Cañón

Cañón (arma)
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Pieza de artillería

Cañón (arma). Pieza de artillería que permite batir blancos situados dentro de la vista directa del artillero. Disparaba balas de 24 a 56 libras y menores.

Historia

A causa de su pequeño calibre, las Culebrina (arma) no servían para batir los muros de las fortalezas y por esta razón, en el primer cuarto del Siglo XVI apareció un nuevo tipo de pieza, idóneo para esa función: el cañón, de calibre mucho mayor, pero relativamente más corto y de menor alcance, a fin de hacerlo menos pesado, ya que para su cometido el largo alcance no interesaba. Al igual que las culebrinas, los cañones eran de bronce fundido, de ánima lisa y avancarga y fue la pieza que caracterizó a la artillería del Siglo XVII, marcando el fin de las culebrinas, a las que sustituyó.

Clasificación

Se clasificaban en medio cañón, tercio de cañón ó tercerol (también llamado berraco), cuarto de cañón y octavo de cañón.

Este último disparaba balas menores de 3 libras. La longitud del ánima era de 25 a 30 veces su calibre. Su peso variaba; un cañón de a 24 libras pesaba unas 3 toneladas y un cuarto de cañón de a 4 libras, unos 250 Kg. El alcance máximo del cañón era de unos 4 000 m, pero el eficaz de 300 m, y para el cuarto de cañón 250 m. Aunque estos fueron las dimensiones pesos y calibres más generalizados, hubo cañones monstruosos. En Rusia, en 1586, fue fundido en bronce el cañón más grande de la historia, conocido como el Zar de los Cañones. Pesa 40 toneladas, tiene 5,3 m de largo y un calibre de 890 mm. A mediados del Siglo XVI se trajo a La Habana el cañón denominado El Salvaje, de 47 quintales de peso.

Características

Los cañones no estaban dotados de recámara, pues ésta era simplemente la prolongación del ánima. El espesor de las paredes variaba a lo largo de la boca de fuego, pues exteriormente la pieza no era cilíndrica sino constituida por varios cuerpos, cilíndricos ó troncocónicos de diferente grosor, unidos entre sí por bases comunes, con el máximo espesor en la culata y disminuyendo hacia la boca. Los cañones de plaza estaban montados sobre cureñas de madera que los sostenían por dos tetones laterales. La elevación se les introducía mediante cuñas de matera colocadas tras el culote, pero para la deflexión había que mover el afuste con la pieza. Debido a la rigidez del afuste, el retroceso era un verdadero problema que se resolvía atando la cureña con gruesos cabos. La artillería de campaña se movía torpemente sobre enormes ruedas. Los proyectiles era macizos y esféricos, y se introducían por la boca tras la carga de proyección de pólvora negra, cuyo volumen se calculaba según la distancia de tiro. La carga de pólvora se encendía mediante una mecha, a través de un estrecho orificio denominado oído. Un procedimiento usual para inutilizar los cañones enemigos era “clavarlos”, que consistía en introducirles a martillazos un largo clavo de hierro en el oído.

El cañón varió mucho con los tiempos. El trazado exterior del tubo y la boca los convertía en primorosas obras de arte, cuya estética afanaba a los usuarios y fabricantes. Los cañones llevaban el complicado escudo de armas reales y el nombre del monarca, el escudo del Gran Maestre o Capitán General de la Artillería y su nombre, la fecha de su fundición y el nombre del propio cañón.

Cada cañón tenía el suyo propio, que era casi siempre un nombre resonante o amenazador, como El Rayo, El Matador, El Destruidor, El Dragón, o mitológicos, como Hércules, Acetábulo, y también religiosos, como Nuestra Señora de Guadalupe o San Bartolomé.

En Cuba

En Cuba aun existe el cañón Aparador, famoso por haber sido cargado y atacado hasta la boca por los milicianos, hasta el punto de que fue imposible dispararlo o descargarlo. En la batería alta del Castillo de La Cabaña aún permanecen cañones como el Fimbria, La Parca, Garzota, Caudillo, El Fuerte, Ganímedes y otros, que cada noche disparan el cañonazo de las nueve. El Príncipe Pío se utiliza en el Morro santiaguero para disparar un cañonazo en la ceremonia de retreta.

Véase también

Fuente