Combate de Cuatro Compañeros (Camagüey, 1958)

Combate en Cuatro compañeros
Información sobre la plantilla
Fecha:14 de septiembre de 1958
Lugar:Cuatro Compañeros,
municipio de Santa Cruz del Sur,
provincia de Camagüey,
República neocolonial de Cuba Bandera de Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Columna 8 Ciro Redondo comandada por Ernesto Che Guevara


Combate en Cuatro Compañeros. Durante la invasión de Oriente a Occidente, 14 de septiembre de 1958 la Columna 8 Ciro Redondo, dirigida por el comandante Ernesto Che Guevara entabló con el ejército batistano un combate en Cuatro Compañeros (Camagüey).

Antecedentes

La Columna 8 Ciro Redondo, comandada por Ernesto Che Guevara durante la invasión de Oriente a Occidente se encontraba por un terraplén que conducía de San Miguel a la carretera Santa Cruz-Camagüey, cuando se desviaron por un camino próximo a la finca La Forestal, en las inmediaciones del caserío Cuatro Compañeros.

El camión donde iba la punta de vanguardia se atascó y los restantes también afrontaron serias dificultades. Observaron luces a lo lejos y como medida de precaución apagaron los faros, manteniéndose alertas.

Mediante una exploración los integrantes de la punta de vanguardia comprobaron que las luces provenían de unos pozos de petróleo y a ellos se dirigieron el Che, el teniente Ramón Pardo y otros compañeros.

Conversaron con los obreros y el jefe de la instalación, un norteamericano, les informó de la presencia esa mañana de muchos soldados en Cuatro Compañeros, así como otros datos de interés, entre ellos la distancia que los separaba de la línea del ferrocarril.

El Che ordenó proseguir la marcha y a la punta de vanguardia extremar las precauciones e indicó al práctico pasar a un kilómetro del batey, donde todos debían bajar para explorar los alrededores. Así mismo aconsejó dirigirse al sur, según lo convenido con Camilo, en caso de producirse algún encuentro con el enemigo.

El combate

En la madrugada del 14 de septiembre de 1958, al llegar a un puente de la carretera ―en realidad un terraplén― la punta de vanguardia detectó un tractor atravesado en el camino y de inmediato sus integrantes pensaron que podía tratarse de una emboscada. Apagaron las luces del pisicorre en que se trasladaba y con ayuda de Geoverti Castillo avisaron al Che, que viajaba en el primer camión.

Mientras tanto los soldados dieron el alto en tres ocasiones, las mismas en que el teniente Manuel Hernández Osorio respondió “!Gente buena!”, pero los guardias, en total once, abrieron fuego con una ametralladora calibre 30. Por su parte, el Che dispuso que solo la punta de vanguardia ripostara el ataque y que el resto de la tropa abandonara los transportes llevando consigo las pertenencias y ocupando las posiciones para preparar el avance.

A los jefes de los pelotones y escuadras que pudo localizar en medio de la confusión, les orientó organizar a sus hombres y dirigirse al sur, pero el desconocimiento del terreno, la oscuridad y la sorpresa del combate provocaron cierta dispersión y algunos dejaron olvidadas pertenencias propias y de la Columna.

El Comandante Guevara trató de rescatar las municiones que quedaban en los camiones, los equipos y pertenencias dispersos y orientar a los hombres, quienes, confundidos tomaban rumbo norte.

El pelotón 2 pasó cerca del caserío de Cuatro Compañeros para luego pasar la línea del ferrocarril y luego emboscarse. Una parte de la vanguardia se encaminó hacia La Forestal, pasó el arroyo y atravesando la línea férrea llegó a la orilla del monte, deteniéndose en espera de los compañeros que habían quedado cubriendo la retirada.

Entretanto un grupo de hombres de la retaguardia, con armas automáticas y bajo el mando del teniente Rogelio Acevedo, recibió la misión de emboscarse en un arroyo distante unos doscientos metros del terraplén donde habían abandonado los camiones para impedir el paso de los guardias y cubrir la retirada de la Columna. Los demás marcharon con el capitán Silva y Armando Acosta.

El Che insistía en ganar el monte, para lograrlo era necesario cruzar la línea del ferrocarril, por la cual avanzaba ya el enemigo.

Como resultaba imperioso entablar combate con vistas a impedir al adversario cerrar el paso a los rezagados, ordenó a Geoberti Castillo que con tres o cuatro combatientes tomara el franco derecho de la línea. Sin embargo el ejército no solo avanzaba por el norte, en sentido contrario un tren con tropas procedentes de Santa Cruz, se detuvo momentáneamente en el apeadero de La Forestal, donde dejó algunos efectivos.

Cuando el tren se aproximaba, el capitán Silva se dirigió al Che y este dispuso instalar en la línea la bazuca y la ametralladora calibre 30 para detener al adversario en ambas direcciones. Esta operación generó un tiroteo en el que Silva resultó herido.

Al acercarse más el convoy, el jefe de la columna mandó a Silverio Blanco a ir disminuyendo el volumen de fuego de la ametralladora hasta hacerlo cesar por completo, y a los combatientes prepararse para acribillar los vagones, decisión finalmente revocada al pensar que en ellos podían viajar civiles. Es preciso señalar que los guardias se escondieron y los invasores creyeron que los carros estaban vacíos.

Retirada

Los contendientes distaban unos doscientos metros entre si, ante el continuo avance del ejercito la situación se tornaba cada vez más crítica para los invasores, alrededor de las 9.30 horas Che dispuso la retirada hacia los montes de La Forestal, no obstante la ausencia de algunos compañeros, logrando burlar al enemigo, aunque con suma dificultad porque el terreno por donde avanzaban presentaba gran cantidad de maleza, fango y agua.

Aviones B-26 y C-47 dirigidos por u DC-3 de observación, bombardearon y ametrallaron el monte provocando graves heridas al combatiente Juan Hernández, (Guanchy), del pelotón 4, a quién la metralla de una bomba desgarró la pierna derecha. También sufrieron lesiones Emilio Oliva, en la cadera izquierda y el brazo derecho y René Rodríguez en un ojo.

Al retirarse la aviación Guanchy pedía que lo dejaran para que el adversario no los sorprendiera mientras lo socorrían, pero el Che ordenó conducirlo al lugar más seguro para que los médicos lo atendieran, falleció diez minutos más tarde.

Reportes del enemigo

Con relación a esta acción, en un mensaje cifrado dirigido al EME, el teniente coronel Armando Suárez Suquet, inspector y jefe de operaciones del distrito, expresaba que del 13 al 14 de este mes, con siete hombres había situado una emboscada en el caserío Cuatro Compañeros y ubicado centinelas sobre el puente, también que siendo las 5.00 horas del último día señalado, dos o tres vehículos se aproximaron al referido puente y al recibir el alto sus tripulantes efectuaron varios disparos, al parecer, con revólveres.

Suárez Suquet señalaba que con otros tres grupos emboscados atacó a los rebeldes por el único frente, la línea férrea y más tarde el lugar fue bombardeado por la FAEC, la que provocó la muerte de dos rebeldes y más tarde la de otros 20 en el monte. Comunicaba así mismo, la ocupación de vehículos, mochilas, ropas, útiles de limpieza y cocina, cubos, cigarros y tabaco, monturas tejanas, municiones, cajuelas y cintas, abandonados en el terraplén. En cuanto a las bajas sufridas en sus tropas reportaba un muerto y dos heridos.

Es preciso aclarar que en ningún momento la columna rebelde inició el combate, pues la punta de vanguardia se vio obligada a disparar al abrir fuego la ametralladora de la emboscada enemiga, para cubrir la retirada del resto de la tropa, también que en su mensaje el oficial exageraba la cantidad de bajas ocasionadas a los invasores, siendo exacto al señalar las propias.

Reorganización de la tropa

Al ser sepultado Guanchy en La Forestal, el Che le dedicó sentidas palabras como despedida, los heridos fueron curados en una casa de piedra allí existente y la columna comenzó a reagruparse.

Esa noche el teniente Rogelio Acevedo estableció comunicación con su jefe, para decirle que a unos cuatro kilómetros se hallaban alrededor de veinte compañeros, que como él se habían quedado del otro lado de la línea durante el bombardeo aéreo, entre ellos el capitán Ángel Frías y el teniente Roberto Rodríguez, el Vaquerito, los que al amanecer se encontraban ya junto al grueso de la tropa.

Al salir de la mencionada casa penetraron en un pequeño monte, en la misma zona, donde esperaron a los que aun faltaban. En aquel cayo de marabú pasaron el resto de ese dia y el siguiente. Por orden del Che, Orlando Pantoja (Olo), con seis o siete hombres de varios pelotones partió junto a la línea de ferrocarril para recoger los medios quedados en el camino, logrando rescatar, entre otros, la mochila de Hermán Mark, descubiertos en la faena, se impuso el regreso.

Ya la tropa había avanzado hasta San Antonio, lugar donde el Che estableció la comandancia y procedió a analizar críticamente con ella las causas de lo acontecido con vistas a evitar la repetición de situaciones similares que pudieran conllevar a consecuencias funestas. Se refirió así mismo al abandono de algunas mochilas y exhortó a mantener la unidad durante las acciones para que hechos similares no se repitieran.

Al efectuar el conteo del personal se comprobó la ausencia de once hombres; Rolando Borrell, de la vanguardia; Hugo Díaz Escalona y Benigno Batista Vargas, de la comandancia; Arsenio Cansino Lorenzo, de la escuela médica; el teniente Miguel Lorente León, Santos Ferrales Milanés y Evangelista Toledano Sánchez, del pelotón 4; y los tenientes Hugo del Río Guerra y Carlos Figueredo Peña, así como Ramiro Santiago Rodríguez y Ángel González de la retaguardia. Dos días más tarde se reincorporó Arsenio Cansino.

Fuentes

  • Rosado Eiró, Luis; y Suárez Ramos, Felipa (1999): Una mancha azul hacia el occidente. La Habana: Ediciones Verde Olivo, 1999.