Bucelario

Bucelarios
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Unidades de caballería creadas al amparo de las invasiones que en el siglo III desangraron al Imperio Romano.
Fecha:Originadas en el siglo IV.
Descripción:
En sus inicios creadas para servir de escoltas.
Resultado:
Posteriormente como tropas de caballería de alta elite en el ejercito romano.
Consecuencias:
Estas tropas fueron fundamentales en la victoria de numerosas batallas.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Italia Italia


Bucelarios o Bucellarii. Fueron unas unidades de caballería creadas al amparo de las invasiones que en el siglo III desangraron al Imperio Romano. Los combates realizados por correrías germanos, propiciaron un clima de inseguridad, debido a que el débil “Limes” romano ya no podía garantizar la seguridad de las fronteras romanas.

Historia

Orígenes del nombre

A principios del siglo V, el escritor de historia Olimpiodoro de Tebas, sugiere que el nombre de estos soldados fue dado debido a que el pan seco era llamado bucellatum, y que en broma y por una derivación, los soldados fueron llamados bucellarii por por esta razón; otra derivación surgida es la “bucula”, parte del casco que cubre la boca y las mejillas, accesorios que llevaban en combate.

Orígenes del Bucelario

Tras el nacimiento del gran Imperio Romano, muchos terratenientes romanos se adineraron, sus riquezas cada día eran mayores y debido a esto el emperador no podía garantizar la seguridad de las mismas.

Por lo cual crearon sus propias escoltas o pequeños ejércitos privados para proteger sus posesiones de las correrías germanas; por supuesto su tamaño varió según la riqueza del que les contrataba.

En el siglo IV su expansión se amplió notablemente, ahora no solo los grandes terratenientes solicitaban sus servicios, sino también emperadores, reyes, generales y ricos potentados, algunos por necesidad y otros por el “status” que ello conllevaba, el disponer de una escolta poderosa.

Tras la Batalla de Adrianópolis en el año 378, los ejércitos bárbaros ya no tuvieron que enfrentarse nunca a un ejército romano, al menos a uno poderoso que pudiera hacerles frente; la derrota del emperador Valente al frente de tropas de elite, marcó un nuevo rumbo en el respeto que los bárbaros sentían por los ejércitos romanos.

La inseguridad imperó cada vez con mayor fuerza, y allí estaban los bucelarios, para proporcionar seguridad a quien pudiera pagársela. Pero no nos equivoquemos, el dinero pagado valía la pena, ya que eran tropas de elite.

Características del Bucelario

Su entrenamiento y veteranía estaban justificados, muchos habían pertenecido a la caballería romana o eran jinetes de las tribus bárbaras que guerreaban con los romanos, en este tipo de unidad o ejercito no importaba el origen del soldado o nacionalidad. Lo que realmente se media era que el jinete fuera de valía.

Destreza en combate

Eran unos arqueros a caballo con una destreza notable en dar en el blanco, pero también unos magníficos lanceros efectuando unas cargas que podían barrer a cualquier adversario; todo esto sin prejuicio de desmontar con espada y escudo en mano pelear como infantería con mano diestra.

Mandato por el emperador Honorio

Bajo el emperador Honorio (395- 423), el término “Bucellarii” no se dio sólo para las unidades romanas, sino también a las extranjeras, lo cual da una especie de oficialidad a este tipo de unidades.

En elsiglo V siguió su crecimiento, Generales romanos como Estilicón, Aspar, Aecio y similares se protegían con poderosos grupos de bucelarios, gente que además en el campo de batalla podían ayudar que no te capturasen si la batalla iba mal, pero que también podían utilizarles como punta de lanza en una batalla para conseguir la victoria.

Aunque esto último era poco probable, eran tropas valiosas elitistas de las que no merecía la pena desprenderse, ¡la carne de cañón era abundante y perfectamente prescindible!. Tras la desaparición del imperio romano Occidental, fue el imperio Oriental quién pasó a tener o conservar la distinción de lo “romano”.

Los emperadores “protobizantinos” (antes de que el imperio bizantino tomara forma definitiva con el emperador Heraclio) tenían un poder muy superior al emperador de Occidente. Pero en estos “lares” la función de los bucelarios funcionaba igual que en el Occidente romano, si bien aquí además de los bárbaros del Danubio, los persas sasánidas presionaban las fronteras orientales, y para protegerse de ambos grupos, los ricos recurrían a los servicios de los bucelarios.

Mandato por el emperador León I

Sin embargo, el emperadorLeón I decidió, muy celoso de su poder, parar los pies a los ricos terratenientes, ya que podían utilizar sus escoltas privadas de bucelarios para algo más que para proteger sus posesiones, como por ejemplo intentar derrocar al emperador de turno. León I dictó en el año 468, presente más tarde en el Código de Justiniano una ley que decía lo siguiente:

"Los emperadores León y Antemio, Augustos, a Nicostrato, prefecto del pretorio. Queremos que sea rehusada a todos la licencia de tener en las ciudades o en los campos soldados domésticos, Isauros o esclavos armados. Que si alguien, sin hacer caso de estas disposiciones ordenadas benéficamente por nuestra Mansedumbre, intenta tener en sus posesiones o junto a sí esclavos armados, soldados domésticos o Isauros, decidimos que, después de hacerle pagar cien libras de oro, le sea aplicado el castigo más severo."

Fue un primer comienzo para poner coto a las escoltas privadas, si bien es cierto que a pesar de la prohibición, su uso siguió siendo bastante corriente, aunque no de manera tan ostentosa, para evitar los ricos magnates que fueran castigados por ello. En cambio los oficiales militares de alto rango pudieron conservar sus escoltas, pero agregadas al ejército bizantino.

En el siglo VI el panorama cambió mucho para las tropas bucelarias, su institución como escoltas privadas dejó de usarse, pero no su función en el ámbito militar, ya que fueran absorbidas, al menos las mejores unidades, como parte integrante del ejército bizantino.

Se sabe que al reclutar un bucelario, antes de prestar servicio a la unidad en la que se alistaba, se le tomaba juramento solemne de fidelidad, tanto a su patrón o jefe, como al emperador que por entonces reinaba. Las unidades de caballería bucelarias, fueron una gran aportación a la caballería bizantina, así como un grado de calidad bien recibido. Su utilización en el ámbito de la escolta pudieron seguir utilizándola en el terreno militar, pero ya como unidades de caballería plenamente integradas en el aparato militar.

Particularmente fueron destacadas las unidades de bucelarios que todo general bizantino en campaña utilizaba, cuanto mejor fueran las unidades, tanto mejor para la reputación del general, así que la maestría y veteranía de dichas unidades esta fuera de toda duda. Historiadores del mundo romano han estudiado el tema, entre ellos e puede señalar el historiador Simon MacDowall, el cual señala:

"Los poderosos jefes militares reclutarían sus propios ejércitos privados, y los usarían además para sus propias causas o los alquilarían al gobierno. Estas escoltas privadas, o bucellarii, se convirtieron en la base de los ejércitos del siglo V y comienzos del siglo VI. Ellos fueron exclusivamente soldados de caballería, y podrían ser reclutados de las áreas fronterizas del Imperio o de bárbaros del exterior. En el siglo V la mayoría podrían haber sido germanos o hunos; en el siglo VI Procopio menciona armenios, cilicianos, capadocios, pisidianos, isaurios, tracios, hunos y persas."

Mandato por los emperadores Justiniano I y II etc

En los años en que reinó Justiniano I, Justino II etcétera, muchos generales bizantinos pudieron atestiguar cuando participaron en batalla, la gran valía de dichas unidades de caballería; por desgracia, no hay muchas aportaciones del tema, por lo menos en castellano.

En particular, los generales más exitosos en la época de Justiniano I como Belisario, Narsés, Mundo, Sitas, Germano y varios más, tuvieron a sus escoltas como punta de lanza de sus ejércitos, pero no hay mucha información al respecto, aunque tenemos una fuente digna de mención, el historiador Procopio de Cesarea.

Este hombre relató como secretario particular, las primeras expediciones militares del general Belisario, y fue el único personaje que escribió abundantemente sobre las campañas de reconquista de territorios del antiguo imperio romano, campañas orquestadas por el emperador Justiniano I y ejecutadas al principio de su reinado por Belisario.

La conquista del imperio vándalo en África y el imperio ostrogodo en Italia (campaña que por desgracia no pudo rematar) fueron sus mayores logros; y aquí los bucelarios como su escolta tuvieron una distinguida participación.

Pero los bucelarios al servicio de Belisario, antes de participar en tales campañas, tuvieron su estreno en la Persia sasánida, en el año 530 Belisario marchó a la frontera bizantina al mando de todas las fuerzas del Oriente romano.

Los enfrentamientos entre el imperio bizantino y el sasánida se remontaban al siglo III, aunque el anterior imperio que estaba asentado fronterizo con el límite oriental romano en dichas fronteras, ¡el parto!, luchaba contra Roma desde el siglo I a. de C.; por lo tanto, las luchas en esa frontera se remontaban muchos siglos antes.

Las luchas se habían convertido en cotidianas, los enfrentamientos casi siempre se habían saldado con ventaja en enfrentamientos abiertos para los sasánidas y ventaja para los bizantinos cuando había que expugnar o defender ciudades fortificadas.

En el verano del 530, los sasánidas reclamaban que la fortaleza de Daras, peligrosamente cercana a la frontera sasánida; los bizantinos no quisieron evacuar el enclave estratégico y los sasánidas optaron por echarles a la fuerza.

Un contingente reforzado compuesto por 50.000 hombres se dirigió para echar a los romano-orientales; confiaban en su número y en que los bizantinos no les habían batido nunca en campo abierto. Pero Belisario con 25.000 hombres tomo posiciones en un punto previamente fortificado y situando sus tropas sabiamente.

Situó la caballería en los flancos y la infantería en el centro, él mismo con su guardia personal sus 1.000 bucelarios se situó en el centro dirigiendo las operaciones. Los sasánidas realizaron dos cargas, las cuales se estrellaron contra la muralla defensiva bizantina; incluso Belisario aprovechó para atacarles por el flanco con su caballería, ocasionándoles pérdidas importantes.

En la segunda envestida Belisario con sus bucelarios y la reserva de caballería realizaron un éxito ataque por el flanco sasánida; sus bucelarios se distinguieron en la acción; fue la primera vez que luchaban en una batalla de envergadura y lo hicieron, ¡Bien!.

Paralelamente en el norte del imperio Oriental, en Armenia, otra ofensiva sasánida fue detenida por el valiente general Sitas, este detuvo a 30.000 sasánidas a las afueras de la ciudad de Satala tendiéndoles una emboscada. Sitas estaba al mando de 15.000 hombres, seguramente también dispuso de un cuerpo de bucelarios de varios cientos de hombres.

Al año siguiente los bucelarios de Belisario tuvieron una nueva oportunidad de distinguirse en combate. Los sasánidas habían realizado una incursión de saqueo por tierras sirias, la región se llamaba entonces “Éufratesia”. La velocidad lo era todo y sus fuerzas, unos 20.000 hombres, eran caballería.

Pero Belisario los interceptó, y estos, perdido el efecto sorpresa y actuando con prudencia sabían que Belisario estaba al mando de ellos, optaron por retirarse. Pero ocurrió un suceso, la indisciplina por aquellos tiempos entre las fuerzas bizantinas era muy grande; Belisario seguía la retirada del adversario a una distancia prudente, pero sus tropas interpretaron el suceso como una cobardía, ¡querían luchar con el enemigo!.

Esto era una acción imprudente, pero Belisario no tuvo más remedio que enfrentarse a los sasánidas si no quería que estallase un motín. El enfrentamiento se dio en el río Éufrates, cerca de la localidad de Calinico, en el año 531. Los sasánidas que estaban a punto de cruzar el río aceptaron encantados en envite.

El choque empezó mal, los auxiliares árabes de los sasánidas, atacaron el flanco en el que formaban los auxiliares árabes bizantinos; estos últimos mucho menos combativos que los primeros en realidad solo eran buenos en labores de saqueo contra indefensos civiles no esperaron ni el choque, salieron huyendo como liebres.

La situación para Belisario era apurada, los sasánidas le habían flanqueado y se disponían a atacarle por retaguardia, Belisario perdió muchas tropas en el proceso y retirándose como pudo. Pero los sasánidas no se habían dado cuenta de que se enfrentaban a jefe resolutivo y combativo, que incluso en situaciones apuradas podía dar todo de sí mismo.

Situó sus tropas como pudo en un anillo defensivo a espaldas del río, allí la infantería formó un muro de lanzas y escudos contra el que se estrelló la caballería sasánida, imposibilitada para penetrar la posición, mientras, detrás, los arqueros bizantinos machacaron todas las cargas sasánidas con una lluvia de proyectiles.

Aunque los sasánidas tuvieron una victoria táctica, fue a costa de grandes pérdidas, mucho mayores que las bizantinas. Aquí también los bucelarios se destacaron en combate; apeándose de sus caballos, formaron parte de los lanceros que formando un muro impenetrable, detuvieron las acometidas de la caballería sasánida.

En el año 532, y ya en Constantinopla, los bucelarios de Belisario participaron en sofocar los disturbios de la ciudad que se conocieron como, “la rebelión de Nika (victoria)”. En la ciudad, las carreras de hipódromos eran célebres por las pasiones que levantaban, en esos año las consecuencias pasaron a mayores.

Los dos bandos que participaban en las carreras, se hacían llamar “los verdes”, apoyados por el pueblo llano y “los azules” apoyados por la aristocracia. El bando azul era muy favorecido por la nobleza, lo cual exasperó a los verdes que se lanzaron en la ciudad a un saqueo desenfrenado.

Belisario y 200 bucelarios junto con el general Mundo y otros tantos jinetes hérulos, se dirigió al hipódromo donde estaban acantonados “los verdes”. También “los azules”, ¡quizá por temor!, apoyaban a los verdes, pero cuando Belisario entró con sus fuerzas en el hipódromo, se pasaron a su bando.

Los verdes estaban armados ligeramente, pero eran 35.000, y los azules varios miles; todos estaban armados ligeramente, conviene aclarar que los dos bandos, el verde y el azul, ostentaban el cargo de ser milicias urbanas. Belisario con sus 400 hombres fuertemente acorazados cargó contra los revoltosos, apoyados luego por el lado azul, la lucha degeneró en masacre, ¡más de 30.000 hombre murieron entre los verdes!, y la rebelión fue sofocada.

Al año siguiente 533, a los bucelarios le aguardó un servicio más grato, ¡la conquista del imperio vándalo de África!. A esta empresa Justiniano I, emperador del imperio destinó medios poderosos, casi 600 naves de combate y de transporte, más 17.000 soldados, entre los cuales militaban unos 1.500 de bucelarios de Belisario.

En la batalla de “Ad Decimum” los bucelarios se estrenaron en África, Juan de Armenia comandaba una tropa de varios cientos de bucelarios, la cual chocó el 13 de septiembre cerca de la localidad de Decimo.

Juan iba en calidad de avanzado, y chocó con tropas vándalas, estas eran fuerzas de guarnición, mientras que sus jinetes eran unidades de élite, así que les atacó y arrolló sin misericordia.

La toma de un desfiladero cercano era el objetivo, adonde acudían disgregados los vándalos con el mismo objetivo; pero Juan dejándose llevar por el ardor del combate, abandonó dicho objetivo y siguió atacando a los vándalos dispersos que ofrecieron poca resistencia; Juan los persiguió casi hasta la misma Cartago.

Mientras, una fuerza de caballería comandada por un oficial llamado Uliaris, había llegado al desfiladero con 800 bucelarios, los cuales fueron arrollados al llegar el rey vándalo Gelimer con 9.000 vándalos. Estos tuvieron que retirarse al campamento bizantino; además, los agotados bucelarios de Juan de Armenia quedaban aislados de sus compañeros del campamento.

Belisario atacó valientemente el desfiladero contando con que los vándalos no se lo esperarían, y así fue, los cogió desprevenidos, y los derrotó, poniéndolos en fuga al Este; los bucelarios de Juan se reunieron con Belisario por la noche.

Aquí también los bucelarios se distinguieron, y aunque fueron derrotados en el desfiladero mandados por Uliaris, se podía excusar, ya que varios cientos no podían oponerse a los miles de vándalos de Gelimer, fuerza eminentemente de caballería.

El 15 de diciembre, en la Batalla de Tricamarum, los bucelarios nuevamente se distinguieron en acción, formados en el centro del dispositivo bizantino, 500 bucelarios al mando de Juan de Armenia y Belisario se aprestaron contra el centro del dispositivo vándalo; la caballería bizantina y los bucelarios atacaron con fuerza esta zona. La muerte del líder vándalo que la mandaba, general Tzazón, produjo el derrumbe del dispositivo enemigo y la victoria bizantina.

La conquista del imperio vándalo se podía dar por finalizada, aunque la pacificación total del país, era otra historia. Un general llamado Solomón, al mando de entre 15 y 18.000 hombres se quedó al mando de las operaciones africanas; qué duda cabe que tendría una fuerza personal a su mando.

Belisario marchó a Constantinopla para presentar a Justiniano el tesoro capturado a los vándalos, aunque a petición de Juan, Belisario dejó 500 de sus bucelarios. Consta que las luchas fueron muy duras en el continente africano, ya para derrotar a las tribus moras que atacaban en busca de botín territorio bizantino, ya para derrotar a una fuerza de bandidos con el mismo objetivo, el saqueo, capitaneados por un resolutivo desertor oficial bizantino llamado Stotzas.

Al año siguiente, en el año 535, un ataque masivo de tribus moras, 10.000 guerreros fueron contenidos en una acción retardadora por los 500 bucelarios de Belisario; su valiente acción supuso el exterminio de la fuerza bizantina.

Por aquel entonces, Belisario había iniciado la invasión del imperio ostrogodo, una fuerza de 12.000 hombres se abatió por el sur de Italia; mientras que el general Mundo con 8.000 hombres atacaba desde el norte.

Aunque especulando un poco; en la rebelión de “Nika” del año 532 Mundo junto con Belisario ahogaron dicha sublevación; Mundo iba con 2000 guerreros hérulos, ¿podían ser estos su guardia personal?, estos junto con algunos hombres de refuerzo podrían constituir su guardia bucelaria, ¡quizá entre 400 o 500 hombres!.

Las operaciones en la isla de Sicilia fueron rápidas y pronto toda la isla fue sometida, las operaciones en él sur de Italia fueron más lentas. No hay cifras de las fuerzas bucelarias que acompañaron a Belisario, pero probablemente alrededor de un millar se podía contabilizar los efectivos de su guardia.

Sus bucelarios sin duda lucharon con bravura en todas las acciones, aunque no constan mucho sus acciones en batalla. Sin consta que en primavera del año 536 la situación se había degradado tanto en África, que tuvo que retornar al mando de 100 bucelarios para restablecer el orden. Tras derrotar a los bandidos comandados por Stotzas, regresó al frente italiano.

Las operaciones en Italia fueron un éxito, tras tomar Roma y defenderla de un asedio ostrogodo, en la que consta que los bucelarios tuvieron una participación distinguida en el mismo, incluso en algunas acciones llevaron el peso de la defensa, siguió gracias a los refuerzos mandados desde Constantinopla proseguir hacia el norte, donde en el año 540 tomó la capital ostrogoda, ¡Rávena!, con el tesoro ostrogodo intacto.

Las operaciones estaban a punto de concluir, solo quedaban unas guarniciones en el norte de Italia, las cuales tras la deposición del rey ostrogodo se daban por inminentes. De hecho, muchos guerreros ostrogodos todos de una calidad incuestionable faltos de un líder, acudieron a unirse a Belisario, el cual los aceptó encantados en su guardia personal.

Los bucelarios de Belisario crecieron enormemente, de hecho la unidad alcanzó los 7.000 efectivos. Sin embargo, ¡aquí Belisario cavó su tumba!; ideó una treta para que le entregaran la ciudad de Rávena, la cual extraordinariamente fortificada y abastecida, era imposible de defender.

Los guerreros ostrogodos admiraban profundamente a Belisario, ya que la manera en que se distinguió en la campaña italiana, ya por su bravura, ya por su caballerosa distinción, se ganó el aprecio enemigo. Los ostrogodos le propusieron ser su rey y Belisario no aceptó, pero dejó ente ver que lo pensaría seriamente.

Los ostrogodos lo tomaron por un sí y rindieron la ciudad; aunque posteriormente Belisario los desilusionó cuando dijo en esencia “que no aceptaría ser rey mientras Justiniano viviera”. Esto representaba una realidad para Belisario, pero si uno lee entre líneas y es un poco suspicaz, podía pensar una amenaza para Justiniano, si este estuviera muerto, podía ser el rey de los ostrogodos.

Belisario no lo hizo con esta intención, quería proclamar su lealtad a Justiniano, pero lo hizo torpemente, y Justiniano, un poco quisquillosos en palabras veladas, junto con los cortesanos de Justiniano muchos envidiosos de la fama de Belisario que le convencieron de las malas intenciones de Belisario, ordenó al general volver a Constantinopla para rendir cuentas de sus acciones en Italia.

El recibimiento de Justiniano en la capital bizantina, al contrario que cuando venció a los vándalos fue en extremo frío y distante, a pesar del tesoro ostrogodo capturado y haber dejado a los bárbaros casi derrotados. Si bien Belisario no fue destituido del mando, perdió en gran parte el favor real y de momento, no pudo volver a Italia.

Quizá aquí se arrepintió Belisario de no haber aceptado la propuesta ostrogoda de comandar como rey su imperio italiano; incluso en la misma Constantinopla, Belisario hubiera podido si hubiera querido dar un golpe de estado contra el ingrato Justiniano; posiblemente no lo hizo debido a que a Belisario la palabra, ¡honor!, le infundía gran respeto.

Al fin y al cabo su guardia era numerosa y experimentada, las fuerzas de la capital, no hubiera representado una oposición seria a tan ilustre soldado. El cuerpo de los excubitores la guardia personal de Justiniano hubiera, opuesto alguna resistencia seria, pero 300 hombres es una fuerza poco poderosa.

Las “Scholae Palatinae”, antigua guardia del emperador, eran tropas inútiles como fuerza de combate, solo servían para paradas y desfiles militares, finalmente la milicia urbana de las facciones de los “Verdes” y los “Azules”, y alguna unidad más, no eran tropas representativas.

Previamente en el año 537, encontramos en África una referencia en cuanto a tropas bucelarias, la situación allí era muy difícil, y un general llamado, Germano, estuvo dos años operando en este frente. Era primo del emperador, y con el tiempo se posicionó con fuerza para ser su sucesor, y solo su muerte en el año 551 privó al imperio bizantino de un competente sucesor para Justiniano I.

Este gran soldado llegó a Cartago en otoño, para restablecer la calma en un África en la que la rebelión había estallado y el desorden imperaba sin control. Venía con su escolta personal, sin duda tropas bucelarias, en número de 300 hombres y dinero suficiente para hacer frente a la empresa que se le presentaba, ¡ahogar la rebelión!.

Germano obró con inteligencia en África, primero entre sus fuerzas leales, restableciendo la calma y dando dinero para calmar los ánimos. Luego procedió a sembrar la duda entre las filas rebeldes, ofreciendo sobornos entre la tropa y también el perdón si abandonaban las filas rebeldes.

La maniobra funcionó a la perfección, y un reguero incontrolable de deserciones diezmó las filas del jefe de los rebeldes africanos donde militaban desertores, bandidos, guerreros moros, vándalos etcétera, llamado Stotzas.

El oficial rebelde tenía que hacer algo antes de que su ejército se debilitara de modo alarmante, así que decidió marchar a las cercanías de Cartago para presionar a su oponente. Este confiaba en que su presencia haría que los que habían desertado volverían a sus filas, pero Germano conservó el control y salió con sus fuerzas desplegándolas frente a los rebeldes.

Stotzas comprobó con desagrado que los hombres que militaron bajo su mando no se pasaron al suyo, ¡al contrario!, sus fuerzas seguían mermándose a causa de las deserciones; así que decidió no trabar combate y retirarse a Numidia donde estaba su base de operaciones.

Allí intentó atraerse a las tribus moras de las cercanías con objeto de reforzarse debido a las numerosas bajas que sufría por las continuas deserciones. Germano le siguió de cerca, intentando hasta que lucharan, seguir con sus operaciones encaminadas a mermar las fuerzas del rebelde, sobornando con diplomacia y dinero.

El rebelde decidió establecerse en un campamento fortificado en un lugar llamado Sacalae Veteras, en Numidia, dejando dentro toda su impedimenta y guareciéndolo suficientemente. Germano acampó en las afueras del campamento fortificado, y Stotzas decidió salir para hacerle frente. Los dos ejércitos se desplegaron para el combate; aquí Stotzas disponía de una ligera ventaja, ya que sus tropas estaban mucho más cohesionadas que en anteriores combates.

Germano desplegó su ejército situando en su ala derecha a parte de su caballería, en el centro la infantería y en su ala izquierda lo mejor de su caballería, incluida a su guardia personal. La batalla siguiente no está muy clara, pero tras un combate muy reñido, las fuerzas de Germano resultaron vencedoras, Stotzas y los suyos huyeron refugiándose con las tribus moras y recuperándose de la derrota para atacar cuando la situación se ofreciese favorable. Germano pasó dos años más en África, reorganizando la administración civil y militar del África romana.

En el año 541 los sasánidas estaban en plena ofensiva en el Oriente del imperio bizantino, ocasionando a los bizantinos algunas derrotas, Justiniano mandó allí al experimentado general, junto con su selecta y numerosa guardia, más algunos escasos contingentes.

Aprovechando que el rey sasánida Coroes I estaba operando en el norte del Imperio, en la región de Lazica, de la cual había recibido informes de que se quería separar de Bizancio y unirse a él. Belisario por lo tanto operó sin tan molesto líder por delante.

Belisario junto a su guardia de 7.000 bucelarios, más varios miles de auxiliares árabes dirigidos por su líder Aretas y la fuerza de 6.000 hombres que guarnecía la región de Fenicia, pasaron a la acción.

Belisario primero intentó mediante un ardid tomar la ciudad de Nisibis, pero la operación fracasó; las tropas que actuaron como cebo se vieron sorprendidas por una acción de la guarnición de Nisibis.

La llegada de Belisario con sus bucelarios al frente, salvó a los bizantinos de un serio desastre; los sasánidas volvieron a sus murallas donde muy ufanos enseñaban en son de mofa un estandarte capturado a los bizantinos. Perdida la oportunidad de sorprender a los sasánidas de la ciudad, Belisario se dirigió a la ciudad de Sisauranón.

Esta ciudad no había podido abastecerse de alimentos, cosa que Belisario informó al jefe de la guarnición sasánida, este optó por rendir a sus 800 hombres, perdida toda esperanza de rescate.

Con esto se daba por concluida la campaña de escaso relumbrón, pero eficaz al fin y al cabo. Los auxiliares árabes habían saqueado zonas cercanas, pero por no compartir el botín con los bizantinos, se esfumaron sin ser vistos.

Belisario regresó a Constantinopla, pero no permaneció ocioso mucho tiempo, al año siguiente, Coroes I al mando de un gran ejército penetró en el imperio bizantino para vengar la incursión del año anterior. En este año del 542, Corores tenía en mente ir a Jerusalén a saquearla.

Belisario partió veloz al frente con 20 hombres, ordenando que el resto de sus bucelarios le siguieran en cuanto les fuera posible; al pasar por la región de Cilicia, reunió a los 1.500 bucelarios que tenía convalecientes allí de la campaña anterior para marchar corriendo.

Belisario llegó a la ciudad de Carquemis, donde acampó y estableció su base de operaciones; pronto llegó el resto de sus bucelarios, unos 5.000 jinetes más las tropas que pudo reunir de distintas guarniciones cercanas, en total unos 13-15.000 hombres, pocos para tan numeroso y aguerrido enemigo.

Se acercó un enviado de Coroes para parlamentar con él, ¡posiblemente para espiarle!; pero Belisario hizo adoptar una actitud relajada y ociosa de sus tropas ante el enviado persa. En otro oficial quizá hubiera parecido negligencia, pero en el resolutivo Belisario dada a entender que no tenía miedo ni terror en enfrentarse a Coroes, y que por eso la tropa estaba relajad, aunque salvo los bucelarios, todos tenían mucho miedo a enfrentarse a los sasánidas.

El ardid funcionó y el diplomático rebeló a Coroes que Belisario estaba irresolublemente preparado para hacerle frente, así que Coroes decidió retirarse, acompañado y vigilado a una prudente distancia por Belisario. Con esto Belisario dio fin a su campaña en Persia y volvió a Constantinopla, nunca más retornaría por estos parajes.

La estancia en Constantinopla no fue fructífera para Belisario, tenía muchos enemigos en la Corte y fue acusado de traición; al final fue liberado, pero cuando se le restituyó en mando se encontró que su regimiento había sido enviado al frente persa excepto unos pocos hombres.

Conviene hacer saber que Belisario prestó un especial interés en el entrenamiento de los reclutas, durante su vida en el campo de batalla, allí donde veía un buen elemento lo alistaba en su tropa; el mismo decía que para que un bucelario esté a pleno rendimiento necesitaba un periodo de entrenamiento de dos años, con lo que se refiere que estas tropas eran muy cualificadas en el desempeño de su función.

La tropa era equipada y pagada con la fortuna de Belisario, por lo que aunque juraban lealtad además de a Belisario, al emperador, esto solo era en el plano teórico, hubieran defendido a muerte a Belisario. Por lo tanto durante su proceso, tuvo que apelar a toda su autoridad entre la tropa para que no hicieran ninguna tontería, ya que podían intentar liberarle con lo que le hubieran puesto las cosas más complicadas de lo que estaban.

En el año 544, Belisario fue enviado al frente italiano donde las operaciones militares se habían degradado horriblemente. Tras su marcha en el año 540, cuando los ostrogodos estaban a punto de capitular y ofrecieron la corona a Belisario, Justiniano otorgó el mando a 11 generales, evitando que alguien tuviera el poder concentrado en una persona.

El caso es que con un mando dividido y sin cohesión, a los ostrogodos les dio tiempo a encontrar un nuevo líder llamado Totila. El nuevo rey tenía dotes para el gobierno e inteligencia para batir a un ejército bizantino que no tenía orden ni concierto; derrotó a los bizantinos y estos perdieron muchos territorios en Italia.

En el año 544, los territorios bizantinos eran muy escasos y Belisario no lo tuvo nada fácil; además fue enviado a Italia con sus propias tropas, ya que Justiniano dijo que no tenía nada que ofrecerle en parte fue porque no se fiaba de Belisario desde el año 540 y en parte porque las disponibilidades de tropas se había hecho dificilísima; los frentes de combate había desgastado la fortaleza militar del imperio y la peste que sacudió al imperio durante 541-544 hizo que muriera ¼ de la población del imperio, incluido muchísimos soldados, ya que la peste no respetó civiles ni militares.

Belisario intentando engrosar sus bucelarios partió de Constantinopla con 400 hombres reclutó en Tracia un buen número de ellos; era su tierra natal, tenía muchos amigos y apoyos e intentó reforzar en lo posible su regimiento personal.

Solo se le dio mal, reclutó unos 4.000 voluntarios, en la ciudad de Adrianópolis 1.500 pero no encontró monturas y ni equipamiento para sus nuevos reclutas. Sin embargo Belisario hizo de la necesidad virtud y en la misma Italia luchando con los ostrogodos, encontró equipamiento para sus hombres despojando a los enemigos de sus monturas y equipamiento.

Pero era más difícil para Belisario hacerse con la iniciativa militar en esos años de campaña que duró del 544 al 548, el comportamiento de sus bucelarios muy valiente y competente, pero la lucha fue una continua marcha, contramarcha, tomar una ciudad ahí, perder otra aquí; la misma ciudad de Roma cambió varias veces de mano y ciudades que se retomaban se volvían a perder.

Las tropas ostrogodas mandadas por Totila eran un enemigo poderoso y las de Belisario con sus bucelarios más las tropas bizantinas que guarnecían Italia, no era de la fortaleza para abatir al adversario. Así que esos cuatro años que pasó Belisario en Italia se podía decir en esencia que fueron un, ¡jugar al ratón y al gato!, sin solución posible.

Finalmente en el año 548, agotado de este juego y viéndole negados continuamente los refuerzos que solicitaba angustiosamente, Belisario entregó el mando y regresó a Constantinopla, donde recibió un título honorífico, pero no participó activamente en ninguna campaña hasta diez años después.

Le tocó al general Narsés tomar la iniciativa en Italia, este hombre fue el Chambelán del emperador Justiniano durante muchos años, sin embargo era un soldado de corazón, y estudió profundamente la táctica militar para estar bien preparado, lo cual junto con su inteligencia proverbial le convirtió en un general de primera fila.

En el año 537 Narsés había enviado una expedición de socorro a Italia, compuesta por 5.000 infantes y 2.000 jinetes hérulos, posiblemente tuviera una guardia de bucelarios, pero se desconoce su número, pero tuvo dificultades con Belisario, ya que Narsés era muy altanero y Belisario no deseaba compartir el mando con nadie. Belisario presionó a Justiniano para que hiciera regresar a la capital a tan ingrato personaje y el emperador estuvo de acuerdo.

El año 551 Narsés volvió al mando, con la misión de defender la frontera del río Danubio de las incursiones de las tribus bárbaras del norte, allí se distinguió particularmente en rechazar a un ejército bárbaro que desde el norte del Danubio pretendía entrar en territorio bizantino.

Narsés había tenido éxito en la recluta de contingentes bárbaros en sus fuerzas particularmente de guerreros hérulos y derrotó con tales huestes a los bárbaros en batalla. Pero donde alcanzó gran fama este general fue en reconducir la campaña de Italia al año siguiente.

Previamente, su antecesor, el general Germano, había tomado la isla de Sicilia con un ejército de 5.000 hombres (su guardia bucelaria sería de unos cientos de hombres, ¡no más!), pero tras su muerte fue Narsés el que tomó el mando de las operaciones en Italia.

A pesar de que el imperio bizantino tenía las arcas sumamente diezmadas y que se ejercía una gran presión fiscal sobre los súbditos bizantinos, Justiniano dotó a Narsés de un gran ejército de 30.000 hombres, entre los que abundaba la caballería. Había entre ellos 5.000 lombardos, 4.000 hérulos y un gran cuerpo de arqueros conformado por 8.000 hombres, además de hunos, gépidos y persas.

Indudablemente Narsés contó con los servicios de un cuerpo de tropas bucelarias como escolta. Muchas veces este cuerpo era mayor o menor respecto al número de combatientes que formaban el ejército; Narsés contaba con un ejército de 30.000 hombres, así que no sería descabellado pensar que su número se cifraría entre los 1.000 y 2.000 hombres (donde sus admirados hérulos, seguro que formaban parte de dicha fuerza) todos ellos soldados de calidad como corresponde a un cuerpo de este prestigio.

Las operaciones de Narsés en Italia fueron muy fructíferas en ese año del 552; en verano de ese año, en la Batalla de Tagina , batió en toda regla a los ostrogodos y un año más tarde, en la Batalla de Mons Lactarius, en el año 553, los ostrogodos fueron derrotados definitivamente. En el 554, una coalición de guerreros francos y alamanes, que había invadido Italia a instancias del rey ostrogodo Totila, fue derrotada en el Volturno; con lo que Narsés marchó al norte y dejó hasta el río Po, el país libre de enemigos. Aquí las tropas bucelarias seguramente se distinguieron en combate, pero la ausencia de fuentes solo nos deja terreno para la especulación.

La toma del resto del norte de Italia hasta la derrota de las últimas guarniciones ostrogodas se prolongó hasta el año 563, pero un ese año del 554, Italia había sido tomada en gran parte, y los ostrogodos ya nunca más pusieron presentar un ejército enemigo a los bizantinos, sino solo fuerzas dispersas.

Hubiera sido muy interesante saber, si el patricio Lilibeo cuando invadió el sur de Hispania con un cuerpo de 5-6.000 efectivos en el años 552, tenía un cuerpo de bucelarios a sus órdenes, sin embargo es poco probable, ya que este hombre era un anciano por entonces y no creo que tuviera el cuerpo para batallas.

Posiblemente alguno de sus oficiales tomó el mando de las operaciones, con Lilibeo como jefe de más alto rango; aunque no sería raro que tuviera como escolta personal a un pequeño cuerpo de algunas decenas de bucelarios.

Se podría seguir jugando al terreno de la especulación, pero hasta finales de año no hay fuentes fiables que permitan discernir el grado de implicación que tuvieron las tropas bucelarias en los diferentes escenarios de combate, Italia, África, el Danubio o la frontera sasánida o persa.

Era el año 558 cuando se abatió sobre Constantinopla una catástrofe, el río Danubio se había helado, y una horda de bandidos conformada por 7.000 ávaros provenientes del norte de las posesiones bizantinas, se lanzó a una campaña de rapiña y saqueo enfilando a Constantinopla, Justiniano estaba aterrado, tras arrollar a las débiles fuerzas de “limitanei” que custodiaban las fronteras por donde entraron, ya no había una fuerza efectiva que los pudiera contener.

Fue cuando se vio de manera palpable la debilidad del imperio bizantino en lo militar, las campañas militares y el esfuerzo de guerra, había hecho cambios en la redistribución de las tropas bizantinas y como consecuencia de ello, muchas tropas bizantinas se habían retirado de las fronteras bizantinas o de diversas guarniciones en la que estaban acantonados para acudir a las diversas campañas o como refuerzo, que se estaban desarrollando a lo largo de diversos frentes. Esto hizo que la antigua seguridad de antaño se había convertido en franca debilidad. Las fortificaciones dejaron de cuidarse, y su franco deterioro impidieron una efectiva defensa por parte de los limitanei (tropas fronterizas).

Las guarniciones por donde pasaban los saqueadores se limitaban a encerrarse detrás de sus murallas esperando que los saqueadores pasaran de largo, cosa que hacían, ya que esta era una expedición de saqueo y no tenían material de asedio, sin contar con que no tenían ganas de hacer frente a soldados ya fueran estos buenos o malos, eran más atractivos los civiles indefensos que no podían oponérseles a sus saqueos.

Estaban ya los bárbaros cerca de la ciudad cuando el emperador Justiniano I, no tuvo más remedio que recurrir al único soldado disponible al que podía echar mano y que también podía darle garantías de que podía hacer frente a esta acometida con éxito seguro, ¡Belisario!.

Dio a Belisario plenos poderes para que hiciera frente a esta tragedia, reclutando todos los medios que estaban a su disposición en la ciudad de Constantinopla. Belisario hacía diez años que no empuñaba una espada, pero enseguida desplegó una actividad excepcional, desmintiendo la falta de apatía que se le pudiera achacar.

Movilizó todas las fuerzas militares que pudo allegar en la ciudad, incluso reclutó voluntarios civiles que tuvieran experiencia militar en tan amargo trance, una fuerza de 4.000 hombres fue movilizada para hacer frente a los invasores.

En ella militaban los 300 “excubitores” de la guardia personal del emperador, las mejores fuerzas con las que contó y los que formaron el núcleo de su ejército, ¡que el emperador se desprendiera de su guardia personal daba a entender el tamaño de la tragedia!. También había unos 1.500 milicianos urbanos de las facciones “azul y verde”, antiguos soldados que habían pertenecido a los bucelarios de Belisario, fuerzas de las Scholae Palatinae (antigua guardia del emperador, que ahora lo seguía siendo, pero de segundo orden, al ser el primer puesto ocupado por los excubitores a mediados del siglo pasado) etc… .

Belisario sondeó la situación, con semejante heterogénea fuerza Belisario no podía hacer milagros y muchos pensaron que Belisario no regresaría del choque. Pero por el contrario, no tenía un ejército disciplinado enfrente, sino una turba de saqueadores a los que si atacaba con fuerza, quizá, pudiera salir victorioso de semejante trance.

El planteamiento de la batalla por Belisario fue tan sencillo como eficaz; puso sus mejores fuerzas en el centro para que resistieran la envestida de los hunos, mientras que luego los atacó por ambos flancos, fue esta una maniobra sencilla que funcionó a la perfección, sumada a la confianza de los ávaros de no encontrar una resistencia organizada, los saqueadores fueron derrotados de manera clara dispersándose estos en todas direcciones.

Belisario persiguió durante un tramo a los ávaros, hasta que se aseguró de que estaban lejos, no pudo hacer una persecución organizada porque el ejército de que disponía, no ofrecía garantías para hacerlo, ¡bastante había hecho derrotándoles!. Los ávaros cuando vieron más tarde que no se les perseguía, permanecieron un tiempo en Tracia saqueando, hasta que Justiniano les pagó un dinero para que se fueran, y eso hicieron.

Hasta finales del siglo VI, muchos bucelarios y otras formaciones de guardias semiprivadas habían sido incorporados en el ejército regular totalmente. El emperador Mauricio (582-602) agrupó a muchos bucelarios en una gran unidad de caballería del ejército central de campaña, (Obsequium/Opsikion) de entre 1.000 y 6.000 jinetes.

De acuerdo con diversos autores, los bucelarios estuvieron mejor equipados, pagados y entrenados que el grueso de los ejércitos del período, acorde con el alto estatus que como tropas de elite tuvieron hasta el final de sus días

Véase también

Fuentes

Bibliografía