Batalla naval de Cabo Machichaco

Batalla naval de Cabo Machichaco
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Parte de Guerra Civil Española
Batalla naval de Cabo Machichaco.jpg
Representación del enfrentamiento entre el Canarias y el pesquero Navarra.
Fecha 5 de marzo de 1937
Lugar Cabo Machichaco, Vizcaya
Resultado Derrota republicana.
Beligerantes
Bandera de España España Bandera de la Segunda República Española.pngRepública Española
Comandantes
Salvador Moreno Fernández Alejo Bilbao
Manuel Galdós
Francisco Elortegi
Enrique Moreno
Fuerzas en combate
Bando Nacional:
1 crucero pesado
Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi:
3 bous
Bajas
1 muerto
1 herido
35 muertos
12 heridos

Batalla naval de Cabo Machichaco. Contienda naval realizada cerca del cabo Machichaco en Bermeo, Vizcaya, en ella se enfrentaron varias naves de la flota de guerra vasca, compuesta por bous o bacaladeros artillados, contra el poderoso crucero nacional Canarias.

Resumen de los Hechos

En ese mismo año, una nave correo de la marina llamada Galdames, salía de Bayona, Francia con cartas y civiles embarcados, entre ellos el delegado católico del gobierno catálán en Euskadi, rumbo a Bilbao. El Galdames fue escoltado por 3 bous vascos y una patrullera:

  • El Bizkaia
  • El Gipuzkoa
  • El Nabarra
  • El Donostia (patrullera)

Estas naves eran antiguos barcos pesqueros de poco tonelaje artillados con cañones ligeros a proa y popa. Su tripulación eran mayoritariamente pescadores vascos enrolados como voluntarios, de pueblos como Bermeo, Lekeitio, Getaria, Guecho, Portugalete, etc...

La batalla

Durante la travesía, la mar gruesa y la niebla de aquella noche quiso que el convoy se dispersara algo, adelantándose los bous Bizkaia y Gipuzkoa el resto de naves. Momentos después estas naves localizan el imponente crucero enemigo Canarias, el cual por aquel entonces bloqueaba con poco exíto la costa vasca, desde su puerto de Pasajes, en Guipuzkoa ya ocupado por las fuerzas nacionales, y que en esos instantes custodiaba una nave mercante de gran tonelaje con bandera estonia cargada de suministros de guerra para el bando nacional.

El bou Bizkaia estaba capitaneado por Alejo Bilbao, mientras que el Gipuzkoa por el jóven Manuel Galdós, ambos curtidos como capitanes en la marina mercante, y que tras esta batalla alcanzarían el rango de héroes entre sus compatriotas.

La estratagema de ambas naves fue dispersarse y tratar de atraer al crucero al alcance las baterías costeras vizcaínas, con cañones de calibre mucho más grueso que los de sus naves, que sólo eran de 52 mm en proa y de 47 mm en popa. El crucero Canarias sin embargo, mucho más grande y acorazado, poseía multitud de cañones de gran calibre y de mucho mayor alcance, junto a varias ametralladoras y una numerosa tripulación experimentada.

Ataque del Canarias

En un primer momento el Canarias cañoneó al Bizkaia, pero este ya enfilaba proa hacia el cercano puerto de Bermeo, abrigado por sus baterías costeras, y tras cogerle distancia, el Canarias desistió de atraparlo tras recibir un cañonazo y marchó contra el Gipuzkoa, que marchaba en la dirección contraria rumbo a Bilbao. El Canarias era más veloz y fue recortándole distancia. Manuel Galdós, tras pedir ayuda por radio, se aprestó en solitario al irremediable combate.

El cañoneo fue intenso y mutuamente a la vista de la gente de la costa. El bou zigzagueaba atacaba constantemente y rehuía al Canarias a la vez que se cañoneaban constantemente. Poco a poco el Gipuzkoa fue siendo destrozado por la artillería enemiga, sufriendo graves daños y bajas entre su reducida tripulación de 50 hombres. Mientras, el otro bou, el Bizkaia, y su capitán Alejo, viendo que el enemigo se marchaba en persecución de la otra nave, dio media vuelta y, en un exitoso golpe de mano, le arrebató el mercante que custodiaba llevándolo a Bermeo y descargando sus ingentes cantidades de material de guerra, del que tan necesitado estaba el ejército de la República.

Contraataque

El Gipuzkoa continuaba su desesperada huida luchando, e incluso de un cañonazo de su única batería utilizable, ya que la otra se encasquillaba siempre, alcanzaron al Canarias sin causarle graves daños. El destructor republicano José Luis Díez, avisado del combate, fue en su ayuda desde Bilbao, pero tras ver que se enfrentaba contra un gran acorazado dio media vuelta y huyó vergonzosamente hacia Francia, donde desertó parte de su tripulación y toda la oficialidad que se pasó al bando nacional. Siguió la persecución del Canarias al Gipuzkoa hacia Bilbao, y el constante cañoneo.

El puesto de mando del Gipuzkoa fue destrozado, su timón alcanzado por la metralla junto al timonel que murió con un boquete en la espalda. El capitán continuó dirigiendo personalmente el barco desde un timón de popa. Poco después el bou alcanzaba las costas bilbaínas ardiendo por sus cuatro costados. El Canarias, tras darse cuenta de la burla a la que habían sido sometidos, fue en busca del mercante robado al que nunca logró dar alcance, pero si se encontró con el resto del convoy extraviado, el bou Navarra y el Donostia que salían de entre la niebla custodiando al barco correo Galdames.

El capitán del Navarra, Enrique Moreno, que se convertiría en un mito y en un héroe de guerra tras la epopeya de su nave, viendo que no había escapatoria posible, se aprestó a la lucha. Se cañonearon durante largo tiempo. El Donostia no pudo intervenir ya que su pequeño cañón no alcanzaba mucha distancia. Poco a poco el Navarra fue siendo destrozado a cañonazos y la cubierta llena de muertos. El cañón de 47 mm de popa fue alcanzado por un proyectil del crucero y destrozado. Desde el otro cañón siguieron disparando y, en uno de los disparos, alcanzaron una batería del Canarias matando a su oficial artillero, única víctima del canarias. Pero no tenían posibilidad alguna de victoria.

Los marineros del Navarra, viendo que no había escapatoria, tomaron la resolución de morir luchando, haciendo oídos sordos a las señales para que se rindieran. Enrique Moreno, capitán del bou, dió orden de abrir las compuertas para anegar la nave y hundirse con ella antes de rendirse. Tras larga lucha, mientras se hundían, algunos marineros recibiéron libertad de escapar en los botes. Se llenaron dos botes con casi todos los supervivientes, excepto el capitán Enrique Moreno, su primer oficial y el cocinero, que gravemente herido y enloquecido amenazaba con un cuchillo de cocina al enemigo desde cubierta mientras les lanzaba improperios en lengua vasca.

El capitán y su oficial se quedaron en la bodega fumando tranquilamente su último cigarro mientras se iban a pique junto a su buque. Preferían morir así antes que fusilados en una cárcel nacional, que era lo que pensaban que ocurriría si se entregaban. Se calcula que durante el combate contra el Navarra, el Canarias realizó unos 300 disparos, alcanzando casi la mitad de ellos al ligero bou de madera. Tras el hundimiento, el patrullero Donostia huyó y logró escapar, mientras el barco correo era apresado y el delegado catalán fusilado tiempo después.

Resultados de la contienda

Los dos botes con los supervivientes del Navarra fueron apresados antes de que alcanzaran la costa. Los cuales recibieron un buen trato en el Canarias. La razón era que su capitán, don Manuel Calderón, veraneaba mucho en Vascongadas (actual País Vasco) y conocía a muchos de los marineros personalmente, incluso uno de ellos había servido para él durante el servicio militar, y otro era amigo de su familia. Además muchos tripulantes del Canarias eran vascos de servicio militar obligatorio, a los que los prisioneros les encomendaron cartas emocionadas para sus familias, ya que esperaban ser fusilados.

Tiempo después la tripulación del Navarra fue encarcelada en San Sebastián y sometida a consejo de guerra, cayéndoles la pena de muerte. Interviniendo don Manuel Calderón el cual había llegado al puesto de ayudante naval de Franco, y tras reiteradas intervenciónes de este en su favor, y a el alo de heroicidad que adquirieron los marineros del Navarra incluso en el bando nacional, fueron literalmente liberados.

Muchas naves militares republicanas del frente norte demostraron una gran incompetencia durante la guerra, como el José Luis Díez, o el Jaime I, cuya tripulación tiempo antes había asesinado a muchos cautivos en un barco prisión; y poseían una marinería de poca fidelidad y muy indisciplinada, sin siquiera lideres claros, ya que se capitaneaban por consejos y comisarios políticos. Por ello, tras Machichaco, el presidente del gobierno vasco Aguirre pidió al gobierno central que se relevara las tripulaciónes de estas naves por marineros y pescadores vascos, cosa que se le concedió, siendo ocupadas varias naves en una operación nocturna por unidades de la ertzaintza, sin provocar ninguna baja. Pero ya era tarde, pronto Bilbao cayó en manos del bando nacional y después le seguiría todo el frente norte.

Véase también

Bibliografía

  • El combate del cabo Machichaco (1937-3-5). BIDASOA, Instituto de Historia Contemporánea. Editora GEU. Bilbao.