Arcid Duverger Lafargue

Aquiles Duverger
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Aquiles Duverger Lafargue (Arcid).jpg
Teniente Coronel del Ejército Libertador cubano.
NombreAquiles Duverger Lafargue
NacimientoGuantánamo, Oriente, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento25 de abril de 1895
Guantánamo, Oriente, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
Otros nombresPablo Arcid
Conocido porArcid

Aquiles Duverger Lafargue (Arcid). También se afirma que su nombre era Pablo Arcid. Combatiente de las tres guerras.

Datos biográficos

Niñez y adolescencia

Nació en una pequeña finca cafetalera ubicada en Palmar de Yateras, atendida y hecha próspera por las manos laboriosas de sus padres, Ángel e Isabel, y sus hermanos mayores Miguel, Gastón y Tornesa.

Su niñez y adolescencia transcurrieron en forma muy similar a la de tantos hombres de la “raza de color” en aquel régimen de oprobio y discriminación.

Le fue permitido estudiar hasta donde podía hacerlo un niño de su “clase”, teniendo luego que dedicarse a las faenas agrícolas para contribuir a mantener la economía familiar.

Descendencia familiar

La familia Duverger era descendiente de una singular capa social conocida en esta parte de nuestro país por “negros franceses”, que desde finales del siglo XVIII comenzaron a arribar a distintos puntos del sur de la provincia de Oriente, procedentes de la vecina Haití, estableciéndose en zonas de Yateras, Baracoa, la Sierra Maestra y otros lugares igualmente montañosos donde existían óptimas condiciones para el cultivo del cafeto.

Los Duverger, al llegar a Cuba, pasaron a ser considerados socialmente como “pardos libres”, poseían amplios conocimientos de la caficultura, y se contaron entre aquellos que en diversos lugares de la zona oriental colocaron a esta región en el lugar que aún hoy ocupa como primera productora de café del país.

Trayectoria independentista

La clarinada de La Demajagua del 10 de octubre de 1868, inspirada y dirigida por Carlos Manuel de Céspedes y otros patriotas orientales, encontró oídos receptivos y pronta respuesta en el hogar de los Duverger.

Muy pronto Arcid, sus padres y su hermano Miguel se alzan contra el coloniaje español incorporándose a las fuerzas dirigidas por Máximo Gómez, los hermanos Maceo, Silverio del Prado y otros.

Se incorporó a la del 68 como soldado. Integró la División Cuba, bajo el mando del Mayor General Donato Mármol primero y de Máximo Gómez después. En esa unidad estuvo subordinado directamente al Teniente Coronel Policarpo Pineda Rustán.

Participó en la invasión a Guantánamo iniciada en agosto de 1871 y en la Protesta de Baraguá el 15 de marzo de 1878. Un mes más tarde intervino, bajo el mando del Coronel Pedro Martínez Freyre, en el ataque y toma del campamento de Jobabo y del fuerte de Baitiquirí.

En la Guerra Chiquita participó en el victorioso combate de Arroyo de Agua, los días 29 y 30 de marzo de 1880. Capituló el 15 de marzo de 1880, junto con el entonces General de Brigada Rafael Maceo Grajales.

En la del 95 fue uno de los 23 integrantes de la expedición de la Goleta Honor, que bajo el mando del Mayor General Flor Crombet, desembarcó el 1 de abril de 1895 por Duaba, Baracoa. El Mayor General Antonio Maceo le dio la misión de contactar con las fuerzas de Periquito Pérez en Guantánamo, en cuanto desembarcaran, lo cual cumplió el día 8.

Intrépido y abnegado

José Maceo fue su verdadero maestro, su jefe inmediato que pronto se convertiría en su mejor e inseparable compañero de armas, el hombre de quien sólo la muerte, muchos años después, pudo separarlo definitivamente.

Junto a los Maceo Arcid participó en las más rudas campañas de la guerra, estuvo en la impar Protesta de Baraguá el 15 de marzo de 1878 y bajo el mando de José continuó combatiendo hasta la última batalla de la Guerra de los Diez años en La Criolla, zona de Puriales de Caujerí.

Terminada esta fase de la contienda Arcid regresó a su tierra, su padre había muerto en combate y entonces se reintegró a las faenas agrícolas en espera da la nueva guerra que estaba seguro llegaría.

Al estallar Guerra Chiquita en agosto de 1879 se unió de inmediato a su jefe, escribiendo junto a José Maceo nuevas páginas de gloria combativa en las montañas yateranas.

Al cabo de un año de hostilidades José Maceo, Guillermo Moncada, Quintín Bandera y Arcid Duverger, junto a más de un centenar de combatientes cubanos, fueron vilmente traicionados por el general español Camilo Polavieja del Castillo, jefe militar español que siguiendo instrucciones del gobierno colonial y con el fin de poner término a la Guerra Chiquita, les había prometido todo género de garantías, y la libre salida del país con sus familiares a cambio de deponer las armas en una guerra que, como dijera el general Eusebio Hernández nació herida de muerte.

El buque que conducía desde Caimanera a los patriotas cubanos y sus familiares fue detenido en alta mar por una nave de guerra española y todos, combatientes y familiares, mujeres y niños, fueron enviados a sufrir el inenarrable martirio del presidio político español en las costas de África Occidental.

Tan pronto fue puesto en libertad, Arcid corrió a reunirse con sus compatriotas dispersos en largo exilio por tierras centroamericanas, pero siempre en incesante gestión por continuar la lucha por la independencia de Cuba.

En 1891 y por iniciativas de Antonio Maceo, fundaron una colonia agrícola que nombraron La Mansión en la ínsula de Nicoya, junto al golfo de ese nombre en Costa Rica.

El propósito fundamental, como, siempre, era el de mantener unidos y cercanos a aquellas pléyades de veteranos aguerridos del quehacer independentista que ya se preparaban para la nueva guerra que esta vez sería dirigida por José Martí.

Arcid se convirtió desde entonces en el más inseparable compañero de los Maceo, desempeñando eficientemente diversas misiones dentro y fuera el territorio costarricense.

El 10 de noviembre de 1894, el general Antonio Maceo fue herido gravemente de un balazo por la espalda en un atentado efectuado en San José de Costa Rica por orden del embajador español en ese país.

Arcid, quien por rara excepción no se encontraba al lado del Titán, expresó a su regreso: “SI estoy allí con un machete ¡Dios hubiera sabido lo que pasa, porque con un machete en la mano hasta yo mismo me tengo miedo!”

El 1 de abril de 1895 llegó a la playa de Duaba, Baracoa, en la costa nordeste de Oriente, la primera expedición revolucionaria de la guerra iniciada el 24 de febrero.

En ella vino Arcid con el grado de coronel, le fue asignada la importante misión de adelantarse a los expedicionarios sorteando innumerables peligros y avisar a las fuerzas alzadas en la zona de Guantánamo y Santiago de Cuba dirigidas por Moncada, Victoriano Garzón y Pedro Agustín Pérez que los Maceo y Crombet habían desembarcado en Cuba.

Más de 160 kilómetros de las más altas y escabrosas montañas, despeñaderos y farallones, y la tenaz persecución de miles de soldados y “voluntarios” españoles emboscados en toda la ruta, tuvo que evadir Arcid para cumplir su misión, logrando a los diez días hacer contacto con las fuerzas de Garzón y Pérez.

Muerte

Falleció el 25 de abril de 1895. Como dijera Martí en su Diario, con la muerte entrándole por la frente, no podía ser de otro modo tratándose de un hombre a quien no gustaba parapetarse para combatir, sino hacerlo de pie o a caballo. Uno de sus compañeros de armas, conocido por Calazán, enterró su cadáver en un pequeño monte de palmas cercano al lugar de su caída.

Durante todo el resto de la guerra, tiernas manos de mujeres cubanas, vecinas de los cercanos poblados de Arroyo Hondo, El Yarey y Casiseis, depositaron flores en su tumba diariamente, cuidando que no se perdiera ese rincón sagrado de la Patria.

Al terminar la guerra, los restos de Arcid fueron exhumados y trasladados al cementerio de Guantánamo, donde hoy reposan en el panteón de los Libertadores.

Palabras de Martí acerca de Arcid

"— Murió Arcid Duverger el valiente, de cada fogonazo un hombre; le entró la muerte por la frente. — Así escribió José Martí en su diario de campaña el 25 de abril de 1895"

Palabras de Gómez acerca de Arcid

Por su parte, el Generalísimo Máximo Gómez Báez anotaría también en su diario:

"— El 25 nos dirigimos a Arroyo Hondo, a donde llegamos a las nueve de la mañana y a cuyo tiempo se batía el general José Maceo derrotando al enemigo. Enseguida nos incorporamos a aquellas fuerzas triunfantes y el entusiasmo subió de punto.

En cambio, un claro sensible se ha abierto en nuestras filas en la sangrienta jornada del día 25: Arcid Duverger, uno de los jefes más intrépidos de los naturales de Guantánamo, fue muerto en tan rudo combate.—

Fuentes