Alzamiento de los independientes negros (municipio El Salvador)

Movimiento de los Independientes de Color en Guantánamo
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Fecha:20 de mayo de 1912
Lugar:San José de Belona
Descripción:
El alzamiento de los independientes de color se desarrolló en los entonces términos municipales de Guantánamo,Songo, Caney, Cobre, San Luis y Santiago de Cuba, con los objetivos de lograr, según consta en las bases programáticas del Partido, una
“República igualitaria, soberana e independiente, sin preocupación de raza ni antagonismos sociales […]”.
Líderes:
Pedro Ivonet y Evaristo Estenoz
Ejecutores o responsables del hecho:
Miembros del movimiento de los Independientes de Color, de la otrora provincia de Oriente.


El alzamiento de los Independientes de Color (Guantánamo y Santiago de Cuba). Se inició el 20 de mayo de 1912, dada la orden de alzamiento en San José de Belona, por sus principales jefes, Evaristo Estenoz y Pedro Ibonet. La acción marcó el inicio de las manifestaciones de descontento de sectores de la sociedad cubana contra el modelo de República Neocolonial, que frustró el ideario martiano de fundar una nación con todos y para el bien de todos, próspera en lo económico y sin razas en lo social.


Organización del movimiento

Las condiciones de vida de la población negra en Cuba no tuvo cambios favorables después de establecida la República Mediatizada, ya que continuaron como víctimas de la discriminación racial y con los mismos niveles deplorables de existencia en que vivieron durante la esclavitud colonial.

La alternativa de modificar ese status social llevó al esfuerzo de líderes negros, a tratar de revertir la situación, que tuvo inicialmente como vía la oportunidad de participar en las elecciones locales de 1908, con la opción de posicionar representantes en los partidos constituidos: Conservador y Liberal. La candidatura no fue viable porque el rechazo de la burguesía los excluyó.

Programa de la agrupación Independientes de Color

La discriminación racial, factor clave que les impidió la participación en las elecciones locales, los convocó a constituir su propia fuerza política, que se hizo efectiva, el 7 de agosto de 1908, en la ciudad de La Habana; organización que fue aprobada por el gobernador militar Charles Magoon, no por afinidad, sino con el fin de profundizar las divisiones clasistas de la sociedad cubana de entonces y así facilitar el control político en la Isla.

En sus bases programáticas se planteó que:

“El Partido Independientes de Color se constituye en todo el territorio de la República con un carácter nacional para mantener el equilibrio de todos los intereses cubanos, difundir el amor a la patria, desarrollar las relaciones cordiales e interesar a todos a la conservación de la Nacionalidad Cubana […]”

El programa, expresión de la búsqueda de inclusión social de este sector, ante la segregación de que fueron objeto en el proyecto neocolonial, tuvo un carácter democrático y avanzado para su época, y fundamentó su postulado en el progreso social y colectivo de la nación “igualitaria, soberana e independiente, sin preocupación de raza ni antagonismos sociales”, en función del respeto y colaboración entre todos los factores para alcanzar los objetivos.

Tres puntos críticos que heredó la República de la Colonia, quedaron expuestos a resolver en la plataforma política de los Independientes de Color:

  • Educación gratuita y obligatoria bajo el control estatal.
  • Garantías de derechos laborales para los trabajadores, incluida la jornada de 8 horas y el no empleo de mano de obra infantil; y como aspecto clave.
  • La distribución de la tierra entre los que la trabajan.

Estas problemáticas, aunque aquejaban a la sociedad en general, la mayor afectación la tenía, la población negra.

Según plantea el investigador en estos estudios, Ricardo Rey Riquenes Herrera, el programa fue avanzado en sus bases y tuvo un carácter democrático-populista y pequeño burgués, al abogar por resolver los males sociales de la época; la inclusión de todos los sectores de la población en la vida de la nación; pero, aunque vieron los males nacionales de entonces, no asumieron la propiedad privada sobre los medios de producción como la causa fundamental de los problemas económico - sociales del país.

El Partido fue activo en denuncias contra el segundo ensayo de la República, que dirigió José Miguel Gómez. Atacaron las posiciones de los políticos cuyas ideas coloniales mantenían en el nuevo status con su carga de racismo, individualismo y exclusión. La prensa reaccionaria arremetió con saña en su contra y los presentó como un grupo que buscaba la división y propugnaba el odio de razas, a lo que respondieron sus líderes:

“[…] Claro está que esta actitud ha de causar agravios a los viejos hombres de la vieja colonia acostumbrados a ver en el negro al antiguo esclavo, siempre de rodillas y disponer de su vida y de su muerte y de su voluntad y de su conciencia […] los tiempos han cambiado y ese negro que se batió bravo entre los bravos por la independencia de Cuba, también quiere pensar con inteligencia, sentir con su corazón y querer con su propia voluntad.”

En su contra y ante el temor por la fuerza de la organización, los grupos de poder, comenzaron a maniobrar para desaparecerlos del escenario electoral y por tanto político; para ello se encargaron de utilizar a personalidades destacadas del liberalismo.

Los comicios de 1908 finalmente fueron ganados por el Partido Liberal, con José Miguel Gómez a la cabeza, en tanto, el Partido Independientes de Color, no logró ningún escaño, lo que se debió en lo fundamental a su reciente constitución y en consecuencia escaso número de integrantes; aunque la causa principal de su fracaso electoral fue la campaña de sus oponentes, que la hicieron ver como una agrupación racista y divisionista.

La respuesta de los Independientes a la campaña difamatoria contra los verdaderos objetivos de su partido fue la de incrementar sus denuncias contra los malos manejos republicanos del gobierno de José Miguel Gómez.

“[…] ni este gobierno ni ninguno le dará nada a nuestra raza si nosotros no preparamos el terreno […]”

, sentencia que trazó el camino de la agrupación hacia la reivindicación de negros y mulatos, por un lugar de decoro en la sociedad cubana.

La estrategia de liberales y conservadores ante las denuncias del partido y su crecimiento en número, se centró en tratar de utilizar a sus líderes en sus rejuegos políticos; estrategia que no fructificó, sino que condujo a mayores denuncias contra la corrupción y el entreguismo al imperialismo norteamericano.

En 1909, los Independientes de Color acusaron al Gobierno de realizar sucios negocios entre los que resaltaron:

“[…] la venta de los terrenos de Columbia, el canje de los terrenos del Arsenal por los de Villa Nueva, la subvención de ferrocarril de Bayamo, la prórroga del contrato con el Banco Nacional y la tolerancia ante la apropiación de los terrenos de La Punta por la compañía Habana Rails Ways […]”.

En vista a las elecciones parciales de los municipios, las provincias y de la Cámara de Representantes, prevista para 1910, se organizaron a nivel nacional y fortalecieron su directiva. Con esta estrategia crecieron en número y se hizo efectiva su presencia en toda la Isla, lo que hizo crecer las alertas de la burguesía contra la agrupación.

Enmienda del Artículo 18 de la Ley Electoral, presentada por el senador Martín Morúa Delgado

La Enmienda Morúa, se presentó el 11 de febrero de 1910 y propuso no reconocer como partido a ninguna agrupación constituida solo por miembros de una sola raza, clase o profesión.

“No tendrá vida legal en Cuba ningún partido, asociación o institución política, de enseñanza, religiosa, social o de recreo, que no quepan en igualdad de circunstancias todos los ciudadanos, cualquiera que sea la raza a que pertenezcan […]”

La Enmienda tuvo el rechazo de destacadas personalidades como Juan Gualberto Gómez y Salvador Cisneros Betancourt, este último señaló en su contra que:

“Deshonra sí es para el Senado que aquí se toque una cuestión de razas. […]. La cuestión de razas la creo perjudicial e impertinente […]. Nosotros en la Revolución donde eran más los de color que los blancos nunca tocamos la cuestión de razas.”

No obstante las críticas y votos en contra, la Enmienda Morúa se aprobó y fue en esencia el paso legal para amparar los atropellos que se cometieron posteriormente hacia los Independientes. Los más decididos, con Estenoz al frente, continuaron la batalla en oposición a la Ley Morúa y algunos plantearon la posibilidad de utilizar la fuerza, mientras los medios de comunicación publicaban la posibilidad de un levantamiento armado.

La protesta armada

Escasos de visión política y con el afán de su reconocimiento y la derogación de la Ley Morúa, los Independientes de Color, acudieron al gobierno norteamericano para que los apoyara en su gestión; sin embargo, el fracaso de este intento, junto a las manipulaciones gubernamentales y el aumento de la represión contra el movimiento, llevaron a que muchos de sus seguidores vieran la solución en la lucha armada.

A inicios de mayo, en reunión del ejecutivo del partido, se acordó buscar el consenso para dar el paso siguiente, que era continuar la lucha por la vía legal o por el levantamiento armado. El resultado de la mayoría fue la rebelión y con esta determinación se marcó el principio del fin del movimiento.

El escenario Principal

Oriente se convirtió en el epicentro de las acciones y preparativos para el levantamiento, fundamentalmente Guantánamo, donde se habían constituido 18 agrupaciones de base y Santiago de Cuba que contó con 8. Todas muy activas, según los estudios del investigador Riquenes Herrera, y en ambas, con una importante población negra veterana de las guerras de independencia. Además, se tuvo en cuenta para escoger el escenario de la insurrección, las características geográficas de la región, propicias para el objetivo propuesto.

Principal alzamiento

Orden de alzamiento:

“Reunión familiar en Belona para las noches del 18 y 19 de mayo de 1912. Los que suscriben tienen el honor de invitarle a Ud. para la que tendrá lugar en el punto y fecha indicado y sea Ud. la primera en embellecer con su presencia a nuestros salones. Le anticipamos las gracias.”

El 20 de mayo de 1912 en San José de Belona, finca de Pedro Ivonet, se produjo la protesta armada bajo el lema: Abajo la Ley Morúa, lugar desde donde también se pronunció Evaristo Estenoz, uno de los principales jefes de los Independientes de Color. El sitio está ubicado en el actual municipio El Salvador con límites entre las provincias actuales de Santiago de Cuba y Guantánamo y próximo al Realengo 18, zona de residencia de un importante número de veteranos de las guerras de independencia.

En el mes de junio, los insurrectos se expandieron hacia los territorios del norte y el suroeste de la región, concentrándose el núcleo mayoritario en Yateras dirigido por Lacoste, y donde se ejecutaron las principales acciones, lo que convirtió a esta zona, en el centro del levantamiento en Guantánamo.

Con el estallido del movimiento insurreccional, el Gobierno envió a Guantánamo fuerzas militares a las que se unió un batallón de voluntarios de veteranos, que se opusieron a los Independientes, y entre los que se destacaron con la disposición de enfrentarlos si entraban a la ciudad, José Bouquet, Pedro P. Díaz, el mayor general del Ejército Libertador Pedro Agustín Pérez y el brigadier Prudencio Martínez.

El gobierno norteamericano por su parte, planteó la necesidad de la intervención bajo el pretexto de velar por los intereses y vida de sus nativos en el país, y a inicios de junio llegaron a la ciudad 450 soldados que se distribuyeron entre la ciudad y los centrales Los Caños, Soledad, Santa María y La Isabel.

A su vez, en la Base Naval en Guantánamo se anclaron barcos norteamericanos con marines que elevaron número a la cifra de 1 550. El objetivo fue situarlos a todo lo largo de la vía férrea desde Guantánamo hasta San Luis.

La represión

Aplastar a los independientes de Color, no fue tarea difícil para el gobierno de José Miguel Gómez, que junto a los medios de prensa y los partidos políticos se encargaron de sembrar en su contra el rechazo social.

La matanza estuvo dirigida por el general José de Jesús Monteagudo, que bajo el amparo del bando devenido ultimátum, sentenció:

“Bando de Monteagudo”

Primer artículo:

“Los alzados en armas que no depongan toda actitud hostil y presten obediencia a las autoridades legítimas antes de las 12 P.M. del ocho del actual quedarán exentos de pena los autores o J’ de la rebelión y residentes en ese delito”.

Después de esta determinación gubernamental, no sirvieron de nada los intentos de los Independientes por escapar del vandalismo de las fuerzas opositoras, a las que intentaron esquivar.

A la masacre contribuyó que los complotados carecían de armas suficientes y de los avituallamientos necesarios, dado el poco apoyo que tuvieron de la población en general, por lo que la situación los acorraló y obligó a huir, pero sin éxito, porque las fuerzas del Ejército Nacional bloquearon sus retiradas.

Fue sin límites la crueldad contra los rebeldes y sus familias. Esto los forzó a iniciar un proceso de deposición de las armas que, en Guantánamo, contó con la ayuda de Teodoro Brooks, administrador de la compañía azucarera yanqui Guantánamo Sugar Company.

Así, en la segunda mitad del mes de julio, cuando la ola represiva alcanzó puntos extremos y el fin de la rebelión era inminente,

“[…] Las presentaciones pusieron fin a la revuelta en el territorio guantanamero, lo que motivó al Alcalde municipal a publicar una proclama el 15 de julio de 1912 […] en la que decretó el fin de la reconcentración tras elogiosas palabras para el Ejército Nacional y el agradecimiento a todos los que contribuyeron a poner fin al alzamiento”.

Consecuencias

La labor de propaganda de los medios de comunicación al servicio de los grupos de poder, lograron formar en la población un sentimiento de rechazo al movimiento, que se consideró una perturbación al orden público, tal y cual se especificó en la Ley del Congreso, que autorizó a José Miguel Gómez, presidente de la República, a utilizar la fuerza y los medios necesarios para aplastarlo.

La brutal represión que desató el gobierno, condujo al asesinato masivo de los complotados, al aniquilamiento de sus mejores líderes y al agravamiento de la situación de ese sector poblacional, en el que se originó, un sentimiento de miedo, que los paralizó por años, además de frustrar sus reivindicaciones sociales y sus intentos de inserción como fuerza política. En tanto, las autoridades de la Neocolonia, les negaron todos los derechos de justicia y reconocimiento social por los cuales abogaron resueltamente. Las respuestas a las demandas de los complotados marcó una etapa de terror psicológico en la población negra.

A modo de ejemplo, en Sempré fueron ahorcados 16 negros; en San Antonio de la Cidra 7 alzados y 11 negros que los apoyaron en el levantamiento. De la violenta represión tampoco se salvaron los que, de las zonas montañosas de Guantánamo, se refugiaron en Micara, Mayarí, donde fueron masacrados el 26 de junio de 1912 en la acción que se conoce en la historia como la matanza de Mícara, donde el Ejército declaró 3000 muertos.

Secuelas

Como resultado del levantamiento de los Independientes de Color, la situación humillante y de penurias de los negros, empeoró bajo el entorno de una sociedad que se alentó desde los grupos de poder hacia el fomento al odio racial y las diferencias sociales.

A ello se unió el deplorable estado psicológico en que la represión y el rechazo social desarrollaron en ese sector de la sociedad cubana de entonces, en la que se originó un sentimiento de terror que los paralizó durante muchos años, y los condujo a adherirse a las fuerzas políticas que los enfrentaron.

Esto indica que ninguno de los objetivos por los que se levantaron en armas, se cumplieron. No podía ser de otra manera, en una sociedad en la que, quedó frustrado el proyecto revolucionario “Con todos y para el bien de todos” de José Martí, y en la que se creó una República Neocolonial bajo los designios de los capitales norteamericanos.

Fuente

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