Combate de El Jíbaro (1874)

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Combate de loma de El Jíbaro
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Parte de Guerra de los Diez Años
Combate Loma del Jibaro.jpg
Fecha Desde el 28 de febrero de 1874
Lugar Las Villas, Bandera de Cuba Cuba
Territorio Las Villas
Beligerantes
Bandera de Cuba Ejército Libertador Bandera de España España
Comandantes
Máximo Gómez Capitán General Jovellar
Fuerzas en combate
400 Jinetes 3 000 hombres

Combate de la Loma de El Jíbaro. Importante combate desarrollado el 28 de febrero de 1874, por parte de las tropas del Mayor General Máximo Gómez. En este combate las tropas cubanas lograron causarle más de 100 bajas al enemigo y capturarle gran cantidad de pertrechos de guerra y armas.

Momento histórico

El Generalísimo quería unirse al general de brigada Henry Mike Reeve Carrol, que había sido nombrado Jefe de Colón, para así extender la guerra a la región más occidental de Las Villas, después de haber cruzado la Trocha de Júcaro a Morón, el 6 de enero de 1875. En un supremo intento de Gómez por salvar la Revolución, el objetivo era atacar el principal sostén del poder militar español: las riquezas económicas producidas por la zafra azucarera. El 18 de febrero de 1876 Joaquín Jovellar sustituyó al conde de Balmaseda en la Capitanía General de la Isla. Para esta fecha el Ejército Colonial estaba con 72 mil soldados de tropas regulares y más de 80 mil voluntarios sobre las armas. Los insurrectos cubanos no pasaban de 7000 hombres.

Jovellar reorganizó la agrupación militar en Las Villas, pues su plan estratégico era impedir la prolongación y fortalecimiento de la guerra a favor de los mambises en la zona de Matanzas. Había recibido información de que Gómez movía sus fuerzas hacia Cienfuegos. Para impedir el avance de El Viejo, fueron organizadas tres columnas de las tres armas. Personalmente, el Capitán General Jovellar, dirigía la columna más fuerte, que partió desde Santa Clara. Estos efectivos estaban compuestos por dos escuadrones de caballería, varios batallones de infantería, secciones de artillería de montaña y guerrillas montadas, para un total de dos mil hombres.

En resumen, el mando colonial concentró en Las Villas dos divisiones de las cuatro existentes en la Isla, con el total de unos 61 000 hombres. El 26 de febrero partieron los españoles hacia el Valle de Manicaragua y Gómez, por su parte, trata de evitar combates para lograr su objetivo de llegar a Las Villas occidentales. Jovellar ordenó al general Armiñán una misión de reconocimiento. La tropa de caballería que avanzó a cumplir la orden, finalmente chocó con los cubanos después de recorrer unos ocho kilómetros por el lomerío de Cafetal González, hasta penetrar en una llanada junto a la loma de El Jíbaro.

Combate

Ocurrió el encuentro en un terreno quebrado, cubierto por algunas alturas, con escasa vegetación. La acción se produjo exactamente en la loma de El Jíbaro, elevación de poca altitud y con una ladera muy escabrosa, de difícil acceso para la caballería. A unos 26 kilómetros por camino al norte de Cumanayagua, en las primeras horas del día 28 de febrero de 1876, estuvieron frente a frente cubanos y españoles, a corta distancia. Sobre este hecho el Generalísimo anotó en su diario de campaña:

“Eran como las ocho de la mañana y mi posición muy poco a propósito para maniobrar. Los españoles podían tener 500 jinetes; yo llevaba 300. El combate duró dos horas.
“Arrollados los españoles se refugiaron e hicieron fuerte en la cúspide de una loma y mientras yo pensaba tomar posiciones, para coparlos o hacerlos rendir, se aproxima la otra columna de más de dos mil hombres, mandada en persona por el mismo Capitán General Jovellar.
“Forzoso me fue entonces mi retirada, ya con algunas bajas de hombres y caballos. Los españoles -más de cien- vimos tendidos en el campo. Ocupé 30 armas, como 50 caballos, equipos. Yo tuve la pérdida de 22 heridos y 8 muertos; l5 ó 20 caballos...” Antes de este suceso de armas la caballería enemiga se mostró indecisa por la alternativa de que se tratara de una tropa amiga. De sus filas alguien gritó: ¿Quién vive? Y el general Gómez respondió astutamente: ¡España! El adversario volvió a indagar: ¿Qué regimiento? Y el aire le devolvió la respuesta.

Después de esto el jefe español indicó a su vanguardia que cargara contra la caballería cubana, que en ese momento iniciaba una falsa retirada. Los españoles cayeron en la trampa. Gómez cargó personalmente contra los españoles. La confusión fue tal que los cubanos atravesaron las filas adversarias sin que las lanzas y los sables de los “Lanceros del Rey No. 1” pudieran detener el machete mambí. Así es que los españoles se repliegan hacia la loma de El Jíbaro, seguidos de cerca por los patriotas. Los jinetes camagüeyanos y espirituanos se destacaron por el valor, yendo y viniendo de la loma donde estaban sitiados los peninsulares. Gómez preparaba una tercera carga que no se realizó debido a la cercanía del refuerzo español, razón para que la retirada se hiciera en dirección al río Arimao, donde se restablecieron los heridos. La acción de Cafetal González, de manera particular, fue una victoria, pero -de manera general- un revés en el plan estratégico del alto mando del Ejército Libertador que pretendía llevar la guerra a Occidente. Gómez, el día 29 de febrero de 1876, escribe en su diario de campaña:

“El enemigo aún más reforzado me persigue; yo trato de evitar combate, fijo siempre en mí el intento de enviar refuerzos a Occidente, pero estos movimientos me han liquidado la caballería... En esta situación tengo que desistir de momento de mi plan y despachar al general Sanguily con caballería procedente de Sancti Spíritus”.

Crónica histórica del combate

Los potros resoplaban y relinchaban sofocados por el polvo, el calor, el acicate y el trajín de la áspera subida. Los jinetes cubanos, en pelotones o aisladamente, acuchillando en medio de un coro de voces, aullidos y ruidos soterrados, roncos y metálicos; arrebatando las armas y el caballo al que caía, matando o apresando con rapidez vertiginosa. Llegó la fuerza enemiga a la meseta de la loma, descabalgó rápida y haciendo apretada, luciente y artística barrera con los rendidos y espumantes caballos -como en la famosa Batalla de Las Guásimas- optó por la defensiva, rompiendo fuego de detrás del hípico parapeto. Los generales Máximo Gómez y Julio Sanguily se destacaban, rodeados de sus ayudantes en la cima de un mogote cercano. Los disparos de ellos hieren los caballos del parapeto; viéndose vacilar y caer, rodar cuesta abajo los bastiones de carne, como bloques de fortaleza. El teniente coronel Marcos Loret de Mola y Boza -quien sería héroe de la jornada- propone al mando mambí simular una retirada y este último acepta, da la orden. Cree el enemigo llegada la hora de libertarse del angustioso asedio.

¡A chocar con ellos! -gritó Mola con acento estentóreo.

¡Arriba! Los que se sientan hombres que me sigan –conmina.

Y cargó el primero sobre el enemigo hasta llegar a la muralla de caballos. Tan alto trepó Enrique Mola que Gómez y Sanguily, profundamente emocionados, veían flamear en la cumbre la bandera tricolor, que el héroe sostenía en su mano izquierda. Enrique Mola, que retó mil veces a la muerte con arrogancia de poseído, ha supervivido absolutamente ileso, sin una contusión ni el más leve rasguño. Incluso frente a frente de los españoles detrás del parapeto de caballos, grita:

¡Un hombre, que venga a quitarme el trapo!

No hubo respuesta y él -y sus valientes seguidores- dan la espalda. Los españoles de la cuesta quedaron en silencio y ven marcharse a los cubanos y al indiscutible héroe del combate de la Loma del Jíbaro. La cruenta acción había demostrado que la verdadera superioridad de la caballería, consiste en su movilidad y ligereza, cuando se cuenta con el valor de los hombres. Las columnas de Jovellar y Armiñán se acercaban para auxiliar a los hombres de la loma. Muy acertadamente, ante una fuerza de 2000 hombres, Gómez decide el toque de retirada.

Fuerzas participantes

Regimiento de caballería Expedicionario 400 Jinetes

  • Por el Ejercito Español

3er. y 4to. Escuadrón del regimiento “Lanceros del Rey No.1” de caballería. 2da. y 3ra. Guerrilla de Villa Clara.

Fuente