Carabela (Barco)

Carabela
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Barco de proa redondeada y popa plana, sintetiza las corrientes nórdicas y mediterráneas: 3 mástiles, timón de popa, codaste, velas cuadradas móviles, triangular atrás.
Historial
Clase Navío
Tipo Embarcación a vela
Viaje inaugural 12 de diciembre de 1481
Características generales

Carabela. Barco de vela de los siglos XV y XVI, que solía ir equipado con dos o tres palos y que se empleaba principalmente para el comercio marítimo y más tarde para los descubrimientos; navegaba a diez kilómetros por hora. Los marinos que las utilizaban aseguraban que eran los mejores veleros que surcaban la mar. Por sus avanzadas características pudo afrontar con éxito los viajes a través del océano y fue utilizada por españoles y portugueses en los viajes de exploración durante el siglo XV, en la Era de los Descubrimientos, siendo las primeras naves europeas que navegaron por el Atlántico en la Edad Media. Fueron también muy apreciadas entre corsos y piratas por sus buenas dotes marineras.

Historia

La primera mención al respecto de la carabela en un texto, se registra en un apunte sobre su integración en la flota inglesa hacia 1226. También se han hallado registros en Portugal (fueros de Vila Nova de Gaia) sobre las tasas por transporte de mercancías que debían pagar los capitanes de las embarcaciones y donde la carabela aparece en último lugar, ya que por aquel entonces (S.XIII) eran de reducido tamaño y el pago iba en función de la capacidad de carga. Pero el momento clave para la carabela como referente naval en la Edad Media, se debe al interés que Enrique el Navegante (13941460) tuvo por la expansión del reino de Portugal, momento en que eligió a la carabela como buque para llevar a cabo sus demandas de exploración y apertura de nuevas vías comerciales con las Indias Orientales.

Los primeros navegantes, empleaban pesados buques como las barcazas o los bajeles, de unas 25 toneladas y un solo mástil, mostrándose como inútiles en la navegación de largos viajes. Pero a partir de 1.441, los portugueses deciden iniciarse en el empleo de las carabelas para la exploración atlántica, que se revelaron más adecuadas para estos largos viajes en las que los expedicionarios debían enfrentarse a vientos variables y aguas costeras con escaso calado. Y es que su tamaño, no excesivamente grande (unos 15 metros de quilla), su calado mediano y su capacidad para transportar entre 40 y 60 toneladas hicieron de las carabelas, especialmente las portuguesas, los mejores veleros de la época.

Etimología

Quizás, si examinamos con detenimiento la etimología de la palabra carabela, se pueda trazar el origen de este tipo de buque hasta una pequeña embarcación relacionada con los musulmanes de la zona del Algarve portugués y el Magreb, ideada para navegar con garantías en las aguas oceánicas donde los pescadores locales la empleaban para faenar. Se denominaba qârib y aunque poco se conoce de sus detalles técnicos, parece ser que sus principales características permitirían posteriormente un desarrollo que desembocaría en buques tan grandes como las carabelas. Debido a esas características, se especula con que el término carabela se deriva de la palabra árabe qârib, con lo que su origen sería también árabe. Existe una tercera consideración al respecto. Hay quien sostiene que el término carabela procede de carabo, un sustantivo árabe con que se denominaba a un tipo de embarcaciones de origen bizantino. Este nombre, latinizado como carabela, se utilizaría para definir a una serie de barcos pequeños, de menos de 100 toneladas, de aparejo latino, empleados por los árabes en el Mediterráneo.

Al ser un barco de fácil maniobra, su uso se extiende hacia la cuenca occidental del Mediterráneo y las postrimerías del Atlántico, especialmente a Portugal. Y es en este país donde aparece por primera vez este término, hacia el año 1255, en un documento foral de Vilanova de Gaia. A pesar de todas las teorías existentes, lo cierto es que la carabela como tal, era una embarcación larga y estrecha, con aparejo redondo o latino, arboladura de dos a tres mástiles, con una sola cubierta y un elevado castillo de popa, diseñado específicamente para los viajes de exploración y ciertamente, los diseños más afamados y de mayor prestigio, provenían de la Escuela de Navegación de Sagres, en Portugal. Tal y como mencionaba Iñigo de Arrieta, uno de los miembros de la tripulación de Colón en su primer viaje y Comandante de la Flota de Vizcaya, las carabelas eran “corredoras extremadas, buenas para descubrir tierras”, pudiendo alcanzar velocidades de hasta 10 nudos, algo excepcional en la época. Y es que, debido al tipo de velamen, la carabela requería de marineros más experimentados y hábiles, ya que las embarcaciones contemporáneas, como la carraca o la nao eran, por así decirlo, más “dóciles” y lentas.

Origen

El origen exacto de la carabela, es todavía hoy objeto de debate, ya que existen multitud de teorías al respecto, pero pocas pruebas concluyentes. Por un lado, se cree que el origen de la carabela sería el dhow árabe, introducido en la Península Ibérica a raíz de la Conquista. El dhow es una embarcación a vela que se caracteriza por tener un velamen triangular, un único mástil y ser de bajo calado. Lo realmente significativo de esta embarcación árabe, y base de la teoría sobre su posible origen como antecesor de la carabela, es que su velamen triangular le permitía navegar sin remos indistintamente de la dirección que tuviera el viento, ya que las naves que existían hasta la fecha, con velámenes cuadrangulares, necesitaban viento de popa para poder prescindir de los remeros. Y es que las carabelas, como veremos más adelante, aparejaban velas de este estilo triangular.

Características

Una carabela es una embarcación a vela, ahora en desuso, ligera, alta y larga –hasta 30 metros–, estrecha, de aparejo redondo o latino y contaba con tres mástiles, sobre una sola cubierta y elevado castillo de popa; navegaba a 5,83 nudos (unos 10 km /h). Gracias a estas características pudo afrontar con éxito los viajes a través del océano. Fue inventada por portugueses pero también fue utilizada por los españoles en sus propios viajes de exploración durante el siglo XV. Fue diseñada en la Escuela de Navegación de Sagres, fundada por Enrique el Navegante a principios del siglo XV. Con este tipo de velamen, velas latinas, el pilotaje de una carabela requería mucha más destreza y conocimiento que con las embarcaciones más comunes de finales de la Edad Media y principios del Renacimiento, de las cuales la principal era la carraca o nao. Ello conllevaba una mejora significativa de la maniobrabilidad con cualquier tipo de viento; sin embargo, este tipo de vela no permite aprovechar al máximo el viento de popa como lo hacen las velas rectangulares.

Cómo se medía la velocidad

Existía un método denominado corredera, que en su forma primigenia consistía en una barquilla, un contador y un carretel. La barquilla consiste en una tabla de madera plana, de forma triangular, lastrada para que flote perpendicularmente. A esta iba unido el cabo o cordel, marcado con nudos dispuestos a intervalos o espacios de 14,40 m, que parte del carretel. Para averiguar la velocidad del buque, se arrojaba al mar la barquilla con el cabo atado y se contaba el número de nudos que pasaban en un lapso de 28 segundos. Como los nudos se encuentran en la misma relación con respecto a una milla marina que los 28 segundos respecto a una hora, si son 4 los puntos contados en 28 segundos, la velocidad sería de 4 nudos o 4 millas marinas (recordemos que la milla equivale a 1.851,8 metros).

Fuentes