Alcides Vital Lataste

Alcides Vital Lataste
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Padre lataste.jpg
NombreMarie-Jean-Joseph Lataste
Nacimiento5 de septiembre de 1832
Cadillac, Burdeos Bandera de Francia Francia
Fallecimiento10 de marzo de 1869
Frasnes Bandera de Francia Francia
Otros nombresPadre Lataste
TítuloBeato de la Religión Católica
PadresJoan y Vital Lataste



Jean-Joseph Lataste , llamado también Alcides Vital, fue un sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Predicadores y fundador de las Religiosas de la Tercera Orden de Santo Domingo en Betania

Sus primeros años

El Padre Lataste nació en Cadillac-sur-Garonne (Gironda, Francia), el 5 de septiembre de 1832. Fue el último de los siete hijos de Joan y Vital Lataste, su padre no era creyente pero no se opuso a que su mujer criara a sus hijos como buenos cristianos. Fue bautizado al siguiente día de su nacimiento, recibiendo del nombre de Alcides, su hermana mayor, Rosy, fue su madrina. De niño, fue curado milagrosamente de una seria enfermedad y él atribuía esa curación al patrocinio de la Santísima Virgen.

El llamado a servir

Desde muy joven, se sintió llamado al sacerdocio. Después de muchas dudas, y una profunda batalla personal, en 1857 ingresó en la orden de los dominicos, hizo profesión en presencia de su padre y dos hermanos y fue enviado a Toulouse para terminar los estudios. Vivió en los conventos de Chalais, Grenoble y St Maximin-la-Sainte-Baume, donde se familiarizó con María Magdalena a través de una profunda contemplación. El 10 de Mayo de 1862 hizo profesión solemne y el 8 de Febrero de 1963 fue ordenado sacerdote en Marseille a manos del Obispo Petagna. Continuó estudiando y fue finalmente asignado al convento de Bordeaux. Su ministerio sacerdotal se caracterizó por sermones inspirados, retiros, confesiones, mortificación y adoración del Santísimo Sacramento. En 1864, fue enviado a predicar un retiro llevado a cabo en la prisión de mujeres de Cadillac, donde descubrió en ellas los maravillosos efectos de la gracia, y, en algunas, una llamada real a entregarse a Dios en una vida consagrada. Es en esta prisión, antes de la Eucaristía, que recibió la inspiración de fundar una nueva familia religiosa, donde todas las hermanas, cualquiera que sea su pasado, pueden unirse en un mismo amor y una misma consagración.

Así nace en 1866 -con la ayuda de la Madre Dominique-Henri de las Hermanas de la Presentación de Tours- la orden de las Hermanas Dominicanas de Betania cuyo propósito es dar la bienvenida a las mujeres liberadas de prisión para que puedan convertirse en religiosas, sin distinción entre ellas y las otras hermanas.

"Hay una verdad... las más grandes pecadoras tienen dentro de sí mismas a aquel que hace a los grandes santos. ¿Quién sabe si no lo llegarán a ser algún día?"

Era la primera comunidad de Dominicas de Betania, bajo la protección de Santa María Magdalena.

"Sea cual sea su pasado no las consideréis más como prisioneras, sino como almas consagradas a Dios, que, al igual que ustedes, son almas religiosas".

Enfermedad y muerte

A finales de julio de 1868, en Frasnes, presa de una gran fatiga, el padre permanece en reposo casi absoluto. En Navidad, consigue celebrar la Misa de Medianoche, pero previene a la Madre Enriqueta Dominica de que será la última. Durante el día, tiene el consuelo de entregar el hábito de hermana a una convertida de Cadillac. En sus entrevistas, el padre invita a sus hijas a confiar en Dios, desvelando un aspecto de su profunda vida interior con estas palabras: “Se produce en mí una adoración perpetua de Dios mediante un simple acto de mi alma, siempre el mismo y siempre nuevo, sin comienzo, sin intermedio y sin fin; es como un reflejo, como un fulgor de eternidad”. Da las gracias a la Orden Dominica por los años en que ha disfrutado del regalo de llevar el hábito y de recibir tantas cosas buenas, y perdón a los hermanos que no han aprobado e incluso combatido su fundación. Ante la cercanía de la muerte, recomienda a sus hijas a Dios, inspirándose de la oración sacerdotal de Cristo (cf Jn 17); manifestando que ofrece su vida por Betania, confía a San José la fragilidad de su obra. El 10 de marzo, en medio de una gran paz, el Padre Lataste fallece dejando como continuidad de su obra a las Dominicas de Betania, que cuentan en la actualidad con cuatro casas: dos en Francia, una en Suiza y otra en Turín (Italia), religiosas contemplativas que visitan cárceles cercanas a sus conventos. El padre Lataste fue beatificado por Benedicto XVI el 3 de junio de 2012.

Fuentes

  • Catholic.net

Carta de la Abadía San José de Clairval (24 de septiembre de 2012)