Alfredo Miguel Aguayo Sánchez

Alfredo Aguayo Sánchez
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Investigador y profesor puertorriqueño
NombreAlfredo Miguel Aguayo Sánchez
Nacimiento28 de marzo de 1866
ciudad de Ponce,
gobernación de Puerto Rico,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento30 de abril de 1948 (82 años) 
ciudad de La Habana,
República de Cuba Bandera de Cuba
Residenciacubana
Nacionalidadpuertorriqueña
Ciudadaníaestadounidense

Alfredo Miguel Aguayo Sánchez (Ponce, 28 de marzo de 1866 - La Habana, 30 de abril de 1948) fue un pedagogo cubano nacido en Puerto Rico, que trabajó durante más de treinta años como profesor de diferentes niveles de enseñanza e investigador en aspectos de Paidología, autor de artículos, libros de textos para la enseñanza de la geografía y obras de pedagogía y sicología fundamentales en la educación cubana.

Ocupó numerosos cargos públicos, principalmente en el campo de la educación. Puertorriqueño de nacimiento, fue nieto del notable pedagogo de ese país, el Dr. Nicolás Aguayo, considerado uno de los educadores más prominentes de dicha Isla.

Síntesis biográfica

Estudios

En Puerto Rico cursaría sus primeras letras hasta los trece años de edad, en que su familia emigró a Cuba debido a sus ideas independentistas.

Se graduó de Licenciado en Derecho en la Universidad de La Habana, durante el curso 1891-1892. Obtuvo el doctorado en Pedagogía, en 1903, y culminó sus estudios de Filosofía y Letras en 1906.

Trayectoria laboral

Luchó contra el empleo de métodos escolásticos en la enseñanza y por lograr que se reconociera el papel de la personalidad y la importancia de la psicología infantil. Divulgó las corrientes más modernas de su época en el terreno pedagógico, entre las que se destacaba el pragmatismo estadounidense, encabezado por John Dewey.

Fundó durante 1912 un Laboratorio de Paidología en la Universidad de La Habana, para llevar a cabo mediciones físicas y psíquicas de los niños. Impulsó también la formación de maestros, a través de su labor como fundador y profesor de la Escuela Normal de Verano. Redactó numerosos libros de texto para la enseñanza primaria, y fue autor de tratados de Pedagogía, Psicología y Didáctica, entre otros. Al ser clausurada la Universidad de La Habana durante la dictadura de Gerardo Machado, organizó la Academia Pedagógica de La Habana, para atender la superación de profesores y maestros.

Colaboró en importantes publicaciones periódicas de aquellos años, como las revistas: La Instrucción Primaria, Cuba Pedagógica, Revista de Educación y Patria, donde aparecen numerosos artículos suyos.

Trayectoria política

Aunque fue principalmente un divulgador de las corrientes de pensamiento estadounidenses, resultó una figura polémica, debido a su ausencia de crítica y de originalidad. Se ha señalado también su posición apolítica, la cual lo mantuvo alejado de la realidad social a la que debía haberse vinculado como educador. Algunos de sus estudiosos le atribuyen una postura anticomunista, así como contraria a la enseñanza laica (o sea, la enseñanza no religiosa) y a la coeducación.

Desarrolló su labor docente en la Escuela del Círculo de Trabajadores de La Habana (1884), en la cual llegó a ser su director, así como en el Instituto de San Manuel y San Francisco y en el Colegio La Divina Caridad.

Entre 1895 y 1897 tuvo que exiliarse a Puerto Rico y en Estados Unidos, con motivo de la aparición de un folleto independentista (contra el Reino de España) que le atribuyeron pero que había sido escrito por su padre.

Durante la Primera Intervención Estadounidense fue funcionario de la Dirección Escolar de La Habana y Superintendente de Escuelas. A partir de 1903 fue profesor auxiliar de Psicología en la Escuela de Pedagogía, y profesor titular de esa asignatura, así como de Historia de la Pedagogía e Higiene Escolar, en dicha Facultad de la Universidad de La Habana, entre 1912 y 1914.

Desde 1913 fue miembro de la Agrupación Pedagógica Universitaria, que fuera presidida por el pedagogo Luciano Martínez. Durante la dictadura de Gerardo Machado fue detenido por sospechas de subversión. En 1944 fue designado Profesor Emérito de la Universidad de La Habana.

Muerte

Falleció en La Habana (Cuba), el 30 de abril de 1948.

Aportes al Campo de la Enseñanza

Sobre la lectura escolar

Aguayo clasifica los libros de textos en libro de enseñanza, libro de trabajo, libro de vivencia y el que “produce vivencias sin prescindir de la enseñanza”. A su juicio, el libro de enseñanza permanecía anclado al prototipo anterior. No incitaba al trabajo del alumno, es decir, a su participación activa en el proceso de aprendizaje.

En cuanto al libro de vivencias, Aguayo defiende su identificación con las experiencias del niño, con su mundo, la naturaleza, su belleza, los grandes ideales y heroísmos de los seres humanos, todo aquello que pueda albergarse en el alma infantil y desarrollar su espiritualidad.

Establece la diferencia entre el libro de lectura y el de instrucción. Mientras uno está dirigido al sentimiento y al corazón, el otro solo tiene que ver con la cultura intelectual. De este modo, no es hasta el tercer grado que al niño se le pueden introducir las asignaturas de historia, geografía, ciencias naturales, enseñanzas del lenguaje y de la moral, porque en los primeros grados no puede comprenderlos, no posee la disposición mental, psicológica y racional para hacerlo. Su universo es emocional. Por ello debe, según Aguayo, contener el libro de lectura una cantidad de imágenes bellas que posibiliten la curiosidad del niño, lo estimulen a adentrarse en lo narrado y se inspire en acciones y hechos que lo formen como ser humano. Alienta el pedagogo a combinar textos con los juegos favoritos de los infantes.

Polemiza con los criterios de algunos pedagogos sobre el valor mínimo que le otorgaban a la recreación de la fantasía y la imaginación del niño, asegurando que solo debía recepcionar narraciones verosímiles que lo alejen de la falsedad y el error.

Aguayo parte del hecho probado de que los niños son “buenos jueces literarios”. Cuando llegan a la preadolescencia se interesan más por la lectura que tiene que ver con el ambiente en el que se desenvuelven sus vidas. Así comenta el pedagogo que, en 1924, el doctor norteamericano [[C. Washburne había realizado una investigación sobre los gustos de los niños sobre la lectura para concluir que los tres libros favoritos eran Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain; Hans Brinker, de Mary Mapes y Heidi, de la autora suiza Juana Spyri.

Advierte el pedagogo, además, que se debe confiar en la valía de los libros como condición para ser elegidos por los niños. Solía suceder la falta de coincidencia como, por ejemplo, era el caso de la biblioteca infantil de la escuela que dirigía Ana Echegoyen, en la cual el libro menos solicitado resultaba ser Corazón, de Edmundo de Amicis. Sin embargo, los cuatro cuentos favoritos de las niñas de esa escuela eran Alicia en el país de las maravillas, Caperucita Roja y La Bella Durmiente.

En realidad, los libros de lectura que nuestros pedagogos comenzaron a elaborar, si bien no expresaban el ideal de Aguayo, sí constituían un esfuerzo inmenso por alcanzar los propósitos de la nueva escuela. Un estudio de los prólogos de esos textos revelan la capacidad de orientación de los pedagogos a los maestros, la manera de utilizar el libro, los beneficios que le habrían de reportar a los estudiantes los diferentes temas que tenían, el desarrollo del idioma como base de su identidad nacional y la persistencia en el logro de una educación integral. Se le otorgaba al maestro, además, la libertad de escoger las lecturas suplementarias a su enseñanza.

Los libros de lecturas complementarias pueden considerarse como un hecho pedagógico de primer orden. El tratamiento de asuntos como ciencias, moral y cívica, literatura, historia y agricultura, a partir del tercer grado, abrían los horizontes del alumnado, los incitaba a valorar el alcance de su utilidad.

Sobre los fines de la educación

Aguayo se manifiesta reacio a las colectividades, veía en estas el hundimiento de la individualidad, a la escuela pública la percibía como unificadora de espíritus, homogeneizadora de conductas, muy al contrario de la escuela privada que podía experimentar constantemente, cambiar, transformarse. Muy atento siempre al movimiento pedagógico mundial contemporáneo, la tradición cubana de pensamiento no se encontraba entre los referentes más importantes de su pedagogía como sí sucedía con otros pedagogos. El maestro de escuela debía limitarse a instruir con los métodos más elaborados posibles y educar a los futuros ciudadanos de la República liberal, democrática y libre. Solo que estos conceptos, asumidos en una sociedad plena de desigualdades, e interpretados con los métodos que el propio Aguayo sugería, no conducían por los caminos pacíficos que garantizaran el orden social establecido. Al menos no en todos los educandos. En 1914 declaraba:

"La educación, cuyos fines y valores, según afirman casi todos los pedagogos modernos, no pueden ser otros que los de la vida, debe tener una base científica; debe adaptarse a las condiciones económicas y técnicas de la vida contemporánea y, por último, debe aspirar a una cultura integral, es decir, debe cultivar en los alumnos los valores ideales que dan carácter a la cultura moderna"

La didáctica en la obra pedagógica de Alfredo Miguel Aguayo

Su propia concepción se debió a los resultados de la investigación científica, al pensamiento filosófico de su época y a su experiencia personal como profesor. Sus textos Doctrina de la apercepción con las principales interpretaciones y su aplicación a la doctrina del método 1930, Examen de la inteligencia y del carácter de los aspirantes a ingreso en las universidades. Métodos más recomendables para llevar a cabo dicho estudio 1930, Pedagogía científica psicología y dirección del aprendizaje 1930, Filosofía y nuevas orientaciones de la educación 1932, Problemas generales de la nueva educación 1936, Curso de geografía universal (1936), Tres grandes educadores cubanos: Varona, Echemendía, María Luisa Dolz 1937, Guía didáctica de la escuela nueva 1938, La democracia y su defensa por la educación 1941, La información, la ciencia y la sabiduría 1942, Método práctico de ortografía 1943, Didáctica de la escuela nueva 1943 y La escuela novísima o escuela del porvenir 1946, así lo confirman.

Aguayo insiste más de una vez, de acuerdo con la mayor parte de los pedagogos contemporáneos a él, en la importancia de desechar el uso de los vocablos didáctica y metodología. En su lugar adquiere, más amplitud de miras respecto a la enseñanza, la expresión dirección del aprendizaje. Ella no solo estudia la doctrina del método, sino que considera a este desde el punto de vista del aprendizaje, de la educación. Por eso Aguayo la llamó didáctica de la escuela nueva. No solo asumía la instrucción del alumno, sino que acentuaba el carácter educador de la enseñanza.

La didáctica o dirección del aprendizaje era una ciencia de carácter experimental en el sentido de que la mayor parte de sus problemas eran aplicaciones de las leyes y principios de la psicología, la sociología, la biología, etc. Todas ellas ligadas al método experimental. Existen, sin embargo, y eso lo sabe muy bien Aguayo, múltiples cuestiones de un nivel más complejo como los valores humanos, los ideales de la vida.

Bibliografía activa

  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1904): «Pedagogía», en: De la Torre, Dr. Carlos: Manual o guía para los exámenes de maestros. La Habana: Librería La Moderna Poesía, 1904.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1916): La escuela novísima. Escuela del porvenir. La Habana: Imprenta El Avisador Comercial, 1909.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1916): La escuela primaria como debe ser. La Habana: Imprenta La Propagandista, 1916.
  • Aguayo, Alfredo Miguel (1919): Los valores humanos en la psicología y en la educación, Habana: El siglo XX, 1919.
  • Aguayo, Alfredo Miguel (1920): El vocabulario de los niños cubanos, La Habana, Universidad de La Habana, 1920.
  • Aguayo, Alfredo M y Carlos de la Torre y Huerta (1921): Geografía de Cuba para uso de las escuelas, Habana : La moderna poesía, 1921.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1932): Lecciones de higiene escolar. La Habana: Cultural, 1929.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1932): Didáctica de la escuela nueva. La Habana: Cultural, 1932.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1932): Filosofa y nuevas orientaciones de la educación. La Habana: Cultural, 1932.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1939): Los cursos de estudios: organización, evaluación y revisión. La Habana: Cultural, 1939.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1941): La democracia y su defensa por la educación. La Habana: Cultural, 1941.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1942 ) : La información, la ciencia y la sabiduría. Discurso leído el 10 de agosto de 1942 en la Universidad de La Habana, Editorial Universidad, La Habana, 1942.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1944): Ensayos sobre la educación de la postguerra. La Habana: Cultural, 1944.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1944) : Pedagogía científica, psicología y dirección del aprendizaje, Cultural S.A, La Habana, 1930.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1944) : Tres grandes educadores cubanos: Varona, Echemendía, María Luisa Dolz, Cultural, La Habana, 1937.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1944) : Curso de geografía universal ( física, humana y regional), aumentado, corregido y adaptado al programa de la escuela secundaria de Cuba por el Dr. Aguayo, segunda edición, Cultural S.A, La Habana, 1936.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1946): La escuela novísima o escuela del porvenir. La Habana: Imprenta El Avisador Comercial, 1946.
  • Aguayo Sánchez, Alfredo Miguel (1959): Didáctica o dirección del aprendizaje, La Habana, Editorial Cultural, 1939, (1ª edición), 2ª edición, 1943, 3ª edición, 1943, 4ª edición, 1950, 5ª edición, 1952, 6ª edición, 1959.

Bibliografía pasiva

  • Aguayo, Jorge (1950): Bibliografía de Alfredo M. Aguayo. La Habana: Cultural, 1950.
  • Sosa, Jesualdo (1945): Diecisiete educadores de América. Montevideo: Pueblos Unidos, 1945.[1]
  • Conde Rodríguez, Alicia: Pensamiento pedagógico cubano (1902-1920). Crítica y conciencia en la República, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2017.
  • María Elena Sánchez - Toledo Rodríguez: Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas
  • Maza, Piedad (1942): La ciencia y la filosofa en la obra educacional del Dr. Alfredo M. Aguayo. La Habana: Universidad de La Habana, 1942.

Referencias

Fuentes