Columna 20 Gustavo Fraga

Columna 20 Gustavo Fraga
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Lugar:Segundo Frente Oriental Frank País
Líderes:
Primer Jefe: Comandante Demetrio Montseny Villa, Segundo Jefe: Capitán José Arnaldo Trutié


Columna 20 Gustavo Fraga. Columna que se crea en el proceso de desarrollo y consolidación del Segundo Frente Oriental "Frank País", teniendo como principal jefe a Demetrio Montseny Villa.

Antecedentes históricos

La zona que ocupó la Columna No. 20 “Gustavo Fraga” es eminentemente montañosa y abrupta. En ella se encuentran las sierras de San Román y Gran Piedra, Sigua, el Alto de Cataluña, Maca Arriba, Casimba, Los Monitongos, La Jutía, La Pimienta, interrumpidas al sur por cadenas montañosas, y el valle de Filipinas, centro fundamental de operaciones de los guerrilleros.

En el territorio existían seis grandes haciendas: Sigua, con cerca de mil caballerías; El Palmar; El Cuero; María del Pilar; Casimba,propiedad de los hijos de Lino Mancebo; y San Andrés, del norteamericano Albert Randolph, Sam, propietario además del central Ermita y de sus áreas cañeras.

Solo entre seis terratenientes, acumulaban 6 000 caballerías, mientras el campesinado sufría numerosas penurias. Esta situación se mantenía en el año 1958, cuando se creó la columna rebelde.

Creación de la columna

La Columna No.20 actuaría en la zona comprendida entre Guantánamo, Yerba de Guinea (Songo - La Maya), a todo lo largo de la carretera de Santiago de Cuba- Guantánamo y Guantánamo - Caimanera, y la costa sur desde el oeste de la base naval norteamericana hasta Sigua. Guantánamo era la más importante plaza de armas batistiana en todo el Segundo Frente; la tiranía acababa de crear una agrupación bajo el mando del teniente coronel Arcadio Casillas Lumpuy.

Sus principales fuerzas estaban acantonadas en dicha ciudad y poesía guarniciones de avanzada en Caimanera, Río Frío, Cuneira, Soledad, Ermita, y en la periferia de la ciudad.

El comandante Efigenio Ameijeiras, jefe de la Columna No. 6 “Juan M. Ameijeiras”, era también el jefe de la zona de operaciones rebeldes alrededor de Guantánamo. De ella formaban parte las columnas No. 18 y 20, subordinadas operativamente. El triángulo que formaba el territorio asignado lo concibió el comandante Raúl Castro porque facilitaba la coordinación de las acciones y, en particular, para crear las condiciones para el asalto final a Guantánamo.

La columna 20 tenía señalado, entre otros objetivos militares, mantener el asedio a Guantánamo y a las avanzadas enemigas de su periferia; evitar el avance de las tropas bastistianas, fundamentalmente desde la ciudad cabecera a Caimanera, Hatibonico, toda la costa hasta Ullao, Verraco y a los demás puntos comprendidos en la retaguardia de su zona de operaciones.

Compañías

El jefe de la agrupación guerrillera comenzó un arduo trabajo de reorganización y restauración de las compañías A y B, de la anti- gua columna destacada en esa zona, el grupo llegado de Bayate se fusionó con ellas. Ambas compañías tenían gran escasez de armas porque las mejores habían pasado al capitán Rosendo Lugo, quien con la Compañía C había pasado a la Columna No.10 “René Ramos Latour”, del Tercer Frente.

  • La Compañía A fue puesta bajo la jefatura del subteniente Rafael Lozada Pardo, quien tenía como segundo al teniente Arnaldo Trutié Matilla. La jefatura estaba en Mata Abajo, en la finca de los Oslé. Ocupaba parte de la carretera de Guantánamo Caimanera, desde este último poblado, y tenía avanzadas en Yuraguanal, puente Borrero hasta Cayamo o Mata Abajo. Hacia el final de la guerra esta compañía se había extendido hasta Los Caños, por el camino de Novaliches.
  • La Compañía B, dirigida por el subteniente Miguel Rigual Rodríguez, ocupaba el sector comprendido desde la Loma de la Piña hasta los límites al sur de la Confianza y Aguada de los Bueyes, el Valle de Filipinas, Río Frío, las afueras de Guantánamo. Su jefatura radicaba en Limones, por el paso de Burenes.
  • La Compañía C, tenía como jefe al subteniente José M. Santiesteban Pavón. Operaba desde El Aguacate, bajaba por Lepuá, Ramón de las Yaguas, La Tontina, La Pimienta y Sigua, hasta Yerba de Guinea. En Sigua se encontraba el sargento Sergio Vázquez Barrientos con una avanzada de veinte hombres, dieciocho escopetas, algunas armas cortas y la misión de impedir que el enemigo pudiera sorprenderlos mediante un desembarco en la retaguardia de la zona de operaciones de la columna, o por tierra, procedente de Santiago de Cuba. A través de este territorio se viabilizaba la ruta entre el Segundo Frente y la capital oriental. Las compañías de la columna estaban estructuradas sobre la base de pelotones y estos, a su vez, divididos en escuadras.

Creación del Pelotón de Choque

El 21 de noviembre de 1958, el jefe de la columna ordenó al subteniente José Salgado Suárez, Tato, la preparación de una relación de nombres con los combatientes propuestos para integrar un pelotón móvil. De esta forma quedó oficializado, porque de hecho ya existía, el pelotón de choque de la columna. Hasta ese momento se escogía determinada cantidad de hombres de cada compañía, los departamentos y el grupo de seguridad de la jefatura, para conformar una unidad de choque que se encargaba de rechazar o atacar al enemigo.

Cumplida la misión regresaban a sus unidades de origen. Eran los combatientes más experimentados y mejor armados de la columna. De esa relación de combatientes, el capitán Villa seleccionó a quince, los que organizó en tres escuadras subordinadas a los sargentos Joaquín Quintas Solá y Carlos Fernández Gondín, y al combatiente Jorge Suárez Lorenzo.

Realmente el grupo o pelotón de choque actuaba como reserva, no operaba en un territorio definido, ni tenía ubicación permanente, aunque generalmente se encontraba por la zona de Sabana del Vínculo. Se movía junto con la jefatura de la columna a la que daba seguridad y por ello el jefe de esta ejercía el mando directo y centralizado, lo movía, lo agregaba, dividía en pequeños grupos…, acorde con las necesidades operativas del momento.

Más tarde, según las necesidades de cada momento y en correspondencia con las disponibilidades de armamento capturado al enemigo, se incorporaban otros combatientes.

Combates

Emboscada en La Inagua

Avanzado el mes de noviembre, el jefe de la Columna 20 recibió informaciones acerca de la disposición del jefe del cuartel de Río Frío de rendir la guarnición a las fuerzas rebeldes, pero que solicitaba “tiempo para ultimar detalles”. Ante la situación militar en la zona, totalmente desfavorable al ejército de la dictadura, y conociendo que en el cuartel se encontraban varios asesinos que se opondrían a la capitulación, el capitán Demetrio Montseny Villa exigió la entrega inmediata del enclave o que de lo contrario lo atacaría.

Para entonces el cuartel era reforzado cada noche con fuerzas provenientes de Guantánamo, que en la mañana regresaban a su punto de origen, por lo que se decidió crear un clima de aparente tranquilidad para aliviar las tensiones y sorprender con una emboscada a la patrulla que cumplía el cometido. Gracias a la colaboración campesina se obtuvo información actualizada sobre el itinerario habitual de los guardias, medios de transporte y cantidad aproximada de hombres y armas que portaban.

Se optó por la fecha del 17 de noviembre y escogido como lugar para posicionarse la terraza del restaurante-bar “La Inagua”, edificación a orillas de la carretera, que brindaba posibilidad de parapetarse, aunque con solo 50 metros de visibilidad en dirección del punto de aparición del enemigo por la existencia de una curva y una depresión del terreno.

La víspera, el jefe de la Columna 20 inspeccionó el terreno.A las 6 de la mañana se ocupó la posición por dos grupos de 14 rebeldes cada uno, con el subteniente José Salgado Suárez, Tato, jefe de la acción, y el teniente Arnaldo Trutié Matilla. El teniente Trutié designó a un rebelde para ocupar un punto de vigilancia a unos cien metros.

A las 8 y 15 de la mañana se avistaron los carros. El enemigo tuvo un total de siete muertos y seis heridos. Se ocuparon armas, municiones y vituallas. Las fuerzas rebeldes no sufrieron bajas, solo un herido leve, y se retiraron.

Emboscada en la Aguada del Aguacate.

El 5 de noviembre de 1958 el capitán Demetrio Montseny Villa, con unos 45 a 50 hombres, ocupó el desfiladero de La Aguada del Aguacate, terreno conocido por haberse posicionado anteriormente en el lugar con la finalidad de impedir que un posible refuerzo procedente de la dirección de Santiago de Cuba socorriera a la guarnición del cuartel de Ermita, atacado el primero de noviembre por la Columna 6.

El día 6 y la mañana del día 7 se empleó para el reconocimiento del terreno, precisar misiones, mejorar las fortificaciones de cada posición con maderos y piedras, además de limpiar de obstáculos los sectores de fuego.

Sobre las 13: 00 horas, el jefe de la Columna 20 divisó a la vanguardia enemiga que se aproximaba haciendo fuego de exploración. Poco antes, José Salgado, previa consulta, se había retirado en profundidad, dejando a los encargados de hacer estallar la mina.

Al intensificarse el combate, el capitán Villa comenzó a impartir órdenes para maniobrar convenientemente ante cada cambio de la situación táctica, única manera de aventajar a un enemigo muy superior en hombres y armas. Se destacó en el enfrentamiento Antonio Rodríguez Turiño, Rayo Verde, quien azotó a los batistianos con su ametralladora calibre 30 y por el duelo que sostuvo con el artillero de un blindado, al que abatió.

El júbilo lo traicionó cuando se levantó por encima del parapeto para manifestar la euforia por el triunfo en la justa y fue alcanzado por una bala en la frente.Testimonios de personas que laboraban en el hospital de Guantánamo aseveran que el enemigo sufrió cuantiosas bajas entre muertos y heridos, cifras que no fueron divulgadas oficialmente.

Los rebeldes tuvieron cinco bajas: cayeron Gilberto Isalgué Rodríguez y Antonio Rodríguez Turiño. Fueron heridos el capitán Demetrio Montseny Villa, Santiago Torres y Raúl Abdala Ladois.

Ataque a Caimanera

En diciembre de 1958 se desarrollaba exitosamente la batalla final por Oriente ordenada por la Comandancia General, que habría de culminar con la toma de Santiago de Cuba. En el sur del Segundo Frente Oriental habían caído todas las avanzadas enemigas en los alrededores de Guantánamo. Sólo esa ciudad, donde se encontraban acantonados más de mil soldados bien armados y el poblado de Caimanera, estaban en poder del enemigo. Antes de atacar a Guantánamo era necesario liberar a esa urbe, única vía de suministros que le quedaban a las fuerzas armadas de la tiranía en la zona.

Por su parte, el jefe de la Columna 6, comandante Efigenio Ameijeiras Delgado, se comprometió a garantizar con su tropa que ningún refuerzo procedente de Guantánamo irrumpiera en el poblado. El 19 de diciembre comenzaron a concentrarse los rebeldes, fue instalada una avanzada médica y se puntualizó la cooperación con las milicias del Movimiento 26 de Julio.

El ataque se haría desde cuatro posiciones, incluida la marítima para actuar contra el fondo de la instalación y evitar una fuga por el mar. Previamente fue apresada una lancha desde la cual combatirían cuatro compañeros, que llegaron a la entrada de Caimanera a la 1 y 10 de la tarde. El jefe de la Columna decidió estrenar en el combate un cañón de 20 milímetros. A las 2 y 50 de la tarde, para aprovechar el factor sorpresa de un ataque diurno, la caravana de tres yipis, dos camiones y una zapa con el cañón, avanzó por la calle principal.

La población se lanzó a la calle para saludar a los barbudos, que a la vez los exhortaban a refugiarse ante el inminente combate. Minutos después, las posiciones aledañas a la guarnición enemiga estaban casi cubiertas. La lancha se ubicó a unos 50 metros. A las tres de la tarde, el enemigo abrió fuego con una ametralladora calibre 30 situada en la azotea del puesto naval, sin tomar en consideración a los civiles, entre ellos mujeres y niños.

El nutrido fuego rebelde y dos disparos de cañón, el segundo con efectividad, precipitó la solicitud de parlamentar. El emisario planteó que se rendían con la condición de permanecer en libertad y armados. El capitán Montseny Villa respondió que la rendición tenía que ser incondicional.Como el enemigo no aceptó, los rebeldes salieron en zafarrancho de combate, seguidos por el pueblo enardecido que daba vivas a Fidel, a la Revolución, a Cuba libre y al 26 de Julio. La impetuosa avalancha neutralizó a los guardias. El cuartel cayó a las 4 y 35 de la tarde. El enemigo sufrió dos muertos y tres heridos, además de hacerle 17 prisioneros.

Se ocuparon en el cuartel 37 armas largas, incluida una ametralladora calibre 30 y cuatro subametralladoras, armas cortas, más de diez mil balas de diferentes calibres, cuatro granadas de mano, un radio transmisor, otros equipos y vituallas. Los rebeldes tuvieron dos heridos, ambos de la lancha Santa Cecilia: el teniente José Arnaldo Trutié y el sargento Luis Felipe Matos.

Hubo que lamentar la muerte del colaborador del Movimiento 26 de Julio, Manuel Loureiro, quien había buscado refugio en una caseta de madera al lado del muelle.

Fuentes