Cerro de Montevideo (Uruguay)

Cerro de Montevideo
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Gentilicio Cerrense
Países Uruguay

Cerro de Montevideo. Cerro ubicado adyacente a la bahía de Montevideo, Uruguay. No sólo es la pieza heráldica que figura en el escudo de armas de la República, sino que representa el nombre mismo de la capital, de acuerdo a la denominación que le fuera dada por la expedición de Hernando de Magallanes, en cuyo Diario de viaje se lee lo siguiente: "Martes 10 de dicho enero de 1520 (…) y estábamos en derecho del cabo de Santa María (Punta del Este): de allí adelante corre la costa este oeste, y la tierra es arenosa, y en derecho del cabo hay una montaña hecha como un sombrero, al cual le pusimos el nombre de Monte Vidi".

Ubicación.

En la costa de la Bahía de Montevideo, se eleva al noroeste, a 38º 76' 61" 81 de latitud sur y 62º 50' 97" 38 de longitud oeste con relación al meridiano de Greenwich.

Descripción

El Cerro tiene una altura de 135 metros. En su cima se encuentra la Fortaleza General Artigas, construcción culminada en 1811, que fuera protagonista de importantes momentos en la historia del país. Cuenta con una vista panorámica de la bahía de Montevideo. Alberga un museo histórico militar y el primer faro del Río de la Plata. Al pie del Cerro están el Parque Vaz Ferreira, la rambla y la playa, lugares imperdibles de visitar.

El Cerro ha sido históricamente un barrio de inmigrantes y obreros, colmado de industrias. Se destaca por su riqueza cultural, concentrada hoy en el Centro Cultural Florencio Sánchez.

Historia

Antecedentes históricos

“En el reparto de tierras de Millán, la zona del Cerro fue destinada a Estancias de la Caballada del Rey, por lo tanto de dominio fiscal, no constituyendo lugar de interés para asentamiento de poblaciones. No abarcaba sin embargo, el Cerro propiamente dicho y su falda hacia la Bahía a donde tempranamente pudo accedérsele por agua o por tierra, por un camino que costeaba la bahía y salvaba el Miguelete y el Pantanoso por medio de balsas.

En 1771, Francisco Antonio Maciel instala un saladero próximo al arroyo Miguelete y al Paso Molino, convirtiéndose así en el primer establecimiento industrial de la zona. El saladero será la base económica del país durante todo el siglo XIX. Hacia 1789, se construye también sobre el Miguelete el “Caserío de los negros”, barracones dedicados a la cuarentena, lejos de la ciudad, a la que debían someterse los esclavos recién llegados.

Mientras tanto continúa el establecimiento de saladeros en la zona, ya que los mercados Cubano y Brasilero demandan gran volumen de tasajo. Fue además en esta época de auge de los saladeros, que la zona comenzó a poblarse siendo costumbre que los saladeristas dieran vivienda a sus peones. Los industriales saladeros propusieron por entonces al gobierno, patrocinar la inmigración de españoles y alemanes para trabajar en sus establecimientos y en 1834 se decretó la fundación de Villa Cosmópolis para darle alojamiento.

En 1836 aparece un decreto por el cual se determina la zona en las consideradas industrias insalubres, como los saladeros, fábricas de jabones y velas, se pueden instalar. Por el oeste recién lo podrán hacer más allá del Miguelete. Hacia mediados del siglo siguieron localizándose y ampliándose algunas empresas allí establecidas, barracas, depósitos de carbón, muelles. Después de la Guerra Grande las industrias que habían subsistido eran débiles frente a las extrajeras. El saladero Lafone, el único que había quedado con dificultades, pero no podía hacer frente al poderío de Río Grande. La solución podía estar en mejorar el ganado para facilitar la competencia. El gran impulso fue dado sobre todo por capitales extranjeros y provocó además, una nueva corriente inmigratoria para proveer de mano de obra a esas empresas, cuyo asentamiento se encauzó hacia Villa Cosmópolis.

En las faldas del Cerro se construye (Jaime Cibils y J.D. Jackson) un dique de carena de 1.20 m de largo y 24 de ancho con fondos de 7 m que lo convertirán en el más importante del continente. En 1883 se autoriza la construcción del Puerto de Montevideo. Entre 1898 y 1905 fueron muchos los nuevos establecimientos instalados y ampliados los existentes. Hacia 1910 se produce un estancamiento en la Industria Saladeril. El frigorífico que proporcionaba nuevos sistemas de conservación de carnes, había iniciado la competencia al saladero.

Con él las instalaciones se tecnificaban y sobre todo, el peón rural daba paso al obrero industrial. Se buscó para ello nuevamente la mano de obra más especializada de referencia europea. La Frigorífica Uruguaya, en 1914, tenía el 53,1% del personal extranjero. La gran etapa de inmigraciones coincide con el período intermedio entre grandes conflictos bélicos que asolaban Europa. Fue el frigorífico el que primero proporcionó viviendas y servicios a sus empleados en interés de sus necesidades, cerca del trabajo.

Más tarde el Estado, a través de Inve, el municipio y el PNV, se ocuparán también del problema del hábitat en la zona. El trabajo pues, fue quien caracterizó en toda su historia el afincamiento residencial en la zona, quien le dio además características de aislación con respecto a la ciudad; característica que se mantuvo mientras existió en el Cerro fuente de trabajo segura y no hubo que salir de sus límites en busca del trabajo diario."

Nacimiento de la Comunidad Cerrense

nació basada precisamente en esa integración en base a la inmigración. Montevideo ha forjado su desarrollo desde su centro histórico, partiendo de la ciudad colonial pero, asistiendo a la vez a un nacimiento paralelo totalmente autónomo, que tiene como elementos humanos a los inmigrantes y como forma de vida el trabajo industrial, generando para la zona oeste una tradición potentísima que le señala un destino de tendencia netamente industrial, engarzada verde, también desarrollada por inmigrantes, esencialmente agrícola y forestal.

La Bahía de Montevideo a parte de las tendencias industrialistas de los saladeros, ya sufrió también casi de inmediato, cuando se empezó a tecnificar el país, la localización de expresiones industriales de acción estatal como la usina de UTE y la propia Ancap como central de productos de petróleo, ambas protagonistas de los primeros factores de contaminación en la Bahía, es decir “al oeste” de Montevideo. Surge de ese nacimiento, fruto de la dualidad inmigración e industria, la Comunidad Cerrense, adoptando una fisonomía que se enriqueció de inmediato a partir de la fundación de Villa Cosmópolis con sus calles ortogonales que ha llamado tanto la atención por tratarse de un trazado tan rígido aplicado a una topografía tan irregular.

La vigía y el faro

El 28 de abril de 1781, el Intendente general de Montevideo, don Manuel Ignacio Fernández, comunicó al Oficial Real José Francisco de Sostoa que, de acuerdo con las instrucciones recibidas del Sr. Virrey, Juan José de Vértiz, se había determinado situar en la altura del Cerro una vigía, en la que debía actuar un Piloto o Pilotín de la Armada, con banderas para señales de las embarcaciones que se avistaran, la que podría prestar servicios muy importantes.

Con tal motivo se encomendó a este Oficial diera la orden correspondiente para que en aquel lugar se levantara, a la mayor brevedad, un rancho, donde pudiera alojarse el Vigía y se colocara un asta para las banderas que usase de acuerdo con el plan de señales que llevara.

Algunos años después, en 1801, se empezó a construir próximo al rancho de paja, en la cumbre del Cerro, una casa de material que llamaron la Casa del Cerro, para alojamiento del personal de la Vigía y farola cuya construcción se iniciara simultáneamente.

Durante la Guerra Grande, esta telegrafía óptica fue de gran importancia para la ciudad sitiada, la que instaló otra estación receptora y trasmisora en la torre de la Iglesia Matriz, por cuyo medio pudo conocer, adecuadamente, los movimientos del ejército sitiador. A pesar de la opinión del Gral. Angel Pacheco, de las fuerzas federales argentinas, que entendía necesario operar militarmente sobre el Cerro, para anular la acción de la Vigía, los sitiadores no consiguieron, sin embargo, apoderarse de la importante posición.

La Vigía del Cerro funcionó hasta el año 1934, en que fue trasladada a la torre del nuevo edificio de la Aduana de Montevideo. Pero fue a partir de la habilitación de Montevideo como Puerto Mayor de Indias en 1778 y de su designación como Apostadero Naval del Río de la Plata, que se incrementó considerablemente la presencia de naves en este último, las que, a menudo, naufragaban.

La Real Orden dada en San Ildefonso, el 30 de septiembre de 1799, ordenó la construcción del Faro en el Cerro de Montevideo. A pesar de la renuencia del Consulado de Buenos Aires para emprender la obra, de indudable beneficio para el puerto rival de Montevideo, las reiteradas gestiones de los comerciantes de esta ciudad -justamente alarmados por las contínuas pérdidas de vidas y bienes causados por los naufragios- lo obligaron a salir de su inercia y a ordenar la construcción del Faro en el Cerro.

Con su torre, sobre la cumbre del Cerro, el Faro alcanzaba una altura focal de 148 metros sobre el nivel del mar, con un alcance geográfico de 30 millas y lumínico de 19,5 y una intensidad luminosa de258.000 candelas, que emitía tres destellos cada diez segundos.

El 4 de abril de 1802 se armó la máquina de la Farola y esa misma noche se encendió con 20 luces. La Farola del Cerro fue el primer faro que hubo en el Río de la Plata, cuyo comercio tomó poderoso auge en el año de su inauguración: sólo a Montevideo vinieron, en 1802, 188 navíos de ultramar y 646 buques de cabotaje.

Hacia 1818 este mecanismo fue sustituido por otro, ideado por el ingenioso e ilustrado Pbro. José Arrieta, consistente en un sistema rotativo que permitía girar el Faro por medio de cuerdas, al mismo tiempo que se cambió la grasa de potro por aceite para alimentar el alumbrado de las candilejas.

En 1836 debió construirse un nuevo faro, pues el primitivo había sido deshecho por un rayo. La Farola, reconstruida, siguió funcionando regularmente hasta el 6 de junio de 1843, fecha en que fue destruida por el ataque realizado a la Fortaleza por fuerzas del ejército sitiador de Montevideo, durante la Guerra Grande.

Una nueva Farola, construida sobre la antigua torre de la primera, fue encendida en la noche del 16 de julio de 1852. El sistema giraba alrededor de un eje vertical, impulsado por un rústico aparato de relojería y la duración del eclipse era de dos minutos.

Su entorno arquitectónico

El Museo Militar Fortaleza General Artigas en lo alto del Cerro.

Sobre el Cerro se encuentra el Museo Militar Fortaleza General Artigas. Este fuerte fue construido en 1808, la última fortificación militar en el Uruguay durante la colonia. No era parte de la defensa de la ciudad, su función siendo proteger la farola.

El museo es atendido por militares que son amables al extremo. La colección de armas en este museo es muy atractiva, aun para personas que no sabemos mucho de eso. Son exhibidas en salas donde murales explican la historia del Uruguay. Lo que más nos llamó la atención fueron las frases heroicas y los actos de valentía que forjaron esta nación. Y claro, como cubanos americanos que somos, la imagen de la patrona de la artillería, Santa Bárbara bendita.

Fuentes