Amalia Ros Reyes

Amalia
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Santiaguera de larga historia revolucionaria que prestó valiosos servicios a la revolución cubana, fue una abanderada de la clandestinidad.
NombreAmalia Ros Reyes
Nacimiento8 de julio de 1908
Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento22 de diciembre de 1958
Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteEnfermedad
ResidenciaSantiago de Cuba
NacionalidadCubana
OcupaciónMecanógrafa
Títulotaquigrafía y mecanografía
CónyugeArturo Inent Juliá

Amalia Ros Reyes. Santiaguera de larga historia revolucionaria que prestó valiosos servicios a la revolución cubana, fue una abanderada de la clandestinidad.

Síntesis biográfica

Nacida en Santiago de Cuba el 8 de julio de 1908. Al quedar su madre viuda se ve en la necesidad de trabajar para ayudarla y a sus hermanos más pequeños. Estudia taquigrafía y mecanografía con muchos esfuerzos y apenas terminó sus estudios comenzó a trabajar en el banco de Canadá. Contrae matrimonio con Arturo Inent Juliá, asesinado a balazos por problemas políticos por el que fuera senador Luis Felipe Caínas Milanés, el 17 de octubre de 1947 en Santiago.

Destacadas acciones revolucionarias en la clandestinidad

Cuando la tiranía de Gerardo Machado era más sangrienta, Amalia la combatió con dignidad y valor. Fue amiga de Antonio Guiteras, al que ocultó de la persecución de los esbirros en su casa de la calle San Jerónimo. Al producirse el ataque al Cuartel Moncada ella estaba ya junto a los conspiradores contra la dictadura batistiana, con Vilma Espín, Fela Tornés, Carmelina Palasí y otras compañeras del movimiento revolucionario 26 de julio, organizaron la manifestación del Silencio.

Amalia militaba en el Movimiento en la célula que dirigía Joaquín Méndez Coliche. Se destacó por su dinamismo en los quehaceres de la lucha clandestina: ocultaba revolucionarios y les llevaba alimentos, distribuía propagandas, buscaba armas y las hacía llegar a los combatientes.

Anécdota que hizo relevante su muerte

Al ocurrir el asesinato de Frank País el 30 de julio de 1957 fue la primera en condenar el bárbaro hecho y se enfrentó a la policía del tristemente célebre Salas Cañizares. Uno de los esbirros descargó sobre el pecho un brutal gomazo, que quebrantó su salud posteriormente. Pese a no encontrarse ya bien de salud su lucha no cesaba y se le perseguía con saña, inclusive hubo de disfrazarse en más de una ocasión para evitar que la apresaran. Una infame delación la lleva a prisión, donde la torturan durante los cuatros días que estuvo detenida en la estación de policía, para que dijera dónde había escondido una carta que se suponía había llegado a su poder enviada por Fidel desde la Sierra Maestra. De sus labios no brotó una sola palabra, ni tan siquiera una queja de dolor.

Ya en libertad se traslada a Miami en misión del M-26-7: en sus faldas llevaba 40 mil dólares para la compra de armas en los Estados Unidos. Allí se agrava su cruel dolencia, pero pide que la dejen venir a Cuba, quiere ser portadora de parte del armamento adquirido. Y así lo hace. Aquel sería su último viaje y el último servicio a la revolución por la que daba su vida. Moría en su patria el 22 de diciembre de 1958, cuando Fidel y sus valerosos compañeros estaban a las puertas de Santiago.

Fuente

  • Revista Bohemia.