Anexo:Cementerio Santa Ifigenia en la Colonia

Cementerio Santa Ifigenia en la Colonia
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Institución con sede en Bandera de Cuba Cuba
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Cementerio Santa Ifigenia en la Colonia
Fundación:1868
País:Bandera de Cuba Cuba
Dirección:Santiago de Cuba
Cementerio Santa Ifigenia en la Colonia. En la Colonia, la ciudad de Santiago de Cuba carecía de un lugar adecuado para enterrar a sus muertos. En febrero de 1868 fue inaugurado en Santiago de Cuba el nuevo Cementerio Santa Ifigenia.

Antecedentes

En la Colonia, los muertos tenían su sepulcro en terrenos cercanos a las iglesias o dentro de las mismas, como la Catedral, Belén, Santa Lucia, Santo Tomas, y el convento de San Juan de Dios, ubicado a continuación de lo que fuera el Mercado.
El constante crecimiento de la población, la afluencia de inmigraciones extranjera a inicio del siglo XVIII y las no adecuadas condiciones sanitarias existente en la ciudad, propiciaron enfermedades que derivaron en epidemias, aumentando la mortalidad, por lo que los espacios destinados a tal fin estaban saturados, apreciándose en ocasiones escenas desagradables como cadáveres in sepulcros, y traslado de resto humano por la ciudad, por animales callejeros, todo esto dio lugar a que en el año 1789, se procediera a construir los cementerios en las afuera de la ciudad, terminando con los enterramientos en las pequeñas parcelas que las parroquias habían dedicado a esos fines.
En tal sentido en La Habana, el  Obispo de Espada   se convirtió en abanderado para que los cementerios quedaran fuera de los límites de las poblaciones y en Santiago de Cuba en 1813 el Obispo Oses, daba inicio a los trámites para levantar un cementerio en Santa Ana.
El expediente sobre la ubicación del cementerio, llevado por el Obispo Oses, trajo aparejado fuertes debates. La comisión designada por el ayuntamiento, elegía la loma situada al este de la ciudad, en terreno del denominado ingenio San Nicolás de Espanta Sueño donde estaba edificada la iglesia de Santa Ana, antecedida por la ermita Santa Ifigenia. Se planteó, el dilema de quien pagaría los fondos necesarios, ya que unos mantenían el criterio, de que fuera el ayuntamiento y otros se inclinaban por la iglesia.
En 1823 se da inicio a la construcción del cementerio a un costo de 7 mil pesos. El terreno escogido a tal fin tenia 80 varas de frente por 25 de fondo y en 1824 quedaba terminada la obra, ordenando la confección de un reglamento, a la vez que se disponía de que la iglesia estaba en la obligación de devolver dos tercera parte de la inversión y que la obra quedaba como una construcción del ayuntamiento.
Para 1824 fue entregado al ayuntamiento, la obra en mampostería del nuevo Cementerio de Santa Ana. El resto de las obras tardarían como dos años, pues ese cementerio no quedó abierto al público hasta 1826 funcionando el mismo hasta el 22 de abril de 1868, en que quedó clausurado, para dar paso al cementerio de Santa Ifigenia.

Ubicación

Construido en los terrenos conocidos por Venta de Bravo, lugar que actualmente ocupa, a la izquierda del camino de la Isla, como a 500 vara del puente de Yarayo.
La necrópolis santiaguera poseía en sus inicios forma de cruz latina, divididos en patios. Posteriormente fueron aumentando, identificados con las letras del alfabeto exceptuando la J, L, Z, y V, y dos denominados como Fajas, de ellos los primeros eran utilizados para los fallecidos de mayor jerarquía social, escalonándose su ubicación hasta llegar a los que morían por epidemias, pero siempre y cuando respondieran a la religión católica y no se acogía en su seno, otra religión que no fuera la oficial, vigente en la constitución de la Monarquía Española, la religión apostólica, católica y romana.

Los primeros enterramientos

Se realizaron en el Patio B, uno de los mas antiguos, correspondiendo a Encarnación Ramos, de solo 28 días de nacida, de raza mestiza y el segundo, al joven esclavo Gerardo propiedad de Don José Ramón Villalón, los día 22 y 23 de abril de 1868 respectivamente, en que queda abierto a la ciudad el nuevo cementerio.
En la actualidad, ninguno de los dos entierros pueden ser ubicados en el cementerio debido a distintas remodelaciones que sufrió el mismo fundamentalmente en 1907, cuando es demolido todo el sistema de enterramientos en nichos y gavetas. No obstante para perpetuar la antigüedad del cementerio santiaguero, su mes y su año de fundación se puede encontrar en la actualidad en el Patio B, la tumba de la Familia Navarro Villar, donde se encuentra la lápida que recoge la fecha de enterramiento de María Navarro Villar de Sáname, quien fuera enterrada en la necrópolis el 27 de abril de 1868, unos días después a los entierros de Encarnación y de Gerardo.
Existen lápidas con inscripción de fecha anterior a la existencia del cementerio Santa Ifigenia, lo que indica su traslado desde Santa Ana y que además de los nichos también se enterraban en bóvedas, entre las que aparecen las de la familia de la Marquesa del Tempú, Clara Astié, Don Antonio Vinent y Ferrer y la de los franceses de Claude Francois Frion y Eufrasie Guichardet.
Existían tres galería de nichos recorriendo el perímetro del recinto, las cuales conformaban un grueso paredón, cuya imagen era producto de la superposición de tres niveles de nichos abovedados, en ellos descansaron los restos del Héroe Nacional José Martí y Federico Capdevila, español honorable defensor de los estudiantes de medicina.

Enterramiento no católicos

Creado el Cementerio Santa Ifigenia, existió dentro del mismo, un terreno anexo, sin tratamiento ni reconocimiento oficial, conocido con el nombre de Potrero, donde se enterraron los cadáveres no católicos, no creyentes o de otras religiones. Una malezas, húmeda y fangosa era el destino de los protestantes que allí enterraban, por ello a Santa Ifigenia, los santiagueros de aquella época, se dieron en llamarle también, La Cangrejera, y hasta se cantaba un estribillo que decía, mañana te morirás y que chambulun para la cangrejera, la razón obedecía a que detrás del mismo cruzaba el rió Caimanes, cuyas riveras, cubiertas de mangles y lodo, albergaron por mucho los crustáceos.

Al estallar la Guerra de los Diez Años

Es importante destacar que a solo unos meses de inaugurarse el cementerio, estallaba la Guerra de los Diez Años, inicio de las luchas del pueblo cubano y de la participación decisiva de numerosos hijos de la tierra oriental, lo que condicionó que esta necrópolis se convirtiera en lugar de veneración hacia los hijos de la patria, que iban cayendo a lo largo de la contienda, así como de personalidades de la cultura, las ciencias y otros sectores de la vida social, local y nacional.
La guerra arrastró consigo sus victimas, en 1874 caía el Padre de la Patria en San Lorenzo, su cadáver fue traído al Cementerio Santa Ifigenia donde se le dio sepultura en el Patio G en la fosa 1 y 2 directamente en la tierra, patio donde se realizaban los enterramiento en fosa común, para que los restos, de estas personalidades no pudieran ser venerados por su pueblo, otros patios también tuvieron este mismo fin en otras épocas mas cercanas a nuestro tiempo, y por ello sus sepultureros y hombres de honor se convertían en celosos custodios de ellos, permaneciendo a la expectativa, aguardando el momento adecuado para el merecido tributo, entre estos se destaca Prudencio Ramírez(Lencho), a quien Emilio Bacardí y Federico Pérez Carbó entregaron por acuerdo del Ayuntamiento la Medalla de Honor por salvaguardar los restos de Carlos Manuel de Céspedes el 31 de diciembre de 1910. En 1871 fue fusilado en el muro del matadero Pedro Figueredo (Perucho) autor de nuestro Himno Nacional, que al igual que Céspedes sus restos fueron enterrados en un patio común. En estos años de contienda también fueron enterrados en la necrópolis, los restos de los patriotas que fueron fusilados en la finca San Juan de Wilson, por conspirar por la independencia de la patria, y los de los expedicionarios del Virginius en 1873.

Terminada la guerra de los Diez Años

En virtud del tratado de Zanjón, se efectúan elecciones municipales con arreglo a la nueva ley, promulgada previamente para esta isla, el 21 de junio de 1878, ocasión en que el ayuntamiento de Santiago quedó integrado por hombres de ideas liberales y democráticas, siendo uno de ellos el Dr. José Joaquín Navarro, persona ilustre, de carácter bondadoso, llano y de gran aceptación entre sus coterráneos.
La corporación, entre otras comisiones, le confío la inspección del cementerio, al Sr. Navarro, quien desde el primer momento inicia una serie de reformas y mejoras dentro del establecimiento, para ponerlo en condiciones que correspondiera a la importancia histórica, patriótica, de la ciudad que ya contaba para aquel entonces con una población mayor a 40 000 habitantes.
En 1879 son traslados del Patio G, lugar donde fue enterrado Carlos Manuel de Céspedes, el 1 de marzo de 1874, para el Patio B, en la fosa 103, bajo la supervisión del nuevo inspector de sanidad.
Entre las mejoras prevista estaba la construcción de una nueva capilla, (para entonces el cementerio era católico) que sirviera a la vez de pórtico a la necrópolis. En una de sus naves se proponía erigir un mausoleo que guardara los restos de los mártires de ideas independentistas.
Para realizar tan noble pensamiento, propuso y fue aprobado por el ayuntamiento, la celebración de un bazar y con la ganancia se dio comienzo a la edificación de la capilla. No demoraría en acometer sus funciones y tras previas coordinaciones en enero de 1880 se procedía al traslado de los restos de Pedro de Céspedes y jefes del Vapor Virginius, para la sepultura donde ya descansaba el Padre de la Patria, sin embargo en esa ocasión no pudieron recopilar los restos de otros patriotas, como los de los tripulantes y expedicionarios del Virginius, que se encontraban en otras fosas, los que fueron guardados en dos bocoyes y cubiertos con cal a fin de ponerlos al abrigo de la comunidad, en tanto se construyese el panteón en proyecto, pero las cosas resultaron distintas a como lo soñara el Dr. Navarro.

Reinicio de la guerra por la independencia de Cuba

Liderada por el Apóstol José Martí, que inicio el 24 de febrero de 1895, meses después caía en combate en Dos Ríos, el artífice de la Guerra Necesaria y su cuerpo es traído al Cementerio Santa Ifigenia el 26 de mayo de 1895, para descansar en el Nicho 134, que a tales efecto cedió el Ayuntamiento, convirtiéndose desde entonces éste lugar, en cita obligada para conmemorar tan triste fecha por los patriotas cubanos.
Por otro lado según el cementerio católico se nutria de sus fieles, el potrero abrigaba en fangoso terreno a todos los infieles y pobres que no podían pagar los impuestos religiosos, y a la que iba una gran parte de la población, por lo que no se hizo esperar la razonable y humana protesta de diferentes sectores de la población, solicitando mejoras en esta zona del cementerio que marcaba con extraordinaria ironía las diferencias sociales hasta en el momento de la muerte.

Grupo Victor Hugo

Figuraba dentro de estas personalidades, Federico Capdevila, quien libre de causa se dedicó a cultivar materialmente sus ideas, convirtiéndose en un opositor de la monarquía y defensor de la libertad de culto, actuando como un libre pensador por excelencia.
Estas ideas apoyadas por algunos santiagueros entre los que se encontraban el Dr. Hartman, el general Francisco Sánchez Hechavarría y Emilio Bacardí, cuajó en una sociedad que llevó el nombre de "Víctor Hugo" constituyéndose el 18 de octubre de 1887, jugando un papel muy importante en el quehacer sociocultural de la ciudad de Santiago de Cuba. Aceptado por el gobierno conforme a lo prescrito en las disposiciones vigentes.
El grupo "Víctor Hugo", fue partidario de la libertad de culto, manifestando siempre su inconformidad ante el catolicismo, que se atribuía la única y legal representación de la divinidad en la tierra. Fue su constante preocupación humana, el destino de los cadáveres de personas protestantes. Inquietud que hasta ese momento no había tenido una respuesta estatal.
Estos libres pensadores presididos por el Dr. Hartman y Federico Capdevila señalaron que conocidos eran los beneficios recibidos por el Cementerio Santa Ifigenia y que los fondos de esta constitución según Real Decreto de 28/4/1866, prohibían lucrar con los fondos del mismo, por lo que podrían utilizarse en crear condiciones para un Cementerio Civil.
A mediados de año (agosto 1888) estas presiones y gardeos del Grupo — Víctor Hugo'* junto a sus gestiones para la financiación son atendidas cuando:
Recibe un oficio del Ayuntamiento del Gobernador General previniendo de que en el mismo Cementerio, en lugar aparte, completamente separado, se pueda destinar una parte para Cementerio de no católicos, pero teniendo cuidado que el terreno a este objeto no haya sido bendecido»
De esta forma el grupo — Víctor Hugo — y la sociedad protestante santiaguera recibieron con beneplácito que se aprobara oficialmente un terreno en el ángulo noreste del Cementerio Santa Ifigenia para estos menesteres. "En diciembre de 1888 fue concluido e inaugurado el nuevo recinto con la colocación de la portada y la reja de hierro e inscripto con el nombre de: Cementerio Civil.
.. Se inauguró, al fin y ocupó en la primera sepultura, el cadáver del venerable y querido educador Don Juan Bautista Chauvín cuyos restos mortales fueron conducidos hasta la fosa en nutrida manifestación de admiradores y de agradecidos.
(Murió 8 de enero 1890. Profesor Instrucción Privada).
La Junta General de los libres pensadores no descansó hasta alcanzar nuevos logros. Las aspiraciones de los mismos, en este sentido se materializaron, cuando el 30 de noviembre del 1898, se reúne la Asamblea de Vecinos designados por su Alcalde municipal Emilio Bacardí para proponer:
Aprobar igualmente otra proposición del señor Alcalde para que se refundan en uno solo los departamentos civiles y católicos del Cementerio de esta ciudad, al cual se le denominará Cementerio General
La propuesta queda legalmente oficializada, con la Orden Militar de 1899 que regulaba la nueva administración del Cementerio, en la que la Iglesia Católica perdía también su protección espiritual.
El 6 de Septiembre de 1899 el Arzobispo de Santiago de Cuba presentó un expediente de apelación al Gobierno Civil de la provincia exigiendo la administración espiritual del Cementerio, demanda que fue derogada de acuerdo a las nuevas disposiciones del estado con la intervención norteamericana.
Así el grupo –“Víctor Hugo" de libres pensadores después de diez años de creado y en duro reclamo de sus aspiraciones, obtenía una victoria social como la conversión del Cementerio en Cementerio General de Santa Ifigenia, por lo que se honraba de esta manera a Federico Capdevila que ya había fallecido en Agosto de 1898, enterrado en el Nicho 24 de la galería Noroeste, colocando en el mismo un medallón artístico realizado por el artista plástico santiaguero Hernández Giro.

Bibliografía

  • Bacardí Moreau Emilio: Crónicas de Santiago de Cuba. Tipografía Arroyo Hermanos, 1924. T II
  • Morales Fez. Beatriz, Reyes Fez Maria C. Tributo a los hombres anónimos en la Necrópolis de Santiago.

Fuentes

  • Equipo de Investigaciones históricas, Conservación y restauración en el cementerio Santa Ifigenia. Lic. María Caridad Reyes Fernández