Atahualpa

Para otros usos de este término, véase Atahualpa (desambiguación).


Atahualpa
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Soberano del Imperio Inca
NombreAtahualpa
Nacimientoentre 1500 y 1502
Cusco,
capital del Imperio incaico,
o bien Caranqui,
región de Ibarra,
Ecuador
Fallecimiento29 de agosto de 1533 (31 a 33 años)
Cajamarca,
norte del Imperio incaico
Causa de la muerteasesinato
Nacionalidadincaica
Otros nombresAtawallpa (en quechua),
Atahuallpa,
Atabalpa,
Atabalipa,
Atabalica
Ciudadaníaincaica
Título«emperador» (título usurpado)
PadresHuayna Cápac y Túpac Paclla
FamiliaresHuáscar

Atahualpa (Cusco, hacia el 1502 - Cajamarca, 26 de julio de 1533) fue un militar peruano que usurpó el trono incaico y fue responsable de la guerra civil incaica (1529-1532).[1]

En quechua «atau-ualpa» podría significar:

  • ‘dichoso en guerra’
  • ‘pájaro dichoso’.[2]

Síntesis biográfica

Infancia y juventud

Nació en Cusco (Perú), capital del imperio Tahuantisuyu, hacia el año 1502. Hijo del emperador Huayna Cápac y de Túpac Paclla, princesa de Quito, y hermano de Huáscar. Fue favorecido por su padre, quien, poco antes de morir, en 1525, decidió dejarle el reino de Quito, la parte septentrional del Imperio Inca, en perjuicio de su hermanastro Huáscar, el heredero legítimo, al que correspondió el reino del Cusco.[3]

En un inicio las relaciones entre los hermanos eran pacíficas, sin embargo la ambición de Atahualpa por ampliar sus dominios y la división del imperio entre ambos hermanos hecha por Huaina-Cápac, provocó el estallido de la guerra civil.[2]

Usurpación del trono

Atahulpa, contrario a su hermano, recibió la ayuda del conquistador Francisco Pizarro, la que le permitió vencer a Huáscar en la batalla de Quipaypán en 1530 siendo apresado a orillas del río Apurimac en su retirada del Cusco, proclamándose así, Atahualpa, único emperador del Imperio Inca. Más tarde ordenó asesinar a familiares y personal de confianza de Huáscar y traer a este a su presencia en la ciudad de Cajamarca.

Antes de hacer su entrada triunfal en el Cusco, Atahualpa recibió la visita de Hernando Pizarro, quien le convenció para asistir a una entrevista con su hermano Francisco, prometiéndole devolverle el oro y los bienes sustraídos. El inca confiado por la ayuda recibida de los conquistadores españoles aceptó, y el 15 de noviembre de 1532, Francisco Pizarro entró en Cajamarca, al día siguiente Atahualpa entró en la gran plaza de la ciudad, haciéndose acompañar de un séquito de unos tres o cuatro mil hombres prácticamente desarmados para sostener el planeado encuentro.

Encuentro con los españoles

Pizarro hombre sagaz y astuto, había apostado de forma estratégica sus piezas de artillería y escondido parte de sus soldados en las edificaciones que rodeaban el lugar. En ese encuentro el sacerdote español Vicente Valverde, quien se había adelantado para saludar al soberano inca, le exigió su conversión al catolicismo y sometimiento a la autoridad del rey Carlos I, a lo que Atahualpa se negó rotundamente preso de indignación arrojando al suelo la Biblia ofrecida por el fraile. Pizarro aprovechó entonces la ocasión para dar la orden a sus soldados embocados de atacar a los indefensos indígenas con armas de fuego, espadas y hombres a caballo, la desigual batalla causó una gran masacre, centenares de incas quedaron muertos en la plaza mientras el soberano fue tomado como rehén por los españoles y llevado a Amaruhuasi, donde permaneció ocho meses cautivo.[2]

Atahualpa sospechando que sus captores pretendieran restablecer en el poder a Huáscar, ordenó desde su cautiverio su asesinato. Para obtener la libertad, el emperador se comprometió a llenar de oro, plata y piedras preciosas la estancia en la que se hallaba preso, lo que sólo sirvió para aumentar la codicia de los conquistadores.

El botín fue repartido entre los conquistadores, y Atahualpa sentenciado a muerte y ejecutado. Los españoles reconocieron entonces a un noble huascarista llamado Túpac Huallpa como nuevo soberano.[3]

Muerte

Meses más tarde, Pizarro acusó a Atahualpa de idolatría, fratricidio y traición, condenándolo a la muerte en la hoguera. Sin embargo, los españoles le dieron como opción ser ahorcado mediante el garrote vil, si aceptaba ser bautizado antes de la ejecución. Fue ahorcado por garrote el 29 de agosto de 1533.[3]

Al conocerse la noticia de la muerte de Atahualpa, los ejércitos incas que rodeaban Cajamarca se dispersaron, propiciando a los españoles, en el mes de noviembre de 1533, la conquista del imperio y la ocupación del Cusco sin apenas resistencia.[2]

Véase también

Fuentes