Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid

Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid
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Obra Arquitectónica  |  (Catedral)
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Descripción
Tipo:Catedral
Estilo:Herredario, barroco
Localización:Plantilla:Geodatos Valladolid,Bandera de Castilla y León Castilla y León,Bandera de España España
Uso inicial:1585
Uso actual:Iglesia Católica Diócesis Vallolid
Datos de su construcción
Inicio:1668
Otros datos
Arquitecto(s):Juan de Herrera

La Catedral de Nuestra Señora de la Asunción o catedral de Valladolid. Es un edificio de estilo herreriano con añadidos barrocos; fue concebida en el siglo XVI y diseñada por el arquitecto Juan de Herrera. Es la sede episcopal de la archidiócesis de Valladolid.
Está situada en el centro de la ciudad, en una zona ligeramente elevada, cerca de la Iglesia de Santa María La Antigua y construida junto a la Colegiata de Santa María, anterior iglesia colegial de Valladolid, algunos de cuyos espacios fueron destruidos para continuar con las nuevas obras.

Surgimiento

En el último cuarto del siglo XI el rey Alfonso VI encomendó al conde Pedro Ansúrez la repoblación y administración de esta zona que hoy comprende la provincia de Valladolid. Los núcleos de población más importantes, a orillas del río Pisuerga, eran Cabezón y Simancas, en cuyas tierras jurisdiccionales iban surgiendo las villas agrícolas. Una de estas villas, Valladolid, fue elegida por el conde Ansúrez como asentamiento suyo y de su familia y como centro desde el cual organizaría y gobernaría toda la repoblación del entorno. Por entonces Valladolid era una aldea rodeada por una cerca de defensa, que contaba con un alcázar o castillejo y dos ermitas dedicadas a dos santos hispanos tradicionales: San Julián y San Pelayo. El conde Ansúrez eligió la zona de extramuros para edificar su propio palacio. De esta forma inició una expansión de la villa hacia el sureste. Además del palacio construyó una iglesia o capilla privada, que sería el origen de la actual Iglesia de Santa María La Antigua, y una Colegiata o iglesia Mayor que vino a sustituir a la dicha ermita de San Pelayo y que realzó la importancia religiosa de la villa. Esta iglesia Mayor, edificada en arte románico, se llamó Santa María la Mayor y fue el origen de la catedral vallisoletana.

Proceso de construcción

El nuevo edificio no sólo trajo aires modernos en cuanto a arquitectura se refiere sino también en la técnica y modo de trabajar, copiando el sistema llevado en las obras del Escorial. En primer lugar, se organizó en el entorno un gigantesco obrador o taller que dio nombre a la vía abierta delante de la fachada: calle de la Obra. Se coordinó un equipo de picapedreros (que extraían la piedra en canteras cercanas como la de Villanubla), carreteros, canteros, carpinteros y otros oficios. Hubo un grupo de trabajo integrado por profesionales de la construcción cuya cabeza principal era Juan de Herrera que había diseñado los planos y había ideado la fábrica, seguido por su hombre de confianza Diego de Praves como arquitecto director y supervisor que tenía a sus órdenes a un maestro mayor, Pedro de Tolosa, quien a su vez había nombrado a varios aparejadores, entre los que se contaba su hijo Alonso de Tolosa. Pedro de Tolosa murió en 1583 sucediéndole en la maestría mayor su hijo que se mantuvo a pie de obra hasta 1589 en que Diego de Praves se hizo cargo de la obra como arquitecto-director y maestro mayor.
Comenzaron las obras con la demolición de lo poco que se había construido para la colegiata anterior de Riaño y Hontañón. El historiador del siglo XVI Juan Antolínez de Burgos que vivió estos momentos, recuerda en su Historia de Valladolid el derribo de los muros y cómo el material se reservó para su aprovechamiento. En 1589 se compró más piedra para labrar las bazas y zócalos de los pilares interiores. En 1594 ya se estaban preparando los cimientos del crucero que irrumpiría en el claustro de la anterior colegiata. Un año después, Felipe II iba a conseguir la sede episcopal para Valladolid de manera que en plenas obras, el edificio pasa de seguir siendo una colegiata a ser ya una catedral. Sin embargo faltaban todavía bastante años para su consagración, así es que la liturgia siguió celebrándose en el edificio de la antigua colegiata renacentista.

El siglo XVII

En 1620 murió Diego de Praves sucediéndole en la maestría de obras su hijo Francisco de Praves con quien se terminaron las capillas del lado del Evangelio. A la muerte de Francisco de Praves en 1637 tomó su puesto Juan de Répide hasta 1661. Cuatro años más tarde Sebastián Mardaz Colmenares cerró toda la nave de la Epístola con bóveda de arista y en 1662 se terminó la nave central tapándola con bóveda de cañón corrido, supervisado por Francisco Tejerina. Las obras se habían dilatado más de lo esperado, así que el Cabildo tomó la decisión de inaugurar de una vez la nueva catedral aunque estuviera bastante incompleta. El 26 de agosto de 1668 en una ceremonia de gran solemnidad fue consagrada la parte construida que consistía en las tres naves, capillas del lado del Evangelio, una capilla en el lado de la Epístola y tres ábsides provisionales en el espacio que se suponía iría el crucero.

El siglo XVIII

Los recursos económicos siguieron siendo escasos a pesar de las ayudas de los reyes y otras donaciones, por lo que las obras de la catedral o se paralizaban o continuaban lentas y sin grandes avances arquitectónicos. Ya entrado el siglo XVIII se levantó la torre del lado del Evangelio siguiendo fielmente las trazas de Herrera. En 1713 se pudieron terminar las capillas del lado de la Epístola todavía en estilo herreriano a pesar de que venía imponiéndose el barroco. Sin embargo la fachada fue terminada al gusto de la nueva corriente artística siguiendo las trazas del arquitecto Alberto de Churriguera. Se conservan los planos y dibujos de este arquitecto para la fachada que delatan un gusto y profesionalidad de bastante calidad que no supieron interpretar ni los maestros de obras ni los canteros.

El siglo XIX

Las obras de engrandecimiento de la catedral quedaron interrumpidas en la mitad del proyecto de Herrera. Además, la torre que se había levantado a principios del siglo XVIII, se hundió en 1841, causando daños al edificio que tuvieron que ser reparados, aunque la torre jamás se volvió a levantar. A principios de año 1880, comenzó la construcción de la torre del lado de la Epístola, que finalizó en 1890, salvo el remate actual de la cúpula y la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que se añadieron en 1923.

El siglo XX

Entre 1922 y 1928 se hicieron reformas interiores, entre otras la eliminación del coro de la nave central, la construcción de la tribuna del nuevo órgano, (para lo cual se desbarató parte del crucero que ya no servía como tal), bajo la dirección del arquitecto Ricardo García Guereta, y la instalación del retablo mayor de Juan de Juni. Entre 1962 y 1964 hubo un intento bastante afortunado de rematar en alguna medida el proyecto de Herrera allí donde había quedado inconcluso (siempre en la única mitad construida), rematando la parte alta del lado de la Epístola al exterior, y el primer cuerpo de la portada, que en teoría habría dado acceso al crucero, dirigiendo estos trabajos el arquitecto Anselmo Arenillas. En 1965 se restauraron las capillas de la antigua colegiata, salvadas de la demolición porque las obras de la catedral no prosperaron. En estas capillas se ubicó el Museo Diocesano Catedralicio.

El siglo XXI

En 2008 tras dos años de obras se abre el aparcamiento de la plaza de Portugalete. En 2009 se inicia la limpieza exterior (salvo parte de la fachada oeste y los restos de la torre norte) de toda la catedral. En 2014 se inician las obras para instalar un ascensor turístico en la torre. También ese mismo año se limpia la fachada oeste y se inician los procedimientos para limpiar el primer cuerpo de la torre norte (la derruida).

Características

El edificio está sólo construido desde los pies hasta el crucero. De la otra parte, desde el crucero a la cabecera, sólo está realizada una capilla hornacina del lado del Evangelio y las cimentaciones de su simétrica del lado de la Epístola. Por ello, el edificio presenta hoy en día tres naves, separadas con grandes pilares de planta cuadrada que sujetan grandes arcos de medio punto, presentando sólo cuatro tramos cada una y rematándose en tres ábsides provisionales construidos en el siglo XVII, usando ladrillo, en el lugar donde debería haber estado el crucero. A los lados del conjunto de las tres naves existen ocho capillas hornacinas (cuatro a cada lado) cerradas con rejas, que guardan retablos barrocos, rococós y neoclásicos, además de alguna muestra de escultura funeraria.
En el exterior, el edificio también sólo está concluido hasta el crucero, si bien falta una torre de la fachada principal, que se hundió en 1841, y la que actualmente se conserva, fue construida entre 1880 y 1890 y no es fiel en absoluto a las trazas de Juan de Herrera. Tampoco el cuerpo alto de la fachada principal (orientada al sur) es fiel a los planos herrerianos, pues fue diseñado por Alberto de Churriguera a principios del siglo XVIII.

Fachada sur

La fachada de los pies es la fachada principal. Está resuelta como un monumental arco de triunfo, elemento romano esparcido por Italia y que fue copiado en multitud de edificios del siglo XVI. Está distribuida en tres cuerpos bien definidos.

  • Primer cuerpo: Presenta cuatro columnas y en los intercolumnios, dos hornacinas con San Pedro y San Pablo. En el centro y enmarcando la puerta de entrada hay un arco de medio punto en cuyo tímpano está la Virgen de la Asunción, titular de la catedral. Estas imágenes se colocaron en el siglo XVIII cuando se levantó el segundo cuerpo; son obra de Pedro Baamonde. Sobre los capiteles de las cuatro columnas hay un arquitrabe, friso y cornisa, que sirve de separación con el segundo cuerpo.
  • Segundo cuerpo: Tiene las mismas medidas en altura que el primero. Está formado por una balaustrada interrumpida en los lados por cuatro pedestales perpendiculares a las columnas del primer piso. Sobre estos pedestales se asientan las estatuas en piedra de los cuatro doctores de la Iglesia latina: San Agustín y San Ambrosio (obra de Pedro Baamonde) más San Gregorio y San Jerónimo (obra de Antonio de Gautúa). En la misma línea que los pedestales están labradas unas pilastras y entre medias pueden verse dos escudos con los temas marianos del sol y la luna, obra del escultor salmantino Juan García Espinosa. En el centro se abre una ventana rectangular y sobre ella una cornisa que la separa del tercer cuerpo. Este segundo cuerpo se hizo siguiendo las trazas de Alberto de Churriguera.
  • Tercer cuerpo: Es un triángulo concebido a modo de frontón en cuyo centro se halla un escudo sostenido por dos ángeles con las iniciales de María. El tejadillo del frontón está rematado con cuatro pilastras barrocas más otra mayor sobre el vértice que a su vez sostiene una cruz de hierro forjado. En los flancos de esta gran fachada hay otras dos puertas que se comunican con las naves menores. Sobre las puertas hay un círculo en relieve y una cornisa sobre la cual se levanta otro cuerpo de poca altura rematado con un adorno en voluta (o roleo) a la moda churrigueresca.

Fachada Oeste

En este lado, el edificio está concluido hasta el crucero, aunque falta la torre de la fachada principal, hundida en 1841. De la fachada del crucero sólo están realizados la cimentación y los arranques de los muros, pero sin el revestimiento exterior. A esta fachada habría estado pegado el claustro diseñado por Herrera si se hubiera construido.

Fachada Este

Sólo se habían construido hasta mediados del siglo XX la mitad baja del cerramiento exterior de las capillas-hornacina hasta el crucero, la parte alta que cierra la nave central, con sus contrafuertes en forma de arbotante invertido, y el exterior de una capilla-hornacina del sector de la cabecera, después del crucero, que quedaba aislada por no estar unida con el resto a raíz de que la fachada del crucero no estaba ni siquiera empezada. Entre 1962 y 1964, se reanudaron las obras con la idea de completar en parte el proyecto de Herrera bajo la dirección del arquitecto A. Arenillas, construyéndose la parte alta de las capillas del lado de la Epístola y el primer cuerpo de la fachada este del crucero. El resultado fue bastante satisfactorio. La fachada del crucero, semejante al cuerpo bajo de la fachada sur, presenta cuatro gruesas columnas, arco de medio punto que cobija la puerta de entrada y un entablamento con cornisa. Sobre este cuerpo existiría otro, que no está realizado, con una gran ventana flanqueada por dos pares de pilastras y coronado con frontón con bolas a modo de acroteras.
Sólo se habían construido hasta mediados del siglo XX la mitad baja del cerramiento exterior de las capillas-hornacina hasta el crucero, la parte alta que cierra la nave central, con sus contrafuertes en forma de arbotante invertido, y el exterior de una capilla-hornacina del sector de la cabecera, después del crucero, que quedaba aislada por no estar unida con el resto a raíz de que la fachada del crucero no estaba ni siquiera empezada. Entre 1962 y 1964, se reanudaron las obras con la idea de completar en parte el proyecto de Herrera bajo la dirección del arquitecto A. Arenillas, construyéndose la parte alta de las capillas del lado de la Epístola y el primer cuerpo de la fachada este del crucero. El resultado fue bastante satisfactorio. La fachada del crucero, semejante al cuerpo bajo de la fachada sur, presenta cuatro gruesas columnas, arco de medio punto que cobija la puerta de entrada y un entablamento con cornisa. Sobre este cuerpo existiría otro, que no está realizado, con una gran ventana flanqueada por dos pares de pilastras y coronado con frontón con bolas a modo de acroteras.

Fachada Norte

Nunca fue construida tal fachada. Aunque desde el exterior no puede verse, esta parte de la catedral es una mezcla entre las ruinas de la colegiata y zonas de lo que pudo ser el crucero de Herrera. Lo construido del templo herreriano se remata por este lado por con un muro de ladrillo que cierra la nave central a la altura del crucero y los tres ábsides que rematan las naves. Por encima se ven los muros sin terminar de lo que hubiese sido el interior del crucero, con el gran entablamento corintio, los capiteles y los huecos termales sin cerrar.

Torres

Juan de Herrera había concebido para la catedral la construcción de cuatro torres, dos en las esquinas de la fachada de los pies y dos más pequeñas en las esquinas de la cabecera. Estas dos últimas nunca llegaron a construirse y de las otras dos sólo se levantó la del oeste. En su alzado, según los planos, las torres constan de tres cuerpos y se remata en media naranja y linterna. El tercer cuerpo había de servir como campanario.
Entre 1703 y 1709 se levantó la torre del lado del Evangelio, siguiendo las trazas de Herrera y dirigiendo las obras el maestro de cantería Antonio de la Torre. Años más tarde se le añadió un piso más, ochavado, donde se albergaron las campanas en un número mayor de lo previsto. Este cambio de estructura empezó a dar problemas y a lo largo del siglo XVIII se hicieron tres reparaciones, hasta que en el siglo siguiente, en 1841 se desmoronó toda la parte de arriba arrastrando gran parte del tercero y segundo cuerpo. Las ruinas corrían peligro de desplome así es que las autoridades se decidieron por su derribo hasta la altura del primer cuerpo que se mantenía sólido y firme.
A raíz de esta caída se proyectó el alzado de la otra torre del lado de la Epístola. Esta obra se comenzó en 1883 según los planos del arquitecto Antonio Iturralde Montel, olvidando totalmente los planos de Herrera. Por motivos económicos hasta bien entrado el siglo XX no se culminó la obra con la colocación de la estatua del Sagrado Corazón y la instalación del reloj, pero aun estando a medio terminar el cuerpo de campanas, se inauguró con solemnidad el 4 de abril de 1885.

Interior

El estilo de la catedral de Valladolid es purista y sobrio y se corresponde con el más típico clasicismo herreriano, lo cual se demuestra tanto en su arquitectura como en la decoración.
La catedral presenta actualmente tres naves de cuatro tramos rematadas con ábsides en el lugar donde hubiese estado el crucero. En el interior, filas de pilares con pilastras adosadas de orden corintio sujetan hileras de arcos de medio punto.20 Las naves están cubiertas por bóvedas de arista.
El crucero ideado por Herrera no existe como tal porque fue convertido en espacio para la capilla mayor y dos laterales. Solamente del crucero quedan construidos algunos muros y el cuerpo bajo de su fachada del lado de la Epístola, al Este; en la estancia llamada Vestíbulo del museo catedralicio puede verse el arranque de uno de los arcos torales que se iban a construir. El espacio de lo que pudo ser este crucero tiene la misma longitud que el ancho de las tres naves, por lo que no sobresale a los lados del templo. En sus extremos desemboca en dos portales pero sólo está realizado, con puerta de acceso y gran portada, el cuerpo bajo del correspondiente al lado este, como ya se ha dicho. Entre los contrafuertes de cada nave del templo se encuentran emplazadas cuatro capillas.

Capilla Mayor

Se encuentra en el presbiterio, en el ábside central. Sus paredes están tapizadas con damasco carmesí y contiene el retablo mayor, obra de Juan de Juni, que fue trasladado desde la cercana iglesia de La Antigua, la sillería y un facistol del siglo XVII, obra de Cristóbal Ruiz de Andino. En el centro hay un altar adornado con un frontal que presenta un trabajo de repujado en plata, obra barroca del siglo XVIII

Coro

Cuando se construyó el coro en 1667 se situó en el centro de la nave mayor, (partiendo de la segunda pilastra del segundo arco), según costumbre de la arquitectura religiosa española. La primera sillería que tuvo fue la proveniente de la antigua colegiata, gótica del siglo XV. En el siglo XVII hubo necesidad de hacer nuevos sitiales. Este coro se utilizó hasta los primeros años del siglo XIX en que se deshizo su estructura y se fue arrinconando y guardando en huecos de diversas capillas. Las planchas de madera que servían de respaldo fueron utilizadas como batientes de puertas y la silla abacial se llevó a la capilla del Palacio Arzobispal. En 1763 se empezó a colocar la reja costeada por el obispo de Valladolid Isidro Cosío y Bustamante.
En 1841 se amuebló el coro con la sillería que estaba en la iglesia del convento de San Pablo. Esta sillería fue mandada construir por el duque de Lerma en el siglo XVII y sus autores fueron Francisco Velázquez y Melchor Beya, ambos de Valladolid. En el libro Becerro del convento de San Pablo puede leerse esta referencia: En mil seiscientos veintiuno y mes de Noviembre, se finalizó la sillería del coro, que se compone de cincuenta sillas altas y cuarenta y cinco bajas. Costó la hechura de cada par unas con otras, trescientos treinta ducados. Las maderas son de las indias portuguesas; costeó la obra el duque cardenal.
Cuando en 1922 se reestructuró el presbiterio y se hizo la tribuna a los pies de la catedral, donde se instalaron los dos órganos, se desbarató también el recinto del coro y la reja que lo cerraba fue vendida. Los sitiales se llevaron al presbiterio y se colocaron en semicírculo apoyados en la pared, lugar donde siguen colocados (año 2008)

Reja del coro

El coro estuvo cerrado por una buena reja costeada por el obispo de Valladolid Isidro Cosío y Bustamante que se empezó a colocar en octubre de 1763 y quedó instalada en diciembre de ese mismo año. Acabó su dorado en agosto de 1764. En el centro del segundo cuerpo colocó el Cabildo el escudo de armas del obispo Bustamante, en homenaje y agradecimiento a su donación. Llevaba la leyenda: Esta reja y rallar las dio el Ilmo. Sr. Don Isidro Cosío, obispo que fue de esta ciudad. Años más tarde este escudo con su inscripción fue sustituido por el del Cabildo.
La reja fue ejecutada en los talleres de Elorrio (Vizcaya) y Elgoibar (Guipúzcoa), terminada en 1763. Tradicionalmente se ha venido atribuyendo su autoría a dos rejeros: Gregorio de Aguirre y Rafael de Amezúa. Estudios más recientes dan por segura la autoría del artista Amezúa, perteneciente a una familia de rejeros de Elorrio. Parece que lo confirma la similitud de motivos en dos rejas firmadas por Rafael de Amezúa destinadas a los lados del altar mayor de la catedral de Cuenca y otra de Gaspar de Amezúa para el coro de la iglesia de Santa María de Palacio (Logroño).
Era costumbre de los rejeros de Elorrio y Elgoibar depositar en Vitoria las piezas de las rejas una vez terminadas. Desde allí, cargadas en carretas, llegaron a Valladolid en cuya catedral fueron montadas y asentadas entre octubre y diciembre de 1763, bajo la supervisión del maestro rejero autor de la obra. El Cabildo invitó a los artífices a un ágape, lo que entonces se llamaba guantes para refrescar. En 1764 se llevó a cabo el dorado, probablemente por doradores segovianos que eran los más expertos en esta época.
En 1922, con la remodelación hecha en la catedral, la sillería del coro volvió al altar mayor y se construyó una tribuna alta a los pies donde se ubicó el órgano. Por motivos económicos por la necesidad de seguir haciendo obras, el Cabildo vendió la reja (y otras obras de arte) que fue a parar a la Fundación Hearst. Esta fundación la donó en 1956 al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde se puede ver asentada sobre un banco de piedra.
Tiene 3 puertas, 9 calles y 3 pisos. Las columnas son mitad torneadas y mitad abalaustradas, siguiendo un modelo típico del taller de Elorza. Tiene 64 balaustres cincelados. Un arquitrabe liso separa el primer friso con una cornisa de molduras. El coronamiento tiene ornamentación de espirales, óvalos y jarrones.

Altares laterales

La capilla mayor ha tenido tres retablos diferentes a lo largo de su historia. El primero fue colocado en 1670, el segundo en 1865 y el tercero en 1922, cuando por motivo de las obras en la iglesia de Santa María La Antigua se trasladó desde esta iglesia el retablo de Juan de Juni, que quedó definitivamente en la catedral.

  • El primer retablo de 1670, era una especie de tabernáculo y fue construido por el ensamblador Pedro de Cea con esculturas de José Mayo y Pedro Salvador y una pequeña imagen de la Asunción que en el año 2008 se encuentra en la capilla de San Pedro.
  • El segundo retablo, que sustituyó al anterior y que se mantuvo hasta 1922, procedía de la iglesia de Arrabal de Portillo, fue cedido por el cardenal-arzobispo de Valladolid Juan Ignacio Moreno el 6 de julio de 1865. Su instalación se celebró con Salve Solemne la víspera de la fiesta de la Concepción. Era un retablo dorado, con cuatro columnas salomónicas, al que se le añadió una pintura de la Asunción del pintor Zacarías González Velázquez, que fue ampliada en sus costados por el pintor vallisoletano Pablo Berasátegui, para amoldarse al hueco que ya tenía el retablo. En los intercolumnios del retablo estaban las imágenes de Pedro y Pablo. También había un lienzo apaisado con Santiago Apóstol. Tenía una tarjeta circular festoneada de nubes y cabezas de ángeles, que servían como marco al anagrama de María que era dorado sobre fondo de azul claro, acompañado de 4 jarrones perpendiculares a las columnas del tercer cuerpo. Detrás del tabernáculo había un nicho abierto en el muro y cerrado con verja de hierro; dentro había una urna de plata con la inscripción:Corpora S. S. in pace sepulta réquiem in spe.

Este retablo barroco fue cedido en 1922 a la iglesia del monasterio de San Benito el Real, en Valladolid, donde actualmente se conserva, aunque la pintura de la Asunción de Zacarías González Velázquez se quedó en la Catedral, conservándose hoy en la Capilla de San Pedro Regalado.

  • El tercer retablo, que es el que perdura, procede de la iglesia cercana de Santa María de la Antigua; fue necesario sacarlo de allí por motivo de las obras que se iban a realizar en esta parroquia en 1922. Es el retablo que Juan de Juni contrató para Santa María de la Antigua en 1546 además de seis sitiales adosados al mismo y formando un todo y que subsisten en la catedral tal y como lo concibió Juan de Juni.

Capilla de San Lorenzo

Fue fundada por Lorenzo Sánchez de Acebes y presenta un retablo con relieve del martirio del santo, atribuido a Antonio de Paz. Desde esta capilla se accede actualmente a la Catedral Vieja.

Capillas de la Nave del Evangelio

Son las capillas que se encuentran a la izquierda, según se mira al altar. Son las siguientes: Capilla de San Juan Evangelista, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, Capilla de Nuestra Señora del Sagrario y Capilla de San Fernando

Capilla San Juan Evangelista

Hacía las funciones parroquiales, ya que en su interior se encontraba la pila bautismal. Es una capilla de tamaño reducido, ya que se encuentra justo debajo de la antigua torre. Con el hundimiento de dicha torre, se procedió a rehacer su bóveda, imitando a la antes existente. Contiene en su interior un retablo neoclásico, realizado por Jorge Somoza en 1846, que se organiza a modo de arco del triunfo, con cuatro grandes columnas corintias. Dicho retablo fue encargado para reemplazar al anterior, de 1714 y obra de Pedro de Rivas, que se destruyó al hundirse la torre. Acoge una escultura del santo titular del siglo XVII. Además, hay varios lienzos y parte de la antigua sillería del siglo XV procedente de la colegiata. La capilla se cierra con una reja del siglo XVII, rematada con crestería barroca tallada en madera.

Capilla de Nuestra Señora de los Dolores

Formaba parte del antiguo patronato de la familia de los Velarde, siendo bendecida la capilla en 1630. Posee un gran retablo barroco dorado, datado hacia 1700, con estípites y un gran tabernáculo, adornado con espejos. En el retablo se encuentran pequeñas esculturas coetáneas al mismo. Flanqueándolo, se hallan dos hornacinas que contienen los relicarios de la Catedral, del siglo XVII. En un lado de la capilla se halla un retablo de estilo rococó, realizado en 1776, para conmemorar el nacimiento de San Simón de Rojas en 1552, en una casa que se encontraba, antes de la construcción de la actual catedral, en el lugar que hoy ocupa esta capilla; contiene una pintura que representa un pasaje de la vida del santo. En el lado opuesto a este último retablo, se halla el monumento sepulcral del fundador Juan Velarde (fallecido en 1616), de estilo clasicista, con cuatro columnas dóricas entre las que se encuentra el sarcófago; también existe un retrato del fundador, obra de gran calidad, atribuida al pintor Francisco Martínez. Aquí se encuentra en la actualidad la pila bautismal de la Catedral. Hay además varios lienzos. La capilla se cierra con una reja del siglo XVI, quizás procedente de la colegiata, y colocada aquí en 1674. El tabernáculo reposa sobre la urna de un cristo yacente, copia de Gregorio Fernández. El frente del altar es de azulejería vallisoletana.

Capilla de Nuestra Señora del Sagrado

En esta capilla se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Sagrario, una escultura policromada de la Virgen con el Niño, de pequeño tamaño realizada en piedra y que data del siglo XV; se encontró emparedada en 1602, durante el transcurso de unas obras en la colegiata. El Cabildo la eligió como su patrona y la colocó en esta capilla, terminada en 1624. La imagen se encuentra en un retablo neoclásico de 1788. El resto del mobiliario que atesora esta capilla incluye: los lienzos San Pedro Regalado, La Virgen de San Lorenzo, La Caída de San Pablo y San Fernando entrando en Sevilla, realizados por Manuel Peti hacia 1700; otras pinturas de santos correspondientes a los siglos XVI a XVIII; una buena escultura de la Virgen Dolorosa del círculo de Francisco de Rincón; sendas tallas en hornacina de San Pedro y San Pablo, del siglo XVII, y de Santa Catalina de Alejandría, del siglo XVI; y dieciséis sitiales de la antigua sillería tardogótica de la Colegiata. Se cierra la capilla con una reja de hierro con crestería barroca en madera realizada hacia 1650 por un rejero anónimo vallisoletano.

Capilla de San Fernando

Fue fundada en 1585 por Juan de Santisteban, pero debido a la lentitud de la marcha de las obras del templo herreriano, la capilla no se materializó hasta casi noventa años después. En su interior, se halla un retablo salomónico de 1680, obra de Pedro de Cea, que se organiza por medio de cuatro columnas salomónicas entre las que se encuentra una escultura de San Fernando tallada por Alonso de Rozas. También existe un retablo dedicado a la Inmaculada, desmantelado en 1928, que contiene el gran lienzo de la Inmaculada más las pinturas con los temas del Abrazo ante la Puerta Dorada, Nacimiento de la Virgen y Santa Ana y la Virgen; todas estas pinturas son obra de Felipe Gil de Mena. Se cierra con una reja de 1678.

Capilla del ábside

Remata la nave del Evangelio y notablemente más baja que ésta. Fue construida en el siglo XVII de manera provisional, usando ladrillo y yeso. Posee planta ochavada y se decora en el interior con varias molduras y ménsulas de estilo barroco. En esta capilla, se encuentra el mostrador donde se despachan los billetes para entrar al Museo Diocesano y Catedralicio; también se encuentran, además del sepulcro del Conde Ansúrez, algunas obras de arte como el retablo neoclásico formado por una tabla del siglo XVI con el tema de la Crucifixión cuyo autor es el flamenco Michel Coxcie, que trabajó bastante durante el reinado de Felipe II.

Capilla de la nave de la epístola

Son las capillas que se encuentran a la derecha, según se mira al altar. Son las siguientes: Capilla de San Miguel, Capilla de San Pedro Regalado, Capilla de San José, Capilla de San Pedro Apóstol y la Capilla absidal.

Capilla de San Miguel

Realizada en 1712, se encuentra bajo la torre realizada entre 1880 y 1890. Su reja data también de 1712. El retablo, barroco y adornado con cornucopias de estilo churrigueresco, fue realizado en 1714 por Pedro de Rivas, y su escultura titular, probablemente también fue obra de Pedro de Ávila.

Capilla de San Pedro Regalado

Originalmente dedicada a la Magdalena, fue realizada en 1712, y cambió su advocación en 1843 por la de San Pedro Regalado, en honor al santo local. En uno de sus lados, en un retablo neoclásico con frontón triangular, contiene un lienzo neoclásico de la Asunción, obra de Zacarías González Velázquez; enfrente de este retablo existe otro con un lienzo que representa a la Virgen entregando el niño a San Antonio de Padua, obra de Alonso del Arco. No se conserva el retablo titular realizado en 1714, pero sí la Magdalena, posiblemente realizada por Pedro de Ávila, que se guarda en otras dependencias catedralicias. Actualmente, el retablo que posee la capilla, de estilo rococó, con dos columnas corintias de fuste adornado, acoge un gran lienzo con el tema de San Pedro Regalado resucitando para dar de comer a un pobre, del pintor italiano Placido Costanzi datado en la primera mitad del siglo XVIII. La reja que remata la capilla data del año 1712.

Capilla de San José

Contiene las esculturas funerarias de varios miembros de la familia Venero y Leyva, provenientes de la Capilla de Santa Catalina del Convento de San Francisco, atribuibles a Francisco de Rincón y realizadas en alabastro. En esta capilla han recibido sepultura también los últimos arzobispos de Valladolid. El retablo mayor, de estilo barroco, con estípites y dorado, data de 1712, siendo la imagen titular atribuida a Pedro de Ávila. Capilla de San José.
Cuenta además con una serie de lienzos delsiglo XVII, varios de ellos copias de cuadros de pintores como Tiziano (San Jerónimo), Rafael (El pasmo de Sicilia), Caravaggio (Incredulidad de Santo Tomás), Mateo Cerezo (Asunción de la Virgen) y Felipe Gil de Mena (La Verónica). Uno de los lienzos, una Anunciación, está firmado por Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia en 1671. La reja que cierra la Capilla fue forjada en Vitoria en 1712, siendo realizada su cornisa por Alonso del Manzano.

Capilla de San Pedro Apóstol

Se terminó su realización en 1712, siendo colocado su retablo, también barroco y con estípites, dos años más tarde. Su escultura titular es atribuible a Pedro de Ávila. Cuenta con una escultura de la Asunción. Contiene además dos pequeños retablos salomónicos, procedentes de la antigua iglesia de San Esteban, en Portillo, hoy desaparecida.
Su reja data del siglo XVI, siendo recompuesta dos siglos más tarde. Se encuentran además una serie de pinturas de santos, todas ellas del siglo XVII. En esta capilla y la anterior se encuentra actualmente una colección de doce hacheros de bronce realizados en Barcelona en el siglo XVIII.

Capilla del ábside

Es ochavada, construida con ladrillo y yeso, adornada con algunas molduras y ménsulas de estilo barroco y totalmente enlucida. Posee un retablo neoclásico, idéntico al de la capilla absidal del lado del Evangelio, que acoge un gran lienzo sobre el tema de la Transfiguración, obra atribuida a Lucas Jordán. A través de la capilla se realiza el ingreso al templo a por la fachada este que da a la plaza de la Universidad, cerrándose con unas puertas de estilo rococó, muy deteriorado, procedente de la Iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid, donde originalmente cerraron el trascoro de esta iglesia. Llegaron a la Catedral en 1866.

Sacristía

La sacristía de la catedral era la antigua capilla de la Inmaculada, la única construida del sector de la cabecera después del crucero. Fue patronato de don Pedro de Arce, pero que fue habilitada en 1960 como sacristía. Se construyó en 1655, y de dos años más tarde es su reja. Contiene una serie de pinturas originales y copias, varias tablas con piezas en cobre y un retablo neoclásico con un cuadro de la Anunciación, obra de Bartolomé de Cárdenas. Contiene también una sencilla cajonería neoclásica de principios del siglo XIX. En dependencias contiguas se halla una serie de retratos de los Obispos y Arzobispos vallisoletanos desde Bartolomé de la Plaza hasta nuestros días.

Sala capitular

Se encuentra integrada dentro del Museo Diocesano y Catedralicio, accediendo a ella desde un lateral de la capilla de San Lorenzo. Fue construida en el siglo XVII, usando parte de una crujía del claustro colegial. Se cubre con bóveda de cañón con lunetos y yeserías. Posee una sillería barroca de Felipe de Espinabete, tallada en 1764 para el coro alto la iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid y trasladada a la Catedral en 1867. Además, contiene varias pinturas, y esculturas, dos de ellas traídas de San Pablo de la Moraleja.
Destaca en ella el Apostolado que se encuentra en sus muros, obra del conquense Cristóbal García Salmerón y, en el centro de la sala en una urna de cristal, el Ecce-Homo de Gregorio Fernández (1615).

Los órganos musicales de la catedral

El 26 de agosto de 1668 se inauguró y consagró la catedral de Herrera, aun sin estar terminada. Un año antes se había situado el coro en la nave central con la sillería gótica de la antigua Colegiata. En este coro se dispusieron dos órganos, uno frente al otro, ocupando los intercolumnios del segundo tramo, uno de caja barroca, obra del organero Puras y otro neoclásico. Estos dos órganos estuvieron en activo durante más de dos siglos, siendo Benito Huerta el último maestro organero que cuidó de ellos.
En 1922, se hizo la remodelación de la catedral quitando el coro del centro de la nave y construyendo una tribuna a los pies donde se colocaría el nuevo el nuevo órgano de tubos que fue encargado por el arzobispo Remigio Gandásegui y que fue inaugurado el 7 de diciembre de 1928. Los autores organeros fueron Aquilino Amezúa y Leocadio Galdós, quienes lo construyeron entre los años 1904 y 1928. Consta de tres teclados con un lleno en el segundo teclado añadido por Leocadio Galdós que además cambió el sistema mecánico por el neumático.
La caja de este órgano es muy sencilla de acuerdo con el gusto herreriano de la época; está rematada por un frontón con acróteras. La fuellería se oculta tras unos paneles del pedestal. Los capiteles de las pilastras son corintios y sostienen una cornisa con tallas en los intercolumnios. Los tubos que se ven en los costados son de adorno pues la trompetería se extiende en un castillo central.
Este órgano se conserva en la tribuna de los pies de la catedral (año de 2008) y durante muchos años se vinieron celebrando conciertos con su música. Fueron restaurados los fuelles y se le agregó un ventilador silencioso.
El Cabildo hizo un contrato con el organero de Tordesillas Joaquín Lois para mantener el instrumento en perfecto estado de conservación y afinación. Se utiliza en las liturgias dominicales y en otras fiestas.
En el mes de diciembre del año 2005 el Cabildo aprobó por unanimidad la adquisición de un moderno órgano Allen de 19.000 tubos digitalizados que acompaña al Coro Diocesano y que está establecido cerca del presbiterio.

Curiosidades

Debido a la influencia de Juan de Herrera y a la similitud de la filosofía de su construcción con la ideología de los Austrias Mayores, la catedral de Valladolid fue muy imitada en la arquitectura religiosa del siglo XVII. En la ciudad, su influencia está presente en la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias y en la Iglesia conventual de San Agustín. En América latina tuvo influencia en las catedrales de Ciudad de México y Lima.


Fuentes