de después de ella, era casi un milagro. Por tanto, debió ser muy gratificante para él haber sido capaz de escapar de la atareada vida de Tokyo para dedicarse totalmente a realizar el ideal del verdadero budó. La vía de recuperación del Aikido comenzó en febrero de 1948, con la aprobación oficial del Aíkikai como nueva institución. Fue reconocido por primera vez públicamente en los Almacenes Takashimaya, en Tokyo, en septiembre de 1956, y la Primera Demostración Pública de Aikido patrocinada por el Aikikai se celebró en 1960 en la Sala Yamano, en Tokyo. El momento cumbre del restablecimiento de después de la guerra llegó con la terminación del nuevo Hombu Dojo en enero de 1969.

Viendo la prosperidad que ha alcanzado el Aikido, qué menos que reflexionar sobre las decisiones adoptadas por el Fundador durante los años de la guerra e inmediatamente después. Si el Maestro Ueshiba en vez de retirarse a Iwama hubiera dejado que el Kobukan Aiki-Budo fuera engullido por la fusión de las artes marciales durante la guerra, la historia del Aikido podría haber terminado entonces. Ambos nombres, el del Maestro Ueshiba y el del Aikido, y su breve pero glorioso capítulo en el Budo durante los años anteriores a la guerra, podían haber sido relegados a los libros de historia y con el tiempo convertirse sólo en oscuras leyendas en los anales de las artes marciales. La reputación y el éxito actuales del Aikido se deben a la decisión del Fundador de dedicarse a la búsqueda espiritual de la esencia de las artes marciales en la alejada región de Iwama. El Maestro Ueshiba demostró con su propio ejemplo que la prosperidad del Aikido no se mide por el número de seguidores, sino por la profundidad e intensidad de la búsqueda personal de la verdad a través del entrenamiento y de la práctica. A mi entender ésta es la más importante razón de que el Aikido sea hoy lo que es. El dicho Zen «Reflexionar sobre nuestros pasos» nos advierte que hay que comprobar siempre si nuestros pies están en tierra firme. Como practicantes de Aikldo debemos siempre «Reflexionar sobre nuestros pasos», aunque nos movamos juntos hacia adelante con altos ideales y apasionados por la verdad.

Etiqueta

Muchas veces me han preguntado por que realizamos tantos saludos durante la práctica. La razón esta, por un lado en la tradición cultural japonesa, en la que la cortesía juega un papel preponderante en toda relación entre las personas. Por otra parte, Aikido es heredero, como integrante del budo, de los códigos de conducta del samurai. Este respetaba a su adversario, pues tenia arraigado, que de no hacerlo, implicaba una falta de valoración de su capacidad, y por ende, era una forma de ser vencido antes del combate.

Pero en Aikido no hay combate. Es un Arte de Vida. Entrenamos para lograr un mundo mejor. Nuestra actitud durante la práctica debe ser de concentrada atención, colaboración y respeto. La forma de manifestar este último es cortesía. De nada sirve refinar nuestra técnica si no refinamos nuestro espíritu. Un profundo saludo es un acto negativo si no es sincero. Debe ser un mensaje sin palabras en el que expresamos:

"voy a atacarte franca y atentamente, no quiero lastimarte, voy a realizar mi mejor ukemi, progresemos juntos". Y si logramos llevar esta actitud a nuestra vida diaria, habremos logrado plasmar, en la medida de nuestras fuerzas, los ideales de O'Sensei.

Característica

Es la búsqueda de la armonización/neutralización del contrario en situaciones de conflicto, dando lugar a la derrota del adversario sin dañarlo; propiciando la educación del instinto propio, la auto-reflexión y la evolución del oponente. En lugar de "simplemente" destruirle o humillarle; buscando a su vez el propio crecimiento personal. Formándonos como personas valiosas para la sociedad y promotores de la paz.

Metodología de aprendizaje

A diferencia de la gran mayorìa de artes marciales tradicionales o modernas, y deportes de combate, que buscan condicionar o mecanizar los diferentes gestos de defensa y ataque, el Aikido busca despertar la conciencia reprogramándonos física, mental y emocionalmente. Por esto el maestro Mitsugi Saotome afirma: "El Aikido busca la educación de nuestro instinto agresivo"; entrenando nuestra percepción, desarrollando nuestra decisión, dando lugar a una ejecución / neutralización adecuada.

A continuación se exponen los cuatro fundamentos elementales del entrenamiento del Aikido formulados por el Fundador.De ellos se desprende todo lo que el discípulo precisa tener en cuenta para un correcto desarrollo evolutivo dentro del Aikido.Son los siguientes:

TAI-IKU. Realización corporal: Desarrollo de los aspectos físicos a través de la práctica del principio de UNIDAD en las técnicas.

KI-IKU. Realización mental: Desarrollo de la energía, Ki, basada en la realización de la UNIDAD con el Universo.

TOKO-IKU. Realización moral: Se alcanza poniendo en práctica el principio de UNIDAD en todas las esferas de la vida, cotidianamente.

CHI-IKU. Realización espiritual: Desarrollo de la sabiduría a través del conocimiento de la verdad de la UNIDAD.

Categorías de grados

Tradicionalmente se mantiene el sistema Kyu- Dan, heredado del Judo; entre mudansha (cinturones blancos / colores) y Yudansha (cinturones negros). Las categorías establecidas en el Aikido del Aikikai de Tokyo estan divididas en 10 kyus para niños (menores de 15 años), y en solo 5 kyus para los adultos. Después vienen los grados Dan, del 1 al 8. Así mismo dentro del instituto Aikikai existe el sistema diseñado para la formación de instructores, dividido en: Fuku Shidoin, que es una titulación baja de asistente. Luego esta el Shidoin o profesor/ instructor que se obtiene a partir del 3 Dan, y por ultimo el titulo de Shihan, cuando ya se es maestro y se obstenta el grado de 6 Dan.

Aikido en Cuba

Según algunos autores, desde la segunda mitad de la década de los cincuenta del siglo XX, era conocido por el sensei Andrés Kolychkine Thomson (1913-1997), maestro nacido en Finlandia y posteriormente radicado en Bélgica, 8va Dan de Judo e introductor de ese arte en Cuba; en sus clases utilizaba algunos conceptos propios del Aiki, como “donde termina la fuerza comienza el Aiki Do”, pero no s e puede decir que existiese una practica sistemática ni un entrenamiento de este arte netamente en la Isla.

En la década del 90 del siglo XX, se comienza a entrenar en Cuba por el actual cuarto Dan Carlos Sosa, que lo había estudiado en durante su estadia en Bulgaria. Pero no es hasta el año 1996 cuando se crea La Asociación Nacional de Aikido afiliada a la Federación Cubana de Karate y Artes Marciales Afines (FCKAMA) y se organizan las estructuras a nivel provincial, instituyéndose las filiares provinciales y la Junta Nacional. En ese mismo año viene a Cuba el Sr. Luís Miguel Bonnemaire, asesor del directivo de la “Federación Francesa de Aikido”, sensei Jean Claude Joannes, quien se propone a servir como representante ante el maestro Noboyushi Tamura, presidente de la Federación Francesa, recomendándole a la Federación Cubana afiliarse a la Federación Latinoamericana de Aikido (F. L. A.), dirigida por el Shihan Yoshimitsu Yamada, 8vo dan y discípulo del creador del arte. Paralelo a ello, la recién inaugurada Junta Directiva realizó un recorrido por todas las escuelas del país realizándose el primer examen de grado respaldado de la Federación Francesa.

En 1998 llega a la Isla el Sr. Wagner Bull, emisario de la F. L. A. y se tramita la afiliación de Cuba a este organismo regional, así como al Hombu Dojo Aikikai de Japón. Ese mismo año vuelve Sr. Wagner Bull, acompañado por el sensei Miguel Morales Bermúdez, secretario de la F. L. A. y presidente del Aikikai de Perú, quien realiza un seminario internacional.

Durante el mes de febrero de 1999 llega de visita oficial el Shihan Yoshimitsu Yamada, acompañado de Miguel Morales e imparte otro seminario comenzando el proceso administrativo de afiliación.

Historia del Aikido en Santiago de Cuba

A principios de 1994, en la Universidad de Oriente la sensei Susan Kinne norteamericana, residente en Nicaragua) creó una pequeña escuela. Comenzaron el entrenamiento cerca de 8 alumnos el primer día, se aumentando la cantidad, llegando de 30 a 40 en pocos días. A los tres meses la sensei regresó a Nicaragua, donde de la matricula inicial de cerca de 30, solo quedaron unos 15 alumnos. La escuela de Aikido en Santiago de Cuba funciono durante poco tiempo, menos de un año. Impartidas por los otrora alumnos. Durante el año 1997, con el auspicio del presiente de la ya creada Asociación de Aikido, se retoman los contactos con estos practicantes, logrando que en mayo de 1998 se abriera una escuelita en un campo de fútbol, con solo 6 o 7 compañeros, la mayoría de la antigua escuela. A los pocos meses se obtuvo el permiso para usar el Dojo de la universidad y por consiguiente comenzaron a aumentar los alumnos.

A los pocos meses de reabrir la escuela el sensei francés Christian Huc que vivía en Santiago se ofreció a ayudarlos e impartir clases 2 veces por semana, entrenando continuamente.

Para favorecer la situación, la Asociación organizo varios seminarios nacionales, así como un seminario internacional con la participación del sensei Y. Yamada. En marzo de 1999 se ofreció la primera exhibición de Aikido efectuada en la ciudad. Fue organizada por la Universidad de Oriente como parte del programa de inauguración de los Juegos Universitarios (Copa 13 de Marzo).

En San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana, da clases el Sensei Alfredo Ruiz Fleitas del estilo Seikikai, único representante de este Aikido en Cuba.

Lema del Aikido (Masanao-veno)

• Mantener la disciplina

• No enervarse

• No entristecerse

• No poseer sentimiento hostil

• Ser comprensivo

• Ser tranquilo

• Ser pacífico

• Mantener la ética

• Ser amigables con todos

• Respetar a todas las personas

• Ser humilde

• Ser justo y honesto

• Concientizar lo que el AIKIDO representa, el camino de Dios.

• Concientizar lo que se practica, el principio del autoconocimiento.

Valores del Aikidoka

Los hakama tienen cierto número de plieges, e incluso estos tienen un significado. Los hay de cinco y siete plieges, aunque es más común que tengan cinco, en representación de las 5 virtudes:

Chuu: Lealtad

Ko: Justicia

Jin: Humanidad, compasión

Gi: de giri, o honor

Rei: Respeto

Los siete pliegues representan las virtudes del Budô:

Jin: Benevolencia

Gi: Honor o Justicia

Rei: Cortesía y Etiqueta

Chi: Sabiduría, Inteligencia

Shin: Sinceridad

Chu: Lealtad

Koh: Piedad.

Rotación Esferica

El principio y aplicación de la rotación esférica como fundamento del Aikido fue pensado por O´sensei como un naciente desafío a las Artes Marciales tradicionales. Este principio se encuentra en el Jujutsu ancestral donde lo blando controla a lo duro y lo flexible vence a lo rígido, una herencia de estas artes a la formación del Aikido.

En el lenguaje del Aikido este concepto es de lo más adecuado en lo que se refiere a los movimientos corporales que incluyen volverse y girar y cuya técnica básica es entrar, conocidos con el nombre de tai-sabaki o, más exactamente, de irimi-issoku, que significa «entrar con un solo paso». Estando de pie, cara a cara ante un adversario en la posición hanmi, cuando el adversario se mueva hacia adelante evitaremos la embestida lineal entrando en la apertura que está fuera de su vista, llamada shikaku o ángulo muerto. El punto clave aquí es un juego de pies rápido y seguro mediante el cual nos apoderamos del centro del adversario. La técnica básica incluye, mientras entramos, un golpe (atemi) al punto desprotegido y vulnerable del adversario, pero en el entrenamiento avanzado se ejecutan varios movimientos (irimi-nage, irimi-tenkam, irimiotoshi).

Como ya he indicado, el irimi es esencial al principio de rotación esférica, y la consideración más importante que podemos hacer es la de que hay que mantener siempre nuestro centro de gravedad. En una situación de combate real, para apoderarse del centro del adversario y hacerse cargo de la situación, es indispensable entrar con la fuerza plena del ki. En el momento de entrar, cuando viene hacia nosotros un golpe directo, debemos evitar a toda costa cualquier vacilación. Hay muchos otros aspectos importantes, pero como esta obra no pretende ser una detallada explicación de técnicas, remitimos al lector a los manuales pertinentes.

Si irimi representa las características propias del budo como técnica marcial, el tai-sabaki, movimiento corporal correcto, encarnaría los rasgos esenciales del aikido, considerado como conjunto de movimientos que contribuyen a la armonización con el cambio dinámico. Por último, las técnicas del movimiento corporal se basan en la unidad espiritual con el orden del cosmos y en la unidad dinámica con el universo siempre cambiante.

Como hemos señalado, el movimiento corporal en el aikido está basado en el principio de rotación esférica, y, del mismo modo que en el caso de un cuerpo esférico, el centro es estable y el movimiento surge de esa estabilidad. Y este movimiento esférico, por medio de técnicas surgidas de su centro y que, aunque elegantes, poseen infinito poder, pueden controlar cualquier fuerza contraria. Para explicar los movimientos de aikido podríamos apelar a las leyes de la física, por ejemplo a las fuerzas centrífuga y centrípeta, pero -su belleza esencial procede de la unidad ki-mente-cuerpo, y puesto que se trata de una experiencia de la persona entera, del ser en su integridad, el análisis no añadiría realmente nada a nuestra comprensión, y menos aún a la posibilidad de dominar el arte. El alumno de aikido debe dedicar la mayor parte de su entrenamiento a dominar las técnicas de rotación esférica y a estudiar su implícito principio básico a través de una práctica constante. Mientras se mueva habrá de ser como una peonza, estable en su centro y sin perder nunca el equilibrio; entonces, y aunque el practicante pueda no tener conciencia de ello, la unidad del ki-mente-cuerpo con el universo se habrá alcanzado.


Véase también

Fuente