Aquelarre

Aquelarre
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Concepto:Reunión de brujas.

Aquelarre. Es el lugar donde las brujas celebran sus reuniones y sus rituales.

Aquelarre

La palabra aquelarre proviene del euskera akelarre, "aker": macho cabrío; "larre": campo, en referencia a la reunión de brujas frente al demonio en forma de macho cabrío. Es interesante tomar en cuenta que la demonificación del macho cabrío llega con la cristianización. La cabra negra macho se agregaba como elemento foráneo al ganado caprino para evitar los problemas que causaba la endogamia.

Otra versión de la misma etimología de aquelarre dice que viene de "aker-larre" (prado del cabrón), que era el nombre del pradillo que se extiende al lado de la cueva de Zugarramurdi, en el Baztán (Navarra), donde se dio a principios del siglo XVII un auto de fe contra las supuestas brujas que se reunían en la cueva. Tomó desde entonces en la pseudoliteratura sensacionalista posterior la palabra "aquelarre" el sentido de "reunión de brujos o brujas".

También se plantea que la palabra aquelarre (akelarre) podría estar compuesta del latín: aqua (agua), elevatio (elevación) y ars (arte), porque las brujas de Zugarramurdi, donde son más conocidos estos rituales, practicaban la Hidroquinesis o Aquaquinesis. La habilidad de manipular y controlar el agua a antojo.

Fechas importantes

El lugar de reunión de brujos más famoso de la Europa antigua y medieval fue Brocken, el pico más alto de las montañas Harz, en Alemania, donde transcurre la escena del Sabbat tan impresionantemente descrita en el Fausto de Goethe. Los Lunes, miércoles y viernes de cada semana eran los días señalados para los aquelarres, aparte de las grandes festividades de la Iglesia, como la Pascua, Pentecostés, Navidad, etc.

Los aquelarres eran:

Prácticas

En los aquelarres se adoraba al Demonio con actividades desenfrenadas que iban desde orgías, hasta la copulación con cabras; se servían bastos banquetes donde los platillos incluían carne humana. Se dice que algunos aquelarres estaban presididos por el mismo Satanás, ya fuera en forma humana o animal (generalmente un macho cabrío), y en ellos hacía uso de drogas para hechizar a las brujas. Estas drogas se aplicaban en forma de ungüento por vía vaginal o rectal, de ahí que los aquelarres han sido asociados con la promiscuidad sexual.

La Ceremonia

El aquelarre comenzaba con la iniciación de los neófitos. Se supone que la ceremonia iniciática incluía prestar juramento de obediencia al demonio, firmando con él pactos de sangre y profanando crucifijos, por ser la señal de la Cruz, y otros objetos sagrados; la asignación de un espíritu ayudante bajo la forma de gato, ratón, comadreja, sapo u otro animal pequeño, que actuara de sirviente del brujo; la realización de diversos actos obscenos de obediencia al demonio y su vicario. A la iniciación seguía un acto de culto general que con frecuencia incluía la misa negra, una farsa de la misa católica. Se dice que el culto desembocaba en una danza que se hacía cada vez más salvaje e indecente. El aquelarre terminaba supuestamente en una orgía sexual.

En cada aquelarre, y sobre todo cuando había que recibir a un nuevo iniciado, el diablo tomaba la figura de un hombre triste, encolerizado, negro y feísimo; estaba sentado en una roca, tan pronto dorado, tan pronto negro como el ébano. Lucía una corona de cuernos, con otros dos más en la nuca, y una tercera en medio de la frente; con ésta iluminaba el aquelarre. Sus ojos eran grandes, muy abiertos, lumínicos, espantosos. Su barba era como la de un chivo, mitad de hombre, mitad de cabrón. Tenía pies y manos humanos, con los dedos terminados en unas uñas desmesuradamente largas, que acababan en punta. Su fisonomía expresaba a la vez malhumor y melancolía.

Al comenzar la ceremonia todos los presentes se prosternaban y adoraban al diablo, llamándole su amo y su dios, y repitiendo la apostasía pronunciada ya al ser recibido en la iniciación. Todos le besaban el pie, la mano, el costado izquierdo, el trasero y el pene. La sesión empezaba a las 9 de la noche y terminaba en modo alguno después del canto del gallo.

A esta ceremonia sucedía otra que era una imitación diabólica de la Santa Misa, donde los diablillos subalternos disponían el altar y servían a su amo como los monaguillos sirven al cura en la misa. El diablo interrumpía la celebración para exhortar a la asistencia a no volver nunca más al cristianismo, prometiéndoles un paraíso mucho mejor que el cielo.

Terminada la misa, el diablo se unía carnalmente con todos los hombres y todas las mujeres, ordenándoles que le imitaran. El comercio concluía con la mescolanza de sexos, sin distinción de parentesco alguno. Los prosélitos del diablo tenían a gran honor ser llamados para tales actos, siendo privilegio del rey de los brujos llamar a sus elegidos, lo mismo que hacía la reina de las brujas con sus escogidas.

Después de la ceremonia, Satanás despedía a todos, ordenándoles que hiciesen todo el mal posible a los cristianos y a todos los frutos de la tierra, transformándose para esto en gato, lobo, zorro, gavilán y otros animales según la necesidad del caso, empelando asimismo polvos y mejunjes ponzoñosos, que debían prepararse con el agua sacada del sapo que cada bruja llevaba consigo, sapo que no era otro que el diablo metamorfoseado de tal guisa, desde el momento en que un novicio era recibido en la secta.

Esta recepción o afiliación tenía lugar en el aquelarre, momento en que el candidato renunciaba al culto de Dios, prometiendo obediencia y fidelidad al diablo hasta la muerte. Entonces, Satanás marcaba al iniciado con las garras de su mano izquierda, imprimiéndole la figura de un sapo muy pequeño bajo el ojo izquierdo, sin causarle ningún dolor.

Esta figura del sapo servía a los brujos como señal de reconocimiento. Luego, se le entregaba al recién admitido un pequeño sapo vestido, que poseía la virtud de volver invisible al nuevo amo, de transportarle de un sitio a otro en muy poco tiempo, y de transformarle en el animal deseado. Antes de marchar al aquelarre, los brujo ya las brujas debían untarse el cuerpo con un brebaje vomitado por el sapo, que se obtenía golpeándole con pequeñas porras hasta que el diablo alojado en el sapo exclamase: “¡Ya basta!”.

Tras haberse untado el cuerpo con tal vómito, la bruja podía volar y viajar con la rapidez del rayo; pero tales travesías sólo podían realizarse de noche, puesto que al cantar el gallo, el sapo desaparecía y el brujo o bruja quedaba reducido a su condición natural.”

Lugares donde se realizaban aquelarres

Lugares homólogos en América del Sur

  • Salamanca, lugar donde se hace pactos con el demonio y bacanales con espíritus malignos.

Wicca

En la Wicca sencillamente quiere decir un convenio de brujos y brujas de por lo menos tres (círculos) o 12 (aquelarre). También practican en forma solitaria. Se reunen para adorar a la diosa madre y el dios astado. Oran, leen cartas de tarot, y celebran la sagrada tierra. Los wiccanos no creen en la existencia del diablo. El dios astado no es una representación del diablo de los cristianos, es sencillamente una representación de lo masculino, el sol y un venado.

Debido a la discriminación extrema y violencia que las brujas pueden sufrir, la mayoría de los aquelarres son secretos y puede ser difícil ubicarlos. Son como familias y forman una sociedad secreta para seguir estudiando el amor, la paz, el ambientalismo y el no dañar ní herir.

Fuentes