Ana Maria Taigi

Este artículo trata sobre trata sobre la Terciaria de la orden Trinitaria y mística italiana Ana María Taigi. Para otros usos de este término, véase Ana María (desambiguación).
Ana María Taigi
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Religión o MitologíaCatólica
Día celebración9 de junio
Patrón(a) o Dios(a) dePatrona de las madres de familia
País o región de origenBandera de Italia Italia
Venerado enA nivel mundial

Ana María Taigi. Terciaria de la orden Trinitaria y mística italiana. Se nombre real fue Anna-Maria Gesualda Antonia Gianetti, esposa de Taigi[1].

Biografía

Infacia y juventud

Nacida en Siena el 29 de mayo de 1769 era hija de Luigi Giannetti y Maria Masi, una familia acomodada que tenía una botica en Siena, pero sus padres perdieron toda su fortuna y se vieron obligados a ir a Roma para buscar una vida mejor. En la nueva residencia frecuentó la escuela de las religiosas Filipinas durante dos años. Desde muy temprana edad comenzó a trabajar en diversos oficios para ayudar económicamente a sus padres.

En 1787 ocupa una plaza de doncella en el palacio donde trabaja su padre. La patrona, encantada de sus condiciones domésticas, ofrece también un empleo a su madre, y desde entonces los Giannetti trasladan su residencia a dos habitaciones que amablemente les ha cedido la señora Sierra, su patrona. La indigencia de la familia ha terminado: su madre no tendrá ya que ir de asistenta por las casas y, al menos, no les faltará comida y techo en que cobijarse.

Matrimonio y familia

Ana María contrajo matrimonio el 7 de enero de 1789 con Domingo Taigi, un oficial del ejército italiano. Domingo era un hombre trabajador, serio y buen cristiano, según los preceptos del catolicismo, pero rudo y colérico, por lo que su esposa tuvo que hacer una gran prueba de paciencia para soportar su carácter agrio y difícil. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales, tres murieron a corta edad.

Vida cristiana

El 26 de diciembre de 1802 fue recibida públicamente en la Tercera Orden de los Trinitarios en la Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane de Roma.

Era una mujer muy piadosa y seguidora del Evangelio. Su marido diría de ella: Habla de Dios sin ser fastidiosa como lo son muchos devotos. Su casa era un lugar donde recibía a los pobres al mismo tiempo que se ocupaba activamente de sus hijos y de su esposo. Se siguió siempre por los principios de su religión, Dios tenía el primer puesto en su casa.

Todo el dinero que podía ahorrar lo dedicó a los pobres y miserables y, aunque no era muy rica, era muy caritativa. No dejaba de practicar, en cuanto podía, las obras de misericordia. Nunca usó de su propia conexión con las personas de buena posición para tomar a sus hijos fuera de su humilde entorno social. Toda la familia acostumbraba a reunirse para orar en una pequeña capilla privada. Sus devociones preferidas eran la Santísima Trinidad, Jesús Sacramentado y la Virgen María. De quienes se vio favorecida por medio de visiones y otras experiencias místicas.[2]

Visiones y éxtasis

Durante muchos años, cuando oraba en su capilla, tuvo frecuentes visiones y éxtasis, en la que preveía el futuro. Se dice que predijo la caída y muerte de Napoleón Bonaparte, ve desde Roma la muerte de Pío VI en el destierro, contempla día a día las tribulaciones de Pío VII durante los cinco años de su cautividad. Cura enfermedades, anuncia muertes y señala las fechas de elección de los nuevos papas. También se afirma que un día se le aparecieron la Virgen María y el Niño Jesús sentados dentro del sol, y que fue la segunda mujer del siglo XIX en ser estigmatizada.

Dios se manifestaba en Ana Maria donde ella se encontrara, en medio de cualquier tarea, por medio de visiones, de éxtasis, a tal punto que decía con familiaridad y simplicidad: Déjame, tengo cosas que hacer, soy madre de familia.

Por más de 40 años, tuvo la visión de un globo luminoso, como un pequeño sol rodeado de espinas. Observándolo, ella podía leer en él eventos futuros y estados de conciencia de las personas que la venían a visitar. Ese don de profecía y de preciencia (ciencia infusa) hacia que muchos fueran a pedirle consejo y durante toda su vida, les acogió con alegría y paciencia.

Muerte y Beatificación

Imagen de Ana María en su lecho de muerte

Fallece en en Roma el 7 de junio de 1837 a los 68 años rodeada de su marido y tres hijos. Fue sepultada en la cripta de la iglesia de los trinitarios de San Carlo alle Quattro Fontane en Roma. La causa para su canonización fue introducida el 18 de enero de 1863 y el 4 de marzo de 1906, san Pío X decretó la heroicidad de sus virtudes declarándola venerable. Fue beatificada el 30 de mayo de 1920 por el papa Benedicto XV y es declarada patrona de las madres de familia. Sus reliquias fueron trasladadas a la Basílica de San Crisógono de Roma, también de los trinitarios, y depositadas en una imagen de cera, de tamaño natural y yaciente, que se puede apreciar en el interior de una urna de cristal.[3]

Referencias

  1. Cf. José Hernández Sánchez, Espigando el patrimonio trinitario, Roma 1983, p. 417.
  2. Cf. Ignacio Vizcargüénaga Arriortua, Carisma y misión de la Orden Trinitaria, Salamanca 2011, p. 345. ISBN 84-96488-47-2.
  3. Cf. Guido Pettinati, I Santi canonizzati del giorno, vol. VI, Udine 1991, p. 125.

Fuentes