Beocia


Beocia
Información sobre la plantilla

Beocia.jpeg
Gentilicio Beocios
Idiomas regionales
Dialecto beocio.

Beocia: era una región ( de la Antigua Grecia) de agricultores ubicada al noroeste del Ática.

Situación geográfica

El territorio ocupado por la antigua Beocia actualmente forma parte de los departamentos griegos (nomos) de Ática y Beocia. El beocio era un pueblo eolio que procedía de Tesalia. Beocia tenía muchas tierras adecuadas para el cultivo de cosechas y para pastizales, también poseía variados metales. Los beocios eran conocidos por su música, poesía, innovaciones políticas y habilidades militares.

Extensión

Beocia surgió como un destacado Estado griego hacia el 600 a.C., cuando su capital Tebas formó con éxito la Liga de Beocia, una confederación de 14 ciudades-estado, entre las que se incluían también Orcómeno y Tespias.

Límites

Régimen económico—social

En Beocia no hubo revueltas sociales, tan características de las ciudades griegas desarrolladas de los siglos VII—VI a. C. La causa, desde luego, no fue «la estupidez de los cerdos beocios», como decían despectivamente sus vecinos, los atenienses, sino las características particulares del desarrollo económico de la región. En la fértil Beocia, incluso en la época en la que la producción de la mayor parte del mundo griego ha sufrido grandes cambios, la economía siguió siendo fundamentalmente agraria, con predominio de los cultivos gramíneos. En Beocia, un agricultor que poseyera aunque fuera una pequeña parcela, con una forma relativamente intensiva de efectuar su labor, podía subsistir. También estaba desarrollada en Beocia la ganadería,especialmente la cría de caballos.

Sobre el lago Copais y en el litoral marítimo estaba desarrollada bastante considerablemente la pesca. Puesto que la producción artesanal estaba escasamente desarrollada, sólo los excedentes agrícolas estaban comercializados.

Pero cierto que también en Beocia repercutieron gravemente sobre la economía de los campesinos la estratificación en el interior de la comunidad y el crecimiento de la desigualdad de recursos y bienes. Para la conservación de las parcelas de los campesinos, las legislaciones antiguas prevenían y anticipaban medidas extraordinarias. Como informa Aristóteles, un legislador tebano de comienzos del siglo VII, Filolao, había establecido que si en una familia nacían más hijos que cantidad de tierra tenía la misma a su disposición, el padre estaba obligado, bajo amenaza de pena de muerte, a no educar él mismo a la criatura, sino a entregarla a otros, al que diera por ella una paga, por pequeña que fuese; esta paga simbólica era un resabio de la venta (para la esclavitud) que otrora existiera.

Se conoce por Tucídides, que anteriormente a las guerras greco—persas, el poder en las ciudades beocias se hallaba en manos de un pequeño grupo de aristócratas pertenecientes a cinco estirpes: los antepasados de cuatro de ellas se llamaban Espartos (literalmente, «sembrados»), porque, de acuerdo con la tradición referente al mitológico fundador de Tebas, el héroe semidiós Cadmo, aquellos crecieron de los dientes de un dragón sembrados por Cadmo; el antepasado de la quinta estirpe era considerado pariente por afinidad con los Espartos.

A consecuencia del desarrollo gradual, aun cuando tardío, del intercambio de productos, en el Estado beocio comenzaron a adquirir valor y significación los hombres adinerados aun cuando no pertenecieran a la aristocracia de abolengo. Además, al lado de los aristócratas terratenientes aparecieron también campesinos acaudalados, que habían pasado por una severa escuela de la vida y habían sabido enriquecerse merced a la manera más intensiva de conducir sus haciendas.

El desarrollo del comercio marítimo, característico para toda la Grecia de los siglos viii—vii a. C., no pudo dejar de ejercer cierto efecto sobre el poeta beocio Hesíodo, cuyo poema : "los trabajos y los días" se puede datar entre los siglos VIII—VII a. C., condena la ocupación en el comercio marítimo, cuyo entusiasmo, dice, se había apoderado de todos. No obstante, aconseja sobre las condiciones en que sería lícito y conveniente ocuparse del mismo, sin someterse a gran riesgo. Todo esto se halla expuesto en forma de consejos que Hesíodo da a su hermano Perses; allí mismo, el poeta hace conocer interesantes hechos de la vida de su padre, quien había intentado enriquecerse ocupándose del comercio en cuestión.

La aristocracia terrateniente conservó en Beocia su predominio durante mucho más tiempo que en otras regiones de Grecia, por ejemplo, en la vecina Ática. Los rasgos del atraso se exteriorizaron en las leyes beocias. En este sentido son muy características las que tratan de los deudores: cuando el deudor no pagaba su deuda era llevado a la plaza del mercado y sentado en un lugar preestablecido para ello, colocándose ante él un canasto, y el hombre tenía que permanecer en esta posición hasta que las limosnas que se arrojaban al interior del canasto resultaran suficientes para amansar la ira de los acreedores. Los ciudadanos que sufrían semejante castigo perdían sus derechos civiles. No podemos determinar, por falta de datos fehacientes, si en Beocia el endeudamiento moroso llevaba hacia la servidumbre o hacia la esclavitud.

La Vida política en Beocia

La alianza beocia.

La vida política de Beocia se caracterizaba por la existencia de una alianza entre sus polis, en la cual el papel predominante lo desempeñaba Tebas,la ciudad más grande de Beocia. Tucídides caracteriza por boca de los tebanos el régimen estatal de Tebas al comienzo de las guerras médicas, de la siguiente manera: En aquel entonces nuestro régimen de Estado no era oligárquico, apoyado en leyes iguales para todos, ni tampoco democrático. El poder, en el Estado, se hallaba en las manos de unas pocas personas, lo cual es adverso a las leyes y más que a un régimen estatal racional se acerca a una tiranía. Por lo demás, y tal como hace constar Herodoto, ese poder chocaba ya con una resistencia organizada cuando comenzaron las guerras greco—persas. Esto se explica no tanto con las contradicciones político—sociales, como mediante los fracasos exteriores de la alianza beocia.

La existencia esta alianza, ya en el siglo VI a. C., constituye un factor importante en la historia de Grecia, en general. Existía allí una anfictionía, es decir, una unión de polis vecinas para la protección y defensa de los santuarios comunes que se agrupó en torno al templo de Poseidón primero y del de Atenea Itonia después. Las funciones fundamentales de tal anfictionía era la preocupación y cuidado respecto de los santuarios, de los festejos que tenían lugar en los mismos, de las ferias que estos festejos representaban en aquel tiempo y en las que podían tener cita, sin temor alguno, los mercaderes de las más diversas partes de Beocia, y donde, finalmente, se llevaba a cabo la solución de las disputas (especialmente las concernientes a las fronteras) entre las polis beocias. Los órganos de las anfictionías poseían funciones punitivas sobre los miembros que se apropiaban de tierras del templo, que violaban y perturbaban la seguridad de los oficios religiosos y, con ello, la libertad del comercio, o los que, en general, no se sometían a las resoluciones del consejo de la anfictionía. Todas estas funciones fueron durante largo tiempo funciones principales de la alianza de Beocia y de sus órganos, los que, además, tenían aún otras obligaciones más. El fértil suelo de Beocia fue constantemente codiciado por sus vecinos y objetó de constantes ataques desde todos los costados.

Probablemente, ya a mediados del siglo VI a. C. los vecinos septentrionales de Beocia, los tesaliotas, intentaron someterla y la invadieron, mas fueron derrotados cabalmente en la batalla entablada. En el mismo tiempo,la alianza beocia tuvo que sostener una lucha difícil y prolongada contra Orcómeno, que en aquel entonces era uno de los más poderosos Estados de la Grecia central y poseía también un suelo fértil y un fuerte ejército. La alianza beocia logró quitarle a Orcómeno, una tras otra, las ciudades que poseía, y a comienzos del siglo vi la forzó a adherirse a ella, habiéndose asegurado ciertos privilegios. Menos feliz fue la prolongada lucha contra el vecino del sur, Atenas. Los beocios perdieron, al comienzo, la ciudad de Eleusis con el antiguo santuario de Dionisos, y luego toda la región del sur del río Asopos, incluyendo la ciudad de Platea y la de Oropos en la costa.

Conducir todas estas guerras sólo era posible disponiendo de un ejército unificado, de un fuerte comando y de la posibilidad de exigir de modo coercitivo a los aliados que enviasen contingentes de guerreros al ejército aliado. Problemas y plenipotencias de tal amplitud, ajenos a las anfictionías comunes, habían condicionado la transformación de la alianza beocia en el más antiguo Estado aliado, ya centralizado en grado bastante considerable. El miembro más fuerte de esa alianza era Tebas, que, como es natural, desempeñaba el papel dirigente en las guerras. Esta circunstancia, que la había convertido también en dirigente político de la alianza, dio a Tebas la hegemonía financiera y, al mismo tiempo, fue en detrimento de la independencia de las polis pequeñas. De todos modos, en Beocia no se había dado el sinoicismo del caso ateniense ni había surgido ningún Estado tebano centralizado. Esto se explica en parte por el hecho de que la anfictionía impedía a Tebas establecer su hegemonía sobre las demás ciudades que formaban la alianza beocia, y en parte por el estado de atraso de Beocia.

Todos los miembros de la alianza beocia estaban obligados a proveer contingentes de guerreros para el ejército aliado. La importancia de estos contingentes solía ser establecida por los órganos de la alianza según una distribución especial, en correspondencia con las fuerzas de cada polis. Pertenecer a la alianza no era ya cuestión voluntaria de cada uno de sus miembros: por la violación de la obligación guerrera y, con más razón, por la defección o por el abandono de la alianza, los órganos de ésta dictaban severos castigos, quitando territorios, desalojando a los habitantes, etc. Dado que no existían propiedades pertenecientes a la alianza en general, las tierras quitadas se adjudicaban al territorio tebano, en virtud de lo cual Tebas llegó a ser cada vez más poderosa.

También fue quitado a los distintos Estados beocios el derecho a mantener relaciones con los países no beocios, y toda la política internacional se concentró en las manos de la alianza. El derecho a acuñar monedas fue conservado por cada Estado beocio por separado hasta el tiempo de las guerras médicas, pero con la obligación de hacer figurar en el dorso de sus monedas el blasón panbeocio: el escudo de la diosa Atenea Itonia; solamente Orcómeno conservó el derecho a acuñar monedas con el blasón propio: una espiga de cereal.

Arte

Tanagras:Arte_en_miniatura

Estas pequeñas estatuas de terracota policromada deben su nombre de Tanagras al lugar donde se descubrieron de forma casual en 1870, cuando fueron halladas por unos campesinos en los campos y colinas que rodean el actual emplazamiento arqueológico de Grimadha, en Beocia, región al norte de Atenas.

Las estatuillas de terracota, y el arte de Beocia en particular, eran ya conocidos en esa época, pero estas representaciones se distinguían por su calidad en la escultura, su gracia y sobre todo por su aspecto tan familiar para la sociedad de finales del siglo XIX, entre la que pronto triunfaron.

Las Tanagras se convirtieron de este modo en el símbolo de una nueva antigüedad que mostraba, a través del perfil de sus mujeres, jóvenes y niños, la vida cotidiana de aquellos tiempos.

Fuentes