Arte íbero

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Arte Íbero
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Concepto:Periodo artístico que abarca desde el siglo VI hasta el siglo I a. C.


Arte Íbero. Periodo artístico que abarca desde el siglo VI hasta el siglo I a. C. y que se extiende por la vertiente mediterránea y el sur de la península Ibérica. Iberia era el nombre con el que los antiguos griegos denominaban a la península Ibérica en general, y en particular, a la zona del Mediterráneo.

Arquitectura y urbanismo

El pueblo íbero desarrolló una arquitectura cuyas principales muestras son los santuarios y las necrópolis, y en menor medida, los núcleos de habitación. Esta arquitectura recibió la influencia de los pueblos colonizadores como fenicios, púnicos y griegos, además de la cultura de Tartessos.

La mayor parte de las construcciones respondían a una planta ovalada (de origen tartésico) o rectangular (de procedencia fenicia). Los materiales más frecuentes eran la piedra, la madera y la arcilla.

Materiales de construcción

La piedra se usaba generalmente en forma de bloques más o menos irregulares, en ocasiones con forma de paralelepípedo. Los muros, ya fueran de murallas o de casas, se construían con dos paramentos, interior y exterior, rellenos de tierra y pequeñas piedras. Existía un tipo de construcción en piedra de carácter megalítico, de forma irregular y de aparejo poligonal, tallado ex profeso para el lugar que debía ocupar.

Normalmente las construcciones iberas tenían un zócalo de piedra, y el resto del alzado era de adobe cubierto de ramas o cañas. Los ladrillos de adobe, de dimensiones irregulares, se usaban también para bancos, hogares y umbrales de las puertas. En algunas ocasiones se utilizaba una decoración consistente en un revestimiento de arcilla endurecida al fuego y craquelada.

Quedan muy pocos restos de los demás materiales habituales en la arquitectura ibera. Uno de ellos, el esparto, llegó a ser muy famoso, y se usaba para confeccionar esteras que servían como camas e incluso como puertas. La madera debió de ser empleada para la fabricación de muebles y utensilios de uso cotidiano, además de ser de este material los postes que sostenían las vigas.

Arquitectura defensiva y funeraria

Todos los poblados iberos estaban protegidos por murallas. Las había de aparejo ciclópeo (construidas con grandes piedras sin trabajar), poligonal o de mampostería, todas ellas con dos paramentos, el interior y el exterior, con un relleno interno de piedra. Muchas de estas murallas estaban flanqueadas por torres cuadrangulares y, en algunas ocasiones, semicirculares.

La muralla de Tarragona es el ejemplo mejor conservado de aparejo ciclópeo. El basamento se compone de dos paramentos ciclópeos, y el alzado es de sillería. La obra se llevó a cabo en dos fases distintas, y parece que el alzado superior fue realizado tras la conquista romana. La técnica ciclópea se usó también para las puertas de la fortificación de Emporion, la actual Ampurias (Girona).

El trazado de las murallas correspondía a las curvas de nivel, adaptándose al terreno al máximo, y en ocasiones se construían las denominadas murallas en cremallera: el muro está retranqueado, de modo que se forma una segunda línea defensiva y de asalto.

Las tumbas iberas son de varios tipos, aunque todas ellas albergan cenizas, pues el rito de la cremación era el único practicado por este pueblo. El sistema más sencillo consiste en hoyos simples cavados en el suelo, donde se depositaba la urna con las cenizas, acompañada del resto del ajuar; otro tipo, también excavado en el suelo o bien tallado en la roca, lo conforman una serie de galerías y cámaras subterráneas, en las que también se incluía todo el ajuar.

Todas las tumbas contaban con una superestructura de piedra; en ocasiones se trataba simplemente de una losa, y otras veces era un túmulo cuadrangular con escalones. Esos túmulos solían estar decorados con esculturas o bien con motivos geométricos, aunque algunos de ellos presentaban elementos más complejos: un pilar rematado por un capitel que servía de pedestal a la escultura o la estela funeraria.

Los ejemplos más destacados son la tumba de Toya, en Jaén, excavada en la roca y con tres cámaras en su interior, o las de Galera, en Granada, un conjunto funerario que conservaba incluso decoración pictórica. Existen ejemplos de torres que señalaban el lugar donde se encontraban las tumbas, como la de Pozomoro, en Albacete, de planta cuadrada y podio escalonado, adornado en las esquinas por leones, que se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Nacional.

Arquitectura doméstica y templos

La construcción doméstica ibera más extendida era la casa pequeña, de una o dos habitaciones; se accedía, en la mayor parte de los casos, desde un vestíbulo que conducía hasta la primera habitación, y normalmente existía otra más grande al fondo, que albergaba el hogar. En general, el pavimento era de tierra batida y pisada, aunque se han encontrado restos de pavimentos de cal o adobe, e incluso, algunos mosaicos construidos con guijarros de diferentes colores.

Algunas de las viviendas conservadas contaban con pequeñas factorías en su interior, como hornos de pan y pequeñas fundiciones, con una pequeña fragua y un yunque, donde se fundía el hierro y la plata. En otras casas se han hallado restos de molinos circulares para el grano.

Existen, por otro lado, edificios con algunas peculiaridades constructivas, lo que hace pensar en la posibilidad de que sean templos o palacios-santuario. Se trata de recintos rectangulares descubiertos, con una estela colocada en el centro. Todos ellos presentan pórticos columnizados, con columnas de madera y base de piedra, y capiteles, algunos de ellos con una estilizada decoración vegetal y geométrica. Pueden ser de una o tres naves, con raíces orientales e incluso etruscas.

La escultura

La mayor parte de los hallazgos nos muestran una escultura ibera realizada en piedra y que ha aparecido normalmente aislada, sin relación con la arquitectura. Se trata, sobre todo, de escultura funeraria, y en menor medida, procedente de santuarios.

Las esculturas se realizaban desbastando el bloque con un puntero, para después perfilarlo con un punzón o un cincel de boca ancha. Posteriormente se pasaba al cincelado y al pulimentado, probablemente con piedra pómez o esmeril. En ocasiones se perforaba la piedra para incluir decoración, y finalmente, se procedía al estucado.

Existen, sin embargo, numerosos problemas para fechar la escultura ibera. Podemos afirmar que alcanzó su madurez en el siglo V a. C. Los más importantes hallazgos se realizaron en el Cerrillo Blanco de Porcuna (Jaén), excavado entre los años 1975 y 1979. Allí aparecieron figuras de guerreros luchando, completamente equipados, a excepción de los perdedores, y con un patetismo y una crueldad marcados; figuras humanas, la mayoría mujeres con niños; relieves relativos a la caza, y por último, figuras animales, algunas sedentes y otras luchando con otros animales o con cazadores.

Todo esto da una idea sobre la variedad escultórica ibera y sobre su repertorio temático. Por otro lado, existe un tipo de escultura que muestra una fuerte influencia del arte griego, y cuyos mejores ejemplos son la famosa Dama de Elche, descubierta en 1897 en La Alcudia (Elche), o la Dama de Baza, hallada en 1971 en Baza (Granada). En ambos casos parece tratarse de mortales y no de diosas, y funcionarían como urnas funerarias que albergarían las cenizas en un hueco de la parte posterior. Ricamente ataviadas, han perdido prácticamente toda la policromía, y en el caso de la de Elche, incluso el trono.

Existe otro tipo de esculturas que representan damas oferentes; entre ellas cabe destacar la Gran Dama Oferente del Cerro de los Santos (Albacete), conservada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Esta figura ofrece un vaso como exvoto, de contenido desconocido, y viste unos ropajes similares a los de las damas de Elche y Baza: camisa, túnica, manto y collares sobre el pecho. Al igual que en estas piezas, se percibe una tosquedad en el tratamiento escultórico, pues la figura no se despega del bloque prismático que la contiene. Toda la atención parece ir enfocada, en cambio, hacia el rostro y las manos.

En ese mismo yacimiento se encontró también la llamada Bicha de Balazote, una escultura que representa un toro con cabeza humana y cuernos. Muestra una clara influencia hitita en esa síntesis entre animal y hombre. Se percibe también el esfuerzo del escultor por plasmar la osamenta y los volúmenes del cuerpo, así como las barbas y los bigotes. Parece ser que formaba parte de un sillar, por lo que se trataría de una escultura que formaría parte de la torre funeraria, como en el caso de Pozomoro.

La cerámica

Alrededor del siglo V a. C. aparece un tipo de cerámica ibera caracterizada por motivos ornamentales como ondas, zigzag y círculos, que muestra una estrecha relación con las cerámicas griega e itálica. La mayor parte de estos restos han sido hallados en el litoral mediterráneo, lo que demostraría su creación cerca de las colonias griegas de la costa.

También como resultado de esa influencia helena se desarrolló una cerámica decorada con figuras, animales (toros, ciervos, grifos…) o humanas (en escenas de guerra, cacerías, danzando, y en otros casos, versiones de los mitos griegos, adaptados a la cultura ibera). En estos casos la decoración aparece en frisos corridos, delimitados por franjas de estilizada decoración geométrica.

Los iberos daban forma a su cerámica con el torno de alfarero (que asimilaron desde la colonización fenicia), y para su cocción utilizaban hornos de cámara. Hacia el siglo IV a. C. la cerámica ibera alcanzó su momento de esplendor, fabricándose piezas finas y difundiéndose métodos de producción rápida.

Fuentes

  • Abad, Lorenzo y Bendala, Manuel. El Arte ibérico. Información y Revistas. Madrid, 1993. "Historia del Arte" No 10.
  • Aranegui Gascó, Carmen. La cerámica ibérica. Información y Revistas, Madrid, 1992. Cuadernos de Arte Español No 34.
  • Arribas Palau, Antonio. Los iberos. Ediciones Orbis, S.A. Barcelona, 1987.
  • García Castro, A. (director). Escultura ibérica. Revista de Arqueología. Madrid, 1988.
  • García y Bellido, Antonio. Arte ibérico en España. Madrid: Espasa-Calpe, S.A., 1980.