Características arquitectónicas de Trinidad (Cuba)

Características arquitectónicas de Trinidad
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Concepto:Características de la arquitectura de la Ciudad de Trinidad.

Características arquitectónicas de Trinidad. La Ciudad de Trinidad constituye un testimonio de inestimable valor de lo que fueron las antiguas fundaciones españolas en el Mar Caribe. Fundada en 1514, bajo el nombre de Villa de la Santísima Trinidad, debe su nacimiento a la industria azucarera. Su arquitectura combina características de los siglos XVIII y XIX e inicios del XX. Las edificaciones de mayor interés son la Plaza Mayor y la Iglesia Mayor de la Santísima Trinidad. Cerca de la ciudad se encuentra el Valle de los Ingenios o Valle de San Luis, verdadero monumento arqueológico de la industria azucarera. En el valle se conservan numerosas ruinas de las instalaciones relacionadas con la fabricación del azúcar, como los ingenios, los barracones y viviendas de verano.

Edificaciones, Plazas y Plazuelas

Dibujo que muestra el diseño exterior del Palacio Iznaga, edificación construida en la década de 1820, símbolo de las grandes casonas de la ciudad en esa época.

Por el callejón de Galdós, que desemboca en la Plazuela de Segarte, encontramos la Casa Borrell, donde radican La Oficina del Conservador de la Ciudad. Se destacan en esta edificación sus discretas proporciones y las pinturas murales de la sala y la saleta. A solo cien metros al sur de Segarte, otra plazuela que se conoce como la de Las Tres Palmitas, está formada por las calles Media Luna, Real del Jigüe y Cañada. Por su forma triangular, sus dimensiones y las edificaciones que la limitan, es un espacio agradable a la vista. La plaza de Santa Ana, ubicada en el extremo oriental del Centro Histórico, a unos 500 metros de la Plaza Mayor, fue urbanizada hacia finales del siglo XVIII y constituyó el punto de acceso al Valle de los Ingenios e importante arteria comercial de la época. Allí se destacan dos edificaciones, la Ermita de Santa Ana y la Cárcel Real.

La Ermita de Santa Ana, durante muchos años Parroquial Mayor, cuya construcción inicial data del primer cuarto del siglo XVIII, fue reconstruida en 1812 y hoy espera la intervención restauradora. El edificio que ocupó la antigua Real Cárcel fue levantado en 1844 y es un importante exponente de la arquitectura militar colonialista, que ha sido convertido en un complejo comercial y centro de actividades culturales. La plaza de las tres cruces se encuentra en el extremo noroeste del Centro Histórico, en el barrio conocido como El Calvario. En medio de su amplio espacio se levantan tres cruces de madera, allí instaladas al menos desde 1826 y que fueron punto de arribo de las procesiones católicas durante la Semana Santa y el Corpus, por lo cual la plaza adquirió relevancia desde los momentos iniciales de la conquista y colonización.

En torno al lugar existen varios inmuebles del siglo XVIII y del XIX, que le confieren a la plaza una atmósfera peculiar, por constituir ejemplos típicos de la arquitectura vernácula. Otra plaza de significación especial, tiene el nombre histórico de Carrillo, aunque los trinitarios la conocen simplemente como el parque. Se localiza al sureste del Centro Histórico, pues a fines del siglo XVIII la ciudad tendía a crecer en esa dirección. Esta zona, totalmente remodelada a principios del siglo XX y en la que predomina el eclecticismo arquitectónico, cuenta entre los inmuebles más importantes el edificio que siempre ocupara el gobierno civil, antes denominado Ayuntamiento, hoy sede de la Administración Municipal y la iglesia de San Francisco de Paula, que con un hospital anexo, se levantó en la primera década del XIX, para convertirse en Iglesia auxiliar de la Santísima Trinidad desde 1830, condición que mantiene actualmente. Los alrededores de la plaza Carrillo han sido durante el presente siglo, el centro de la actividad comercial y administrativa de la ciudad, y donde se encuentra los dos únicos hoteles situados en la zona urbana, La Ronda y El Cánada (actualmente en fase de restauración), lo que en tiempos ha cobrado un especial acento desde el establecimiento de La Casa Fisher, sede provincial de la Corporación Artex.

Otras edificaciones de importancia relevante no se han mencionado aún, pues no fueron levantadas en torno a plazas o plazuelas a que nos hemos referido. Por su función religiosa nos referiremos a dos construcciones, la Ermita de la Popa y la Iglesia de Santa Elena. La Ermita de la Popa, que desde su altura en el extremo norte, domina la ciudad, debió ser construida entre 1710 y 1725, con un hospital anexo; aunque su actual alfarje data de 1814, ya que fue dañada por la tormenta que asoló la ciudad dos años antes. Aunque de modestas dimensiones, su imagen desde la ciudad es muy agradable y a su vez la vista panorámica de todo el territorio hasta el mar, decidió al pintor francés Eduardo Laplante escoger el lugar como punto de observación para la creación de uno de sus famosos grabados, del que puede verse una copia en el Museo de Arquitectura. Estructuralmente la edificación se conserva íntegra pero su estado de deterioro impide desde muchos años el oficio.

La Iglesia de Santa Elena, a cuatro Kilómetros de la ciudad, en el poblado de Casilda, el más reciente de los templos católicos edificados, fue consagrado el 18 de agosto de 1849, pero abandonado desde hace varias décadas, actualmente se encuentra en pésimo estado de conservación, por lo cual no se realiza el oficio del culto religioso. El Cuartel de Caballería o de Dragones, levantado entre 1844 y 1845 hacia el sur de la ciudad, justo a la salida que conduce a la zona portuaria, es por sus dimensiones, estado de conservación, ubicación y uso actual, la única construcción de carácter militar, que merece destacarse, si se exceptúa la Cárcel Real. Además de su utilización inicial fue terminal de ferrocarriles, almacén y actualmente es sede de la Escuela Profesional de Artes Plásticas, que atiende el alumnado de la región central del país.

Para referirnos a otras edificaciones que en la categoría doméstica merecen destacarse: La casa de Suárez del Villar y Manuel Meyer en la calle Gloria entre Deengaño y Boca, domicilio de esos propietarios. Casa de Antonio Mauri en la calle Gloria entre Boca y Desengaño, es actualmente el Restaurante Don Antonio. Casa de los Torrado en el extremo oeste de la calle del Carmen, vivienda de esa familia. Casa de Rosario y Media Luna, hoy Casa de la Cultura. Casa de Gala Mauri en Jesús María, entre Colón y Rosario, actualmente es una vivienda. Casa de Frías en Gutiérrez y Colón. Local que ocupa la fábrica de tabacos. Casa de Rosalía Fernández Quevedo en Gutiérrez y Colón, en la actualidad Restaurante Colonial.

Descripción de las calles y casas

Las calles empedradas se mueven sinuosamente, unas descendiendo la suave cuesta, otras desplazándose en curva, obligadas por la inclinación del suelo. El inicial núcleo poblacional de la villa en la ladera de una colina no respetó el cumplimiento de ordenanzas reales, que prescribían para los asentamientos del nuevo mundo una concepción renacentista del trazado urbano, según el cual cada edificación o espacio abierto, debía ajustarse al principio de un diseño de trama regular.

Se afirma que la trama irregular, a veces laberíntica, de hecho favorecía la defensa de las primeras villas ante los sucesivos ataques de corsarios y piratas. Las edificaciones fueron techadas con las tejas de barro, que protegen el maderamen de sus cubiertas, a menudo de ricos dibujos y siempre amarre seguro de las estructuras de mampostería, según la tradición proveniente de Andalucía y Canarias, de gran influencia mudejar, debió adaptarse a un clima húmedo y caluroso, por lo que los puntales ganaron en altura y las puertas y ventanas cobraron dimensiones enormes, que hacían posible el libre paso del aire y la luz, mientras que el uso de las persianas, mamparas y cortinas vaporosas permitían una mayor intimidad en el interior de las moradas.

Los gruesos muros de la vivienda trinitaria fueron decorados con motivos diversos y aunque comúnmente los creadores eran de la localidad en muchas casas se conservan pinturas murales de artistas europeos, que eran contratados por los ricos propietarios. Vista desde lo alto de sus ostentosas torres, Trinidad parece un laberinto de tejados que, aquí y allá, abre sitio a las numerosas plazas y plazuelas, en torno a las cuales siempre se desarrollo la dinámica urbana de la ciudad.

Restauración y Conservación de la ciudad

Varios factores de carácter socioeconómico y geográfico propiciaron que Trinidad mantuviese intactos sus atributos arquitectónicos y urbanísticos hasta bien entrado el siglo XX, permaneciendo durante las primeras cuatro décadas de este siglo en una total inercia. Alrededor de 1940 los trinitarios comienzan a valorar lo heredado y a sentir como una necesidad la salvaguarda del legado histórico. La primera experiencia de protección a sus bienes patrimoniales surge en 1942, cuando se organiza la Asociación Pro Trinidad, integrada por notables trinitarios con adelantada visión de lo que significaría para el futuro la preservación de la herencia. Trinidad llega a la década de 1960como un auténtico ejemplo de ciudad colonial, detenida en el tiempo, sin prosperidad y con una población afianzada a sus raíces.

En 1978 fue reconocida como Monumento Nacional, iniciándose en este período importantes estudios para determinar el área de mayor valor histórico; se obtiene en 1981 la demarcación y zonificación del Centro Histórico Urbano (CHU). Por los años de 1970, el Ministerio de Cultura estableció una red de instituciones, promotoras de la cultura y el patrimonio, determinación que propició la restauración de los edificios más representativos de los siglos XVIII y XIX, lo que convirtió la zona histórica de mayor valor en el centro cultural de Trinidad. Con el trabajo institucional desarrollado desde la apertura del Museo de Arquitectura en 1979, se obtuvo el primer inventario de bienes inmuebles y la categorización de los valores culturales, quedando definido un centro histórico de 48,5 ha. Y 1168 edificaciones con tipologías arquitectónicas de los siglos XVIII y XIX. Con un sistema de centros y subcentros originados a partir de las plazas y plazuelas que conforman la trama urbana. Las investigaciones realizadas aportaron indicadores físicos que mostraban el avanzado deterioro del área demarcada: estructuras decadentes, usos incompatibles con las tipologías originarias, falta de equipamiento y de servicios urbanos, deterioro del entorno y del sistema de vías, escasez de alumbrado público, entre otros.

Calle Cristo

Se hizo urgente encontrar soluciones tanto para los problemas habitacionales de los residentes como para los servicios de carácter urbano que se necesitaban. A partir de los años 80 se instrumentan diversos tipos de planes que definían las primeras acciones y estrategias en la recuperación del CHU: la restauración de edificios por calles concéntricas a partir de un núcleo central, la Plaza Mayor.

La estrategia en aquel entonces incluía, además del mejoramiento de las edificaciones, reparación de empedrados en calles, pavimentación de aceras y alumbrado público, siempre a partir del empleo de materiales y técnicas tradicionales, alejados de todo desarrollo o innovación urbana, por lo que Trinidad mantuvo su autenticidad como pocos centros históricos del continente americano.

A partir del análisis de la ciudad en varios de sus aspectos (demográficos, habitacionales, problemática por zonas, equipamiento, sistema de centros, vialidad, etc.) se elabora en 1986 el «Programa para la Recuperación de Trinidad al 2000» y se conciben conceptos específicos de acuerdo a la zonificación del CHU, entre ellos: culminar integralmente la restauración del núcleo de más alta significación, que continuaba siendo la Plaza Mayor, y reestructurar su funcionamiento a partir de revitalizar su antiguo sistema de centros, otorgándole a la Plaza Carrillo su primitiva condición de centro cívico y comercial; coincidía asila centralidad urbana con una de las áreas históricas de mayor valor.

La nueva propuesta de equipamiento y uso de suelo no sólo asumía las necesidades de la población sino también las del turismo, que ya comenzaba de forma incipiente a vislumbrarse. Este Programa, muy bien concebido, no contó con los suficientes recursos financieros para acometerse.

Paralelamente, el Instituto del Turismo realizó la primera evaluación de Trinidad como destino turístico, presentando en 1986 el Programa «Trinidad Municipio Turístico» que una vez más involucraba como principal recurso económico al CHU, a partir de las potencialidades que ofrecía por su gran carga de simbolismo. Se incluía el rescate de 12 inmuebles para usos turísticos: restaurantes, bares, tiendas, etc.; pero estos proyectos no incluían inversiones para mejorar la calidad de vida de la comunidad.

Los valores patrimoniales y el trabajo de conservación realizado durante años fueron reconocidos en 1988, con la incripción de Trinidad y su Valle de los Ingenios en la Lista del Patrimonio Mundial.

En ese momento el Centro Histórico aún presentaba un alto grado de deterioro, sobre todo en las zonas de mayor antigüedad, que eran los barrios surgidos en el siglo XVIII y donde se concentraba la mayor problemática social, déficit en las redes técnicas y los servicios primarios a los habitantes. El 58 °'o de las estructuras necesitaban intervenciones restauradoras y 152 edificios se evaluaban en estado pésimo. Existía una población de 6 025 habitantes y fue el momento donde algunos pobladores preferían trasladarse a otras zonas, pues no veían posibilidades de salvar sus viviendas del paso del tiempo y de la falta de mantenimiento.

Ya en 1989 el estado cubano se enfrenta a la crisis económica provocada por la desaparición del campo socialista, lo que conlevó la búsqueda de nuevas alternaeconomicas, apareciendo así el turismo como prioridad. Se hizo imprescindible un Programa Inversiones para el Desarrollo Turístico, presentado en 1989 y ejecutado durantes los años 90, pero que limitó sus acciones exclusivamente a inmuebles de su interés, excluyendo toda actividad sobre el tejido urbano. Estas inversiones turísticas provocaron un desequilibrio entre los Programas de Conservación y Revitalización Urbana que ya estaban conceptualmente definidos, pero sin financiamiento, y las intervenciones puntuales en el sector terciario.

La existencia de un Centro Histórico vivo y con tendencia a aumentar cada vez el número de visitantes, obligó a buscar soluciones que aliviaran las innumerables tensiones que se originarían en el «espacio público» considerado como CHU. Lo primero, actuar sobre los distintos componentes de la ciudad, no sólo era importante el rescate de lo arquitectónico, fue necesario otorgarle prioridad al nivel urbano de forma que se afianzara la centralidad histórica a través de la recuperación del sistema tradicional de plazas, plazuelas y arterias comerciales y, en lo socio económico y cultural, la inclusión de servicios y ofertas culturales a la población y visitantes, sin perder el equilibrio entre infraestructura del turismo y necesidades sociales y económicas del CHU.

Referencias