Ataque al poblado Boca de Samá

Ataque terrorista al poblado Boca de Samá
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Fecha:12 de octubre de 1971
Lugar:Boca de Samá, Holguín, Bandera de Cuba Cuba
Descripción:
Lanchas piratas de la organización terrorista Alpha 66 procedentes de Estados Unidos atacaron al poblado de Boca de Samá, en la actual provincia de Holguín
Consecuencias:
Dos combatientes de Tropas Guardafronteras muertos y cuatro pobladores heridos graves.
Líderes:
Terrorista Gustavo Villoldo
Ejecutores o responsables del hecho:
Organización terrorista Alpha 66


Ataque a al poblado Boca de Samá. Ataque perpetrado por un grupo de terroristas que tripulaban dos lanchas piratas procedentes de La Florida, contra el caserío de Boca de Samá, al norte de la oriental provincia de Holguín, que arrojó un saldo de dos muertos y cuatro heridos graves.

Historia

Boca de Samá es una pequeña comunidad costera ubicada a unos 70 kilómetros hacia el norte de la ciudad de Holguín, entre la playa Guardalavaca (hoy, tercer polo turístico de Cuba) y Banes (conocida como la capital arqueológica de Cuba), donde sus pobladores se dedican especialmente a la pesca.

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En la época en que se enmarca el hecho, gobernaba en el norte la administración Nixon, envuelta esta en problemas, necesitaba “una victoria sobre el comunismo”. Había llegado el momento preciso para un plan cuyo objetivo era tomar “una pequeña ciudad” como preámbulo a “un ataque más amplio” y como “golpe de propaganda contra Cuba”.

La “pequeña ciudad” escogida para la operación fue, en realidad, este tranquilo pueblecito del Oriente cubano, con una población de “unas docenas de personas” alojadas en “cabañas de madera”.

El 12 de octubre de 1971, los habitantes de este pueblito de pescadores fueron víctimas de un ataque mercenario perpetrado por la CIA y realizado por una de sus organizaciones terroristas, Alpha 66.

Desarrollo de los hechos

Era una fresca noche de octubre, había luna llena y aparente calma, eran alrededor de las 10 de la noche, y los 85 pobladores del humilde caserío de pescadores y agricultores, se disponían a descansar, cuando un comando de catorce individuos navegando en dos lanchas piratas, provenientes de un buque madre que aguardaba en el horizonte, identificadas como de Alpha 66, atacó el pueblo de pescadores de Banes.

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Los agresores, violado la vigilancia fronteriza, aprovecharon la oscuridad provocada por la rotura de la planta eléctrica, y caminaron por la orilla del mar hasta alcanzar el pueblo, tomando prisioneros a los moradores de tres viviendas e insistiéndoles que los guiaran hasta el puesto fronterizo, ubicado en una altura rocosa, con la idea de asaltarlo, matar al jefe y a su dotación.

A pesar de las amenazas y maltratos, los rehenes no brindaron información ni accedieron a guiar a los terroristas hacia su principal objetivo. El otro, era asaltar a la pequeña comunidad, para demostrar - mediante fotografías - que eran “valientes conquistadores” y estaban dispuestos a causarle daño a la Revolución.

La única tienda del lugar fue saqueada por un grupo mientras que el otro abrió fuego con un mortero sobre la escuela y las casas de madera de los pobladores.

El pueblo diligente les hizo frente, y los terroristas, asustados por la resistencia encontrada, corrieron de regreso a las embarcaciones, pero mientras abandonaban el caserío hacia la nave principal, comenzaron a ametrallar todo el poblado. El ataque mercenario duró unos 75 minutos según testimonios pero fue suficiente para que todas las casas fueran impactadas, la tienda, la escuela, todo quedó arrasando por los proyectiles, incluso vidas humanas.

En su huida precipitada, los atacantes abandonaron las proclamas firmadas por la agrupación contrarrevolucionaria Alpha 66 y estas quedaron regadas por todo el poblado, pero les quedó la insatisfacción de no poder izar una bandera que traían con tales propósitos.

El asalto fue un acto desprovisto de toda lógica, característico del bandidismo contra Cuba, realizado con fines de propaganda en Miami, pero causó la muerte de dos combatientes del Ministerio del Interior, Lidio Rivaflecha Galán y Ramón Arturo Siams Portielles, y cuatro heridos graves, Carlos Escalante Gómez, entonces jefe de la Unidad de Tropas Guardafronteras de la zona, el obrero agrícola Jesús Igarza Osorio y las hermanas Aracelis y Nancy Pavón, con 13 y 15 años de edad, respectivamente.

El ataque al poblado de Boca de Samá, fue una de las numerosas operaciones terroristas realizadas por Alpha 66 a finales 1960 y principios de 1970, resultó ser un blanco fácil para los terroristas producto a su lejanía y a una línea costera salpicada por cuevas donde se podían almacenar armas y suministros.

Culpables

Seis días después de aquel aciago 12 de octubre de 1971, la organización terrorista denominada “Frente Cubano de

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Liberación”, reconoció la paternidad de la acción, durante una conferencia de prensa celebrada en el Club de Mujeres Republicanas de La Florida. Ocasión en la que el propio Andrés Nazario Sargén expresó: “No estamos en otro plano que seguir destruyendo todo lo que podamos dentro de Cuba”.

El terrorista Gustavo Villoldo, ex mercenario de Playa Girón y uno de los hombres de la CIA que participó en el asesinato del Che, confirmó públicamente que la Agencia Central de Inteligencia ordenó directamente el ataque terrorista a Boca de Samá y él, precisamente, fue su organizador, propuesto por la organización contrarrevolucionaria Alpha 66.

En el pasado, Santiago Álvarez Fernández – Magriñá se atribuyó el salvaje ataque a Boca de Samá, en la actualidad Gustavo Villoldo, se atribuye el papel de héroe, admitiendo ser el autor del mismo, lo cierto es que la CIA es la principal responsable en este acto de terrorismo, lo demuestra las declaraciones de este hombre que admite además haber sido oficial de la Agencia durante décadas.

Consecuencias

El criminal ataque pirata de esa nefasta noche cobró dos vidas, las de Lidio Rivaflecha Galán y Ramón Arturo Siam Portielles y dejó heridas a las hermanas Nancy y Ángela Pavón Pavón de 15 y 13 años de edad, respectivamente. También resultaron heridos

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Carlos Escalante Gómez y Jesús Igarza Osorio.

Hoy en día Nancy Pavón es una mujer de más de 50 años, tenía en aquel momento 15 años de edad y soñaba lucir zapatos de tacón, como toda jovencita a su edad, pero jamás pudo. Aquella horrible noche, en el afán de proteger a su hermana Ángela, que dormía en el instante del ataque, fue alcanzada por los proyectiles mercenarios en una de sus piernas, más tarde los cirujanos tuvieron que amputarle el pie.

La humilde comunidad costera quedó marcada totalmente por el impacto de los proyectiles, no pueden clacularse aún cuántos fueron, pero cada casa tuvo en sus paredes la marca de las balas arrojadas sobre ellas en aquel horrendo acto de terrorismo.

Testimonio de las víctimas

Carlos Andrés Escalante Gómez

Un residente del lugar, Carlos Andrés Escalante Gómez, apodado "El Chino", contó cómo el encuentro con los terroristas aquella noche de 1971, le valió ocho proyectiles en la pierna.

Cuenta al describir la llegada de los mercenarios: "Estábamos en una cueva tratando de descifrar aún lo que la nave estaba haciendo cuando de repente un pescador vino corriendo a lo largo de la costa gritando a todo lo que le daban sus pulmones que había visto un grupo de gente".

"Inmediatamente, fuimos en su búsqueda. Corrimos hasta la escuela para organizarnos en grupos de tres y entonces escuchamos un ruido. Los bandidos ya estaban en el pueblo. Estaban derribando la puerta de la tienda".

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"La escuela estaba justo frente a la tienda, quizás a unos diez metros. Los tres de mi grupo salimos de la escuela. Yo iba al frente y los otros dos a mi lado. Sabíamos que había algunos bandidos en la tienda. Podíamos escucharlos destrozando cosas."

"Cuando llegamos a la tienda, yo fui hacia la puerta lateral y les grité a los que estaban dentro para que se rindieran", continúa. Frente a él, en la oscuridad, se encontraba uno de los atacantes con una ametralladora.

"Metió la punta del arma entre las tablillas y comenzó a disparar ciegamente. Sonaba como si estuviera disparando cientos de tiros a la vez. Yo recibí ocho impactos, todos ellos en mis piernas, e inmediatamente caí al suelo. Sabía que me habían dado. El dolor era intenso y podía sentir cómo mis pantalones se empapaban con mi sangre. Pero continué disparándole con mi pistola".

Otros dos terroristas disparaban dentro de la tienda aunque pronto, asustados por la resistencia encontrada, comenzaron a correr de regreso a sus embarcaciones.

"Mientras abandonaban el caserío y regresaban a la nave principal, comenzaron a ametrallar a todo el pueblo. Todas las casas fueron impactadas, la tienda, la escuela, todo. Mataron a dos compañeros; Lidio Rivaflecha y Ramón Arturo Siam".

Precisa El Chino: "Una de las balas me impactó muy cerca de la arteria femoral. De haberme dado allí, habría muerto".

José Abel Romero González

José Abel Romero González fue el único maestro en la única escuela de Boca de Samá, durante años y cuenta cada detalle de esta noche infernal

"Todo el pueblo fue baleado. No hubo una sola casa que no tuviera marcas de bala. No puedo ni imaginarme cuántas balas pudieron haber disparado", explicó. Romero tuvo conocimiento, a pesar de la oscuridad, de la muerte de los combatientes del MININT bajo las balas de la tropa de Álvarez.

"Escuché cómo Ramón (Siam) cayó. Le escuché gritar. Después más disparos y finalmente silencio. Los compañeros de la policía pensaron que solo habían matado a una persona, Libiori (Rivaflecha), pero yo escuché a alguien quejándose en el otro lado del pueblo. Se iluminó el área y se encontró a Ramón, a quien le salía sangre por la boca. Estaba desplomado sobre una cerca. Le habían disparado varias veces, había sido asesinado a sangre fría."

Nancy Pavón Pavón

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La jóven Nancy Pavón Pavón de sólo 15 años, estaba durmiendo ya cuando todo comenzó pero recuerda claramente el hecho que marcó su vida para siempre.

"Mi hermana Angela aún estaba durmiendo cuando yo me desperté, y entonces salté sobre ella para protegerla. Comencé a ponerme los zapatos y grité: "Estoy muerta". Sentí algo que me golpeó, no sabía dónde, pero sabía que me había golpeado. Me dolía, pero el dolor no era grande. Estaba muy asustada. La casa estaba oscura y no podía saber con certeza qué me había pasado. Al mismo tiempo, mi hermana también gritó: 'Yo también estoy muerta'." 

"Increíblemente, era la misma bala que también había impactado a mi hermana en su pie. Yo me estaba inclinando para ponerme el zapato derecho y levanté la cabeza en ese momento en que la bala llegó. Si yo hubiera estado aún inclinada, me habría matado."

“El zapato se quedó en la casa. Cuando todo hubo terminado y regresamos, estaba aún allí. Mi padre dijo que aún estaba limpio y no tenía sangre. El resto de la casa era un caos, llena de agujeros de balas y la mayor parte de las cosas rotas. Y a la vez, mucha sangre en el piso y las paredes. La piel de los pies impactados de mi hermana y míos estaba adherida a los mosquiteros".


Fuentes

Enlaces externos