Otto von Bismarck

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Otto von Bismarck
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Escudo del Segundo Imperio Alemán
1er Canciller de Alemania
Segundo Imperio Alemán
21 de marzo de 1871 - 20 de marzo de 1890
MonarcaGuillermo I (1870-1888)
Federico III (1888)
Guillermo II (1888-1918)
SucesorLeo von Caprivi
Datos Personales
NombreOtto von Bismarck-Schönhausen
Nacimiento1 de abril de 1815
Schönhausen, Bandera de Prusia Prusia
Fallecimiento30 de julio de 1898
Friedrichsruh, Bandera de Alemania Alemania
CónyugeJohanna von Puttkamer

Otto von Bismarck-Schönhausen. Fue un estadista, militar, noble y político pruso-alemán, que fuera responsable del avance del Reino de Prusia hacia una monarquía moderna y poderosa y su posterior mutación hasta la formación del Imperio Alemán conocido como Segundo Imperio Alemán. Durante sus últimos años de vida se le apodó el "Canciller de Hierro" por su mano dura al tratar temas encaminados con su país y determinación, que incluía la creación de un sistema de alianzas internacionales que aseguraran la supremacía de Alemania, conocido como el Reich.

Síntesis biográfica

Bismarck nació el 1 de abril de 1815, año de la derrota definitiva de Napoleón I (en la batalla de Waterloo). Fue el cuarto hijo de una familia numerosa. Durante su infancia, no ocurrió ni un suceso destacado. Bismarck se sabía miembro de la nobleza; su formación, no obstante, respondió en las líneas esenciales a los deseos de su madre y fue muy diferente de la que se acostumbraba entonces en los círculos de la nobleza prusiana. Estudió en Berlín, primero en la Plamannsche Lehranstalt, luego en el Instituto Friedrich-Wilhelm y por último en el Graue Kloster ("Convento Gris").

Bismarck no destacó demasiado entre sus maestros y compañeros. Más tarde se diría que abandonó la escuela convertido en un panteísta y convencido de que la república era la forma de gobierno más racional. Tales palabras suponían una crítica retrospectiva a las instituciones docentes de la época, más influidas por el espíritu burgués y el humanismo que por la tradición monárquico-conservadora.

Juventud y etapa en la universidad

En 1832, a los diecisiete años, ingresó en la Universidad de Göttingen para estudiar leyes. De todos sus profesores, Bismarck sólo se interesó por Heeren, historiador y profesor de Derecho público cuyas ideas sobre el mapa político europeo le dominarían en gran medida en el futuro. Bismarck se hizo miembro del Corps Hanovera, pero apenas aprovechó las posibilidades intelectuales que le ofrecía aquella ciudad universitaria, tan famosa en su tiempo, sino que se entregó cuerpo y alma a las alegrías de la vida estudiantil. Muchas de sus aventuras, de mayor o menor gusto, en ocasiones le crearon conflictos con las autoridades académicas. El mismo habló con franqueza e ironía de su "vida silenciosa", a través de la cual se desfogaba una personalidad aún sin moldear. Entre sus amigos, además de los miembros de la nobleza Corps Hanovera, se contaban dos importantes personalidades extranjeras.

En aquella época Bismarck, sin verdad alguna por su parte, reconocía su fuerza interior; en una carta dirigida a un amigo de juventud escribía:

"Seré el último pelagatos o el hombre más grande de Prusia"

En esa época no existe el más leve indicio de opiniones políticas que dejen vislumbrar la futura obra del creador del Reich. Bismarck finalizó sus estudios en Berlín sin haber aprovechado las posibilidades científicas que la universidad le ofrecía. También en este aspecto se desfogó su vigorosa naturaleza. Por lo que a los estudios se refiere, se limitó a aprender lo necesario para aprobar, práctica entonces no tan habitual como hoy. En 1835 realizó su examen de licenciatura en Derecho, que no nos ilustra demasiado su ideario, pues respondía más a las preguntas del examinador que a los intereses del examinado. Cargado de deudas muy a pesar de su padre, debió de reírse en su interior de que se le preguntase a él sobre la necesidad del ahorro.

Actividad pública

Comenzó su actividad pública algunas semanas antes de su boda; en mayo de 1847 la nobleza le había elegido miembro del Landtag unificado prusiano. El Landtag unificado de 1847 fue el primer parlamento verdadero de la historia alemana. En él, los liberales moderados disponían de mayoría absoluta. El grupo de las derechas, que defendía la autoridad de la corona y los intereses de la nobleza latifundista, contaba con una representación muchos más reducida. Uno de sus miembros era Bismarck, que sufrió, en principio, la decepción de ser nombrado diputado suplente.

Bismarck ya tenía cierta experiencia en estas lides, pues anteriormente había ejercido como Deichhauptmann de las Dietas. El futuro detractor del parlamentarismo se inició, por tanto, en la vida política dentro de una actividad constitucional y parlamentaria. De alineaba entonces con las fuerzas conservadoras. En su primer artículo periodístico, defendía el derechos de los nobles terratenientes a practicar monterías en las fincas de sus campesinos, y además la preservación del derecho patrimonial, oponiéndose con ello tanto a las exigencias de los liberales como al credo de los absolutistas. Estrechó los lazos con Leopold von Gerlach, amigo íntimo del rey Federico Guillermo IV. Gerlach representaba a la corriente cristiana-constitucionalista-conservadora y rechazaba el autoritarismo del Estado.

En su actuación dentro del Landtag unificado, Bismarck se reveló como un ultraderechista a ultranza y un riguroso hombre de partido. Ya en 1847 escribía a su prometida:

"El hombre se aferra a los principios mientras éstos no son puestos a prueba, porque cuando eso sucede, uno los desecha igual que el campesino sus viejas abarcas, y corre con todo el vigor que le permiten sus piernas, que para eso las tiene"

Defensor de la clase alta

En principio, Bismarck defendió los derechos de la corona y de la nobleza, cosa natural en él si tenemos en cuenta que era miembro de la última. Bismarck salto a la fama con un burdo discurso en el que atacaba decididamente la tesis -no expresada, como es lógico, con estas palabras- de que en 1813 la lucha del pueblo prusiano contra la dominación extranjera había tenido un único móvil: lograr una constitución. Semejante discurso provocó, una sesión tormentosa del Landtag, y evidenció, por un lado, su temperamento combativo y violento y, por otro, su calma impertubable frente a cualquier ataque. Cuando, por ejemplo, se le prohibió intervenir durante algún tiempo, Bismark, sacó un periódico de su bolsillo y se puso a leerlo. Pero hasta una parte de sus amigos conservadores pensaban que sus ideas suponían una simplificación errónea de los problemas objeto de discusión. Con todo, el incidente convirtió a Bismarck en el luchador por antomasia contra el liberalismo y la constitución. Los discursos de Bismarck de esta época evidencian un ardor combativo y beligerante falto de argumentaciones objetivas y pronto a dar rienda suelta a su cólera contra las circunstancias entonces imperantes y contra los liberales.

Semejante actitud se hizo evidente sobre todo en 1848. Los discursos de los años 1848-49 llevan emparejados su marcado belicismo y su desprecio por el enemigo. En estas épocas tempranas se echó de menos ese autodominio que Bismarck demostraría en el futuro sin abdicar de su dureza. En un debate sobre la emancipación de los judíos, Bismarck reconoció con orgullo que él había recibido aquellos prejuicios con la leche materna. Se declaraba partidario del Estado cristiano y consideraba la lucha contra los judíos -era el sentir general de la época- básicamente como una lucha confesional. Para Bismarck un judío dejaba de serlo en cuanto se convertía a uno de los credos cristianos. En el Parlamento de Erfurt le disgustó verse obligado a actuar de secretario al lado de un presidente judío (Simson), que durante el mandato de Bismarck se convertiría en el primer presidente del Tribunal Supremo de Justicia del Imperio Alemán.

Paradigma del autoritarismo y del militarismo prusiano

En los años siguientes ocupó puestos diplomáticos en Frankfurt, San Petersburgo y París, conociendo de primera mano los asuntos internacionales. De esa época data la maduración de su ideario político nacionalista, a medio camino entre el constitucionalismo y las tradiciones germánicas; y su convicción de que el proyecto de unificación que albergaba para Alemania no debía basarse en la apelación a las masas, sino en el empleo inteligente de la diplomacia y de la fuerza militar. Tales ideas le convirtieron en modelo del político realista apartado de todo idealismo, sensibilidad o prejuicios morales. Monárquico convencido y ultraconservador, Bismarck se mostró hostil a las ideas liberales y a cualquier forma de expresión democrática.

Desde que el rey Guillermo I le nombró canciller (primer ministro) en 1862, puso en marcha su plan para imponer la hegemonía de Prusia sobre el conjunto de Alemania, como paso previo para una eventual unificación nacional. Empezó por reorganizar y reforzar el ejército prusiano, al que lanzaría a continuación a tres enfrentamientos bélicos, probablemente premeditados, en todos los cuales resultó vencedor: la Guerra de los Ducados (1864), una acción concertada con Austria para arrebatar a Dinamarca los territorios de habla alemana de Schleswig-Holstein; la Guerra Austro-Prusiana (1866), un artificioso conflicto provocado a raíz de los problemas de la administración conjunta de los ducados daneses y dirigida, en realidad, a eliminar la influencia de Austria sobre los asuntos alemanes; y la Guerra Franco-Prusiana (1870), provocada por un malentendido diplomático con la Francia de Napoleón III a propósito de la sucesión al vacante Trono de España, pero encaminada de hecho a anular a Francia en la política europea, a fin de que dejara de alentar el particularismo de los Estados alemanes del sur.

Sus últimos años en el poder

A partir de 1878, Bismarck reorientó su política y llegó a un acuerdo con el Partido Católico y la aristocracia para combatir el socialismo, al que consideraba una grave amenaza. Valiéndose de estos apoyos, de una serie de medidas represoras y de un paquete de leyes sociales para conseguir la adhesión de las masas obreras, intentó en vano frenar el avance de los socialistas, cuyos votos aumentaron espectacularmente en los años siguientes.

Mejores resultados dio su política en el plano internacional, donde estableció alianzas con Rusia y Austria frente a Francia e impuso su arbitraje en el Congreso y en la Conferencia de Berlín de 1878 y la de 1884. En esta última cumbre intervino directamente en el reparto colonial de África. Tras la muerte de Guillermo I y el breve reinado de Federico III, subió al trono Guillermo II.

Éste vio en el excesivo autoritarismo de Bismarck un serio obstáculo para imponer sus deseos de aumentar su poder efectivo en el Reich. La gran fuerza política de los socialistas y la peligrosidad de unas alianzas internacionales basadas en la beligerancia fueron las causas determinantes de la caída de Bismarck, a quien se conocía como el Canciller de Hierro, si bien los detonantes concretos de su destitución, el 18 de marzo de 1890, fueron su propósito de ceder a su hijo la cancillería imperial y las conversaciones que mantuvo a tal fin con diversos partidos políticos a espaldas del emperador.

Retirado a sus posesiones de Varzin, en Pomerania, Bismarck, el artífice de la unidad alemana, dedicó los últimos años de su existencia a escribir sus Memorias y panfletos contra el emperador.

Muerte

Falleció en Friedrichsruh el 30 de julio de 1898 a los ochenta y tres años de edad.

Fuentes