Cerámica musulmana

Cerámica musulmana
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Concepto:En imagen, Loza de Iznik, Turquía

Cerámica musulmana. Por su situación en la encrucijada entre Europa y Asia, los países islámicos poseen, como es de suponer, una de las culturas más variadas del mundo, con influencias entrecruzadas de ambos continentes que derivan en un estilo propio muy peculiar. Esto se refleja en sus cerámicas, aunque hasta el siglo IX la loza no fue apreciada en Oriente Medio más allá de su carácter utilitario.[1]

Historia

Fue probablemente la presencia de la loza china, introducida sobre todo en los siglos VIII y IX mediante el comercio, lo que impulsó la revalorización y el desarrollo de cerámicas más sofisticadas.

Si bien no se manufacturó porcelana ni gres, según la tradición que se remontaba a las primeras cerámicas clásicas de Siria y Persia, esta región produjo una gama de lozas particularmente rica. Estas cerámicas alcanzaron un estatus considerable entre las artes aplicadas del mundo islámico.

La producción incluye la primitiva loza de reflejo metálico de Mesopotomia, Egipto y, sobre todo Persia, con la cerámica de barbotina enormemente abstracta de Nishapur y Aghkand, y la loza de finas paredes de Kashan con su excepcional vidriado turquesa. Estas cerámicas fueron seguidas por la intrincada loza Minai de Rayy y Kashan, asimismo en Persia, y las poco originales, aunque brillantes, cerámicas en azul y blanco de Iznik y Damasco.

Estas notables e importantes contribuciones a la cultura cerámica internacional inspiraron a los artífices occidentales, desde los de Málaga y Valencia (España) en el siglo XVII hasta William de Morgan y su fábrica de Fulham (Londres) a finales del XIX.[1]

Referencias

  1. 1,0 1,1 Atterbury, Paul y Lars Thap. Enciclopedia de las antigüedades. Editorial LIBSA, 2001. Madrid, España. ISBN: 84-7630-740-3.

Fuentes

Atterbury, Paul y Lars Thap. Enciclopedia de las antigüedades. Editorial LIBSA, 2001. Madrid, España. ISBN: 84-7630-740-3.