Aracy Carvalho-Guimaraes Rosa

Aracy Carvalho-Guimaraes Rosa
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Mujer destacada en la lucha contra el nazismo
NombreAracy Carvalho-Guimaraes Rosa
Nacimiento20 de abril de 1908
Paraná, Bandera de Brasil Brasil
Fallecimiento3 de marzo de 2011
Bandera de Brasil
Otros nombresAracy Carvalho-Guimaraes Rosa

Aracy Carvalho-Guimaraes Rosa. Funcionaria de la oficina de expedición de pasaportes del consulado brasileño en Hamburgo en los años 1936-1942, que ayudó a judíos alemanes a conseguir visas para Brasil y de ese modo salvó sus vidas. Reconocida con el título de "Justos entre las Naciones".

Síntesis biográfica

Nació en el pueblo de Río Negro estado de Paraná, el 20 de abril de 1908, hija de una alemana y un portugués. Fue una mujer independiente, que no vaciló en separarse de su primer marido (en 1934 el divorcio no existía en Brasil) y en partir con su hijo Eduardo hacia Alemania, donde se emplearía como funcionaria del consulado brasileño en Hamburgo. Fue allí donde conoció, desde 1938, al joven cónsul adjunto, Joao Guimaraes Rosa, él también separado de un primer matrimonio quien se volvería su marido y definitivo amor.

Labor realizada

Sin embargo, a Aracy no se la recuerda como “la mujer” de un escritor, ni siquiera por haber recibido, literalmente dedicada, la novela más innovadora de las letras latinoamericanas en el siglo XX, se la recuerda por la cantidad de personas que ayudó a salvar, todos, judíos perseguidos por el nazismo, especialmente desde la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, la Kristallnacht (“noche de los cristales”), cuando empieza de hecho la obra de Aracy.

A partir de entonces recurrían a ella judíos que querían emigrar a Brasil; algunos de ellos habían estado detenidos en campos de concentración. El cónsul titular Joaquim António de Sousa Ribeiro no otorgaba visas a judíos, tanto por su propio antisemitismo como por instrucciones recibidas en las circulares secretas del Ministerio del Exterior brasileño. Aracy logró que un funcionario de una repartición policial nazi en Hamburgo emitiera pasaportes a judíos sin el sello de la “J” roja que los identificaba como tales. De este modo se dificultaba su identificación y podían recibir la visa para Brasil.

Aracy contó con la colaboración del nuevo cónsul João Guimarães Rosa (quien sería uno de los más importantes escritores brasileños), con quien se casó en 1940. Ambos sufrieron persecuciones por parte de los nazis; su vivienda fue destruida, y João Guimarães Rosa fue recluido durante un período en Baden-Baden.

Según su testimonio, confirmado por algunos de los judíos que recibieron su ayuda, ella los alojaba en su casa particular en los días anteriores al embarque en el puerto de Hamburgo. Además, como las leyes nazis les prohibían a los judíos sacar del país sus bienes, dinero y joyas, que eran confiscados por la policía, ella los acompañaba hasta su camarote para brindarles protección diplomática.

Opinión de su hijo

El hijo de Aracy, abogado en Sao Paulo, ha especificado la tarea de su madre:

"Ella decidió ignorar la circular que prohibía la concesión de visas para judíos, pensó que eso era un absurdo, y por su cuenta y riesgo siguió preparando los procesos, en contra de las órdenes de Itamaratí y de sus superiores en el consulado. Como mi madre despachaba otros rubros con el cónsul general, en medio de los papeles colocaba las visas. Muchos judíos venían de otras ciudades; pero para que sus pasaportes pudieran pasar por los trámites consulares en Hamburgo, tenían que probar que vivían en la región. Ella conseguía los certificados, y cuando presentaban sus papeles, ya tenían esa dificultad resuelta. Guimaraes sabía lo que hacía Aracy y el riesgo que corría. Como cónsul adjunto, él no era responsable de las visas, pero sabía lo que mi madre estaba haciendo. Y la apoyaba. Las visas las firmaba el cónsul general". Años después, inquirida sobre por qué había desobedecido las órdenes que recibía, responderá con simplicidad: "Porque era justo".

Muerte

Tras la muerte de su esposo, que murió en tiempos de dictadura, el 19 de noviembre de 1967, Aracy vivió sola en el departamento de Río de Janeiro, en Arpoador, casi frente al Fuerte de Copacabana. En 1968 Aracy no dudó en esconder en su departamento a Geraldo Vandré, el compositor de "Pra nao dizer que nao falei das flores", la canción que le valió la persecución y el exilio a su autor. Desde las ventanas, recordaría después, ambos veían el trajín de los militares dentro del viejo Fuerte.

Muere en Brasil, el 3 de marzo de 2011, a la edad de 102 años. La muerte de Aracy, en edad tan avanzada y con mal de Alzheimer en los últimos años ha llevado a varios columnistas de la prensa brasileña a hablar del fin de una heroína. Quizás no haya sido una "heroína", un término que se acerca demasiado a la leyenda y hasta al mito. Fue más bien lo que dice el galardón israelí: una mujer justa.

Méritos a su labor

Fue homenajeada por Israel, su nombre se destaca precisamente en el "Jardín de los Justos", en el Memorial del Holocausto de Jerusalén. El lector encuentra en Internet los testimonios de algunos de los judíos que Aracy logró salvar, incluso el de aquella que, ya en Sao Pablo, se volvería su amiga personal, Margareth Bertel Levy. Se trató efectivamente de una bella historia de amistad entre una mujer judía y una católica practicante.

Rebeldía y desafío. Con todo esto, a Aracy se la recuerda por lo que ella realmente significó, por su obra, más que por la dedicatoria del Grande Sertao… La historia de Grande Sertao…, recreada por la memoria caprichosa de Riobaldo, quien va recomponiendo su amor por otro hombre que se revelará un travesti masculino, tiene una parte de desobediencia, un juego entre la rebeldía y la aparente aceptación, que podría contener algo de Aracy, la mujer que supo desafiar el orden y las órdenes de su tiempo. Separarse y volver a casarse, vía México, con un escritor, esto ya podría ser audaz, pero aquella mujer supo ir más lejos.

Fuentes