Benigno Padilla Hernández


Benigno Padilla
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Comandante mambí
NombreBenigno Padilla Hernández
Nacimiento1860
Santa Cruz de Tenerife, Isla Canarias, Bandera de España España
Fallecimiento19 de diciembre de 1906
San José de las Lajas, Bandera de Cuba Cuba

Benigno Padilla Hernández. Comandante mambí, valeroso, revolucionario e intransigente. Participó junto a Máximo Gómez y Antonio Maceo en el Combate de Moralitos (San José de las Lajas), Cuba.

Síntesis biográfica

Nació en Santa Cruz de Tenerife, Isla Canarias, en 1860. Contaba con 7 años de edad cuando sus padres, José y Petunia, lo trajeron a Cuba. A la hacienda Santo Cristo de Tiqueroa (Cueto), enclavada en San José de las Lajas, con el objetivo de cultivar la tierra.

Los años que precedieron la pubertad de Benigno Padilla fueron dedicados por él a subir lomas, vadear ríos y lagunas y tratar de ser útil para las faenas propias del campesinado criollo. En esta escuela aprendió a considerar el trabajo como la virtud más edificante. Pues, debido a lo imperfecto del plan educacional de la Metrópolis, apenas tuvo lugar y oportunidad el aprendizaje de la lectura y escritura.

De joven contrajo matrimonio con Rita Llanes. De ese amoroso enlace nacieron nueve hijos, entre los cuales figuraban los dos patriotas, Severino y José.

Trayectoria revolucionaria

A los 50 años de edad se incorpora a la lucha por la libertad de Cuba.

Corría el año de 1896 y eran las dos de la madrugada del día 6 de enero cuando 19 hombre, comandados por Padilla, reunidos en la finca Rivero, tomaron la valerosa resolución de alzarse en armas contra los mantenedores de la opresión y la esclavitud.

De Rivero partió aquella cabalgata de héroes. Pasaron por Quivicán y cuando llegaron a las afueras de Bejucal Padilla contaba con 140 hombres y ya lo titulaban: el comandante. Graduación esta que fue ratificada, días después, por el Generalísimo Máximo Gómez.

Frente a las necesidades de la guerra, Padilla comprende que es necesario adquirir provisiones para su escuadrón. Decide entonces tomarla en campo enemigo, por Bejucal. Con la fe que no teme al peligro, pronuncia palabras alentadoras a los que necesariamente tienen que acompañarlo al logro de tan heroica iniciativa.

Después de haber tomado las precauciones necesarias para conseguir el objetivo ansiado, el grupo de patriotas logra penetrar en Bejucal y cuando Padilla cree que el éxito va a coronar tan temeraria empresa, suenan varias descargas de la Guardia Civil atrincherada en los fuertes. Entonces mira a su alrededor para cerciorarse si le han herido a algún hombre y es aquí cuando pasa por la dura prueba de ver a su hijo Severino acribillado por las balas del enemigo. Carga con el hijo amado y como quien lleva en sus brazos un pedazo de su propia carne, resuelve sepultarlo en terrenos que están a la salida de Bejucal la sombra de una ceiba.

Pero aquel triste infortunio no restó coraje al comandante Padilla en su gran empeño de seguir peleando por Cuba. Días después toca en la puerta de su hogar y ya adentro, se dirige a su hijo José, que aun no pasaba de los veinte años y le dice: “Vamos que la patria te necesita”. Y cuando su compañera Rita impaciente por conocer la suerte de su otro hijo, le pregunta Padilla, con la decisión del hombre resuelto a vencer toda flaqueza humana, le contesta: “lo deje peleando por su patria”.

La guerra continúo desangrando a los libertadores. Grandes hechos se produjeron en las campiñas cubanas, el 19 de febrero de 1896, Máximo Gómez y Antonio Maceo están al frente de las armas cubanas librando el Combate de Moralitos (San José de las Lajas). Y allí está el Comandante Padilla, confundido con las fuerzas insurrecta prestando su concurso a la causa de la dignidad humana.

Meses después ataca al fuerte de La Ratonera y no obstante recibir grandes heridas en una de las piernas y resultar muerto su caballo, avanza resuelto y valerosamente con 15 hombre y el fuerte cae en su poder. Otras fortificaciones fueron tomadas por Padilla, gracias a la decisión e intrepidez con que actuaba siempre.

Terminada la contienda que acabó con el dominio de la corona española en Cuba, recibió la orden expresa del coronel José Miguel Valle de proceder a la destrucción de todos los fuertes que en este pueblo habían construido las fuerzas españolas.

Constituida la república y siendo alcalde de San José de las Lajas, el inolvidable José Agustín Montalvo, desempeñó el cargo de jefe de la policía municipal durante el tiempo comprendido entre el año 1903 hasta 1906.

Muerte

Poco tiempo después cayó enfermo en la finca donde había pasado sus días felices. El mal no tuvo remedio y el 19 de diciembre de 1906 falleció. Recibió cristiana sepultura en el antiguo cementerio de la villa lajera.

Fuentes

  • Daniel Martínez Quintanal, historiador del municipio.
  • Maritza Sutil, investigadora Biblioteca Municipal
  • Partido Comunista de Cuba, municipal San José de las Lajas