Carlos Israel Cabrera Rodríguez

Carlos Israel Cabrera Rodríguez
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Expedicionario del Yate Granma
Nacimiento24 de mayo de 1935
Artemisa, La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento5 de diciembre de 1956
Alegría de Pío, Niquero, Granma, Bandera de Cuba
Causa de la muerteCaído en combate
Otros nombresCabrerita

Carlos Israel Cabrera Rodríguez.Expedicionario del Granma, caído en el Combate de Alegría de Pío, después de haber sido interceptados por el Ejército de Batista.

Síntesis biográfica

Nació en Artemisa, el 24 de mayo de 1935. Hijo de Alejo Cabrera León y Juana Rodríguez León. Pequeño aún su familia se mudó para La Habana. Cursó sus estudios primarios en la Academia San Antonio y en el colegio Alodia Inza, En la Academia Castro hizo un cursillo preparatorio para el ingreso en el Instituto de La Habana (1948-1953), ocupó cargos en la Asociación de Estudiantes y fue miembro también del Comité Revolucionario del centro de estudios. Fue miembro de la logia Soles del Porvenir, de la Orden de los Caballeros de la Luz.

Trayectoria revolucionaria

Ingresó en las filas de la Juventud Ortodoxa a raíz del suicidio de Eduardo René Chibás Ribas, fundador y máximo líder del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), donde se incorporó de lleno a las actividades políticas de la organización juvenil. Asistió asiduamente a las reuniones que se celebraban en el local del Partido Ortodoxo, en Prado 109. Cuando la nueva dirigencia ortodoxa comenzó a evidenciar una tendencia alejada de los ideales proclamados por el máximo dirigente de ese partido, Israel hizo causa común con quienes —contrariamente— siguieron la línea más intransigente y revolucionaria. Al producirse el golpe de Estado del 10 de marzo por Fulgencio Batista y Zaldivar, Israel cursaba el quinto y último año de bachillerato. Su posición vertical de condena al cuartelazo quedó patente en su encendida palabra en mítines, actos de calle, en el aula estudiantil y en la distribución de propaganda contra el régimen. Su actividad de agitación revolucionaria fue detectada por la dirección batistiana del instituto, que optó por expulsarlo del centro. Las razones alegadas para tal medida fueron: “Que había provocado desórdenes en unión de otros estudiantes”, los cuales también fueron expulsados. El primer contacto con Fidel lo estableció en el local de Prado 109, como uno más entre los cientos de jóvenes ortodoxos de cuyo grupo fue seleccionado el contingente de asaltantes de las fortalezas militares de Santiago de Cuba y Bayamo. Aunque él no participó en los hechos del 26 de julio de 1953, sí continuó relacionado estrechamente con los jóvenes ortodoxos, seguidores de la línea insurreccional proclamada por Fidel. Las actividades revolucionarias de Israel prosiguieron, sumadas al propósito común del pueblo de arrancarle a la tiranía la amnistía de los moncadistas. Cuando el desenlace de la campaña proamnistía se avizoraba como una victoria segura, lograda por la presión popular, casi en vísperas de la excarcelación de los jóvenes del Centenario de la prisión de Isla de Pinos, Israel firmó con otros jóvenes revolucionarios un escrito al presidente del Tribunal Supremo, en el cual denunciaban un plan gubernamental para eliminar físicamente a Fidel y a otros presos políticos. En uno de sus párrafos afirmaban que tenían “...noticias de la existencia de un plan criminal preparado cuidadosamente, para provocar hechos de violencia y organizar persecuciones y atentados contra las personas políticas y los exilados de la misma condición, en especial el valiente líder ortodoxo Fidel Castro Ruz”.

El maestro

Los aparatos represivos de la tiranía recrudecieron la persecución contra Cabrerita, y no tuvo otra alternativa que abandonar la capital por un tiempo. Se dirigió al poblado de Unión de Reyes, en la provincia de Matanzas, donde ejerció como maestro en una pequeña escuela durante unos meses, sin perder el contacto con los compañeros del Movimiento 26 de Julio. Enteradas las autoridades del municipio que el maestro de la escuelita se dedicaba a enseñar a los alumnos el amor a la patria y la diferencia entre libertad y tiranía, que destacaba con sentido revolucionario a las figuras de nuestros próceres y sus luchas en cada fecha patriótica o de significación nacional, obligaron al joven educador a que abandonara la escuela. Israel optó por regresar a La Habana a pesar de la amenaza que sobre él pesaba.

Regreso a La Habana

Durante la festividad carnavalesca en marzo de 1956, un grupo de jóvenes del Movimiento 26 de Julio tomó por asalto a la emisora Radio Caribe, sita en Prado y Refugio, y dieron lectura a una proclama antigubernamental, redactada por Carlos Israel, en el cual denunciaron los desmanes de la tiranía. Entre los participantes se encontraba el futuro expedicionario del Granma Pedro Eduardo Reyes Canto. En los meses que antecedieron su partida hacia México, continuó cumpliendo las tareas asignadas por el Movimiento —recaudación de fondos, propaganda—, hasta el momento de recibir la orden de traslado a la capital mexicana, el 4 de febrero de 1956.

Partida hacia México

El 9 de agosto de 1956 partió hacia México en el vapor Guadalupe. Arribó a ese país después de tres días de travesía, junto con otros siete compañeros, llamados a incorporarse al grupo de hombres que, bajo la dirección de Fidel, se entrenaban para emprender en tierra cubana la guerra contra la tiranía de Batista. A bordo de la nave que lo condujo a sumarse a los futuros expedicionarios del Granma, Israel conoció al también expedicionario Antonio Darío López García. En un testimonio de este sobre aquellos momentos, narró que Cabrerita iba eufórico. A Juan Almeida, también viajero con el mismo fin, le llamó la atención la fogosidad del joven. Ya identificados, hicieron juntos el resto del viaje. Al arribar al puerto de Veracruz, Israel tomó el tren hacia la capital mexicana. Durante su estancia en México paró en varias casas-campamento del Movimiento y recibió entrenamiento de tiro en Los Gamitos. No obstante, su juventud, observó en todo momento la disciplina impuesta por la dirección del Movimiento. Además de prestar especial atención al entrenamiento que recibía, se dedicó a llevar un diario con todas las incidencias desde su arribo a México, en el que insertaba notas de José Martí. Su visión y desarrollo político le permitieron aclarar a compañeros con menos conocimientos asuntos relacionados con la ideología de la lucha contra el tirano. Supo adaptarse, como el resto de sus compañeros, a la escasez de alimentos, el rigor del clima, la persecución policíaca y la separación familiar. Luego de la detención de Fidel y otros compañeros en la capital mexicana, Israel partió con un grupo hacia Veracruz y luego a Xalapa, donde continuó los entrenamientos. Cuarenta y un días antes de abordar el yate Granma escribió a un sacerdote mexicano con quien mantenía una entrañable amistad: Voy guiado por la estrella del deber. Esa estrella me matará o me clavará en el pecho el emblema de la gloria. Tal vez me veas vanidoso al contemplar el reflejo de mis palabras; pero la vanidad es la “forma descolorida del orgullo” y yo me siento orgulloso del camino que he emprendido. ¿Sabes que no somos enteramente distintos? Tu vida es una cruz dedicada a Dios y a tus semejantes; la mía es un altar consagrado a mi pueblo. Tú tienes delante, como misión magnética, los postulados que te ordenan ¡Amor! ¡Bondad! ¡Caridad!; yo tengo delante, palpitando caliente en la memoria, como suplicante llanto, el orfeón inmenso de millones de seres que gritan: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!...

Rumbo a Cuba

El 25 de noviembre de 1956, zarpó a bordo del yate Granma. Integró el pelotón de Juan Almeida. La difícil travesía de siete días, enfrentados al mar encrespado que les impedía avanzar; luego, el mangle y el fango de Los Cayuelos al desembarcar y después la caminata sin descanso, terminaron por agotar sus fuerzas.

Muerte

El 5 de diciembre de 1956, después de tres días de marcha, a media tarde, el grupo de expedicionarios, exhausto, acampó en el lugar conocido por Alegría de Pío, una colonia cañera de la entonces compañía New Niquero, otrora provincia de Oriente, actual municipio de Niquero. En el monte ralo se dispersaron a descansar e ingerir un frugal almuerzo. Muchos se habían quitado las botas, pues traían los pies totalmente llagados. Nadie advirtió que el enemigo se aproximaba. Se oyó un disparo y de inmediato se entabló el tiroteo. El intercambio de fuego y plomo fue intenso. Carlos Israel Cabrera Rodríguez fue uno de los tres expedicionarios que no lograron escapar. Apenas rebasaba los 21 años de edad.

Fuente