Constitución de 1901

La Constitución de 1901
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Radicales dentro del grupo de asambleístas fueron Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily y Salvador Cisneros Betancourt, entre otros.
Fecha:21 de febrero de 1901
Descripción:
A partir del 20 de diciembre de 1899, se crea la Asamblea Constituyente, encargada de redactar la futura Constitución de la República de Cuba.
País(es) involucrado(s)
Cuba
Líderes:
Domingo Méndez Capote, Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily, Salvador Cisneros Betancourt, entre otros.

La Constitución de 1901: Para los libertadores como dijera con acierto Fernando Ortiz: las constituciones (…) fueron, como el escudo, la bandera y el himno de Bayamo, un símbolo de nación libre.

República, liberalismo y hegemonía

Durante los últimos 200 años Cuba ha sido un país propicio a las constituciones políticas. Si descartamos las dos leyes españolas de 1812 y 1876, que algunos períodos del siglo XIX estuvieron vigentes en la colonia, gobernada de manera autoritaria, fueron varios los textos de carácter general que trataron de ordenar jurídicamente la vida y los actos de los cubanos durante su larga lucha contra la metrópoli.

Cuatro fueron las constituciones mambisas, hijas del liberalismo decimonónico y la lucha anticolonial: la fundacional y civilista de Guáimaro, 1869; la breve y práctica de Baraguá. 1878; la equilibrada de Jimaguayú, 1895 y la ténicamente más elaborada de La Yaya, 1897 que estuvieron vigentes en los territorios liberados por el Ejército Libertador y regularon el derecho de la República de Cuba en Armas.

En los inicios del período de la intervención, en 1898, Cuba presentaba una extraña situación jurídica, al coincidir en el mismo país varias legislaciones: la Constitución de La Yaya en el territorio ocupado por los mambises; la constitución autonómica otorgada por España, en los lugares donde quedaban tropas españolas; las órdenes militares de John R. Brooke en La Habana y la constitución provicional promulgada por el gobernador de Santiago de Cuba, Leonardo Wood.

Fue el propio Wood, ya en funciones del Gobernador Militar de la Isla desde el 20 de diciembre de 1899, quien maniobró con los representantes del mambisado y los sectores políticos de la burguesía insular para promover la creación de una Asamblea Constituyente, encargada de redactar la futura constitución de la República independiente, una vez que las autoridades norteamericanas decidieron que no sería la anexión ni el protectorado las vías para mantener el control sobre la Isla, sino la implementación de un modelo neocolonial que denominaron eufemísticamente “el experimento cubano”.

El 5 de noviembre de 1900, Leonardo Wood dejó inauguradas las sesiones de la Asamblea Constituyente, elegida bajo las normas de la ley electoral del gobierno interventor, profundamente restrictiva, pues solo permitió votar a los varones mayores de 21 años, alfabetizados y propietarios de bienes por un valor de 250 pesos oro, aunque no pudo impedir el voto de los miembros del Ejército Libertador.

Los convencionales encargados de redactar el texto constitucional y, de manera paralela, definir el futuro estado de las relaciones de la potencia del Norte, era un heterogéneo grupo de personalidades civiles y militares, de diversa filiación política e ideológica, como resultado de las negociaciones, consensos, luchas e impotencias que se manifestaron en Cuba al finalizar la guerra, entre los partidarios de la independencia absoluta, los nacionalistas moderados, los ex autonomistas y los abiertamente anexionistas. Radicales dentro del grupo de asambleístas fueron Juan Gualberto Gómez, Manuel Sanguily, José Braulio Alemán y Salvador Cisneros Betancourt, mientras que dentro de la franja conservadora es posible ubicar a Eliseo Giberga, Joaquín Quílez, Leopoldo Berriel, Diego Tamayo y Pedro González Llorente, pero esta división no agota todo el espectro de intenciones, prejuicios y matices de aquellos 31 tribunos: 18 civiles y 13 militares, de estos últimos 10 generales y tres coroneles.

La Asamblea Constituyente comenzó sus deliberaciones con el lógico malestar suscitado por las órdenes del gobernador militar a los asambleístas, lo cual hizo protestar a Juan Gualberto Gómez y a otros convencionales cuestionarse la competencia de aquel órgano para establecer consideraciones acerca de las relaciones entre ambos Estados, algo que debía corresponder a la legislación internacional de la República en funciones.

Hora decisiva

El 24 de noviembre de 1900 quedó conformada la Asamblea con una Mesa Directriz encabezada por Domingo Méndez Capote, Presidente, Juan Ríuz Rivera y Pedro González Llorente, vicepresidentes, y Alfredo Zayas y Enrique Villuendas, secretarios. El grupo republicano y el villareño, en mayoría y muy cohesionado, tenía un enorme peso en esta elección y sus decisiones serían de gran influjo en los debates.

El 21 de enero se aprobó un Proyecto de Base dividido en 25 secciones, para su discusión definitiva. Varios fueron los puntos de polémica, la invocación a Dios en el preámbulo; la distribución del poder; relaciones entre la Iglesia y el Estado y las atribuciones del poder local.

Tendencias regionalistas

En lo concerniente a las división territorial de la República, nuevamente se enfrentaron tendencias regionalistas y centralizadoras. El diputado Fernández de Castro propuso la creación de una nueva provincia que se llamaría “Cauto”, con su capital en Bayamo. En el curso de los debates el regionalismo oriental no tuvo éxito, pero prevaleció el parecer de organizar las provincias de acuerdo con un doble criterio político y administrativo.

En torno a la organización del poder, esencial para la estabilidad y legitimidad del Estado, fue escogido el sistema republicano al estilo representativo norteamericano, con separación de poderes, dos cámaras legislativas y un poder ejecutivo fuerte.

La tarde del jueves 21 de febrero de 1901, tras casi un mes de bates y discusiones se firmaron las dos copias del texto constitucional, y el último en firmar, quien lo hizo con una pluma de oro y a los acordes del Himno de Bayamo, fue Enrique Villuendas, bajo una salva de aplausos.

Fuente

Revista Bohemia. Año 94. No. 14 julio 2002