Benito Quinquela Martín

Benito Quinquela
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Importante pintor, grabador y muralista argentino
NombreBenito Quinquela Martin
Nacimiento1 de marzo de 1890
Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina
Fallecimiento28 de enero de 1977
Buenos Aires, Bandera de Argentina Argentina
NacionalidadBandera de Argentina Argentina
CiudadaníaArgentino
Ocupaciónpintor, grabador y muralista

Benito Quinquela Martin. Fue uno de los más importantes artistas de la plástica argentina del siglo XX pintor, grabador y muralista. Es el pintor del Riachuelo, no solo por ser el primero que desarrolló su labor tratando los temas de la zona, sino por el carácter inconfundible de su obra.

En telas de grandes proporciones reflejó escenas portuarias y de los astilleros, dándoles una fuerte expresión de actividad, de vigor, de aspereza, como muestra de la vida de las primeras décadas del siglo pasado en la zona boquense.

Biografía

Nació el 1 de marzo de 1890 en Buenos Aires, Argentina. Fue abandonado por sus padres y pasó sus primeros seis años de vida en un orfanato hasta que fue adoptado.

Niñez

El 20 de marzo de 1890 fue dejando en la Casa de Expósitos un niño que se suponía había nacido tres semanas antes, es por eso que el día de nacimiento de Benito ha sido consignado como el 1º de marzo. Junto a él había una carta donde decía que su nombre era Benito Juan Martín, y que estaba bautizado.

Casi ocho años después, el 16 de noviembre de 1897 es adoptado por un matrimonio sin hijos formando por un genovés de nombre Manuel Chinchela y una nativa aborigen de Gualeguaychú, llamada Justina Molina. Era una pareja de clase humilde que sólo poseían una carbonería en el porteño barrio de La Boca, pero que lo trataron con afecto como a un verdadero hijo, y él tenía padres propios a quien querer. Por naturaleza Benito era un niño afectuoso y diligente.

Tuvo en su madre adoptiva el apoyo y el cariño que necesitaba, pero en su padre también encontró un modelo de nobleza, fortaleza y dedicación al trabajo. Salía rumbo al puerto de madrugada regresando al medio día y le prodigaba una caricia con sus manos ásperas tiznadas de carbón.

A los siete años Benito comenzó a concurrir a la escuela donde sólo pudo realizar los tres primeros grados, pues debía ayudar en la carbonería. Transportaba en sus hombros las bolsas de carbón que solicitaban los clientes. Por entonces tenía nueve años y la gente en verdad lo trataba con gentileza quizá porque conocían su historia de orfandad que los sensibilizaba hacia su persona.

El puerto de La Boca era el mercado del carbón de leña de la ciudad. Benito casi tenía diecisiete años cuando debutó en aquel rudo trabajo junto a su padre cargando las bolsas de carbón. Aquel día al llegar al hogar notó en el rostro de su padre una expresión de satisfacción, había trabajado mucho y con eficiencia y eso debió agradarle. Ya empezaba a ser un hombre. Pese a su físico poco adecuado para la tarea, pero su empeño y rapidez le hicieron ganar el apodo de "El mosquito".

Estudios artísticos

A los 17 años, se inscribió en una academia para cursar dibujo y pintura, con el maestro italiano Alfredo Lázzari, quien fue su único maestro quien le enseñó los rudimentos del dibujo y la pintura. Tenía una condición particular que Benito apreciaba mucho, era la libertad de expresión que daba a sus alumnos, y eso quedó grabado para siempre en él.

Completó su formación autodidacta a través de lecturas en la biblioteca del Sindicato de Caldereros, y allí descubrió el libro "El Arte" del escultor francés, Auguste Rodín. Allí decía que todo lo que exige demasiado esfuerzo de creación no es arte personal ni verdadero. Ese concepto fue captado inmediatamente por Benito y lo puso en práctica en sus trabajos. La inspiración estaba en su entorno, en su barrio de La Boca, con su puerto, su río, sus paisajes y personajes.

Estancia en la isla Maciel

Su padre no estaba muy de acuerdo con sus aspiraciones de pintor, pero su madre lo alentó, y un día dejó el hogar en busca de otros horizontes. De ese modo llegó a la Isla Maciel, pero antes deambuló pintando y manteniéndose con el trabajo en el puerto como cargador.

En la isla descubrió gente nada confiable, un grupo de ladrones que quisieron enseñarle el oficio. Aquello era una escuela al aire libre donde practicaban cómo robar sin ser descubiertos, hasta lo tomaban a él como ejemplo aunque después le devolvían lo sustraído sin que él se diera cuenta cómo lo hacían.

El les contó su historia y también advirtió que allí había también guitarreros, payadores, y poetas. Todos eran ladrones de la isla Maciel. Después alguien le recomendó que buscara un trabajo en el gobierno y consiguió un puesto de ordenanza en la Aduana, pero él no estaba dispuesto a pasar demasiado tiempo cebando mate y limpiando. Prefería volver a su casa o la isla. De modo que decidió regresar a la carbonería.

Más adelante tuvo que castellanizar su apellido porque traía confusión al firmar sus pinturas, por eso quedó como Quinquela.

Muerte

Benito Quinquela Martín, fue el pintor del Riachuelo por excelencia, y el más popular de los pintores argentinos. Su obra figura en los mejores museos de arte de Europa y América y ha sido uno de los fundadores de la pintura con motivos de nuestra ciudad. Falleció en Buenos Aires el 28 de enero de 1977.

Exposiciones y otros trabajos

Comenzó con sus exposiciones de arte en 1918 y en 1920 obtuvo el Segundo Premio del Salón Nacional.

Fue elegido para que decorara la escuela-museo Pedro de Mendoza en el barrio de La Boca, y asumió distintos encargos para el Ministerio de Obras Públicas, como la decoración de un mural del ferrocarril suburbano de Buenos Aires. Durante su carrera realizó exposiciones en Río de Janeiro, Madrid, París, Nueva York y La Habana.

Estuvo, como pocos, ligado profundamente a su ambiente, a la vida cotidiana de donde era. Pintó el trabajo del hombre común de su época, las calles del hombre común, los cielos de esos hombres y construyó, con un lenguaje sin hipocresías pero cargado de metáforas, día a día, una obra que lo convirtió en un artista fenomenal.

En esta Argentina descolorida y sin trabajo, sus obras resultan un canto al trabajo, resuelto con un lenguaje de lectura clara y a través de un uso prodigioso del color. Ese mismo color que finalmente desbordó el marco necesariamente limitado de sus obras y se volcó sobre todo el barrio de La Boca.

El gris de la niebla y el negro del humo y del carbón que hasta entonces dominaban cromáticamente a La Boca fueron desalojados del barrio por la brillante inspiración de Quinquela, quien terminó movilizando a todo el barrio en su cruzada por el color.

Sus pinturas de escenas portuarias reflejan una fuerte expresión de actividad, de vigor y de aspereza como muestra de la vida en la zona de La Boca. También pintó numerosos murales y cerámicas de grandes dimensiones en edificios públicos, oficiales y en instituciones privadas. En 1938 inauguró el Museo de Bellas Artes de La Boca en el mismo edificio donde tenía su taller y su vivienda.

Obras destacadas

Entre sus obras se destacan: Tormenta en el Astillero (Museo de Luxemburgo, París), Puente de la Boca (Palacio Saint James, Londres) y Crepúsculo en el astillero (Museo de Bellas Artes Pedro de Mendoza).

Además otros cuadros suyos son Paisaje de La Boca, Puente Barracas, Jornada de trabajo, Amanecer, Cementerio de barcos, Mañana gris entre otros. Quinquela Martín se convirtió en filántropo, donando al barrio y a la ciudad una serie de obras.

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Fuentes