Aldo Moro

Aldo Moro
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Primer Ministro de Italia en cinco ocasiones (1963-1964, 1964-1966, 1966-1968, 1974-1976 y 1976)
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Primer Ministro de Bandera de Italia Italia
4 de diciembre de 1963 - 24 de junio de 1968
PresidenteAntonio Segni Giuseppe Saragat
PredecesorGiovanni Leone
SucesorGiovanni Leone
Primer Ministro de Bandera de Italia Italia
23 de noviembre de 1974 - 29 de julio de 1976
PresidenteGiovanni Leone
PredecesorMariano Rumor
SucesorGiulio Andreotti
Datos Personales
NombreAldo Moro
Nacimiento23 de septiembre de 1916
Maglie, Lecce, Bandera de Italia Italia
Fallecimiento9 de mayo de 1978
Roma, Bandera de Italia Italia
OcupaciónProfesor universitario de derecho penal
Partido políticoDemocracia Cristiana

Aldo Moro (Maglie, Lecce, Italia, [23 de septiembre]] de 1916 - Roma, Italia, 9 de mayo de 1978). Político italiano. Como profesor de derecho en la Universidad de Bari, Moro ostentó la presidencia de diversas organizaciones católicas civiles durante la Segunda Guerra Mundial e inmediatamente después del conflicto bélico. Elegido diputado de la Asamblea Constituyente en 1946, ocupó durante las décadas de 1940 y 1950 diversos e importantes cargos gubernamentales como secretario de Asuntos Exteriores, ministro de Justicia o ministro de Instrucción Pública. En 1959 se convirtió en secretario general del Partido Democristiano, en un momento en el cual éste se debatía en una fuerte crisis interna.

Como líder de los sectores moderados del partido, en 1960 se alió con los socialistas para forzar la renuncia del primer ministro Fernando Tambroni, máximo representante del ala democristiana más conservadora. Moro prolongó su estrecha relación con los socialistas al incluir en 1963 a varios ministros de dicha corriente ideológica en su primer gobierno. En 1965 asumió temporalmente la doble función de primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores, faceta en la que destacó como valedor de los compromisos de Italia con la OTAN y las Naciones Unidas. La renuencia de Moro a la hora de afrontar algunas de las reformas acordadas con sus aliados socialistas provocó que estos últimos le retirasen su apoyo político y con ello su momentánea dimisión en 1966, que apenas duró un mes.

Síntesis biográfica

Una de las figuras más importantes de la política italiana y europea del siglo XX. Secretario del partido Demócrata Cristiano, varias veces presidente del Consejo de Ministros y ministro de Relaciones Exteriores, Aldo Moro contribuyó ampliamente a la elaboración de la cultura política de inspiración católica en los años de la historia italiana que van desde la redacción de la nueva Constitución (1946-1947) hasta el trágico periodo de la violencia política (1973-1978) . Este político italiano, que fue primer ministro de Italia en cinco ocasiones (1963-64, 1964-66, 1966-68, 1974-76 y 1976)

Nació el 23 de septiembre de 1916 en Maglie y, tras ser secuestrado, murió asesinado el 9 de mayo de 1978. Estudió Derecho, fue profesor en la Universidad de Bari y publicó varios libros sobre temas legales. También fue presidente de la Federación Universitaria Católica Italiana entre 1939 y 1942. Después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo varios puestos de importancia en la administración, antes de llegar a ser secretario de Democracia Cristiana en 1959. Tras su último mandato como primer ministro en 1976, siguió ejerciendo gran influencia desde la presidencia de Democracia Cristiana a la que accedió en ese mismo año. El 16 de marzo de 1978, el mismo día de su investidura como presidente de la República, fue secuestrado por las Brigadas Rojas y a los dos meses fue hallado muerto en un callejón de Roma.

Cargos

Fecha Presidente Predecedor Cargo Sucesor
4 de diciembre de 1963 – 24 de junio de 1968 Antonio Segni Giuseppe Saragat Giovanni Leone
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Primer Ministro de Italia
Giovanni Leone
23 de noviembre de 1974 – 29 de julio de 1976 Giovanni Leone Mariano Rumor
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Primer Ministro de Italia
Giulio Andreotti
1 de julio de 1975 – 31 de diciembre de 1975 Liam Cosgrave
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Presidente de turno del Consejo Europeo
Liam Cosgrave

Secuestro y muerte

En un mes de mayo de 1978, el día 9, encontraron en el maletero de un coche el cuerpo sin vida del Primer Ministro italiano Aldo Moro. Había sido secuestrado el 16 de marzo por las Brigadas Rojas

El 16 de marzo de 1978 Moro fue secuestrado en via Fani (Roma) por izquierdistas pertenecientes a las Brigadas Rojas, encabezados por Mario Moretti, quien después de asesinar a sus 5 escoltas ordenó proteger a Moro. Después de 55 días de secuestro Moro fue asesinado cerca de Roma el 9 de mayo. Su cuerpo fue encontrado ese mismo día en un coche aparcado. Moro fue secuestrado cuando iba de camino a una sesión del congreso italiano en la que se iba a informar y a votar una moción de confianza de esta cámara sobre el nuevo gobierno encabezado por Giulio Andreotti, por primera vez con el apoyo del Partido Comunista Italiano. Era la primera vez que se ponía en práctica el llamado Compromesso storico.

Los terroristas pretendían intercambiar a Moro por la liberación de varios compañeros encarcelados. Durante su secuestro se especuló con la posibilidad de que se conociese dónde se encontraba (un piso en Roma), e incluso Romano Prodi (ex presidente de la Comisión Europea) se vio envuelto en una extraña historia de sospechas a este respecto. En este lapso de tiempo que duró su cautiverio Moro escribió bastantes cartas a los principales líderes de la Democracia Cristiana y al Papa Pablo VI (quien después celebraría su funeral). En estas cartas Moro abogaba por que el objetivo fundamental del estado debía ser salvar vidas humanas, razón por la cual el gobierno debería acceder a las demandas de los terroristas.

La mayoría de los líderes cristianodemócratas argumentaron que estas cartas no mostraban más que la voluntad secuestrada de Moro, y rechazaron iniciar cualquier negociación, a pesar de las peticiones de la familia de Aldo Moro. En sus peticiones a los terroristas, el Papa Pablo VI les pidió que liberasen incondicionalmente a Moro. El cuerpo de este político italiano fue abandonado por los terroristas en el maletero de un coche en la Via Caetani, un lugar entre las oficinas de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano, como un reto cargado de simbolismo hacia la clase política y hacia la misma policía, que había mantenido a la nación entera y a Roma en particular bajo una estricta vigilancia.

El secuestro de Moro y las causas y métodos por los que fue asesinado todavía son una incógnita, a pesar de muchos intentos y docenas de investigaciones particulares. La gran mayoría de las circunstancias en que se produjo la muerte de Moro son un misterio. Se ha especulado con que Moro utilizaba sus cartas como una manera de mandar mensajes cifrados a su familia y compañeros. Las dudas han surgido por la integridad de las cartas; el general de los Carabinieri Carlo Alberto Dalla Chiesa (posteriormente asesinado por la mafia) encontró copias de las cartas en una casa que los terroristas habían utilizado en Milán, y por alguna razón este descubrimiento no fue hecho público hasta varios años después.

"Durante la prisión de Moro, éste comunicó a Moretti que estaba enterado de la existencia de la Operación Gladio, entonces un bien guardado secreto que no se revelaría públicamente hasta 15 años más tarde; Moretti mantuvo el silencio en lugar de denunciar públicamente la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en la política interior italiana, lo que avala las tesis que lo vinculan a Operación Gladio"

Hipótesis del secuestro

Algunos investigadores sugieren que el asesinato de Moro podría haber sido orquestado por la masonería italiana, en concreto por la logia, P2, y también que las Brigadas Rojas estaban profundamente infiltradas por elementos de la CIA estadounidense. Muchas de estas teorías suponen que el esfuerzo hecho por Moro para admitir a miembros del PCI en una coalición gubernamental habían disgustado profundamente a los Estados Unidos. Por ello piensan que en realidad las Brigadas Rojas eran instrumentos de poderes ocultos, pero no existen pruebas que avalen estas hipótesis. Sin embargo, la viuda de Moro posteriormente narró un encuentro con Henry Kissinger y un oficial de inteligencia americano que les advirtió sobre su estrategia de introducir al Partido Comunista en el gabinete, con la amenaza: "Debe abandonar su política de colaboración con todas las fuerzas políticas de su país... o lo pagará caro." Según su mujer Moro quedó tan conmocionado por la amenaza que llegó a enfermar, pensando incluso en retirarse de la política.

Libro: El caso Moro

Leonardo Sciascia analizó el secuestro de Aldo Moro en la crónica/informe El caso moro

A las nueve menos cinco de la mañana del jueves 16 de marzo de 1978, un auto chocó al Fiat 130 de Aldo Moro, titular del partido Demócrata Cristiano de Italia, que iba camino al Parlamento a presenciar la elección que habría de consagrar a su delfín como presidente. Rápidamente el accidente se reveló como un atentado terrorista: una célula de la organización Brigadas Rojas redujo a la escolta —asesinó a los cinco acompañantes de Moro, una cantidad que “por razones administrativas, estaba muy por debajo de las expectativas”— y secuestró al dirigente en una prisión del pueblo. Durante los dos meses siguientes, más de trece mil policías (cuatro mil trescientos destinados exclusivamente en Roma) salieron a buscarlo a diario sin conseguir resultados. Desde el cautiverio Aldo Moro redactó muchísimas cartas —calculan que entre cincuenta y setenta— que Brigadas Rojas se encargó de hacer llegar a los destinatarios.

Las cartas publicadas en los periódicos conmovían a la opinión pública, pero sobre todo generaban en el seno del partido Demócrata Cristiano una agitación de tal magnitud que no podía permitirse. Con el desenlace cada vez más cerca, Moro se dirigía desesperado a sus compañeros pidiéndoles que aceptaran un intercambio de prisioneros —Brigadas Rojas reclamaba la liberación de trece presos— que le salvara la vida. “Soy un prisionero político al que vuestra repentina decisión de negarse a hablar sobre otras personas también detenidas pone en una situación insostenible”, escribía a los veinte días de secuestro. Tiempo después les pedía no pensar “en los pocos casos en los que se ha procedido en línea recta, sino en los muchos que se han resuelto con humanidad y por eso mismo, aún en el difícil trance, de manera constructiva”.

Y luego, tras el silencio obcecado de sus correligionarios, esperaba que se involucrara el Papa: “El canje de prisioneros, y es una cuestión que humildemente someto a la consideración del Santo Padre, no sólo beneficia a los de la otra parte, sino también al que está amenazado de muerte, a la parte no combatiente, en suma, al hombre común y corriente como yo”. En aquel tiempo el escritor Leonardo Sciascia trabajaba en el Corriere della Sera y, aunque más tarde diría que “leyendo la prensa de entonces, siente uno vergüenza”, como periodista pudo seguir el caso con atención. Sciascia abordó las cartas de Moro desde la lectura de Poe y Borges, buscando pistas como en una reconstrucción de novela policial. Ese análisis derivó más tarde en la crónica El caso Moro que aquí leemos. Para él los democristianos habían resuelto el dilema con demasiada ligereza: con las primeras cartas habían decidido

"no reconocer que el Moro al que las Brigadas Rojas tenían prisionero era el Moro que, político agudo, equilibrado y juicioso, se reconocía (ya casi unánimemente, como un reconocimiento póstumo, necrológico) que había sido hasta las 8:55 del 16 de marzo, momento en el que Moro dejó de ser el que había sido y se convirtió en otro, como demostraban las cartas en las que pedía que lo rescataran, y sobre todo el hecho de pedirlo[1]

Un hombre que siempre había antepuesto los intereses del partido frente a los de la nación, se había convertido de buenas a primeras y por gracia de Brigadas Rojas en un prestigioso líder y gran estadista, y por eso mismo ya no parecía creíble que quisiera salvar su vida en detrimento de las razones del Estado. El esfuerzo que ponían los democristianos en no reconocer a su compañero fue para Sciascia la razón del fracaso de la pesquisa policial:

"Aunque la única esperanza que decía tener era la del canje, es de suponer que albergaba otra: que las fuerzas del orden dieran con su paradero. Y, en consecuencia, debió intentar dar alguna pista sobre el lugar en el que se encontraba, escondiéndola, se entiende, cifrándola. Cualquiera lo habría intentado. A Moro, en cambio, se le negaron esta capacidad y esta intención, cuando era, por el uso incluso alambicado que hacía de ellas, la persona más idónea para esconder (por decirlo con Pirandello) cosas entre palabras"[2]

Cuando José Pablo Feinmann escribió Timote. Secuestro y muerte de Aramburu dijo que había pensado como una tragedia al hecho que dio notoriedad pública a Montoneros. Se sabe el compromiso de los escritores para con las palabras; no las usan al azar. El diccionario de la RAE define tragedia como “una obra dramática cuya acción presenta conflictos de apariencia fatal que mueven a compasión y espanto, con el fin de purificar estas pasiones en el espectador y llevarle a considerar el enigma del destino humano, y en la cual la pugna entre libertad y necesidad termina generalmente en un desenlace funesto”. Sciascia usó la misma palabra para definir el secuestro de Aldo Moro y esa parece ser la única certeza que se sostiene entre las muchas preguntas sin respuesta que escribe en su libro.

"En la carta del 29 de abril dice Moro: «El que me entregó la carta» (de su familia, publicada por un periódico) «había recortado piadosamente las noticias de mi condena» (condena por parte de Democracia Cristiana por negarse a negociar). Creo que es el punto más alto, cristianamente más alto, que alcanzó la tragedia"[3]

Referencias

  1. El caso Moro
  2. Íbidem
  3. Íbidem

Enlaces externos

Fuentes