Arquímides Colina Antunez

Arquímides Colina Antúnez
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Combatiente revolucionario cubano
NombreArquímides Colina Antúnez
Nacimiento6 de febrero de 1935
Central Mabay, Bayamo, Oriente Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento3 de octubre de 1958
Palmito, Camino del Cobre, Oriente, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteMuerte en combate
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
OcupaciónObrero

Arquímides Colina Antúnez. Revolucionario cubano destacado en las luchas por la definitiva independencia. Integró las filas del Movimiento 26 de Julio, murió en combate contra las fuerzas de dictadura de Fulgencio Batista. Hijo ilustre de Mabay , se recuerda en la localidad a diario por su ejemplar trayectoria revolucionaria y valentía.

Síntesis biográfica

Nació el 6 de febrero de 1935 en el Central Mabay, Bayamo, en la provincia de Granma.

Las primeras letras las aprendió en una escuelita pública del propio ingenio. Sus estudios primarios los continuó más tarde en un colegio de la ciudad de Manzanillo. Por falta de recursos, su familia no pudo mantenerlo en aquel internado y se trasladó a estudiar a Bayamo.

En 1949 se establecieron en La Habana y consiguió una beca en una escuela rural de Bauta, donde se graduó de maestro agrícola con excelentes notas. Concluidos esos estudios, Arquímides quiso matricular en la universidad capitalina para cursar la carrera de ingeniero agrónomo, pero la falta de medios económicos le impidió materializar este anhelo.

Retornó al Central Mabay, donde entró en contacto con la difícil situación en que trabajaban y vivían los obreros y campesino de la zona. Allí se dedicó al tiro de caña y a otras tareas de transporte comercial. Más tarde realizó diversas labores como trabajador en una fábrica de pienso, como mecánico.

Trayectoria revolucionaria

El espíritu de rebeldía asomó muy temprano en su juventud, por ello desde etapas prematuras de su vida luchó contra el régimen opresor de aquel entonces. A finales de 1956, comenzó a conspirar contra la tiranía, recogió armas para los revolucionarios que operaban en el llano y muy pronto integró las filas del Movimiento 26 de Julio.

Al desatarse la represión gubernamental en Mabay después de la fracasada Huelga general del 9 de Abril de 1958 los trabajadores agrícolas del Central Mabay paralizaron sus labores. Las fuerzas de la tiranía emprendieron la persecución de estos, para obligarlos a regresar al trabajo, ocuparon varios camiones menos el de Arquímides que era chofer, porque este tomó la decisión de destruirlo estrellándolo contra un árbol a las puertas del cuartel. Al producirse estos hechos, él y sus compañeros toman la decisión de alzarse durante tres meses.

Un tiempo después, él y sus compañeros parten hacia la Sierra Maestra y en los primeros días de agosto hacen contacto en los pinares de Morales, zona del actual municipio de Guisa de la provincia Granma, allí operaba la tropa del Capitán Rogoberto Ramírez, llegan sin armas ni pertrechos, así ingresan en el Ejército Rebelde. Días después a petición de Arquímides es autorizado a bajar a la ciudad con el propósito de conseguir armas.

Muerte

El 3 de octubre por la tarde llega un enlace hasta el lugar donde yo estaba atrincherado y me informa que habían llevado al campamento el Teniente Nelson Castillo y otros dos compañeros que habían ido con Colina, no así Colina, decían que había un rebelde muerto a quien lo pasearon en un jeep amarrado con alambres de púas mientras cantaba el “Maracaibo Oriental”. El presentimiento que yo tenía se cumplió, pues había sido Arquímides Colina. Acto seguido pedí al jefe de la columna que me autorizara regresar al campamento y detener al Teniente Nelson por desobedecer las órdenes que se le habían dado y averiguar lo sucedido. Más tarde se confirmó que era Colina, no pude entrevistar al teniente Nelson pues ya había abandonado el campamento.

Posteriormente conocí los detalles cuando cogieron el camión, Colina le pidió el San Cristóbal a Nelson y este se lo dio, otro compañero iba manejando, abandonaron la carretera y cogieron por un lugar que se llama el “Palmito”, en ese lugar ya no podía seguir el camión y el otro compañero le dijo _ Colina tírate y vamos. Pero ya un helicóptero los tenía ubicados y les estaba tirando. Colina contestó _ ve tú, que yo cubro la retirada _ y le abrió fuego al helicóptero, batiéndose con el helicóptero y logró herir a un miembro de la tripulación de éste, pero también él estaba herido en una pierna. El ejército logra cercarlo y junto al helicóptero le hacen fuego, aquí la situación es desesperada, él continúa combatiendo contra las fuerzas enemigas y logra infringirle algunas bajas al ejército de la dictadura. Al darse cuenta que le quedaba una sola bala, piensa en el juramento que tiene con la Revolución y Fidel de morir antes de caer vivo en las manos del enemigo y se quita la vida cumpliendo honrosamente con el compromiso contraído, después de demostrar la valentía y el heroísmo que había en su alma de joven revolucionario cubano. Contaba al morir con 23 años de edad.

El combate contra las fuerzas de la dictadura duró unas dos horas en las que Colina logró contener al enemigo y permitirle la retirada a sus compañeros, además de causarle varias bajas al enemigo y únicamente cuando los guardias de la tiranía al ver su cuerpo inmóvil fue que se decidieron acercarse a él. Un sargento de la dictadura ordenó que amarraran su cuerpo al capó de un jeep en el que viajaban, lo hicieron con alambre de púas de una cerca de lindero próximo. Por la estatura del combatiente los pies y la cabeza fuera del capó. En esta forma lo pasearon por las calles de Santiago de Cuba, al tiempo que pasaban un disco por un altoparlante que se llamaba “Maracaibo Oriental” y los soldados batistianos gritaban a los santiagueros -salgan, no querían ver a un barbudo, aquí lo llevamos asómense- el pueblo santiaguero le respondía con indignación y desprecio tirándoles las puertas en sus caras y gritándoles asesinos. El espectáculo salvaje e inhumano sirvió de acicate al pueblo santiaguero para continuar en su lucha heroica contra la dictadura.

Él cayó en horas de la mañana del día 3 de octubre de 1958 en un lugar conocido por el “Palmito” en el camino viejo del Cobre y allí la Revolución le erigió un obelisco en recordación a su memoria.

Homenaje

Hoy sus restos descansan en el Panteón de los Mártires del Cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba. Arquímides Colina Antúnez, como todos los miles de combatientes que cayeron en la lucha, dejó profundamente sembrada la semilla de su ejemplo de coraje para alcanzar la libertad de nuestro pueblo y de nuestra querida patria socialista.

Fuentes

  • Revista "El militante Comunista" agosto de 1985.
  • Archivo Histórico del Museo Mabay.