Bahía de Montevideo

Bahía de Montevideo
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Región de la bahía con medio centenar de muelles operativos.
Región de la bahía con medio centenar de muelles operativos.
EntidadRegión
 • PaísBandera de Uruguay Uruguay

Bahía de Montevideo. Llamada anteriormente por Pedro de Mendoza "Bahía de la Candelaria", es la zona sobre la que se desarrolla la ciudad de Montevideo. En ella se encuentran ubicados el Cerro y el Puerto de Montevideo

Descripción

La Bahía de Montevideo y su entorno geográfico.

Tiene forma muy redondeada, aproximadamente 2,5 millas de diámetro, con algunas aguas bajas y un puerto muy seguro y apto para naves de gran calado. A su lado el Cerro de Montevideo, coronado por el fuerte y el faro homónimos, domina el paisaje.

Origen del nombre

La existencia del «Cerro» explica el nombre de la ciudad que se encuentra a sus pies. Aparentemente, navegantes portugueses exploraron el estuario, cuando un vigía a tope de mástil ve por primera vez el cerro, gritando, como era de uso: monte vidi eu: 'he visto un monte'. De allí en adelante el área de la bahía se la comienza a conocer como Montevideo y luego por extensión a la ciudad que funda en 1726, Bruno Mauricio de Zabala el gobernador de Buenos Aires, para contener el avance portugués en el río de la Plata.

Historia

En sus inicios

En su origen existían 78 terrenos sobre la bahía de Montevideo en una extensión que iba desde el Arroyo Seco, donde se instaló la compañía de tranvías alemana, hasta el Cerro -Punta de Lobos o Piedras Blancas- donde se construyó el conocido dique Cibils, área que más bien era conocida por Rincón del Rey. Casi todas esas tierras que bordean la bahía habían sido concedidas por el director de las Provincias Unidas del Río de la Plata al Brig. Gral. Don Francisco Xavier de Viana en 1814 (hijo del goberador de Montevideo), en recompensa a sus servicios prestados a la causa de la indepencia nacional y americana (de Argentina).

El suceso en sí es una historia fascinante, pero lo es más que esas tierras se hayan convertido en 78 parcelas que bordeaban la bahía y estas en potenciales minipuertos, valiosísimos apoyos a favor de la incipiente industria y comercio de la que iba a ser la próxima flamante república. Esos terrenos orillando las aguas de la bahía tenían una disposición notable para instalar muelles y así fue que se hizo.

Despues de adjudicadas estas tierras a Javier de Viana, se supone que a su muerte sus descendientes, allá por el año 1833, las parcelaron y delimitaron con precisión, siendo vendidas luego, incluso por el propio gobierno oriental, a inversionistas privados locales y extranjeros.

Fueron propietarios de estas tierras importantes personalidades sociales de la época, empresarios y casas comerciales extranjeras los que invirtieron en el Uruguay. Esas tierras que estaban en contacto con las aguas de la bahía, solares tocando el agua que eran privilegiados e ideales para la instalación de muelles, obviamente en negocios que tuvieran relación con carga y descarga de productos en operaciones de importación y exportación.

Para instalar el muelle había que solicitarlo, y así se hizo; casi todos lo tenían a mediados del siglo XIX. Actuaron como escribanos Francisco D. Araúcho, Tomás de Tezanos, importantes personajes públicos como Francisco A. Vidal y Joaquín Suárez, designados por el gobierno para actuar como tasadores en el valor de los terrenos ubicados en el Cerro.

Hubo terrenos, propiedad de Emilio Reus comprados a Juan B. Capurro, que cuando quebraron sus empresas y negocios fueron adjudicados al Banco Hipotecario del Uruguay para el pago de deudas al Banco de la República. Los Pérez Montero fueron propietarios de algunos solares, los Lussich, Juan V. Calcagno, muchos ingleses residentes en su país o sus viudas, los Real de Azúa, los Salvañach, Agustín Guarch, Herrán, Casaravilla, Durán y Vidal, Senen Rodríguez, Hoffman, los Cibils, los Aguirre, el saladero de Antonio Serratosa, etc.

El primero de los terrenos fue vendido a la compañía alemana de tranvías de Montevideo para instalar su usina (La Transatlántica), en un solar que da sobre la bahía a la altura de la calle San Fructuoso con su correspondiente muelle para atracar las barcazas con el carbón y el otro, en el extremo de la bahía, con 43 hectáreas, fue concedido a unos inversionistas ingleses para construir lo que hoy conocemos como el dique nacional.

Una ordenanza municipal del 7 de octubre de 1907, hizo retirar las barracas de depósitos de carbón instaladas sobre la bahía en la propia Ciudad Vieja, por los perjuicios y molestias que el polvo de este producto ocasionaba a las industrias, comercios y población de Montevideo.

Estas barracas podrán -decía el decreto municipal- establecerse sobre la bahía a partir de la usina eléctrica de la Cía. alemana La Transatlántica. Recordamos que en 1948 la ANP quería instalar una barraca de carbón en la actual Terminal de Contenedores TCP.

Actualmente

El Cerro de Montevideo.
  • Puerto de Montevideo

En la bahía se encuentra el Puerto de Montevideo que es el principal puerto comercial e históricamente ha sido el motor impulsor del desarrollo de la economía uruguaya. Está dirigido por la Administración Nacional de Puertos, organismo oficial que supervisa todos los puertos comerciales del país. Es un puerto natural que no necesita ser dragado periódicamente y es apto para maniobras de naves de gran calado.

En la actualidad, genera un gran movimiento de pasajeros y carga; lo cual ha motivado la necesidad de tránsito vial ágil. La Rambla Baltasar Brum está integrada a los accesos que conducen a las rutas nacionales.

El Cerro tiene una altura de 135 metros. En su cima se encuentra la Fortaleza General Artigas, construcción culminada en 1811, que fuera protagonista de importantes momentos en la historia del país. Cuenta con una vista panorámica de la bahía de Montevideo. Alberga un museo histórico militar y el primer faro del Río de la Plata. Al pie del Cerro están el Parque Vaz Ferreira, la rambla y la playa, lugares imperdibles de visitar.

El Cerro ha sido históricamente un barrio de inmigrantes y obreros, colmado de industrias. Se destaca por su riqueza cultural, concentrada hoy en el Centro Cultural Florencio Sánchez.

Fuentes