Aldabonazo

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Se destacan rasgos personales de un grupo de compañeros de lucha a quienes el autor rinde homenaje, al mismo tiempo incluye cartas, circulares, y otros documentos para que se pueda confirmar el carácter social, profundamente radical, que desde los años forjadores tenía la revolución.
Título originalAldabonazo
Autor(a)(es)(as)Armando Hart Dávalos
Editorial:Letras Cubanas
GéneroTestimonio
EdiciónAna Victoria Fon y Eduardo Heras León
Diseño de cubiertaAlfredo Montoto cubierta= Alfredo Montoto
Primera edición1997
ISBN959-10-0406-0
PaísBandera de Cuba Cuba


Aldabonazo. Los conocimientos que se narran abarcan en lo esencial el recorrido de Armando Hart Dávalos por la lucha clandestina, están presentes en esta edición las realidades políticas que enfrentó, no se mueve un afán especulativo, sino conocer y abordar situaciones concretas. Se destacan rasgos personales de un grupo de compañeros de lucha a quienes el autor rinde homenaje, al mismo tiempo incluye cartas, circulares, y otros documentos para que se pueda confirmar el carácter social, profundamente radical, que desde los años forjadores tenía la revolución.

Síntesis

En este relato testimonial de uno de los dirigentes históricos de la Revolución Cubana, conocemos a los hombres y las mujeres que en la década de 1950 dirigieron la clandestinidad urbana en la lucha contra la dictadura batistiana respaldada por Washington.

Editado por Armando Hart Dávalos, dedicado A: Fidel Castro Ruz, que lleva en su conciencia toda la ética y sabiduría política que faltó en el siglo XX. Fue confeccionado en el año 1997, por la Editorial Letras Cubanas en La Habana, Cuba.

Max Henríquez Ureña llamó “la historia narrada por sus creadores” al conjunto de textos escritos sobre nuestra Guerra de los Diez Años por protagonistas suyos y explicó así las génesis de dichos textos: “acuden a deponer ante la historia, como fedatarios del proceso en que están envueltos, los propios actores que, a más de vivir los acontecimientos, han contribuido a crearlos” y reconstruyen “para la posteridad los episodios en que les tocó intervenir, que al cabo son pedazos de su propia vida”.

El hecho se repetiría en Cuba en relación con distintos acontecimientos: señaladamente, la nueva etapa de la guerra abierta en 1895, y, ya en nuestro siglo, la revolución que se intentó alrededor de los años treinta.

Estos grandes empeños, si bien iban radicalizando sus metas, conservaban entre sí vínculos profundos, pues todos se proponían hacer posible la nación para sí y conquistar la justicia social. Por añadidura, la frustración en 1898 de la Guerra de Independencia y en 1935 de “la revolución que se fue a la bolina” (según la gráfica observación de Roa), debida en ambos casos a la injerencia imperialista estadounidense, contribuyó todavía más a aunar esas hazañas en un propósito común caracterizado por la afirmación del país, la rebeldía y la rectitud moral.

Testimonio

“La historia narrada por sus creadores” nos daría una y otra vez testimonio de ello. El libro que el lector tiene entre las manos lo muestra con claridad. Su autor, Armando Hart, es un ejemplo de primera línea de los que en la Cuba de hoy son llamados, de modo significativo, compañeros “históricos”, es decir, quienes estuvieron en la gestación misma del proceso revolucionario que llegó al poder en 1959.

Con esa autoridad ha escrito esta obra, para la cual parecen dichas no pocas de las palabras recién citadas de Henríquez Ureña. Como trenzándose con esas palabras, en el libro de Hart leemos: “Para mi todo estaba enlazado o formaba parte integral de la gran tarea revolucionaria e histórica que teníamos por delante. Sentía que en mi vida personal no había nada ajeno a ella” Eso es lo que sentirá quien lea el libro, el cual es a la vez la evocación de las peripecias de un ser humano concreto, durante un período intenso y la contemplación de ese período, con sus riesgos y dolores, sus esperanzas y grandezas.

Tal período es nada menos que el de los años que entre nosotros anteceden, en lo inmediato, a la hoy famosa década del sesenta, y, en consecuencia, al triunfo de la Revolución Cubana. Y ni esa década ni la misma revolución pueden ser entendidas a cabalidad si se ignora cómo se formaron. Hart aporta aquí elementos esenciales para el recto entendimiento de esa formación, sobre la cual tanto se ha especulado, no siempre con el imprescindible conocimiento de los hechos: cuando no con prejuicios que deforman la perspectiva. Aquí los hechos son mostrados en su plena transparencia y limpios de perjuicios.

El autor, cuya vida sorprende por su cúmulo de audacias, peligros y (en el mejor sentido término) aventuras múltiples, parece sin embargo echarse a un lado para dar la palabra a la historia escueta. Incluso los documentos personales que incorpora son flechas disparadas hacia la historia. Las propias meditaciones no tienen otra finalidad que llevar luz a las acciones. La magnitud de ellas y la impresionante estela que dejaron tras si, explican la repercusión que sin duda tendrá la obra.

“Un país frustrado en lo esencial político”, como en vísperas de los años cincuenta lo había descrito el poeta José Lezama Lima, un país que había sido convertido por los Estados Unidos primero en tierra militarmente ocupada, luego en un protectorado y en una neocolonia, con la complicidad de serviles dirigentes locales entregados a la corrupción más desvergonzada, tocó fondo cuando el 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista dio su golpe de estado. Pero “Dios escribe derecho en líneas torcidas”, como asegura el proverbio portugués: el rechazo de aquella ignominia acabó haciendo despertar la ciudadanía, encendiendo bríos, generando nuevos dirigentes, el más alto de los cuales fue (es) Fidel. Armando se contó entre ellos y uno de sus grandes méritos fue haber reconocido pronto el liderazgo indiscutible y perpetuamente creador de aquél.

Antes de las acciones fundadoras que en 1953 intentaron tomar el cielo por asalto, Armando había militado bajo la orientación de un hombre honrado, el profesor Rafael García Bárcena, de quien traza un noble retrato (como también lo hace de otras figuras que merecen el relieve que aquí se les da: baste recordar el nombre de Faustino Pérez). Es un hallazgo de Hart haberlo emparentado, por su singular libro “Redescubrimiento de Dios”, con quienes años más tardes propugnarían la Teología de la Liberación, de la cual García Bárcena fue a todas luces un precursor, aunque en el momento de la aparición del libro (1956) era harto difícil comprenderlo: destino habitual de los precursores.

Pero aquel filósofo bien intencionado y valiente no podía ser, sin embargo, quien encabezara el vasto, trepidante movimiento insurreccional requerido por el país. Los asaltos cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, revelarían a Fidel como esa cabeza entonces emergente. Hart lo conocía y apreciaba desde antes. Se habían conocido en las filas de la Ortodoxia, el partido fundado por Eduardo Chibás que bajo la consigna adecentadora “Verguenza contra dinero” pretendería en la gran mayoría del pueblo cubano. A pesar de la inmolación de Chibás en 1951 (su dramático “último aldabonazo”), contra ese partido fue dirigido esencialmente el golpe de estado el 10 de marzo de 1952 y del sector juvenil de ese partido saldrían los asaltantes de 1953 y el núcleo de lo que sería el pujante Movimiento 26 de Julio, entre cuyos fundadores y constantes dirigentes iba a encontrarse Hart.

Aldabonazo en Periódico Revolución

Ha descrito con claridad el proceso en este libro, por lo que es ocioso insistir en el punto. De la misma manera que sería ocioso glosar las mil peripecias a que asistimos a lo largo de la obra y que tanto tienen que ver con la dialéctica de la Sierra y el Llano en la lucha antibatistiana. En un punto, sin embargo, quiero detenerme, por su transparencia. Refiriéndose a documentos elaborados para darlos a conocer a raíz del 30 de noviembre de 1956, en espera de la llegada del Yate “Granma” a Cuba, Hart explica:

Estos documentos son la prueba de que marchábamos a un enfrentamiento con el imperialismo, y de que la idea de la revolución social había penetrado en los combatientes del 26 de julio de forma radical. Fuera del país se tejió la historia de que nuestro proceso podía haber derivado hacia una revolución burguesa. A los que tal cosa han pensado, les invito a que reflexionen sobre las consecuencias de la aplicación de todo nuestro programa.

Más adelante añadirá Hart: “es más, la composición social de los cuadros más representativos de la dirección y de los combatientes de filas no era burguesa”, lejos de eso, ellos “pertenecían a las masas trabajadoras, a las capas medias, en su mayoría de escasos recursos, a los campesinos pobres y a los desempleados”. Observaciones así sustentan las razones de lo que, en el Epílogo, dice Hart:

En noviembre de 1959, cuando se produjo una compleja discusión en el Consejo de Ministros –Hart era a la sazón ministro de educación-, dije: ”Para entender a Fidel hay que tener muy presente que está promoviendo la revolución socialista a partir de la historia de Cuba, América Latina y el pensamiento antimperialista y universal de José Martí”.

Y luego: “Me hice fidelista porque Fidel ha sido capaz de defender y materializar con dignidad y talento los paradigmas éticos y democráticos revelados en esa tradición patriótica. No hay síntesis mejor para este libro vibrante y honrado que tales palabras. “Esa tradición patriótica” había permanecido viva en un país que tras pelear treinta años por su independencia, experimentó cómo se la arrebataba una metrópoli, inauguradora con su intervención en 1898 del imperialismo moderno, en un país donde las luchas antidictatoriales y reivindicadoras de hombres como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Guiteras y Pablo de la Torriente Brau, se habían fundido con un pensamiento social y una conducta internacionalista autóctonos y ya inseparables. La generación del centenario del nacimiento de José Martí, quien encarnara en grado sumo aquella tradición, encontró en ella su fuente intelectual, su fundamento moral, su impulso básico.

Este libro de Armando Hart, miembro sobresaliente de aquella generación, contribuirá a hacerlo ver con nitidez y es por tanto un aporte a la comprensión de las raíces en que se afinca nuestro presente, abierto, no obstante las dificultades actuales, a un futuro que siendo genuino sólo puede ser de victoria.

Contenido

  • Prólogo /7
  • Agradecimientos /13
  • Presentación /15
  • I Antecedentes /17
  • II La Colina Universitaria / 26
  • IV Cuando me hice fidelista /48
  • V “Seremos libres o seremos mártires” /57
  • VI “Lo más importante en una revolución es la decisión” /87
  • VII 1957: desde el Llano /102
  • VIII 1958: desde la cárcel /146
  • Epílogo /198
  • Anexos /235

Fuentes