Historia del municipio Julio Antonio Mella (Provincia Santiago de Cuba)


Historia del municipio Julio Antonio Mella (Provincia Santiago de Cuba)
Información sobre la plantilla
Cronología
Prehistoria
Época colonial
Gestas por la independencia
Protesta de Baraguá
Constitución de Baraguá
Guerra de 1895
Guerra hispano–cubano–norteamericana
Etapa republicana (1902–1958)
Educación y salud
Luchas del movimiento obrero
Última etapa de la Guerra de Liberación Nacional
Figuras relacionadas con la historia
Triunfo de la Revolución (1959–2013)
Desarrollo político y socio–económico

Historia del municipio Julio Antonio Mella. Ubicado en la parte norte de la provincia de Santiago de Cuba. Fundado en 1976. Limita al Norte y al Oeste con la provincia Holguín, al Este con el municipio San Luís y nuevamente con Holguín, al Sur con los Municipios Palma Soriano y San Luís. Uno de los motivos por los cuales el municipio adquiere importancia es su posición y características geográficas, al encontrarse situado en el camino de Santiago de Cuba a Holguín, en este municipio fueron muchos los hechos, escaramuzas y combates desarrollados.

Surgimiento

El nacimiento del municipio Mella data de 1976, año en el cual fue aplicada una nueva División Político Administrativa en el país. Pasó a formar parte de la provincia Santiago de Cuba y su territorio, con una superficie de 335.7 kilómetros cuadrados, acogió los antiguos municipios Mella y Baraguá.

Entre sus características físicas destaca la presencia de llanuras, entre las cuales sobresalen la Sabana de Bío, Hato en Medio, Cayo Rey, Miranda y la de San Felipe o Baraguá.

Existen pocas cuevas. Se destaca la situada en La Cantera, con una entrada aproximada de 10 metros de alto y 5 de ancho. En su estructura presenta un gran salón que puede albergar hasta 200 personas, y un túnel de 70 metros con salida al exterior.

Prehistoria

La situación del territorio en la época anterior al arribo de los colonizadores, resulta poco conocida. Sólo ha sido reportada y corroborada la presencia de una comunidad aborigen denominada Barigua.

En el orden material se han rescatado escasas piezas de sílex; así como tres majadores; fragmentos de cerámica —todos modelados y muchos de ellos con decoraciones zoomorfas y antropomorfas—; y dos gubias. Se cuenta también con evidencias materiales referidas a la dieta consumida por los habitantes de entonces y que son: garfios terminales de pinzas de cangrejos y huesos de jutías.

Época colonial

Tras la llegada de los colonizadores y la consiguiente repartición de tierras, las informaciones logradas sobre el territorio, algunas trasmitidas por la vía oral de generación en generación y otras por la documental, hablan de un sitio de ganado existente en los alrededores de la zona de Bayate hacia 1778, el cual pertenecía a Doña Isabel Gerónima de Medina. En esa misma dirección, pero ya en el siglo XIX, se refiere la existencia de los hatos del Mijial, Miranda y tierras realengas del Quemado y Quemadito.

Entre las actividades productivas practicadas estaba la ganadería extensiva y la tala de árboles maderables. Había abundancia de júcaro, ácana, caoba, majagua, ceiba, y guásima, entre otros.

Miranda aparece también como asiento de corral, lo que permite ubicar la ganadería en el rango de actividad con cierta tradición; y el Mijial aparece como finca de don Felipe Téllez. No ha sido localizado algún indicio de que en la zona hubiese trapiches o ingenios; aunque resulta bastante posible que algunos terrenos estuviesen dedicados al cultivo de la caña de azúcar debido a que en los alrededores se encontraban pequeñas fábricas azucareras.

Gestas por la independencia

A diferencia de la situación económica, marcada por el anonimato, el territorio tuvo un papel significativo en las gestas por la independencia. Debido a sus características geográficas, atrajo la atención de los españoles y también de los mambises. Los primeros situaron en Miranda un campamento cuya función era suministrar de pertrechos a los soldados; y en Palmarito de Cauto construyeron un conjunto fortificado.

En cuanto a los insurrectos, convirtieron el territorio en zona de refugio. Sirva de ejemplo el accionar del general Donato Mármol quien estableció su cuartel general en aquellos alrededores, desplazándose constantemente entre el Mijial y Palmarito de Cauto. Precisamente encontró la muerte en esta zona, en la sabana de San Felipe, el 26 de junio de 1870.

Protesta de Baraguá

Fueron múltiples los combates y escaramuzas sostenidas por las fuerzas cubanas y españolas en la zona de Miranda. Entre los meses de febrero–abril de 1869, las huestes mambisas a la orden de Antonio Maceo, derrotaron a las hispanas en los combates de la Candelaria, Palmarito de Cauto y Sabana de la Burra. Pero sin duda el acontecimiento más trascendente de la Guerra Grande ocurrido en el territorio del actual municipio Mella fue la histórica entrevista sostenida entre el general Antonio Maceo Grajales y el general Arsenio Martínez Campos el 15 de marzo de 1878. Ese encuentro ha pasado a la historia como la Protesta de Baraguá y constituyó la respuesta del pueblo cubano, representado en la aguerrida tropa de la división Cuba, ante el Pacto del Zanjón, acuerdo mediante el cual la guerra llegaba a su fin sin haberse logrado la anhelada independencia.

En las conversaciones sostenidas entre Maceo y Arsenio Martínez Campos no hubo acuerdos, salvo uno: pasado ocho días, volverían a romperse las hostilidades. Historiadores que se han referido a este acontecimiento apuntan que molesto por su fracaso, el general español abandonó la zona de la entrevista no sin antes escuchar el grito del oficial cubano de Cambute, Florencio Duarte, dirigido a las fuerzas independentistas allí presentes:

«Muchachos, el 23 se rompe el corojo.»

Constitución de Baraguá

Con vistas a continuar la lucha, se hizo necesario la organización de un gobierno que recogiera el legado al cual habían renunciado quienes concurrieron al Pacto del Zanjón, así como la redacción de una carta magna. Esta se conoce históricamente como la constitución de Baraguá, y su vigencia fue de dos meses aproximadamente. Fue aprobada por aclamación y su contenido fue el siguiente:

  1. La Revolución se regirá por un Gobierno provisional, compuesto de cuatro individuos.
  2. El Gobierno provisional nombrará un General en Jefe que dirija las operaciones militares.
  3. El Gobierno queda facultado para hacer la paz bajo las bases de independencia.
  4. No podrá hacer la paz con el Gobierno español bajo otras bases sin el conocimiento y consentimiento del pueblo.
  5. El Gobierno pondrá en vigor todas las leyes de la República que sean compatibles con la presente situación.
  6. El poder judicial es independiente, y residirá conforme a las leyes antiguas, en Consejos de guerra.

Tal como quedó recogido en el primer punto, por medio del voto secreto y directo, se procedió a la elección del gobierno provisional. Los cuatro electos resultaron ser militares de alta graduación y hombres del Diez de Octubre. Ellos fueron:

Al día siguiente, el Gobierno Provisional juró fidelidad al pueblo y a la revolución y entró en funciones. Entre sus acciones estuvo la de organizar la estructura militar de la revolución, la cual quedó de la manera siguiente:

Obelisco erigido a la Protesta de Baraguá

El 22 de marzo Miranda fue nuevamente escenario de un importante hecho vinculado con la marcha de la Revolución después de los acuerdos del Zanjón. Deseoso de que los protestantes de Baraguá reconsideraran la posición asumida, Martínez Campos invitó a Calvar y demás miembros del gobierno a un almuerzo campestre que se efectuó en un punto del citado territorio y allí intentó convencer a sus convidados de que era imposible continuar la lucha. Nada obtuvo en su provecho. No obstante, las condiciones objetivas existentes en la Isla pesaron más que la decisión de quienes expresaron en Baraguá su disposición de luchar hasta lograr la independencia.

Las hostilidades comenzaron el 23 de marzo, pero rápidamente llegaron noticias poco alentadoras: las fuerzas españolas no peleaban, no presentaban combate. Era parte de la estrategia pacificadora trazada por el jefe de las fuerzas españolas. Obviamente esa política ponía en precario la ofensiva mambisa.

Ante tal circunstancia insostenible, se buscó una solución que posibilitara salvar la vida de Antonio Maceo sin que tuviera que adherirse al Pacto del Zanjón. La alternativa fue la salida del general hacia el extranjero en comisión especial del gobierno insurrecto con el propósito de, entre otros asuntos, acopiar fondos y comprar pertrechos.

Martínez Campos accedió en otorgar el salvoconducto que posibilitara la partida del Héroe de Baraguá. Junto con una comitiva integrada por un reducido número de compañeros de armas, este salió rumbo a Jamaica el 9 de mayo. Poco quedaba por hacer; las posibilidades de recaudación que daba la emigración eran casi nulas; y los jefes insurrectos que se mantenían en la manigua comprendieron que no era viable continuar la lucha. Continuar la lucha era una utopía, y por ello el gobierno provisional acordó unánimemente conferenciar con el jefe español y acogerse al Pacto del Zanjón. La entrevista con el general hispano ocurrió en Torre de Barigua, el 28 de mayo de 1878.

Tras la entrevista el gobierno provisional celebró su última reunión donde acordó disolverse y comunicar a los jefes y a la tropa lo acordado con el representante de España.

Guerra de 1895

La nueva etapa de la gesta emancipadora dio inicio el 24 de febrero de 1895. Las tierras de Miranda fueron testigos nuevamente de diversos acontecimientos. Destaca la marcha realizada por Máximo Gómez y José Martí, tras el desembarco en Playitas en abril de 1895. Como parte de la ruta que llevó a ambos patriotas hasta Dos Ríos, donde el 19 de mayo el Héroe Nacional cayó en combate, el día 7 de mayo salieron de territorio del actual municipio San Luis hacia El Mijial. Desde allí se desplazaron hasta la sabana de Pinalito, pasando por Baraguá hasta llegar a la sabana de Bío.

Uno de los eventos que relaciona al municipio con episodios importantes de la Guerra Necesaria, lo constituye la salida de la columna invasora con rumbo al occidente de la Isla. Esta hazaña obedecía a dos objetivos considerados esenciales para la buena marcha de la contienda y que eran: extender las operaciones militares para así obligar a España a pelear simultáneamente en todo el territorio insular; y arrasar y destruir toda la riqueza, perteneciera a españoles o cubanos, que le daba confortables ganancias a la metrópoli por la vía de los impuestos.

Las huestes invasoras partieron de los históricos Mangos de Baraguá el 22 de octubre de 1895. Su organización fue la siguiente:

Guerra hispano–cubano–norteamericana

Poco antes de finalizar la contienda, específicamente desde junio de 1898, las tierras de lo que luego sería el municipio Mella volvieron a ser escenario de un acontecimiento de suma trascendencia para la guerra y que fue la concentración en Cauto Abajo de las tropas del Departamento Oriental bajo las órdenes del mayor general Calixto García quien en ese momento se encontraba acampando en Bío.

Por orden del general Máximo Gómez las huestes debían incorporarse a la toma de Santiago de Cuba en apoyo a las tropas norteamericanas. Desde el campamento de Bío, Calixto García impartió órdenes e instrucciones, y el 16 de junio salió rumbo a Cauto Abajo con el propósito de dar cumplimiento a la misión asignada. Hasta donde se conoce, esta fue la última acción de la lucha por la independencia ocurrida en la zona.

Etapa republicana (1902–1958)

Al cesar la dominación española en 1898, el gobierno interventor de Estados Unidos procedió al nombramiento de alcaldes hasta que se definiera el status que se daría a la otrora colonia hispana. Por intereses de las autoridades políticas de la época, y debido tal vez al perfil socioeconómico del territorio, el que corresponde al actual municipio Mella quedó como parte de los constituidos municipios de Holguín, Palma Soriano y San Luis.

Finalizado el período de intervención militar que Presasiguió a la derrota española en la guerra hispano–cubana–norteamericana, proclamada la república el 20 de mayo de 1902, la construcción del ferrocarril central devino un elemento de innegable significación en el comportamiento económico de la zona porque aparejado a esa obra ocurrió el crecimiento demográfico y la ampliación territorial de sus tres primeros núcleos de población de mayor significación: Bayate, Palmarito de Cauto, y, especialmente, Miranda.

El trazado de la vía férrea para el tránsito del tren central, la que en su continuación unió las ciudades de La Habana y Santiago de Cuba, generó el irrefrenable mal de la tala indiscriminada de los bosques con sus negativas consecuencias para el medio ambiente. El tendido férreo propició el nacimiento de nuevos poblados. Entre ellos estaba Palmarito de Cauto. Ubicado a unos 20 kilómetros de la cabecera municipal Palma Soriano, su fundación se ubica en 1903, por indicaciones del gobernador de la provincia. Un nutrido grupo de inmigrantes integrado por algunos alemanes, noruegos, fineses y daneses, pero especialmente por suecos, llegados a esa localidad, tuvieron una decisiva incidencia en la notoriedad que alcanzó en esa época y que le ha ganado un espacio en la historia del municipio, de la provincia y de Cuba.

Los suecos realizaron actividades muy diversas —algunas de ellas de mucha novedad— y entre las cuales se encontraban el cultivo y explotación de los cítricos; la siembra de café, que intercalaban en los sembrados de caña; la cría de aves de corral y de diversos tipos de ganado; la deshidratación —mediante la exposición al sol—, de viandas del país como plátano, yuca, ñame, malanga, entre otras, la que utilizaban en variadas recetas; modernizaron las técnicas de explotación de la apicultura con la introducción de la caja americana en los colmenares; utilizaron las abejas en la polinización de los cultivos e introdujeron el árbol del caucho con propósitos experimentales para su posterior explotación industrial.

Los hijos de Suecia constituyeron para la zona una ventana a la modernidad. En sus casas había artículos e instalaciones nuevas o desconocidas en la zona como eran: bombas de agua, lavadoras mecánicas, cámaras fotográficas, termómetros meteorológicos, anteojos, estufas, etc. Otro tributo directo al desarrollo de la zona lo constituyó su inserción en la actividad azucarera. En el campo de la infraestructura necesaria para esa agroindustria, estuvo su contribución al tendido del ferrocarril con la producción de traviesas, madera en trozo para puentes, tanques elevados, y grúas para el tiro de la caña de azúcar.

En cuanto a la producción propiamente dicha del dulce grano, en 1906, Alfredo Lind, junto con otros coterráneos y cierto número de cubanos, inició la construcción de un pequeño central azucarero al cual denominó Palmarito de Cauto, y que estuvo ubicado a un kilómetro y medio de distancia del poblado homónimo. Médico de profesión era representante de The Swedish Land and Colonization Company of the Northwest, cuyo propósito radicaba en establecer colonias agrícolas de inmigrantes suecos, en el noroeste de Norteamérica.

Como ha sido dicho por el investigador Jaime Sarusky:

«quiso el azar que el doctor Lind, fatigado por el exceso de trabajo en el hospital de Minneapolis, decidiera viajar a Cuba para hacer una cura de reposo y recreo. Las bondades del clima, la riqueza de la tierra cubana y especialmente sus precios irrisorios, lo llevaron a cambiar la idea inicial de la corporación y decidirse a crear las colonias en la mayor de las Antillas. Fomentarían Bayate y sus alrededores donde concentrarían las inversiones, los esfuerzos y las inversiones.»

En la materialización de ese propósito, la arrancada de la pequeña industria creada por el doctor Lind ocurrió en 1910. Todos los puestos dentro de la fábrica fueron ocupados por suecos. Para esta zafra fueron sembradas ochenta y tres colonias de las cuales seis fueron sembradas por la administración, y ochenta y tres por colonos del ingenio: veintiocho de ellos eran suecos; catorce cubanos y el resto, de otras nacionalidades. Las zafras tuvieron buenos resultados. En la de 1913, la producción fue de 38 923 sacos de trescientas veinticinco libras, y en la de 1914, se obtuvieron catorce mil sacos más. La irrupción de los intereses norteamericanos en la zona, corporizado en la Miranda Sugar Company con Charles M. Warner como su apoderado, significaron el fin de experiencia sueca en el Palmarito de Cauto.

Durante los años de la Primera Guerra Mundial (1914–1918), el accionar de la empresa estadounidense fue muy intenso y entró en rivalidad con el desplegado por los suecos. La balanza se inclinó de manera desfavorable a la entidad creada por la iniciativa de Alfred Lind. En 1915, sus competidores comenzaron la construcción del central Miranda. Ellos libraron la pelea en el campo del abastecimiento de la materia prima, por diversos medios lograron comprar la casi totalidad de la producida por los colonos, incluidos los suecos. A la postre, cuando en 1917, el nuevo coloso azucarero inició su primera zafra, el pequeño Palmarito de Cauto, había dejado de moler.

Desde su fundación y hasta el 6 de agosto de 1960 cuando, tras el triunfo de la Revolución, fue nacionalizado por el gobierno revolucionario, el ingenio fue propiedad de compañías estadounidenses. La política propia de estas empresas cuyo único fin era la obtención de ganancias, repercutió negativamente en la cotidianidad de los trabajadores vinculados a la agroindustria. Como promedio ellos laboraban alrededor de 100 días al año; aunque hubo momentos en los cuales la cifra anual tributaba de forma muy negativa: en 1953 fue de 93 días y en 1955 de solo 77. Durante el resto del año —conocido como tiempo muerto—; la alternativa era agenciarse empleos temporales entre los cuales figuraba la recogida de café en las zonas cafetaleras, principalmente en la de Guantánamo.

Esta situación engendraba abismales diferencias económicas y sociales que resultaban notorias en aspectos tales como la tipología de las viviendas y su ubicación espacial. En el extremo superior de esa escala se encontraban las confortables edificaciones del llamado barrio de los americanos, ubicado a un costado del central donde vivían el administrador del central y algunos de los empleados de mayor rango como eran José Fuentes, que fungía como jefe de máquinas, y míster Owers, que lo era de fabricación. Los inmuebles eran de madera, construidos sobre pilotos y rodeados de un corredor delimitado por barandas.

En un nivel intermedio se encontraban las casas del batey, presentaban características similares en lo relativo a: la tipología; los materiales utilizados en los pisos, techos y paredes. Eran habitadas por trabajadores del central que tenían una responsabilidad administrativa o técnica de menor envergadura. Todas pertenecían a la Compañía, que garantizaba el servicio de electricidad y el hidráulico y, como una especie de sello de propiedad, las pintaba de color verde. En los años finales de la década de 1940 o los primeros años del decenio siguiente, fue construido el barrio de Pueblo Nuevo. Las viviendas eran construcciones semicirculares de zinc, pertenecían igualmente a la compañía propietaria del central y fueron utilizadas para alojar a los trabajadores en atención a sus cargos y responsabilidades.

En la base de la escala, estaban los barracones, existentes tanto en el batey como en los barrios y colonias donde en condiciones de hacinamiento vivían los menos favorecidos, entre los cuales estaban los inmigrantes antillanos: haitianos, jamaicanos, barbadenses y nativos de algunas otras minúsculas islas del Caribe que se desplazaron hasta la mayor de las Antillas. Su huella permanece en un elevado número de pobladores cuyos nombres, a la altura del siglo XXI, todavía aparecen coronados con apellidos como Bruff, Henry, Brown, Smith y Bloomfield, entre otros.

Algunos de los habitantes de la zona como Juan Díaz, Tomás Baranda, Manuel Martínez, Vicente Collazo y Valentín Suárez se dedicaron al comercio minorista mediante tiendas mixtas y baratillos en el poblado de Palmarito de Cauto. En el batey de Miranda estaban la de Jacinto Hernández, la de Miguel Lucero y la de José Quevedo —conocida por los vecinos como El Almacén—. Había también una pequeña peletería, denominada La Casa Gómez, y un baratillo que todos identificaban como La Quincalla, propiedad de Silvio Boffil; en Quemadito existía un baratillo perteneciente a José Isaac y Hnos. En el poblado de Jagua estaban las tiendas de Francisco Corsa, Manuel Santiesteban y Luis Bruff; y en El Colorado, la de Ramón López. Muchos de estos propietarios eran inmigrantes llegados de distintas regiones de España.

En lo relativo a la actividad comercial existió una sociedad denominada Matos y Días SL, conocida como La Flor del Cauto, que alcanzó importancia en la exportación de granos y frutas. Fue fundada en el año 1938 y abarcaba un giro muy importante para el movimiento agrícola e industrial de la antigua provincia de Oriente. Se dedicaba a la exportación de café, maíz, arroz, maní, frijoles y toda clase de frutos del país, además de tener otros negocios como los de comerciar víveres, ferretería, ropa y diversos artículos. El socio director fue Juan Días, natural de España. Empezó el negocio en 1918 al fundar en Palmarito de Cauto la Casa Comercial de Olivella y Sabat. En 1938 se asoció a José Matos.

Educación y salud

A principios del siglo XX, vinculado con la presencia sueca en la zona, en Bayate existía una escuela que tenía aproximadamente cuarenta alumnos suecos, cubanos y los hijos de los colonos de otras nacionalidades, donde se enseñaban tres idiomas: sueco, castellano e inglés. Se estudiaba además aritmética y gramática.

En el batey, área urbana fundamental del central y del poblado, los establecimientos existentes solo cubrían la enseñanza primaria. Había una escuela pública correspondiente y una escuela privada propiedad de Míster Felipe, un inmigrante antillano, posiblemente jamaicano, también algunas escuelitas pagas; genuina herencia de las llamadas escuelas de amiga, amigas o migas que existieron en Cuba desde la segunda mitad del siglo XVIII. Surgían en torno a una persona, generalmente una mujer, que recibía en su casa a los hijos de amigos, parientes o vecinos y por una suma muy módica y el empleo en oportunidades de castigos severos, les daba clases de lectura, escritura y cuentas.

En los barrios de Palmarito de Cauto y Jagua se construyeron escuelas. La de Palmarito de Cauto surgida en la segunda década del siglo XX, posiblemente por iniciativa del dominicano mecánico en el central Fernando Boytel Gracesqui, quien construyó su casa familiar y junto a ella un pequeño local donde su esposa, Aurora Jambú Lefebre, daría clases.

La escuela de Jagua fue inaugurada en los primeros años de la década de 1950. Radicaba en una nave con las paredes de madera, el techo de zinc y el piso de lajas. Constaba de seis filas de pupitres cada una de las cuales constituía uno de los grados previstos para la enseñanza primaria. Las primeras maestras fueron Carmen Casacó Beltrán y Guadalupe Pérez Silva. Esta última natural de la ciudad de Santiago de Cuba y egresada de la Escuela Normal de Oriente. Su tino como educadora fue extraordinario, educaba a través de la instrucción. Acompañaba a sus alumnos en las actividades que tributaban a su formación como personas de bien. Entre ellas destacaban la organización de visitas a lugares históricos de la localidad, como era el de Sabana de la Burra, enmarcado en la Ruta Martiana.

En febrero de 1959 organizó una a Birán. Quiso que sus educandos conocieran el lugar donde había nacido el líder de la Revolución triunfante. En Jagua existía igualmente una escuelita paga.

La situación presentada en el sector de la educación contribuyó a que una parte importante de la población tuviera muy poca o ninguna instrucción, lo que se tradujo en la existencia de un alto número de analfabetos y semianalfabetos, situación más crítica en el campo. Durante la república neocolonial, la educación no constituía un derecho en el sentido amplio del término. La distancia que en oportunidades existía entre la escuela y la vivienda de los niños y jóvenes en edad escolar y la precariedad económica de muchas familias, atentaban contra los índices de matrícula y de retención. Muchos individuos no pudieron estudiar porque tuvieron que apoyar a sus progenitores en diversas tareas como eran tareas vinculadas con la zafra.

En el ámbito de la salud, los servicios brindados en el batey Miranda respondían a los intereses de particulares y especialmente de la compañía que construyó un hospital, cuyo objetivo no era garantizar la atención médica a la población sino darla a sus trabajadores. En el caso de Palmarito de Cauto, el sueco doctor Alfredo Lind construyó un pequeño hospital con diez camas, anexo a una farmacia que ya existía y que también era de su propiedad.

Luchas del movimiento obrero

Central Julio Antonio Mella, antes Central Miranda

La respuesta de los sectores desposeídos se hizo sentir desde las filas del movimiento obrero que entre 1902–1958, se caracterizó fundamentalmente por la exigencia de mejoras económicas. El aumento de los jornales y la implantación de la jornada de ocho estuvieron en el centro de las demandas.

En el trienio 19171920, coincidiendo con los primeros años de existencia del central Miranda, hubo un considerable movimiento huelguístico en Cuba, que repercutió en el coloso azucarero, donde tuvo lugar la primera huelga en la cual participaron los trabajadores de casa de máquinas y el batey, que no tuvo el éxito esperado.

Como resultado de la negativa influencia que tuvo la Primera Guerra Mundial en la producción de azúcar de remolacha en Europa, la producción del azúcar cubano se valorizó.

En 1920, la libra de azúcar alcanzó el precio récord de 22 centavos. En la medida que la producción europea recobró sus niveles la bienandanza económica comenzó a ceder. En 1925, el precio fue de 0.22 centavos. En 1926 y en los siguientes años, la zafra fue restringida. La medida se tradujo en despidos, disminución de los salarios y aumento del costo de la vida. En 1928 los obreros del central protagonizaron otra huelga. En el pliego de demandas se inscribía el establecimiento de la jornada de ocho horas, el pago del salario fijo y la rebaja del peso del saco de azúcar de 325 libras a 265 libras. Las demandas no fueron atendidas.

En el decenio siguiente, en un contexto marcado por la política represiva y entreguista de Gerardo Machado se dieron los primeros pasos dirigidos a la organización del movimiento obrero. En 1932 en Santa Clara se realizó la primera Conferencia Nacional de Obreros de la Industria Azucarera. En 1939 se constituyó la Federación Nacional Obrera Azucarera (FNOA), con un carácter unitario, y poco tiempo después, la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros (FNTA). Los trabajadores del coloso Miranda no estuvieron ajenos a este bregar: ellos habían constituido el sindicato de manera clandestina.

Tras la caída de la dictadura de Gerardo Machado en agosto de 1933, el clima político y económico existente en el período 1934–1938, estuvo marcado por una fuerte acometida contra el movimiento obrero. Fueron creados los Tribunales de Urgencias, se suprimió el derecho de huelga, fueron anulados los convenios de trabajo y se instituyó la pena de muerte. En ese contexto en 1936, en Miranda se produjo una huelga que alcanzó grandes proporciones. Su origen estuvo en la decisión de la Compañía de instalar esteras eléctricas para el traslado de los sacos de azúcar, en el llamado piso. Obviamente el adelanto técnico humanizaba la labor en este departamento, pero traía consigo dejar sin empleo a muchos obreros. La protesta fue identificada como La huelga de las esteras.

Con el inicio de la apertura democrática y la reorganización de la clase obrera, dirigidas por el Partido Comunista y la Confederación Nacional de Obreros de Cuba (CNOC), el 8 de diciembre de 1938, en Miranda se procedió a la nueva constitución del sindicato de los trabajadores. En su encargo figuraba hacer cumplir el mejoramiento de las condiciones de trabajo y el asunto de los salarios. Se logró la instalación de cajas de agua fría en diferentes departamentos y una mejora en la iluminación. En similar camino de exigir los derechos de los trabajadores, durante el gobierno de Ramón Grau San Martín, a los obreros agrícolas se les hizo un aumento salarial de un peso a un peso con treinta centavos. El colono Tournel, inmigrante jamaicano, se negó a pagarlo. Bajo la dirección del órgano sindical, los cortes de caña se pararon: fue una victoria para el movimiento obrero que con esta medida logró se diera atención a su demanda.

Los años siguientes fueron testigos de diversas acciones del movimiento obrero en defensa de los derechos de los trabajadores agrícolas e industriales. Participaron en huelgas, protestas, manifestaciones con motivo de la efeméride del Primero de Mayo. La administración del central recurrió a la fuerza urdiendo la detención de los obreros que más destacaban entre sus compañeros e incluso, haciendo uso de los guardajurados, que eran pagados por la Compañía y se dedicaban a cuidar los intereses en la industria y en sus plantaciones.

Última etapa de la Guerra de Liberación Nacional

El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista dio un golpe de estado. El acto ofensivo y violatorio, contribuyó a la creación de una situación revolucionaria en el país. Del seno del pueblo surgió una vanguardia revolucionaria que liderada por el joven abogado Fidel Castro Ruz y conocida como la Generación del Centenario vio en la vía armada un camino para librar al país de la situación en la que se encontraba sumido.

El 26 de julio de 1953, el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, dio inicio a la última etapa de la lucha del pueblo cubano por el logro de la verdadera independencia. El fracaso de la acción llevó a la detención de los asaltantes muchos de los cuales resultaron sometidos a crueles torturas y asesinados. Otros fueron sometidos a juicio y objeto de distintas penas de cárcel. Tras la excarcelación, se reorganizó la lucha que tuvo como escenarios la Sierra y el Llano.

En las postrimerías del año 1956, Frank País García, Oscar Lucero Moya y otros jóvenes revolucionarios se reunieron para fundar el Movimiento 26 de julio en el territorio. En la reunión se discutieron los objetivos y la organización que tendría el movimiento en la zona y como jefe del grupo fue nombrado Oscar Lucero Moya. El radio de acción abarcaba el batey Miranda, Palmarito de Cauto, Bayate y Chucho 20 (Baraguá). Los grupos creados crecieron de manera paulatina mediante la incorporación de compañeros de trabajo, familiares y vecinos de extrema confianza y probado compromiso con la causa revolucionaria. Muchos habitaban en los poblados de La Cantera, Pinalito, Jagua y Chucho 11. En su inmensa mayoría se trataba de obreros agrícolas e industriales, por ser el sector predominante.

En 1957, Frank País solicitó autorización para proceder a la apertura de un frente guerrillero en la Sierra Cristal y así disminuir la presión que el ejército ejercía sobre el núcleo del naciente Ejército Rebelde. El sitio escogido fue la finca El Cauchal, en el barrio de Palmarito de Cauto. Oscar Lucero Moya, René Ramos Latour y Taras Domitro, fueron designados para acometer la tarea. A pesar de la labor desarrollada y el empeño puesto, la acción fue descubierta y fracasó. Se perdieron armas y equipos por más de veinte mil pesos. Se salvaron 25 armas, y un camión de comida, botas, uniformes y mochilas.

Por decisión de la dirección del Movimiento 26 de Julio, Oscar Lucero fue enviado a realizar tareas organizativas en Holguín. Las células existentes en Miranda, continuaron trabajando bajo una nueva dirección y desarrollaron numerosas acciones entre ellas el secuestro en octubre de 1958 de la avioneta propiedad de la Compañía con el objetivo de incorporarla al ejército rebelde en el segundo frente; el desarrollo de una operación relámpago con vistas a apropiarse del equipo de esterilización existente en el hospital y también jeringuillas, algodón, vendajes e instrumentos quirúrgicos entre otros insumos; la quema de cañaverales, la paralización de las grúas y la contaminación del combustible como fórmulas para afectar la zafra azucarera.

La estrategia final del Ejército Rebelde para lograr el derrocamiento de la tiranía batistiana, incluyó la liberación de Miranda el 2 de noviembre de 1958. Desde fines de noviembre a pocos kilómetros de Palmarito de Cauto acampó un destacamento del Ejército Rebelde, que pactó con el jefe de puesto de la guardia rural Evelio Montes de Oca, la entrega del cuartel. Aunque inicialmente la respuesta no fue positiva, finalmente los guardias abandonaron el cuartel, el cual fue quemado por las tropas rebeldes como símbolo de que Miranda era territorio libre de Cuba. El Ejército Rebelde, las milicias clandestinas del Movimiento 26 de julio y el sindicato obrero del central y sus colonias, procedieron a la detención de guardias rurales y delatores, y organizaron la custodia del poblado.

En el Chucho 11 se estableció la jefatura con una estructura civil y de gobierno subordinada a la capitanía del Segundo Frente Oriental Frank País, que funcionó hasta el 1 de enero de 1959.

Figuras relacionadas con la historia

  • Oscar Lucero Moya,
  • Miguel Ángel Ruiz
  • Roberto Padrón
  • César Dalvis Aguirre
  • Mario Brinquizú
  • Antonio Godofoy Paneque
  • Enrique Pope Zayas
  • Isabel Eddy
  • Manolo González
  • Mario Martínez
  • Jesús Claro
  • Santiago Sotomayor
  • Israel Moll Leyva
  • Marcelino Heredia
  • Secundino Aguirre
  • Enrique González
  • Agustín Menwinter
  • Ana María Lucero
  • Redamés Moll Leyva
  • Rivero Varona
  • Armando Fernández
  • José Ángel González
  • Estelio Eulalio García
  • Justo Lucero Moya
Oscar Lucero Moya

En la medida que la lucha contra la dictadura se ampliaba y fortalecía, nuevos hombres y mujeres se incorporaban a las células del Movimiento 26 de Julio organizado en Miranda. Fueron los casos de: Félix Fernando Frenoff, Clemente Aguirre, Sara Barandela Estévez, Abel Varona, Luís Pérez Torres, Elpidio Valle Lazo, Lorenzo Canet Castellano, Hermógenes Álvarez Fajardo, Humberto Montero Camboa, Julián Moll Leyva, Wilfredo Moll Leyva, Delfín Estévez González, Víctor Edmundo Hernández Reyes, Evelio Aguirre Pupo, Inés Lucero Delgado, René Zamora, Manuel Migue López, Manuel Hernández, Reinaldo Rivas, Evelio Frías, Waldo Torres, Carlos Rodé y Melvin Dalvis Aguirre.

Hombres de Miranda subieron a la Sierra y se incorporaron al Ejército Rebelde. Quince de ellos formaron un grupo de escopeteros que dirigido por René González existió la Sierra Cristal.

Entre los cubanos que ofrendaron su vida por el logro de la definitiva independencia, se encuentran cuatro hijos de este territorio. Ellos fueron: Oscar Lucero Moya, asesinado en la ciudad de La Habana, quien a pesar de sufrir crueles torturas no pronunció ni una palabra que pusiera en peligro la vida de sus compañeros lo que le valió ser reconocido como el Mártir del Silencio; Gustavo Adolfo Moll Leyva, quien murió en el combate del Uvero; Valentín Hernández, caído en el ataque al central Estrada Palma y Maximiliano Reynoso, muerto en el combate de Cueto, en diciembre de 1958. Su cuerpo fue trasladado a la que fuera su casa en el barrio de Jagua donde sus familiares, vecinos, amigos y compañeros de armas le rindieron tributo.

Triunfo de la Revolución (1959–2013)

Embalse Protesta de Baragua

Tras el triunfo de la Revolución, en Miranda se adoptaron decisiones dirigidas a atemperar el funcionamiento de las distintas organizaciones a las nuevas condiciones existentes en el país. En julio de 1959 se procedió a la reorganización del órgano sindical. En el X Congreso Nacional celebrado en La Habana el 18 de noviembre de 1959, participaron dos representantes. Concerniente al campesinado, la aplicación de los postulados recogidos en la Primera Ley de Reforma Agraria, el 17 de mayo de 1959, fue de inmediata aplicación en el territorio. A tono con lo establecido en ese importante documento, las fincas de los colonos dedicadas por lo general al cultivo de caña y cría de ganado, fueron intervenidas y pasaron a propiedad del estado. A mediados de 1960 se constituyeron las primeras cooperativas cañeras. Con la creación del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), se procedió a la entrega de los respectivos títulos de propiedad sobre la tierra a los campesinos.

El 4 de diciembre de 1962 fueron nacionalizadas las peleterías, tiendas de ropa y ferreterías existentes en el batey del central y en los barrios aledaños. En el año de 1963, la medida se extendió a las unidades industriales y mixtas. En la localidad fueron intervenidos cuatro establecimientos, los que pasaron a ser propiedad del estado y convertidas en lo que se denominó entonces tiendas del pueblo. En 1968 con la ofensiva revolucionaria se procedió a la nacionalización de otras propiedades.

El interés por perfeccionar el aparato estatal y crear una forma de administración que se adecuara a los objetivos de la Revolución, en los primeros meses de 1961 fue creada la Junta de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI) a nivel municipal y provincial. En Mella fue creada una dependencia atendida desde Palma Soriano, conformada por un presidente, un secretario y delegados voluntarios. Entre sus funciones estaba la construcción de obras sociales, la reparación de viviendas y las actividades de la defensa.

La JUCEI aportó múltiples experiencias para el posterior perfeccionamiento de los órganos de gobierno local. En 1966 fue sustituida por los poderes locales, antecedente de los órganos del Poder Popular que, tras la aplicación experimental en Matanzas, fueron generalizados al país en 1976. Justamente, el 9 de julio de ese año, se aprobó la convocatoria para la elección de los delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular, las que se efectuaron en todo el territorio nacional el día 10 de octubre. En este proceso, fueron electos los delegados que conformarían la Asamblea Municipal, la que una vez constituida eligió sus representantes a la Asamblea Provincial y Nacional. En estas primeras elecciones resultó electa como presidenta Inés Lucero Delgado.

Desde el propio triunfo de la Revolución, amplios sectores de la población del batey de Miranda y de los barrios aledaños se incorporaron al proceso de transformaciones que se iniciaba en la Isla y que fue canalizada mediante la creación de organizaciones como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR); la Federación de Mujeres Cubanas (FMC); la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) entre otras muchas.

Como parte del proceso de cambios que acaecía en el país, en 1960 fueron decretadas las primeras nacionalizaciones de las propiedades norteamericanas. El 6 de agosto de ese año, a tenor de lo establecido en la Ley 851 se procedió a la nacionalización del Central Miranda. Ese mismo día, en asamblea celebrada por los trabajadores fue aprobado que tomara el nombre del líder antiimperialista Julio Antonio Mella. También fueron intervenidos sus latifundios cañeros y convertidos en cooperativas.

En el orden institucional, en 1963 al aplicarse una nueva división político–administrativa, los poblados de Miranda y Mangos de Baraguá —con una base económica fundamentada en la agricultura cañera y la ganadería—, pasaron a ser municipios de la entonces región PalmaSan Luis–Contramaestre. La constitución y funcionamiento de estos municipios a pesar de sus limitaciones constituyó un paso de avance con respecto a la antigua división existente y una experiencia para su posterior desarrollo. Como ya fue dicho anteriormente, en 1976, los dos citados municipios se fundieron en uno que tomó el nombre de Mella.

La actividad económica continuó siendo la agroindustria azucarera. En el bienio 1959–1960 se hicieron zafras respectivas de 76 489 y 71 644 TM de azúcar. En el período comprendido entre 1961–1965 el promedio fue de 63 213 TM; y en el de 1970–1975, de 53 194.4 TM.

Entre 1976 y 1980 se puso en práctica un plan inversionista de alrededor de 8 millones de pesos, dedicados en lo fundamental a la instalación de un tándem nuevo. En 1983 el central se erigió en Complejo Agroindustrial (CAI) Julio Antonio Mella. Se acometieron otras acciones como fueron la instalación de dos nuevos turbo–generadores, calderas, basculador para tiro directo de caña y modernas centrífugas. Se ejecutó una planta levadura–torula.

En las zafras 1986–1987; 1987–1988, 1988–1989 y 1989, los resultados productivos fueron 79 378, 74 647, 77 159 y 57 382 TM de azúcar crudo; y 4 081, 13 180, 12 193 y 8 298, de refino. La producción azucarera no escapó a los efectos del Período Especial, que el país vivió a raíz de la desaparición de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS) y su negativo impacto en el comercio exterior del país y por ende en el comportamiento de la economía. Aunque las labores continuaron de manera ininterrumpida, las producciones estuvieron lejos de alcanzar las 74 mil toneladas de azúcar crudo obtenidas como promedio en el decenio de 1980: el promedio alcanzado fue de 50 mil toneladas. Las zafras más críticas fueron la de 1992–1993 con 28 211 toneladas, y la de 1993–1994 con un total de 38 410. En la primera de las zafras mencionadas no se produjo azúcar refino, y en la segunda se hicieron 3 609 toneladas.

A pesar de las múltiples dificultades con los abastecimientos, los medios de corte, alza y tiro mecanizado funcionaron con cierta estabilidad. En ello jugó un papel decisivo la labor de las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) y los Forum de Ciencia y Técnica, donde el genio creador de los trabajadores aportó soluciones con sus iniciativas innovadoras, y se hizo posible se mantuviera la producción del dulce grano. En esas circunstancias, un significativo papel le correspondió a la fuerza dedicada al corte manual, integrada tanto por habituales como por movilizados quienes enfrentaron las difíciles condiciones existentes y a contrapelo de las innumerables carencias materiales, lograron que la materia prima llegara a la industria.

Una obra de gran alcance que se encuentra en el municipio, con una significativa incidencia en el quehacer económico y social del territorio y de la provincia, la constituye la presa Protesta de Baraguá, construida en el año 1977. La presa está ubicada en Bayate. El poblado que allí existía y que sirvió de asiento a los suecos, desapareció pues se encontraba precisamente en la zona de seguridad del embalse.

Entre las múltiples y profundas transformaciones operadas en Mella tras el triunfo de la Revolución, figuran las ocurridas en sectores claves como la salud, la educación, la cultura y el deporte.

Desarrollo político y socio–económico

Los primeros cambios llegaron con la puesta en práctica del servicio médico rural. Hubo un incremento de la capacidad del hospital a 20 camas y comenzaron a presarse servicios estomatológicos. Empezaron a llegar los primeros médicos y enfermeras procedentes de Palma Soriano y Santiago de Cuba. Fueron garantizados medios de transporte para el traslado de los enfermos de las zonas más apartadas.

Las obras realizadas con posterioridad confirman el principio de la Revolución de convertir la salud en un derecho de todos. En 1978, en los poblados de Palmarito de Cauto y Baraguá fueron inaugurados dos dispensarios con un médico y dos enfermeras en cada uno. En 1983 se procedió a la construcción de un hogar materno en Baraguá —con un total de 17 camas—; y tres farmacias, una de ellas en el poblado de Regina, otra en el Mijial y otra en el Reparto 13 de Marzo.

Se erigió una posta médica en Regina con un médico y dos enfermeras y fue instrumentada la aplicación del sistema de médicos de la familia con la apertura de 14 consultorios. Como parte de ese proceso de ampliación de los servicios de salud, fue construido el Hospital Materno Infantil Ezequiel Miranda Díaz, inaugurado por el Comandante en jefe Fidel Castro Ruz. Se dispuso igualmente de una clínica dental con dos sillones y de una Casa Materna con capacidad para ocho embarazadas. Para 1988 el número de médicos y especialidades que eran atendidas había crecido de manera considerable. Situación similar se registraba en el número de los técnicos de estomatología.

Los resultados de ese quehacer se constatan en el comportamiento de indicadores tan importantes como es la mortalidad infantil con un índice de 0 (cero) en los años 1988 y 1990 y, de 1.2 en 1989. En cuanto a las cifras del personal médico; en 1988 se contaba con 35 galenos, 59 enfermeras y 8 estomatólogos; en al año siguientes las cifras fueron de 36, 70 y 12, respectivamente. El número de consultorios médicos era de 12.

La actividad en la educación anduvo por derroteros similares a los de la salud. Las bases comenzaron a ser sentadas a partir de 1960 cuando se acometieron los preparativos para garantizar el éxito de la campaña de alfabetización. Fue designada una responsable de los primeros maestros que, en número de 70, junto con algunos voluntarios seleccionados, recibieron calificación técnica y entrenamiento en Varadero. Ellos junto con un grupo procedente de Santa Clara fueron los alfabetizadores en el territorio en el año 1961.

Tras la culminación de la campaña de alfabetización, en el país fueron establecidos los llamados cursos de seguimiento. Los aspirantes a ingresar en ellos, debían realizar una prueba de escolaridad, cuyos resultados eran la base para que se ingresara en el grupo de los que mostraban un nivel correspondiente a los grados de 1º a 3º o en el que aceptaba a los de 4o a 6o grado. Los grupos funcionaron en los poblados de Miranda, Palmarito de Cauto y Baraguá. El objetivo entonces era alcanzar el 6o grado.

Parejamente a esa tarea, en el municipio ocurrían cambios dirigidos a garantizar el acceso a los estudios de toda la población en los niveles primario, secundario y superior. Como resultado de ese quehacer, en el municipio existen 47 establecimientos educativos. Tres de esos centros —Tania la Guerrillera, en el poblado de Mella; Antonio Maceo Grajales, en el de Baraguá y Máximo Gómez Báez en Palmarito de Cauto—, se dedican a la enseñanza media y media superior. En ese mismo orden, existen dos centros politécnicos: uno enclavado en el poblado Mella con una capacidad de 520 estudiantes; y uno en Baraguá.

Los niños y jóvenes que cursan estudios en esos planteles pertenecen a las distintas organizaciones políticas y estudiantiles desde las cuales realizan tareas que tributan a su formación general integral. Es el caso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la Unión de Pioneros de Cuba (UPC) y la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media (FEEM). El poblado de Mella es la sede de un Centro Universitario Municipal (CUM) que pertenece a la Universidad de Oriente, y garantiza el acceso a los estudios universitarios sin necesidad de traslado hasta Santiago de Cuba, la capital provincial, donde radica el citado centro de altos estudios.

La actividad cultural comienza su despegue a partir de la creación del Consejo Nacional de Cultura el 4 de enero de 1961. Hasta ese momento, debido tal vez a la condición de poblado que tenía Miranda y a la inexistencia por tanto de una estructura de gobierno que atendiera esta importante esfera del quehacer humano y social, el mismo no había sido objeto de atención alguna. En el poblado existía solo un cine, que antes de 1959 era atendido por la Compañía que ofrecía funciones gratuitas una vez a la semana. Esta actividad tenía una gran aceptación en la población juvenil del batey y de los poblados aledaños como Jagua y Colorado, quienes identificaban la actividad como La Gratis.

En 1977 se construyó el Cine Mella. En 1978 llegaron los primeros cinco técnicos con el encargo de desarrollar la calidad del movimiento de artistas aficionados. En ese mismo año fue creado el grupo “Caballito de Jacomino” en Palmarito de Cauto, y en 1979, el Caballito de Polonio. En ese año empezaron a desarrollarse las fiestas de carnaval con el objetivo de celebrar los resultados económicos, políticos y sociales de cada año. Con ello se dio inicio a una práctica que mucho ha calado en los mellenses, quienes esperan la fecha con júbilo e impaciencia. En 1985 se desplegó un fuerte accionar con vistas a declarar el municipio Módulo Cultural, para ello se crearon las 10 instituciones básicas exigidas y que son: Museo, Biblioteca, Librería, Galería de Arte, Casa de la Cultura, Banda, Coro, Grupo de Teatro, Danza y Taller Literario.

En el campo de las artes visuales, el territorio se enriquece con la existencia del Grupo Bayate, fundado en diciembre de 1994. En sus años de existencia, el Grupo acumula múltiples exposiciones y premios tanto nacionales como internacionales.

La creación del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), tuvo una fuerte incidencia en el comportamiento de la actividad deportiva en el municipio. En 1966 fue creada la dirección municipal. Desde 1966 y hasta 1970 se produjo un incremento de las instalaciones y también de las disciplinas deportivas, las que alcanzaron la cifra de seis: boxeo, voleibol, baloncesto, atletismo, futbol y béisbol. Este último se reveló como el más destacado, lo que se corresponde con la tradición beisbolera existente en el municipio, ya que este deporte se practicaba en Miranda desde el año 1920, o sea, desde un lustro después de haberse iniciado la construcción del central y un trienio de haber realizado la primera zafra. Es posible aseverar que fueron los estadounidenses llegados a la localidad para trabajar en el central, los que introdujeron esta práctica deportiva la que tuvo aceptación en la población. Los peloteros eran llevados al central y pagados por la Compañía. Provenían de diferentes partes de la zona oriental. Para el año 1946 existían varios equipos de pelota. Uno de ellos era dirigido por Arquímedes Muguercia (a) Kimbo. Existían otros integrados y patrocinados por trabajadores de distintos departamentos del central. Estaba igualmente el de la escuela privada José Martí, de Míster Felipe, y el equipo Miranda representado por la Compañía.

De 1971 a 1975 creció el número de deportes a practicar. Se insertaron el ajedrez y el tenis de mesa. Comenzó una verdadera masividad deportiva al contarse con una fuerza técnica de 25 profesores y entrenadores los que incrementaron las actividades recreativas. Se conformaron clubes de dominó, de pesca y de caza y se desarrollaban los llamados Planes de la calle y festivales deportivos. Para el periodo 1976–1986 los logros y los resultados fueron mayores. La fuerza técnica creció en un elevado por ciento y los deportes que se practicaban llegaron a 19. Fue destacado el papel de los activistas. Uno de ellos, el antes mencionado Arquímides Muguercia, fue seleccionado vanguardia nacional por dos años consecutivos: 1985 y 1986.

Entre las figuras destacadas a nivel nacional en la práctica de este deporte, nativos o vecinos del municipio se encuentran el árbitro Douglas Mac-Been, y los jugadores Frank Tamayo y Pedro Poll.

Los logros alcanzados en el municipio Mella son resultado del esfuerzo realizado por más de una generación de hombres y mujeres cuyo compromiso con la Revolución ha sido y es permanente y creciente.

Desde las distintas organizaciones existentes en el territorio, se han volcado a la realización de actividades vinculadas a la agroindustria azucarera y a otros renglones productivos que se fomentan en el territorio como son la ganadería y el cultivo de frutos menores, viandas y hortalizas, con una palmaria incidencia en la alimentación de la población. En el sector ganadero, en atención a la estrategia diseñada por la dirección del país, la tarea ha estado encaminada a aumentar la masa ovina con vistas a lograr mayores índices en la producción de leche, y en el período 1976–1985, hubo un acelerado desarrollo en la rama porcina. Se construyó un cebadero con capacidad para unas 11 800 cabezas.

Los jóvenes han dejado su impronta en cada una de estas labores; en ello ha jugado un papel decisivo la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), creada el 4 de abril de 1962. Los militantes y no militantes de esa organización han estado presentes en actos conmemorativos de fechas y hechos históricos, caminatas, movilizaciones a la agricultura, actividades deportivas, culturales y recreativas. En su momento, la organización juvenil jugó un papel de suma importancia en la realización de los festivales La Flor de Birama en las bases campesinas, donde eran seleccionadas muchachas que además del atractivo físico, exhibían una amplia trayectoria en el cumplimiento de las tareas y actividades convocadas por la organización y participación en las Brigadas Técnicas Juveniles.

En el III Congreso de la UJC el municipio estuvo representado por 4 jóvenes. En ocasión de la celebración del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, la comisión organizadora realizó innumerables tareas. Resultaron destacables la recaudación de fondos, la confección de valijas, y la participación en labores agrícolas. En Mella fueron recaudados un total de 87 025 pesos, y siete jóvenes representaron al municipio en la juvenil cita.

Concerniente al campesinado, vale destacar su accionar con vistas a materializar el movimiento cooperativo, como una nueva forma de producción superior en la agricultura. En 1979 se formaron cuatro cooperativas de créditos y servicios. En ese mismo año se creó la primera Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA). Un grupo de campesinos decidieron unificar sus tierras bajo el principio de voluntariedad; contó con 12 socios y su actividad fundamental fue el cultivo de caña de azúcar. Adoptó como nombre el del mártir de la localidad Oscar Lucero Moya.

Las mujeres de Mella han estado presentes en todas estas tareas. En ello ha jugado un papel importante la labor desplegada por la Federación de Mujeres Cubanas, cuya primera Delegación de base, fue constituida el 1 de noviembre de 1960. El acto se realizó en el antiguo Club social del central, convertido ya en Círculo Social. Inicialmente se incorporaron 24 compañeras. Luego se sumaron otras hasta llegar a la cifra de 95.

El paso del ciclón Flora en octubre de 1963 —considerado uno de los huracanes que más daño ha causado al país por el elevado saldo de pérdidas de vidas humanas y daños materiales—, las puso a prueba. Pero ellas —como genuinas representantes de la mujer cubana—, estaban adscriptas al principio martiano de ungir la obra con la miel de su cariño y hacerla invencible. Elaboraron alimentos para los damnificados, habilitaron alojamientos en casas de familias, formaron contingentes para trabajar en la agricultura, con la consigna lanzada por la dirección del país de Recuperar lo perdido y avanzar mucho más. Otra tarea de gran impacto lo constituyó la trilla de café, la que fue realizada en espacios habilitados al efecto como fueron algunas casas de familia, el local del sindicato, la logia y el círculo social.

En lo relativo a la actividad económica fundamental del municipio, la participación de las féminas resulta notoria tanto en la parte industrial —laborando en oficinas, laboratorios y otras áreas—, como en la agrícola. En 1968, muchas se incorporaron al contingente femenino Las Marianas con el propósito de apoyar las labores agrícolas de la zafra azucarera. Las hubo igualmente que se ocuparon como macheteras habituales. Fue el caso de Enma Nieto que por su disciplina, responsabilidad, consagración y resultados en esta importante tarea fue seleccionada vanguardia a todos los niveles.

En la larga y difícil batalla librada por el pueblo de Cuba en la lucha por la preservación de la Revolución y de sus conquistas, los Comités de Defensa de la Revolución se han erigido en un baluarte indiscutible. Fueron creados por el Comandante en Jefe, el 28 de septiembre de 1960, en un multitudinario y combativo acto efectuado frente al Palacio Presidencial, durante el cual se escuchó el ruido producido por algunos petardos o bombas detonados por enemigos de la Revolución. En esa circunstancia a los CDR les fue encomendada la vigilancia revolucionaria como misión fundamental. Las organizaciones de base del municipio Mella han cumplido con creces esa misión a la cual han añadido otras acciones como son: la recogida de materias primas, el apoyo a las acciones de salud, tareas productivas, asociadas a la limpia y el corte de caña y las donaciones de sangre.

Los mellenses son herederos de las mejores tradiciones de lucha del pueblo cubano y han sido fieles al concepto martiano de Patria es humanidad. En la Operación Tributo, realizada durante los días 6 y 7 de diciembre de 1989, se rindió póstumo homenaje a los compatriotas Roberto Gómez Pereira, Luis Arévalo Pereira, Arnaldo Torres Guerra, José Luis Osorio Guerra, Ramón Trutié Hernández, Arsenio Hernández Díaz y Arsenio Campoy Oliva, caídos en el cumplimiento del deber en tierra angolana. Sus restos fueron expuestos en un área del politécnico Pablo Cartas Rodríguez; luego, en nutrida manifestación de duelo, el pueblo los acompañó hasta el cementerio de la localidad donde fueron depositados en el panteón de los Caídos por la Patria.

El municipio ha sido sede de importantes acontecimientos de alta carga patriótica y política. El 15 de marzo de 1978, en el centenario de la histórica Protesta de Baraguá, en el sitio donde el mayor general Antonio Maceo protagonizó la histórica entrevista con el general español Arsenio Martínez Campos, se realizó una Revista Militar que fue presidida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y contó con la presencia de miembros del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC) y del Comité Central; dirigentes del Partido, el Estado y el Gobierno; viceministros; jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior (MININT); representantes de organizaciones políticas y de masas y familiares de Antonio Maceo.

Dos décadas después, en el año 2000, otro suceso de suma trascendencia política tuvo su escenario en el territorio del municipio Mella. Baraguá fue nuevamente el sitio escogido. El pueblo de Cuba se encontraba inmerso en la batalla por el regreso del niño Elián González, retenido ilegalmente en territorio estadounidense.

El 19 de febrero, se realizó una Tribuna Abierta de la juventud y los estudiantes, donde fue demandada la devolución de Elián y ratificada la inquebrantable voluntad de los cubanos de continuar la lucha con la misma intransigencia y rebeldía, mostrada por el Titán de Bronce en la histórica entrevista. El acto contó con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, del padre de Elián y de los abuelos. Participaron también reconocidos intelectuales y artistas. En el acto se dio lectura a un compromiso que pasó a la historia como Juramento de Baraguá.

Fuentes

  • Boytel, Fernando: Una colonia sueca en la parte oriental de Cuba, en Del Caribe, no. 1, pp. 33-52, julio–septiembre, 1983.
  • Colectivo de autores: Síntesis histórica local. Mella. 2013. (Inédito)
  • Colectivo de autores: Síntesis Histórica Municipal. Mella. (Inédito).
  • Corales Moreno, Orlando: No hay Alba sin Lucero. Oscar Lucero Moya. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2018.
  • Fernando Boytel Jambú: Una colonia sueca en la parte oriental de Cuba en Del Caribe, p. 37.
  • Jaime Sarusky: La aventura de los suecos en Cuba, p 117.
  • Ortiz Blanco, Adriana: Fernando Boytel Jambú. Hombre de su tiempo. Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2002.
  • Pichardo, Hortensia: Documentos para la historia de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971
  • Portuondo Zúñiga, Olga: Memoria de identidad: El Grupo Bayate en Catálogo exposición Bayate en el diálogo de culturas. Alianza Francesa, Santiago de Cuba, marzo de 2015.
  • Sarusky, Jaime: La aventura de los suecos en Cuba. Editorial Arte y Literatura, Ciudad de La Habana, 1999.
  • Torres-Cuevas, Eduardo y Oscar Loyola Vega: 1492–1898. Historia de Cuba. Formación y liberación de la nación. Editorial Félix Varela, La Habana, 2007.