Batalla de Okinawa

Batalla de Okinawa
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Marines Americanos sosteniendo una bandera americana luego de la Victoria en Okinawa
Fecha 1 de abril de 194521 de junio de 1945
Lugar Okinawa
Resultado Victoria Aliada
Beligerantes
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos

Bandera del Reino Unido Reino Unido
(solo fuerzas navales)

Bandera Naval y símbolica del Imperio Japonés Imperio Japonés
Comandantes
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Simon B. Buckner†

Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Roy Geiger
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Joseph Stilwell
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Chester W. Nimitz
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos Raymond A. Spruance
Bandera del Reino Unido Reino UnidoBruce Fraser

Bandera Naval y símbolica del Imperio Japonés Imperio Japonés Mitsuru Ushijima†

Bandera Naval y símbolica del Imperio Japonés Imperio Japonés Isamu Cho†
Bandera Naval y símbolica del Imperio Japonés Imperio Japonés Hiromichi Yahara
Bandera Naval y símbolica del Imperio Japonés Imperio Japonés Minoru Ota†
Bandera Naval y símbolica del Imperio Japonés Imperio Japonés Keizo Komura

Fuerzas en combate
183.000 marines y soldados del ejército
107.000 soldados 24.000 milicianos
Bajas
12.520 muertos y desparecidos 36.631 110.000 muertos aproximadamente 7.400 prisioneros

Batalla de Okinawa. En 1945 la Segunda Guerra Mundial que estalló en el Pacífico se extendió también hasta Okinawa. Este territorio fue atacado con el objeto de poder invadir el resto de Japón. Las fuerzas aliadas formadas mayormente por los Estados Unidos invadieron Okinawa desde abril hasta junio. Sus ataques fueron tan abrumadores que causaron muchísimas víctimas especialmente en Shuri en la ciudad de Naha y la región sur de Okinawa que se destruyeron por completo. El nombre clave era Operación Iceberg, esta batalla se libró en la isla de Ryukyu de Okinawa y fue el mayor asalto anfibio en la Guerra del Pacífico. Duró aproximadamente 82 días, desde principios de abril hasta mediados de junio de 1945.

La batalla se ha denominado Tifón de Acero (en inglés: Typhoon of Steel), y lluvia de acero (Tetsu no ame) o viento violento de acero (Tetsu no Bofu) en japonés. Los apodos se refieren a la ferocidad de los combates, la intensidad de los disparos, y la enorme cantidad de buques aliados y vehículos blindados que asaltaron la isla. La batalla resultó ser una de las que tuvo más víctimas; civiles y militares; en toda la Segunda Guerra Mundial, la totalidad de los fallecidos supera el cuarto de millón. Cinco divisiones del XXIV Cuerpo de los EE.UU., la 7ª, 27ª, 77ª, 81ª y 96ª, y dos divisiones de Marines, la 1ª y 6ª, combatieron en la isla, mientras que la 2ª División de Marines se mantuvo en reserva y no se planteó que desembarcara. La invasión fue respaldada por fuerzas aéreas navales, anfibias y tácticas. El objetivo principal de la operación era apoderarse de una gran isla a sólo 340 km de distancia del Japón. Después de una larga campaña de saltar entre islas(los estadounidenses la denominaban Island hopping), los Aliados se acercaban a Japón, y planeaban usar Okinawa como base para las operaciones aéreas bajo el plan de invadir territorio japonés, cuyo nombre en clave era Operación Downfall. Finalmente, los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki y la entrada soviética en la guerra provocarían la rendición de Japón, tan sólo unas semanas después del fin de los combates en Okinawa.

Orden de batalla

Fuerzas terrestres

Mapa de la isla Okinawua

Las fuerzas terrestres estadounidenses se encuadraban dentro del X Ejército, comandado por el Teniente General Simon Bolivar Buckner, Jr. El X Ejército estaba compuesto por dos cuerpos, el III Cuerpo Anfibio comandado por el Mayor General Roy Geiger, que se componía de la 1ª y 6ª División de Marines y del XXIV Cuerpo bajo el mando del Mayor General John R. Hodge, que se componía de la 7ª y 96ª Divisiones de Infantería. La 2ª División de Marines en un principio se mantendría en reserva y el X Ejército también controla la 27ª y 77ª Divisiones de Infantería. En total, el X Ejército contaba con más de 180.000 hombres, 102.000 del ejército y 81.000 del Cuerpo de Marines.

La fuerza japonesa en la campaña (sobre todo defensiva) se componía de unos 67.000 efectivos (77.000 según algunas fuentes) pertenecientes al 32ª Ejército y unos 9.000 efectivos de la Armada Imperial Japonesa que se encontraban en la Base Naval de Oroku (sólo unos pocos cientos de los cuales habían sido entrenados y equipados para combate terrestre), apoyados por 39.000 habitantes de las Islas Ryukyu (incluidos 24.000 reclutados apresuradamente para la milicia llamada Boeitai y 15.000 trabajadores no uniformados). Además de 1.500 alumnos de escuelas secundarias organizados en primera línea del frente como Unidades de Voluntarios Hierro y Sangre (Iron and Blood Volunteer Units), mientras que 600 alumnas Himeyuri se organizaron en una unidad de enfermería. El 32º Ejército inicialmente consistía en la 9ª, 24ª y 62ª Divisiones y la 44ª Brigada Mixta Independiente. La 9ª División se trasladó a Taiwán antes de la invasión, dando lugar a un cambio en los planes defensivos japoneses. La resistencia primaria debería de ser en el sur, comandada por el Teniente General Mitsuru Ushijima, su Jefe de Estado Mayor, el Teniente General Isamu Cho y su jefe de operaciones, Coronel Hiromichi Yahara. Yahara abogó por una estrategia defensiva, y Cho por una ofensiva. En el norte, el coronel Udo Takehido estaba al mando. Las tropas de la Armada fueron lideradas por el Contraalmirante Minoru Ota.

Se esperaba que los estadounidenses desembarcaran de seis a diez divisiones para enfrentarse a las tres divisiones (una de ellas con solo la mitad de efectivos). El Estado Mayor Japonés calculaba que la calidad superior y el mayor número de armas darían, a cada división estadounidense, de cinco o seis veces la potencia de fuego de una división japonesa

Preliminares de la batalla

Antes de que hubieran terminado los combates en Iwo Jima, los bombarderos norteamericanos ya habían aterrizado sobre la isla. El 7 de abril, despegaron de allí los primeros Mustang P-51 que proporcionaban escolta diurna en los ataques a Tokio. Tres meses después de la batalla, 850 bombarderos estadounidenses habían tenido que realizar aterrizajes de emergencia en la isla. Si Iwo Jima no hubiera sido tomada, la mayor parte de ellos habrían caído al mar, de ahí la importancia de la conquista de estas islas como trampolín para los bombardeos sobre territorio japonés. Pero la ferocidad de aquella batalla sacudió la estructura del alto mando norteamericano: si la toma de una pequeña isla como esa había costado tantas vidas, ¿qué precio habría que pagar por la invasión de Japón?

Igual que Iwo Jima, la isla de Okinawa, siguiente objetivo, era de origen volcánico. Sus 67 millas de longitud estaban llenas de cuevas. Los estrategas estadounidenses comprendieron en seguida que tomar aquella isla iba a suponer una batalla aún más dura que la anterior.

Mientras MacArthur proseguía su lento avance por el frente sur del Pacífico, tratando de terminar la lucha en el archipiélago filipino y neutralizando la presencia japonesa en Borneo, Nimitz disponía sus fuerzas para lanzar una estocada mortal a Tokio: la conquista de la isla de Okinawa, la mayor del archipiélago de Riu-Kiu, abrupta, rocosa, bastante poblada y con una poderosísima guarnición.

Desde ella pensaban los norteamericanos lanzar sus aviones contra cualquier punto del suelo japonés y en ella tendrían una excelente base para aislar a Japón de todas sus fuentes de suministros.

Los planes se estudiaron antes de que finalizase la conquista de Iwo Jima y el desembarco se fijó para el 1 de abril de 1945. El mando norteamericano supuso que, al tratarse ya propiamente de suelo japonés, su dominio sería muy difícil y se dispusieron grandes medios anfibios, entre los que, por vez primera desde comienzos de 1942, los británicos quisieron integrar su flota de Extremo Oriente compuesta por 22 unidades.

De tal empresa se encargaron 170.000 soldados del X Ejército de los EE.UU., a las órdenes del General con el nombre más curioso de todo el Ejército de los EE.UU.: Simón Bolívar Buckner. Su nombre en clave fue Operación Iceberg. Se inició el 25 de marzo de 1945 con otro bombardeo masivo desde mar y aire. Por primera vez, a la fuerza norteamericana se unió la flota británica, cuyos portaaviones tuvieron que sufrir los incesantes ataques kamikazes. Tanto británicos como norteamericanos habían desarrollado técnicas para combatir tal amenaza aérea, situando buques antiaéreos a cierta distancia de la flota principal para derribar los aviones suicidas antes de que pudieran alcanzar sus objetivos. Más de 5.000 miembros de la Armada de los EE.UU. murieron en las 350 misiones suicidas lanzadas durante los desembarcos. Incluso el buque insignia japonés Yamato fue enviado en una de esas misiones. Pero el 7 de abril, tras un ataque de dos horas de los bombarderos en picado estadounidenses, el Yamato fue hundido sin haber tenido ocasión de usar sus enormes cañones contra la flota enemiga.

Las operaciones navales

La Armada aliada reunió una cantidad de buques de guerra sin precedentes durante abril de 1945. Cuarenta de ellos eran portaaviones (22 de ataque, con más de 2.000 aviones) y cerca de un millar de transportes y buques de desembarco. La Armada de los EE.UU. participó con 327 buques de guerra. Nunca se había reunido un número tan elevado de barcos de guerra, ni siquiera el año anterior en Europa. Durante la invasión de Normandía, los aliados habían empleado 284 buques de guerra del total de 5700 embarcaciones de todo tipo que intervinieron en la Operación Neptuno durante el 6 de junio de 1944.

Ya a mediados de marzo la Armada de los Estados Unidos y sus aliados reunieron la flota compuesta por 330 buques de guerra y 1139 buques de transporte (AKA, APA, LST, LCM). Entre los buques de guerra se encontraban 8 portaaviones estadounidenses, los Enterprise, Essex, Intrepid, Hornet, Franklin, Bunker Hill, Cowpens, San Jacinto, 4 portaaviones de escolta, los Savo Island, Petrof Bay, Sargent Bay y Steamer Bay, 9 cruceros, 14 acorazados, algunos de ellos supervivientes del ataque a Pearl Harbor y 12 destructores. El esfuerzo en la ofensiva de primavera de 1945 fue mucho mayor que la ofensiva de primavera anterior en Europa, durante el desembarco de Normandía, los Aliados habían empleado 284 buques. La mayoría de los aviones de caza, de los bombarderos en picado y de los aviones de ataque a tierra pertenecían a la Armada de los EE.UU, basados en los portaaviones. Los japoneses habían utilizado las tácticas kamikaze desde la Batalla del Golfo de Leyte, pero por primera vez se convirtieron en una parte importante de la defensa. Entre el desembarco estadounidense del 1 de abril y el 25 de mayo, se produjeron siete ataques kamikaze, en los que se utilizaron más de 1.500 aviones. La Armada de los EE.UU. sufrió la mayor cantidad de víctimas en esta operación que en cualquier otra batalla de la guerra. Aunque las fuerzas terrestres aliadas estaban compuestas enteramente por unidades estadounidenses, buques de la Flota Británica del Pacífico (BPF conocida en la Armada de los EE.UU. como Task Force 57) proporcionarían aproximadamente un cuarto del poder naval y aéreo de los aliados (450 aviones). La TF 57 compuesta por una gran cantidad y variedad de buques, entre ellos 50 buques de guerra entre los que se encontraban los portaaviones HMS Formidable, HMS Illustrious, HMS Indomitable y HMS Victorious. Las cubiertas de vuelo de los portaaviones británicos eran más pequeñas, lo que significaba que podían transportar menos aviones que un portaaviones estadounidense, pero eran más resistentes a los ataques kamikaze.

Por su parte, las fuerzas navales británicas y de la Commonwealth proporcionarían un valioso apoyo a las fuerzas aliadas, aportando aproximadamente un cuarto del poder naval y aéreo de los aliados, con 450 aviones. Estaba compuesta por una gran cantidad y variedad de buques, entre ellos 50 buques de guerra de los cuales 17 eran portaaviones. Las cubiertas de vuelo eran más pequeñas, lo que significaba que podían transportar menos aviones que un portaaviones estadounidense, aunque por otra parte, resultaron ser más resistentes a los ataques kamikaze.

Si bien todos los portaaviones fueron proporcionados por el Reino Unido, el grupo era un combinado de la Commonwealth británica compuesta por unidades de, la Marina Real Británica, Marina Real Canadiense, Marina Real de Neozelandesa y Marina Real Australiana. Su misión era neutralizar los campos de aviación japoneses en la Islas Sakishima y proporcionar cobertura aérea contra los ataques kamikaze japoneses.

La mayoría de los aviones de caza, de los pequeños bombarderos en picado y de los aviones de ataque a tierra fueron de la Armada de los EE.UU., con base en los portaaviones. Los japoneses habían utilizado las tácticas kamikaze desde la Batalla del Golfo de Leyte, pero por primera vez, se convirtieron en una parte importante de la defensa. Entre el desembarco estadounidense del 1 de abril y el 25 de mayo, se produjeron siete ataques kamikaze, en los que se utilizaron más de 1500 aviones. La Marina de los EE.UU. sufrió la mayor cantidad de víctimas en esta operación que en cualquier otra batalla de la guerra, más de 5000.

Batalla Naval

A la Flota del Británica del Pacífico se le asignó la tarea de neutralizar los aeródromos japoneses en la Islas Sakishima, lo que hizo con éxito del 26 de marzo hasta el 10 de abril. El 10 de abril, su atención se desplazó a los aeródromos en el norte de Formosa. La fuerza se retiró a la Bahía de San Pedro el 23 de abril. El 1 de mayo, la Flota Británica del Pacífico volvió a la acción, atacó de nuevo los aeródromos. Los portaaviones sufrieron varios ataques de kamikazes, pero gracias a las cubiertas de vuelo blindadas, estos no sufrieron daños irreparables y solo experimentaron una breve interrupción en sus misiones. En los de tres meses de batalla de Okinawa, los japoneses volaron en 1.900 misiones kamikaze, hundiendo a docenas de barcos aliados y matando a más de 5.000 marineros estadounidenses, al precio de 1.465 aviones kamikaze perdidos (otros 2.200 aviones japoneses y 763 aviones de estadounidenses también fueron destruidos, incluso durante la batalla en tierra). Los buques que se perdieron fueron los más pequeños, en particular los destructores de la primera línea de defensa, así como destructores de escolta y buques de desembarco. Si bien los aliados no perdieron ninguno de sus portaaviones, algunos de ellos resultaron severamente dañados. Lanchas motoras con base en tierra también fueron utilizadas en los ataques suicidas de los japoneses. La prolongada duración de la campaña bajo condiciones de estrés forzó al Almirante Chester W. Nimitz a dar un paso sin precedentes, se relevo a los principales comandantes navales para que pudieran descansar y recuperarse. La flota cambio su denominación con el relevo de los comandantes navales, había comenzado la campaña como 5ª Flota, comandada por el Almirante Raymond Spruance, y la finalizo como 3ª Flota comandada por el Almirante William F. Halsey.

Más de 2000 aviones esperaban, en los campos japoneses, la batalla de Okinawa. Muchos eran kamikazes. En sus bases de Formosa y Kyu-Shu todo estaba preparado para celebrar el funeral de los pilotos, con el suicida presente, listo para despegar. En las islas Kemara, la Marina tenía preparadas más de 300 lanchas suicidas. Pero los americanos conquistaron el pequeño archipiélago, a sólo 14 millas de Okinawa, y allí se instaló la artillería de Nimitz, en lugar de los barquitos japoneses cargados de explosivos. Los americanos prepararon 280.000 hombres entre marines y soldados, 1.700 aviones de la Marina, además de los situados en aeródromos de las islas, y 1.682 buques.

Una semana antes de desembarcar, los portaaviones de Mitscher atacaron Japón para anular su aviación en lo posible. Muchos aparatos fueron abatidos o destruidos en tierra, pero los kamikazes alcanzaron al Wasp, al Yorktown y al Franklin y los averiaron seriamente. También los B-29 dejaron de martirizar temporalmente a la población civil de las ciudades, para atacar las bases aéreas.

Para disponer de una mejor plataforma de ataque y un abrigo seguro para los buques en caso de tempestad, el mando norteamericano tomó previamente los islotes de Kerama. Tal decisión resultó providencial, pues en las abundantes y amplias cuevas semiinundadas por el mar que tienen tales islotes hallaron los norteamericanos medio millar de torpedos suicidas, ingenios propulsados por potentes y silenciosos motores que, con un piloto suicida a bordo, deberían lanzarse contra los buques norteamericanos durante la noche. Su carga explosiva, de más de una tonelada, hubiera sido fatal para los buques de transporte y los portaaviones de escolta.

Pero, mientras en tierra no estallaba la tormenta, el mar y el cielo de Okinawa eran el infierno: los kamikazes se empleaban en un desesperado intento. Ya el día 1, la flota había temblado ante su visita, que voló dos buques. Dos días después, alrededor de Kerama había un cementerio marino. Desde el día 6, los suicidas desencadenaron el crisantemo flotante (Kikusui), es decir, el ataque kamikaze masivo.

En el primer Kikusui intervinieron casi 700 aparatos, de los que la mitad eran kamikazes. Tres destructores y dos transportes de municiones americanos se fueron con ellos al fondo. El día 7 de abril continuó el ataque, sufriendo cuantiosos daños y muchas bajas el acorazado Maryland y el portaaviones Hancock.

Operación Ten-Go

Esta Operación también se le conocio como Ten-ichi-go (Operación Cielo Uno) fue la última operación naval japonesa en la Guerra del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. El acorazado Yamato, estaba comandado por el Almirante Seiichi Ito, junto con otros nueve buques de guerra japoneses, recibieron la orden de realizar un ataque suicida contra los aliados.

El Yamato partió el 1 de abril de la base de Kure, acompañado por un crucero ligero y ocho destructores. El gigante llevaba a bordo tres almirantes y su dotación completa, de 2767 hombres. Su misión era distraer la atención norteamericana para facilitar el ataque masivo de los kamikazes. Y, como ellos, el Yamato también marchaba hacia la muerte: su carburante, a falta de petróleo, era aceite de soja y sólo disponía de combustible para el viaje de ida.

Detectada esta flota por un submarino norteamericano, Mitscher lanzó contra ella 386 bombarderos, que iniciaron su ataque a mediodía del 7 de abril. La flota japonesa se defendió con valor y destreza, pero su artillería antiaérea estaba demasiado anticuada para frenar a los norteamericanos.

Los pilotos de los torpederos estadounidenses habían sido instruidos para atacar de forma eficaz, golpeando preferentemente la proa o la popa, donde el blindaje se creía que era más delgado. Además del Yamato, el crucero ligero Yahagi, y cuatro de los ocho destructores también fueron hundidos. En total, la Armada Imperial Japonesa perdió unos 3.700 marineros, incluyendo al almirante Ito, a un precio de sólo diez aviones de EE.UU. y 12 aviadores.

Dos horas después de iniciado el ataque, se hundió el Yamato, al que de nada sirvieron sus gigantescos cañones de 460 mm., arrastrando al fondo del mar 2498 vidas. Bombas y torpedos terminaron también con el crucero ligero y cinco destructores. En aquella absurda misión perecieron 3665 marinos, a cambio de 10 aviones y 12 aviadores norteamericanos.

El almirantazgo decidió sacrificar al Yamato. Evidentemente, cuando todo estaba siendo calcinado, no podía quedar intacto e inoperante aquel inmenso navío que durante toda la guerra fue el buque insignia de la Flota Combinada.

Batalla Terrestre

Composición de las fuerzas

Las fuerzas terrestres de EE.UU. que participan incluían al X Ejercito, comandado por el Teniente General Simón Bolívar Buckner, que resultaría muerto en combate. El X Ejercito, estaba compuesto por dos cuerpos: el III Cuerpo Anfibio comandado por el Mayor General Roy Geiger, que se componía de la 1ª y 6ª División de Marines y del XXIV Cuerpo bajo el mando del Mayor General John R. Hodge, que se componía de la 7ª y 96ª Divisiónes de Infantería. La 2ª División de Marines en un principio se mantendría en reserva. La 27ª y 77ª Divisiones de Infantería del Ejército de los EE.UU. también estaban integradas en el X Ejército. En total, el X Ejército contaba con más de 180.000 hombres: 102.000 del Ejército y 81.000 del Cuerpo de Marines. Otras fuentes hablan que las tropas dispuestas para la acción eran tres divisiones del Cuerpo de Marines y tres de infantería del Ejército, que totalizaban 172.000 combatientes y 115.000 destinados a diversos servicios.

Frente a este inmenso despliegue de hombres y medios, el plan de combate japonés era sencillamente el suicidio. Las posiciones terrestres estaban en el interior. Al sur de la isla, donde había menos bosque, estaban las pistas de aterrizaje y el terreno era ideal para las fortificaciones.

Un ejército de 100.000 hombres (Ushijima) esperaba el desembarco, enterrado en sus cuevas, bien provisto de artillería y con intención de perecer en sus refugios o acribillado en los ataques banzai hechos a ciegas contra los bárbaros blancos.

Otras fuentes estiman que la fuerza japonesa defensiva se componía de unos 67.000 efectivos, otros citan 77.000, pertenecientes al 32ª Ejercito y unos 9.000 efectivos de la Armada Imperial Japonesa que se encontraban en la Base Naval de Oroku (sólo unos pocos cientos de los cuales habían sido entrenados y equipados para combate terrestre), apoyado por 39.000 habitantes de las Islas Ryūkyū (incluidos 24.000 reclutados apresuradamente para la milicia llamada Boeitai y 15.000 trabajadores no uniformados). Además de, 1.500 alumnos de escuelas secundarias organizados en primera línea del frente como Unidades de Voluntarios Hierro Sangre, mientras que 600 alumnas Himeyuri se organizaron en una unidad de enfermería.

La batalla

El 32º Ejército inicialmente consistía en la 9ª, 24ª y 62ª Divisiones, y la 44ª Brigada Mixta Independiente. La 9ª División se trasladó a Taiwán antes de la invasión, dando lugar a un cambio en los planes defensivos japoneses. La resistencia primaria debería de ser en el sur, comandada por el Teniente General Mitsuru Ushijima, su Jefe de Estado Mayor, el Teniente General Isamu Chō y su jefe de operaciones, Coronel Hiromichi Yahara. Yahara abogó por una estrategia defensiva, y Chō por una ofensiva. En el norte, el Coronel Udo Takehido estaba al mando. Las tropas de la Armada fueron lideradas por el Contralmirante Minoru Ota. Se esperaba que los americanos desembarcaran de seis a diez divisiones para enfrentarse a las tres divisiones. El Estado Mayor Japonés calculaba que la calidad superior y el mayor número de armas daría, a cada división estadounidense, de cinco o seis veces la potencia de fuego de una división japonesa.

Los primeros desembarcos se produjeron el 26 de marzo de 1945, tropas de la 77ª División de Infantería desembarcaron en las islas Kerama a unos 32 km al suroeste de las playas principales de Okinawa. Tras cinco días de combates la isla fue declarada segura. El 31 de marzo marines del Batallón de Reconocimiento y soldados de la 77ª División desembarcaron sin oposición en Keise Shima, a sólo 16 km al oeste de la capital de Okinawa, Naha, la isla sería utilizada como base principal de la artillería pesada.

Operaciones terrestres

Composición de las fuerzas

Las fuerzas terrestres de EE.UU. que participan incluían al X Ejercito, comandado por el Teniente General Simón Bolívar Buckner, que resultaría muerto en combate. El X Ejercito, estaba compuesto por dos cuerpos: el III Cuerpo Anfibio comandado por el Mayor General Roy Geiger, que se componía de la 1ª y 6ª División de Marines y del XXIV Cuerpo bajo el mando del Mayor General John R. Hodge, que se componía de la 7ª y 96ª Divisiónes de Infantería. La 2ª División de Marines en un principio se mantendría en reserva. La 27ª y 77ª Divisiones de Infantería del Ejército de los EE.UU. también estaban integradas en el X Ejército. En total, el X Ejército contaba con más de 180.000 hombres: 102.000 del Ejército y 81.000 del Cuerpo de Marines. Otras fuentes hablan que las tropas dispuestas para la acción eran tres divisiones del Cuerpo de Marines y tres de infantería del Ejército, que totalizaban 172.000 combatientes y 115.000 destinados a diversos servicios.

Frente a este inmenso despliegue de hombres y medios, el plan de combate japonés era sencillamente el suicidio. Las posiciones terrestres estaban en el interior. Al sur de la isla, donde había menos bosque, estaban las pistas de aterrizaje y el terreno era ideal para las fortificaciones.

Un ejército de 100.000 hombres (Ushijima) esperaba el desembarco, enterrado en sus cuevas, bien provisto de artillería y con intención de perecer en sus refugios o acribillado en los ataques banzai hechos a ciegas contra los bárbaros blancos.

Otras fuentes estiman que la fuerza japonesa defensiva se componía de unos 67.000 efectivos, otros citan 77.000, pertenecientes al 32ª Ejercito y unos 9.000 efectivos de la Armada Imperial Japonesa que se encontraban en la Base Naval de Oroku (sólo unos pocos cientos de los cuales habían sido entrenados y equipados para combate terrestre), apoyado por 39.000 habitantes de las Islas Ryūkyū (incluidos 24.000 reclutados apresuradamente para la milicia llamada Boeitai y 15.000 trabajadores no uniformados). Además de, 1.500 alumnos de escuelas secundarias organizados en primera línea del frente como Unidades de Voluntarios Hierro Sangre, mientras que 600 alumnas Himeyuri se organizaron en una unidad de enfermería.

El 32º Ejército inicialmente consistía en la 9ª, 24ª y 62ª Divisiones, y la 44ª Brigada Mixta Independiente. La 9ª División se trasladó a Taiwán antes de la invasión, dando lugar a un cambio en los planes defensivos japoneses. La resistencia primaria debería de ser en el sur, comandada por el Teniente General Mitsuru Ushijima, su Jefe de Estado Mayor, el Teniente General Isamu Chō y su jefe de operaciones, Coronel Hiromichi Yahara. Yahara abogó por una estrategia defensiva, y Chō por una ofensiva. En el norte, el Coronel Udo Takehido estaba al mando. Las tropas de la Armada fueron lideradas por el Contralmirante Minoru Ota. Se esperaba que los americanos desembarcaran de seis a diez divisiones para enfrentarse a las tres divisiones. El Estado Mayor Japonés calculaba que la calidad superior y el mayor número de armas daría, a cada división estadounidense, de cinco o seis veces la potencia de fuego de una división japonesa.

Desembarco y la batalla en tierra

Por fin llegó el 1 de abril de 1945, que coincidió ese año con el día de Pascua. A las 8:30 de la mañana, la primera andanada de artillería naval estremeció los 1.176 kilómetros cuadrados de la isla (cuya longitud máxima es de 107 kilómetros y la anchura de unos 12). Durante las tres horas siguientes, buques y aviones batieron con furia la zona de desembarco y las posiciones reales o supuestas de los japoneses.

A mediodía, las lanchas de desembarco navegaron hacia la costa oeste, vararon y echaron sus rampas. Los soldados chapotearon hacia la playa, aplastados por el peso del equipo y por la angustia. Nada ocurrió. Sin embargo, allí no había ni un japonés.

Por la tarde, 60.000 hombres estaban en tierra sin escuchar un tiro. Dos días después, los desembarcados habían cruzado la isla sin encontrar al enemigo. Pero el 4 de abril llegaron a la línea Naha-Yanaburú, junto al castillo de Shuri, el monumento más viejo de Japón. Erigido en el siglo XVI, sobre una construcción más antigua de madera, tenía 18 kilómetros de perímetro y muros de 6 metros de espesor.

En seguida, toda la operación se convirtió en una repetición de Iwo Jima. De nuevo, las tropas de asalto encontraron pocos obstáculos en las playas, pero tuvieron que pelear furiosamente en el interior de la isla, donde los japoneses se habían atrincherado. Allí, la resistencia nipona fue fanáticamente llevada hasta la muerte. Una y otra vez se repetían los combates cuerpo a cuerpo y los ataques suicidas de los soldados imperiales. Ni se pidió, ni se concedió la menor compasión.

Los primeros estadounidenses en tierra fueron los soldados de la 77ª División de Infantería, que desembarcaron en las Islas Kerama, a 24 kilómetros al oeste de Okinawa, el 26 de marzo de 1945. Apoyados por más tropas, que fueron llegando en sucesivos desembarcos, Kerama fue asegurada en cinco días. En estas operaciones preliminares, la 77ª División de Infantería sufrió 27 muertos y 81 heridos, mientras que los japoneses muertos y capturados fueron más de 650. Esta operación buscaba un área protegida para la flota y eliminar la amenaza de barcas suicidas. El 31 de marzo, marines del Batallón de Reconocimiento, desembarcaron sin oposición en Keise Shima, cuatro islotes a sólo 13 kilómetros al oeste de la capital de Okinawa, Naha. Se desembarcaron cañones de 155mm Long Tom para cubrir las operaciones en la isla.

Norte de Okinawa

En la zona norte, el desembarco fue realizado por XXIV Cuerpo y III Cuerpo Anfibio en las playas Hagushi, en la costa oeste de Okinawa el 1 de abril de 1945. A las 08:30 horas 4 divisiones estadounidenses, la 7ª y 96ª de Infantería y la 1ª y 6ª de Marines, comenzaron el desembarco, en apenas una hora y sin oposición 16.000 hombres ya habían llegado a tierra. Al caer la noche la cifra alcanzó los 60.000. La 2ª División de Marines realizó una distracción frente a las playas de Minatoga en la costa sureste para confundir a los japoneses sobre las intenciones estadounidenses y evitar que los defensores se movieran de allí. El X Ejército se extendió por todo el centro-sur de la isla con relativa facilidad, capturando las bases aéreas de Kadena y Yomitan. A la luz de la débil oposición, el general Buckner decidió proceder inmediatamente con la segunda fase de su plan, la toma del norte de Okinawa. La 6ª División de Marines encabezó el ataque en el istmo de Ishikawa. El terreno era montañoso y boscoso, con las defensas japonesas concentradas en Yae-Take, una masa retorcida de crestas rocosas y barrancos en la península de Motobu. Hubo fuertes enfrentamientos antes de que despejaran la península el 18 de abril. Los marines de la 6ª División recorrieron 135 km, apoderándose de 1129 km². Las bajas japonesas fueron más de 2500 muertos y 46 prisioneros, las bajas de los marines fueron 236 muertos, 1061 heridos y 7 desaparecidos. Mientras tanto, la 77ª División de Infantería ataco Shima, una pequeña isla en el extremo occidental de la península, el 16 de abril. Además de los riesgos convencionales, la 77ª División de Infantería encontró kamikazes, e incluso a las mujeres japonesas armadas con lanzas. Hubo fuertes enfrentamientos antes de que Shima fuera declarada asegurada el 21 de abril y se convirtió en otra base aérea para las operaciones de bombardeo aéreo contra Japón.

Sur de Okinawa

Mapa de la batalla de la playa Sugar Loaf Hill

En la parte sur, mientras los marines despejaban el norte de Okinawa, el XXIV Cuerpo avanzaba hacia el sur a través de la estrecha isla de Okinawa. La 7ª y 96ª División de Infantería encontraron fuerte resistencia por parte de las tropas japonesas en cuevas bien fortificadas en lo alto del terreno y entablaron un desesperado combate cuerpo a cuerpo en el centro-oeste de Okinawa a lo largo de Cactus Ridge, a unos 8 km al noroeste de Shuri. En la noche del 8 de abril el XXIV Cuerpo había despejado estas posiciones fortificadas. Los estadounidenses sufrieron más de 1.500 bajas en el proceso, mientras unos 4500 japoneses murieron o fueron capturados, sin embargo, la batalla no había hecho más que comenzar, ya que se dieron cuenta de que no eran más que puestos de protección avanzada de la línea Shuri. El 7 de abril la cima de la montaña ya estaba en manos de los estadounidenses, aunque se proseguirían los enfrentamientos hasta mediados de abril.

El siguiente objetivo de los aliados, era Kakazu Ridge, dos colinas que formaban parte de las defensas exteriores de Shuri. Los japoneses habían preparado bien sus posiciones. Los soldados japoneses se escondieron en cuevas fortificadas ocultas, armados con ametralladoras y explosivos. Las fuerzas estadounidenses sufrían muchísimas bajas antes de despejar cada cueva. Los japoneses enviaron, a punta de pistola, a los habitantes a la búsqueda de suministros y agua para ellos, lo que produjo numerosas bajas entre la población civil.

Con el asalto estadounidense contra Kakazu Ridge estancado, el general Ushijima, influenciado por el general Cho, decidió pasar a la ofensiva. En la tarde del 12 de abril, el 32º Ejército atacó posiciones estadounidenses en todo el frente. El ataque japonés era sostenido y estaba bien organizado. Cho envió a seis batallones, su plan era atravesar las defensas estadounidenses y alcanzar su retaguardia hasta llegar a unos 6 km del aeródromo de Kadena. Después de un feroz combate cuerpo a cuerpo los atacantes se retiraron, sólo para repetir su ofensiva la noche siguiente. Se produjo un asalto final el 14 de abril que fue de nuevo rechazado. Todo el esfuerzo del personal del 32º Ejército les llevó a la conclusión de que los americanos eran vulnerables a las infiltraciones nocturnas, pero su superior potencia de fuego respecto a las tropas japonesas hizo que ninguno de esos contraataques resultaran efectivos, lo que obligo a los japoneses a volver a una estrategia defensiva.

La 27ª División de Infantería, que había desembarcado el 9 de abril, se hizo cargo del flanco derecho, a lo largo de la costa oeste de Okinawa. El General Hodge ahora tenía tres divisiones en la línea del frente, la 96ª en el centro y el 7ª en el este, con cada división ocupando un frente de tan sólo 2,4 km. Hodge lanzó una nueva ofensiva del 19 de abril con una barrera de fuego de más de 324 piezas de artillería, la más grande en el Teatro de Operaciones del Pacífico. Acorazados, cruceros y destructores realizaron el bombardeo, que fue seguido por 650 aviones de la Armada y de los Marines.

Se atacaron las posiciones enemigas con Napalm, cohetes, bombas y ametralladoras. Las defensas japonesas estaban ubicadas al otro lado de la ladera, por lo que la barrera de artillería y los ataques aéreos no resultaron muy eficaces, los defensores japoneses salieron de sus cuevas y atacaron a las fuerzas estadounidenses durante su avance con fuego de mortero y granadas. Los tanques lograron avanzar flanqueando Kakazu Ridge pero, no pudieron conectar con la infantería que intentaba cruzar la cresta, sin este apoyo, fueron destruidos 22 tanques. Aunque tanques lanzallamas despejaron muchas cuevas, no se registró ningún avance significativo y el XXIV Cuerpo sufrió más de 720 bajas entre muertos, heridos o desaparecidos.

Las pérdidas podrían haber sido mayores, de no ser por el hecho de que los japoneses tenían la práctica totalidad de sus reservas de infantería más al sur, donde los marines de la 2ª División volvieron a realizar distracciones frente a las playas de Minatoga, que coincidieron con el ataque.

El 7 de abril la 77ª División de Infantería relevó a la 7ª División, y a finales de abril la 1ª División de Marines relevó a la 27ª División de Infantería. Cuando la 6ª División de Marines llegó, III Cuerpo Anfibio se hizo cargo del flanco derecho y el X Ejército asumió el control de la batalla. El 4 de mayo, el 32ª Ejército japonés lanzó una nueva contraofensiva. Esta vez Ushijima intentó desembarcar tras las líneas americanas. Para el apoyo de su ofensiva, la artillería japonesa salió al exterior. De esta manera fueron capaces de disparar unas 13000 salvas para apoyar el avance, el fuego de la artillería estadounidense destruyó 19 piezas japonesas ese mismo día y 40 más en los siguientes dos días. El ataque fue un completo fracaso.

Tras diez días de intensos combates, el 13 de mayo, las tropas de la 96ª División de Infantería y el 763º Batallón de Tanques capturaron Conical Hill. Una colina 145 m por encima de la llanura costera de Yonabaru, al este de las principales defensas japonesas que estaba defendida por unos 1000 efectivos. Mientras tanto, en la costa opuesta, la 6ª División de Marines combatía por Sugar Loaf Hill. Con la captura de estas dos posiciones claves, los japoneses estarían expuestos a ambos lados del Shuri. Buckner quería envolver Shuri y cerrar en la trampa a la principal fuerza japonesa de defensa.

A finales de mayo, las lluvias producidas por el monzón convirtieron los caminos en zonas pantanosas agravando la situación. El avance en tierra empezó a parecerse a los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Las tropas vivían en campos, empapados por la lluvia y rodeados de basura y en los cementerios. Los cuerpos de los japoneses sin enterrar se hundían en el barro. Cualquier persona que se deslizara por las laderas podría encontrarse fácilmente los bolsillos llenos de gusanos al final del recorrido.

El 29 de mayo, el Mayor General Pedro del Valle, al mando de la 1ª División de Marines, ordenó a la Compañía A, 1er Batallón del 5º Regimiento de Marines capturar el castillo de Shuri. La captura del castillo supondría un duro golpe para los japoneses, tanto estratégico como psicológico y fue un hito en la campaña. Del Valle fue galardonado con la Navy Distinguished Service Medal por su liderazgo en la lucha y la posterior ocupación y reorganización de Okinawa. La zona del Castillo de Shuri había sido bombardeada antes de este avance durante tres días, por el USS Mississippi.

Debido a esto, el 32º Ejército Japonés se retiró hacia el sur y por lo tanto a los marines les resultó más fácil la toma del Castillo Shuri. El castillo, sin embargo, estaba fuera de la zona asignada a la 1ª División de marines y solamente un frenético esfuerzo llevado a cabo por el comandante y el personal de la 77ª División de Infantería impidió un ataque aéreo y el fuego de la artillería estadounidense, que hubiera tenido el resultado de muchas bajas debido a fuego amigo. La retirada japonesa, aunque acosados por fuego de artillería, se llevó a cabo con gran habilidad durante la noche y ayudado por las tormentas. El 32º Ejército fue capaz de mover cerca de 30.000 hombres hacia su última línea de defensa en la Península de Kiyan, que en última instancia condujo a la mayor masacre en Okinawaen las últimas fases de la batalla, incluyendo la muerte de miles de civiles. Además, había 9.000 soldados de la Armada Imperial Japonesa apoyados por 1100 milicianos atrincherados en el recinto fortificado de la Base Naval de Okinawa, en la Península de Oroku.

El 31 de mayo la 77ª División entraba en la ciudad. Estas acciones, no llevarían consigo el final de los combates, a los estadounidenses les costaría más de tres semanas poner fin a toda resistencia organizada. Los japoneses apoyados por fuego de artillería frenaron el avance de los estadounidenses y dieron la oportunidad al resto del 32º Ejército de escapar. Establecerían una nueva línea de defensa en la cordillera-Dake Yaeju. Después de varios días de una lucha encarnizada, los japoneses fueron empujados hacia el extremo sur de la isla.

Ese mismo día, los estadounidenses lanzaron un asalto anfibio en la Península de Oroku con el fin de asegurar su flanco occidental. Después de varios días de una lucha encarnizada, los japoneses fueron empujados hacia el extremo sur de la isla. El 18 de junio, Buckner murió por fuego de artillería enemiga durante el seguimiento de los progresos de sus tropas. Buckner fue sustituido por Roy Geiger. Al asumir el mando, Geiger se convirtió en el único Marine en comandar un Grupo de ejército del Ejército de los Estados Unidos, en combate. Fue relevado del mando cinco días después por el General Joseph Stilwell.

Ushijima y Cho se suicidaron haciéndose el haraquiri, en su cuartel general en la colina 89 en las últimas horas de la batalla. Al Coronel Yahara se le ordeno que tratara de llegar a Japón y presentara un informe al cuartel Imperial Japonés sobre la estrategia empleada en Okinawa. La misión fracasó cuando fue capturado por tropas estadounidenses mientras se hacía pasar por civil, Yahara fue el oficial de mayor rango de los que sobrevivieron a la batalla en la isla.

La isla cayó el 21 de junio de 1945, aunque algunos japoneses siguieron luchando. Los generales Ushijima y Chō se suicidaron haciéndose el Haraquiri en su cuartel general de la colina 89, en las últimas horas de la batalla. Al Coronel Yahara se le ordeno que tratara de llegar a Japón y presentara un informe al cuartel Imperial Japonés sobre la estrategia empleada en Okinawa. La misión fracasó cuando fue capturado por tropas estadounidenses mientras se hacía pasar por civil. Yahara fue el oficial de mayor rango de los que sobrevivieron a la batalla en la isla y más tarde escribió un libro titulado “La Batalla de Okinawa”.

Víctimas

Bajas militares

Las pérdidas de EE.UU. fueron más de 50000 bajas, de los cuales más de 12000 murieron o fueron dados por desaparecidos. Esto hizo que fuera la batalla más sangrienta de las fuerzas de EE.UU. en todo el frente del Pacífico. Una de las víctimas más famosas fue el corresponsal de guerra Ernie Pyle, que murió por heridas de bala en Shima. Las fuerzas de EE.UU. sufrieron a su vez, la más alta tasa de bajas por fatiga de combate durante toda la guerra, con unos 20.000 soldados retirados debido a la crisis nerviosa.

La decisión del General Buckner, de atacar las defensas japonesas, fue muy costosa en vidas estadounidenses, aunque finalmente se cumplió el objetivo. Cuatro días antes finalizar la campaña, el general Buckner murió por causa del fuego enemigo, alguna de la metralla que se encontró en su cuerpo eran astillas de coral, mientras inspeccionaba a sus tropas en la línea del frente. Fue el oficial de EE.UU. de más alto rango muerto en combate durante la guerra. Al día siguiente, un segundo general, el General de Brigada Claudio M. Easley, murió por arma de fuego. En el mar 368 barcos aliados (entre ellos 120 embarcaciones anfibias) fueron dañados, mientras que otros 28, incluyendo 15 buques anfibios y 12 destructores fueron hundidos durante la campaña de Okinawa. Las bajas de la Armada de EE.UU. fueron de 4.907 muertos y 4.874 heridos, principalmente provocado por los ataques kamikaze.

En tierra las fuerzas de EE.UU. perdieron al menos 225 tanques y muchos LVTs, mientras que eliminaron 27 tanques japoneses y 743 piezas de artillería (incluidos los morteros, obuses y cañones antiaéreos), algunos de ellos destruidos por el bombardeo aéreo y naval, pero la mayoría de ellos destruidos por la artillería de las tropas estadounidenses.

Por su parte, los japoneses perdieron 16 barcos, incluyendo el acorazado Yamato. En tierra las fuerzas de EE.UU. perdieron al menos 225 tanques y muchos LVTs (Landing Vehicle Tracked. Vehículos oruga anfibios de transporte) mientras que eliminaron 27 tanques japoneses y 743 piezas de artillería (incluidos los morteros, obuses y cañones antiaéreos), algunos de ellos destruidos por el bombardeo aéreo y naval, pero la mayoría de ellos destruidos por la artillería de las tropas estadounidenses.

Las bajas japonesas fueron de más de 107.000 muertos y se capturaron unos 7.400 combatientes. Algunos de los soldados se suicidaron siguiendo el ritual “seppuku”, o se inmolaron al estallar las granadas de mano que portaban. Se calcula que un número elevado de soldados japoneses pudieron perecer dentro de las cuevas, cuando los estadounidenses las sellaban. Esta fue también la primera batalla de la guerra en la que miles de japoneses se convirtieron en prisioneros de guerra. Muchos de los prisioneros japoneses de Okinawa eran indígenas que no estaban imbuidos en la doctrina del ejército japonés de luchar hasta morir y no rendirse.

Cuando las fuerzas estadounidenses ocuparon la isla, los japoneses cogieron la ropa de los civiles para evitar su captura y los habitantes de Okinawa ayudaron a los estadounidenses al ofrecer una forma sencilla de detectar japoneses en la clandestinidad. El idioma de Okinawa es muy diferente de la lengua japonesa y en presencia de los estadounidenses, los habitantes de Okinawa interrogaban a los prisioneros en el idioma local y los que no lo entendían se consideraron soldados japoneses.

Bajas civiles

En algunas batallas, como en la Batalla de Iwo Jima, no hubo bajas civiles, pero Okinawa tenía una elevada población civil indígena y, según diversas estimaciones, uno de cada diez, o uno de cada tres murió durante labatalla. Las pérdidas civiles en la campaña de Okinawa se estiman entre 42.000 y 150.000 muertos (más de 100.000 según la Prefectura de Okinawa). Las cifras que barajó el Ejército estadounidense fueron de 142.058 víctimas civiles, incluyendo a aquellos que murieron por fuego de artillería, ataques aéreos y en las filas del Ejército Imperial Japonés.

Durante la batalla, los soldados de EE.UU. encontraron que se hacía difícil distinguir a los civiles de los soldados. Se convirtió en rutina para los soldados de EE.UU. disparar contra las casas de Okinawa, como un soldado de infantería escribió: “nos disparaban desde un número pequeño de casas, pero las otras probablemente estaba ocupadas por los civiles y no nos importaba. Fue terrible lo de no distinguir entre el enemigo y las mujeres y los niños. Los americanos siempre hemos tenido gran compasión, especialmente por los niños. Ahora nosotros disparábamos de forma indiscriminada”. En su historia de la guerra, el Museo Conmemorativo de la Paz de la Prefectura de Okinawapresenta a Okinawa como una isla que se vio atrapada en los enfrentamientos entre Estados Unidos y Japón.

Durante la batalla de 1945, el ejército japonés mostró indiferencia a la hora de la defensa y la seguridad deOkinawa, los soldados japoneses utilizaron a civiles como escudos humanos. Militares japoneses confiscaron la comida de los habitantes de Okinawa y ejecutaban a los la escondían, un hecho que conduce a la hambruna entre la población y que obligó a los civiles a salir de sus refugios. También los soldados japoneses mataron a unos 1.000 habitantes de Okinawa que todavía hablaban un dialecto local diferente con el fin de suprimir el espionaje. El museo escribe que muchos fueron destrozados por proyectiles, otros que se encontraban en una situación desesperada fueron conducidos al suicidio, algunos murieron de hambre o sucumbieron a la malaria, mientras que otros fueron víctimas de las tropas japonesas en retirada.

Epílogo. El último infierno de arenas negras.

Durante la batalla no se mostró piedad alguna en ningún bando. Prácticamente todos los norteamericanos capturados por los japoneses fueron inmediatamente ejecutados. Por su parte, los estadounidenses emplearon lanzallamas para sacar de las cuevas al enemigo.

Se habla de violaciones en masa por ambos bandos. Más de 10.000 efectuadas por efectivos norteamericanos. Suicidios masivos de población civil ante el temor promulgado por la propaganda nipona del trato que dispensarían los aliados a los civiles. Una carnicería en toda regla que afectó de manera notable a la población civil.

Las pérdidas en el bando norteamericano durante los tres meses que duró la batalla fueron considerables. 12.500 muertos. Las bajas japonesas sencillamente escandalosas: casi 110.000 soldados y otros 75.000 civiles murieron en los constantes bombardeos o a consecuencia del fuego cruzado. En Okinawa se conoció otra dimensión más de la tragedia de la guerra: cientos de civiles japoneses se quitaron la vida saltando desde los acantilados antes de ser hechos prisioneros y muchos otros, como 85 estudiantes de enfermería que se escondían en una cueva, hoy conocida como la Cueva de las Vírgenes, cayeron abatidos al ser confundidos por soldados japoneses.

Cuando por fin llegaron los norteamericanos hasta el cuartel general japonés, situado en una cueva de Haha, se encontraron con que los 200 soldados y oficiales habían preferido suicidarse antes que ser capturados. Los líderes de las tropas japonesas en la isla, generales Ushijima y Sho, se quitaron la vida el 22 de junio. “Me marcho sin remordimientos, vergüenza ni obligaciones”, decía Sho en su mensaje final.

Los 10.000 supervivientes japonesas formaron unidades de guerrilla compuestas por 200 hombres cada una, que compartían su escaso equipo militar y provisiones. Pero en la noche del 14 de agosto, los japoneses pudieron contemplar desde sus escondites algo asombroso: los fuegos artificiales que lanzados desde la flota aliada representaban las letras de la palabra “victory”, marcando el final de la guerra. Al principio se negaron a creerlo, pero poco a poco fueron saliendo de sus escondites en los días siguientes. Estaban demacrados y agotados. Eran 7.400 hombres dispuestos a soportar, como dijo su emperador, lo insoportable: la derrota.

El historiador Victor Davis Hanson, señala en su libro “Ripples of Battle”:

"... porque la defensa de Okinawa por parte de los japoneses, incluyendo a los propios nativos, fue feroz y porque las bajas estadounidenses eran elevadas, muchos estrategas estadounidenses buscaron una alternativa para lograr la rendición de los japoneses, que no fuera una invasión directa. Una de las alternativas era el lanzamiento de las bombas atómicas, se trabajo admirablemente para convencer a los japoneses a pedir la paz. Irónicamente, los estadounidenses estaban convencidos de que los bombardeos de las principales ciudades japonesas (que habían estado sucediendo meses antes de la invasión de Okinawa) eran mucho más eficaces a la hora de causar bajas en la población civil que las bombas atómicas y si continuaban y ampliaban los bombardeos, los japoneses se habrían rendido probablemente de todos modos. Sin embargo, las bombas fueron una potente exhibición simbólica del poder estadounidense, lo que llevo a cabo la capitulación de los japoneses, obviando la necesidad de una invasión".

En 1945, Winston Churchill calificó la batalla como una de las más intensas y famosas de la historia militar. Quizá esta batalla fue el motivo final que llevó al presidente Truman a tomar la decisión de ordenar el uso de la bomba atómica.

En 1995, el gobierno de Okinawa erigió un monumento llamado Cornerstone of Peace en Mabuni, en el lugar de los últimos combates, al sureste de Okinawa. El monumento muestra todos los nombres conocidos de los que murieron en la batalla, tanto de civiles, como de militares, japoneses y aliados. En junio de 2008 había inscritos 240.734 nombres que habían perecido en el último infierno de arenas negras.

Controversia

Hay discrepancias importantes, en curso entre el gobierno local de Okinawa y el gobierno nacional de Japón sobre el papel de los militares japoneses en los suicidios en masa de civiles durante la batalla. En marzo de 2007, las autoridades nacionales del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón (MEXT) recomendó a los editores de libros de texto a expresar en otras palabras, las órdenes dadas por el Ejército Imperial Japonés en las que forzaba a los civiles a quitarse la vida para no ser hechos prisioneros por los militares estadounidenses. El MEXT proponía que se dijera, que los civiles solo recibieron granadas de mano de los militares japoneses. Este hecho provocó protestas generalizadas entre los habitantes de Okinawa. En junio de 2007, La Okinawa Prefectoral Assembly aprobó una resolución declarando, «Hacemos un firme llamamiento al gobierno (nacional) a retractarse de la instrucción y que restablezca de inmediato la designación en los libros de texto así que la verdad de la Batalla de Okinawa será transmitida correctamente y otra trágica guerra nunca vuelva a suceder»'

El 29 de septiembre de 2007, alrededor de 110.000 personas realizaron el mayor acto político en la historia de Okinawa para exigir al MEXT que se retractase en pedirle a los editores de libros de texto la revisión de las declaraciones sobre los suicidios de los civiles. La resolución declaró: «Es un hecho innegable que el suicidio múltiple no habría ocurrido sin la participación de los militares japoneses y cualquier supresión o revisión es una negación y una distorsión de los muchos testimonios de las personas que sobrevivieron a los incidentes.»

El 26 de diciembre de 2007, el MEXT admitió parcialmente el papel de los militares japoneses en los suicidios en masa de los civiles. El Consejo de autorización de libros de texto permitió a los editores restablecer la referencia, «que la población se vio obligada por el ejército japonés a suicidarse en masa. Se puede decir que desde el punto de vista de los residentes de Okinawa, estos se vieron obligados a los suicidios en masa», declaró el informe del Consejo. Esto no fue suficiente para los sobrevivientes, que dijeron que es importante para los niños de hoy saber lo que realmente sucedió.

El escritor Kenzaburo Oe ganador del Premio Nobel, escribió un libro en el que precisa que la orden de los suicidios en masa fue dada por los militares durante la batalla. Fue demandado por los revisionistas, entre ellos un comandante japonés que participó en la Segunda Guerra Mundial, y que quería impedir la publicación del libro. En una audiencia judicial el 9 de noviembre de 2007, Oe testificó: «Los suicidios en masa, a los que fueron obligados los habitantes de Okinawa, son el resultado de una jerarquía social y estructural japonesa que funcionaba en el Estado japonés, las fuerzas armadas y las guarniciones locales». El 28 de marzo de 2008, la Corte de la Prefectura de Osaka falló a favor de Oe diciendo: «Se puede decir que los militares estaban profundamente implicados en los suicidios en masa.» El tribunal reconoció la participación del ejército en los suicidios en masa y el asesinato-suicidio, citando el testimonio acerca de la distribución de granadas, a los civiles para que se suicidaran, por parte de soldados y el hecho de que los suicidios en masa no se registraron en las islas donde los militares no estaban estacionados

Conmemoración de la batalla de Okinawa

Cada 23 de junio la población de Okinawa realiza un acto de recordación a los miles de muertos en la Segunda Guerra Mundial, de esa manera recuerda el dolor de las muertes, que durará toda la vida. Muchos son los activistas que crítican a las instalaciones militares de Estados Unidos en todo el territorio de Okinawa. En los enfrentamientos de 1945 se estima murieron más de 200 mil personas, sobre todo civiles, además de combatientes de los dos bandos. Posteriormente, fuerzas de Estados Unidos mantuvieron la ocupación de la región hasta 1972, cuando reintegraron la administración a Tokío.

Okinawa, con una extensión de mil 200 kilómetros cuadrados y más de un millón de habitantes, posee dos tercios de las bases militares de Estados Unidos en Japón, incluidas armas nucleares, de acuerdo con diversas denuncias.

De igual forma, un amplio movimiento de masas exige el retiro de esas tropas, cuestionadas por su comportamiento y la continúa depredación del medio ambiente, además de escándalos de abusos y acciones violentas contra civiles.

Filmografía sobre el hecho

  • "La Batalla de Okinawa", de Kihachi Okamoto (1971);
  • "The Pacific" (2010), episodio IX (Serie de TV)

Bibliografía

  • La II Guerra Mundial en Imágenes, de David Boyle
  • Okinawa: La última batalla, de Bill Sloan
  • Enciclopedia de la II Guerra Mundial, Editorial Codex
  • Diario de un marine, de Eugene.B. Sledge

Fuentes