Combate de Jagüeyes (12 de mayo de 1958)

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Combate de Jagüeyes (alto del Buey)
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Hecho ocurrido en Jagüeyes
Fecha:12 de mayo de 1958
Lugar:Jagüeyes, perteneciente al Consejo Popular de Guaibanó, San Antonio del Sur, Guantánamo
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Félix Lugerio Pena Díaz
Ejecutores o responsables del hecho:
Grupo de guerrillero al mando de Félix Lugerio Pena Díaz

Combate de Jagüeyes. Este combate se realizó el día 12 de mayo de 1958 cerca de las 9:00 de la mañana, cuando los soldados de la tiranía comenzaban una operación dirigida contra aquella posición desde distintos puntos en el valle. El enemigo no pudo avanzar, a pesar de su abrumadora superioridad numérica y del tan potente armamento.

Inicio de la operación del enemigo

El 10 de mayo, el capitán Pena dio la orden de reforzar todos los accesos del Valle de Caujerí, ya que tenían información de que el ejercito batistiano, con cientos de hombres, había comenzado una operación dirigida contra aquella posición desde distintos puntos. Una columna enemiga avanzó desde San Antonio del Sur. Se dividió en dos y una parte tomó hacia Maya y la otra hacia el abra de Mariana. Otra columna partió desde San Antonio de Redó hacia Los Machitos. Allí se dividió también en dos, un grupo tomó hacia La Cobrera y el otro para la curva de la Muerte, donde existía una avanzada de la Compañía D.

Acciones previas al combate

El capitán Pena impartió las órdenes correspondientes a cada jefe de unidad y a Zapata lo movió con sus hombres del abra de Mariana hacia el alto del Buey, a la zona conocida por Jagüeyes. Maniobró de aquella forma para tratar de evitar la entrada del enemigo por el camino procedente de San Antonio de Redó, conocido como La Cobrera.

Zapata preparó la emboscada desde varios puntos, a uno y otro lado del camino situó a sus hombres, mandó a abrir trincheras y prepararon parapetos en las faldas de la loma que está hacia las afueras del valle.

El 11 de mayo, mandó a quemar las instalaciones de la hacienda del senador Meneses, lugar donde el enemigo acostumbraba pernoctar y abastecerse, pues sus dueños eran politiqueros batistianos. En esta hacienda ocuparon medicinas y algunos medios quirúrgicos y sanitarios, con los cuales prepararon un puesto médico cerca de las emboscadas para que fuera utilizado en caso de que hubiera heridos.

Inicio del combate

El día 12, alrededor de las 8:00 de la mañana, aparecieron sobre los llanos de El Quemado dos B-26 y una avioneta y poco después se divisaron por el camino de La Cobrera algunos carros con soldados enemigos que, bajo el mando de un capitán de apellido Rojas, avanzaban hacia las posiciones guerrilleras. De pronto, emergieron raudos los aviones, dejando caer metralla por toda la zona rebelde. La infantería batistiana, por su parte, avanzaba dividida en tres columnas: dos por los potreros, una a cada lado de la carretera, y la tercera por esta. Cuando estaban relativamente cerca, se retiró la aviación. En ese momento, los revolucionarios, que habían seguido el movimiento de la infantería, abrieron fuego. Uno de los alzados, Marcos Antonio Macías, emboscado junto al camino, lanzó una granada contra la vanguardia enemiga, que puso fuera de combate a varios de los que venían en la punta de la fila por el centro del camino.

Los guardias que venían por el potrero lograron emplazar algunas piezas de artillería y comenzaron a disparar obuses contra las posiciones de los rebeldes que, protegidos convenientemente en sus parapetos, no sufrían los efectos mortales de aquellas andanadas. De vez en cuando, se sentían las voces de los jefes batistianos que mandaban a sus soldados a avanzar. Aquellos, a su vez, respondían diciéndoles que los que tenían que ir delante eran ellos, que los habían traído como "carne de cañón y de carnada". Las palabras obscenas se repetían sin cesar, al igual que las maldiciones de unos a otros. Hicieron dos intentos más de romper las líneas rebeldes por diferentes vías, pero no lo lograron. Su aviación, reabastecida en la base naval norteamericana, volvió a bombardear.

Luego de varias horas de infernal tiroteo, apareció una vez más la aviación, al mismo tiempo que el ejército intentaba por tercera vez sobrepasar las posiciones rebeldes, lo cual confundió a los pilotos que ametrallaron a sus propias fuerzas, ocasionándoles varias bajas.

El enemigo no pudo avanzar, a pesar de su abrumadora superioridad numérica y del tan potente armamento: aviación, morteros, cañones, bazucas, etc. Los rebeldes, solo tenían algunos Garand, Sprinqfield, escopetas, granadas criollas y los M-26.

Final del combate

Alrededor de las 6:30 de la tarde, la tropa guerrillera se movió hacia lo alto de la loma donde se peleaba y puso una nueva emboscada, porque esperaban que al día siguiente los guardias intentaran romper de nuevo las defensas del Valle y todo debía quedar dispuesto para continuar el combate. Zapata le envió un mensaje acerca de la situación al capitán Pena. No obstante haberse conseguido una victoria parcial, este respondió que había que retirarse por el camino que conducía a la parte de atrás de la capitanía de Puriales, y Zapata cumplió la orden. En realidad, él desconocía la magnitud de la ofensiva enemiga y los motivos que tenía su jefe para tomar esa decisión. Por eso, marchó con su grupo a las 10:00 de la noche y arribó a Puriales, a las 5:00 de la mañana.

Fuentes