Bartolina Sisa

Bartolina Sisa
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Heroína indígena aimara
NombreBartolina Sisa
Nacimiento12 de agosto de 1750
comunidad de Sullkawi del Ayllu,
departamento de La Paz,
Alto Perú,
Virreinato del Perú,
Imperio español Bandera de España
Fallecimiento5 de septiembre de 1782 (32 años) 
ciudad de La Paz,
departamento de La Paz,
Alto Perú,
Virreinato del Río de la Plata,
Imperio español Bandera de España


Bartolina Sisa (Sullkawi del Ayllu, 12 de agosto de 1750 - La Paz, Heroína indígena Aimara.

Síntesis biográfica

Sus orígenes

Aún no se ha esclarecido si era originaria de Sullkawi o de Qara Qhatu, aunque ambas comunidades pertenecían al departamento de La Paz.

Hija de José Sisa y Josefa Vargas ―comerciantes de hoja de coca y de tejidos nativos―, se desplazaría por numerosos lugares del altiplano, observando la opresión a que eran sometidos los indígenas de los Andes por el racismo colonial y clerical foráneo.

Esta febril actividad permitió a Bartolina Sisa liberarse de la condición de servidumbre y esclavitud a la que fue sometida su nación originaria por los colonialistas. Así, Bartolina Sisa fue tomando verdadera conciencia y asumiendo una profunda convicción por redimir a su pueblo de las cadenas de la opresión y luchar por la emancipación definitiva de las comunidades originarias andinas.

Juventud e ideales independentistas

Bartolina Sisa con 25 años se casaría con Julián Apaza-Nina, más tarde conocido como Túpac Katari, el cual antes de comenzar la guerra había sido sacristán en la parroquia de Ayoayo situada a noventa kilómetros de La Paz.

Durante esta etapa ambos, tuvieron la ocasión de coincidir con los ideales libertarios del arriero José Gabriel Condorcanqui (conocido como Túpac Amaru) y de los hermanos Dámaso y Tomás Katari de Chayanta, con quienes aunaron sus propósitos emancipatorios basados en una sólida convergencia de criterios, tácticas y estrategias de lucha.

De este modo decidieron elaborar un plan de acciones debidamente sistematizadas que puso en pie de guerra a más de 150 000 indígenas en toda la región más conflictiva del Perú, La Paz, Oruro, y los valles de Chayanta en Bolivia.

La insurrección Tupakarista

En el año 1780 todo el altiplano se hallaba convulsionado con la sublevación de Túpac Catari. Bartolina ayudó a su esposo a organizar campamentos en el Alto de La Paz, Chacaltaya, Killikilli, El Calvario, etc, impartió justicia, cuidó de las armas y de la alimentación, dirigió tropas.

Para los españoles dominar la insurrección era cuestión de vida o muerte. Si vencían los rebeldes, acababa el poderío de España no solo en las colonias americanas, sino en todo el imperio. Para los indios la sublevación constituía la recuperación de su libertad, territorio y riquezas o su definitiva claudicación ante el poderío de los blancos.

Es así que al estallar la insurgencia Aymara-Quishwa de 1781, su esposo era proclamado Virrey del Inca y ella era proclamada Virreina, pero no porque haya sido la esposa de Tupaj Katari, sino por el mérito propio que adornada su personalidad.

El 13 de marzo de 1781 el ejército aymara decide la toma de La Paz, sitiándola. En la ceja del alto se levantó el campamento desde el cual se divisaba la ciudad. A todo esto la ciudad preparaba su defensa, Sebastián de Segurola, brigadier, fue el líder de las milicias.

El ejército de los Katari-Sisa que durante el inicio del sitio de la ciudad de La Paz (13 de marzo de 1781) contaba con 20 000 combatientes, en muy pocos días se convirtió en 40 000, y al cabo de cinco meses alcanzaron a 80 000. Con el paso del tiempo comenzaron a faltar los víveres y el agua en la ciudad sitiada, todos los días el ejército catarista avanzaba sobre la ciudad.

El 21 de mayo de 1781 Túpac Catari se aleja y el ejército queda bajo la dirección de Bartolina Sisa, su misión es la de cuidar que el cerco a Chuquiago no se rompa pero los españoles al ver a una mujer en la dirección envían 300 soldados para capturarla.

Lejos de pensar en retirarse, Bartolina ordena el ataque que ella dirige y a fuerza de piedras los españoles son derrotados por el ejército andino donde las guerreras aymaras lucharon a la par de los hombres aymaras.

Se habían cumplido 109 días del cerco Katarista cuando el 10 de julio de 1781, los españoles recibieron refuerzos desde la ciudad de Charcas.

Captura y asesinato

Túpac Catari fue obligado a replegarse y en esta acción se produce la captura de Bartolina Sisa, cuando la comandanta se dirigía al campamento de Pampajasi, sus mismos acompañantes la traicionan y la entregaron al cruel Flores quien la condujo presa a la ciudad de La Paz. Segurola la encerró encadenada en la peor de las celdas.

Los españoles torturaron a Bartolina Sisa y le dan el peor de los tratos pero la mantienen con vida esperando usarla como un cebo para capturar a Katari. Sin embargo, Túpac Katari no cae en la trampa y envía a dos mensajeros para que entreguen alimentos, coca y oro a Bartolina.

El 5 de septiembre de 1782 la gran Bartolina Sisa, insobornable comandante en jefa de las fuerzas emancipatorias de las naciones originarias andinas, moría ahorcada no sin antes sufrir una horrenda tortura física y moral, flagelada, violada, azotada, arrastrada a puntapies en un inmenso charco de sangre.

Ya muerta Bartolina Sisa, y no conforme con ello, sus verdugos descuartizaron su cuerpo y exhibieron su cabeza y sus extremidades en distintos lugares de los ayllus y caminos donde ella resistió con su lucha.

Su cabeza fué clavada en la punta de una picota, “para escarmiento de los indios”, decían sus verdugos, y la situaron en Jayujayu-Marka, hoy provincia Aroma del departamento de La Paz. Sus extremidades fueron enviadas a Tinta-Marka, una comunidad situada en la actual república del Perú, donde también fueron exhibidas en sendas picotas.

¡jallalla kullaka, Bartolina Sisa!

Cualidades que la destacaron

Bartolina Sisa, siempre abanderada de la sagrada wiphala, es considerada un fenómeno no solo por sus dotes de belleza natural, que la configuran como una mujer muy atractiva, morena, de facciones uniformes y seductoras, hermosos ojos negros, joven e inteligente, sino también por sus características y talento innato que hacen a un comandante político-militar, por su visión, sentido de responsabilidad, disciplina, fortaleza, capacidad de tomar las decisiones más apropiadas en el momento oportuno y por la confianza y seguridad que inspiraba en sus huestes.

Fuentes