Dionisio Chirino

Dionisio Chirino Peraza
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Combatiente revolucionario cubano
NombreDionisio Chirino Peraza
Nacimiento4 de mayo de 1912
Los Palacios, Pinar del Río, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento4 de mayo de 1962
Los Palacios, Pinar del Río, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteAsesinato
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
CónyugeFrancisca Bejerano Hernández
PadresFrancisco Chirino y Serafina Peraza

Dionisio Chirino. Incansable luchador y colaborador de los planes de desarrollo de la Revolución y sus transformaciones sociales y económicas para beneficio del pueblo cubano, actitud por la que es asesinado por bandas contrarrevolucionarias.

Síntesis biográfica

Nació el 4 de mayo de 1912, en el poblado de Bacunagua, municipio Los Palacios, Pinar del Río, hijo de Francisco y Serafina, descendiente de raza negra.

Conoció desde la infancia los rigores de la discriminación racial. Junto a su familia fue a vivir a una finca conocida como “Pino Guerra” y siendo un adolescente emigraron hacia la finca “Samalcareyes” (conocida como “Sumalacara”).

Desde muy niño conoció el duro trabajo del campo ya que su familia era muy humilde por lo que se les imposibilitaba darle una adecuada instrucción escolar al niño.

La zona en que residía se encuentra ubicada al sur del pueblo de Los Palacios, dedicada fundamentalmente a la ganadería y al cultivo de la caña de azúcar, motivando a que toda la dureza y rudeza de las labores que desempeñaba lo fueron convirtiendo en un muchacho de carácter serio y maduro, no dado a participar en fiestas o actividades recreativas.

Corría el año 1940 cuando Dionisio contrae matrimonio con Francisca Bejerano Hernández, matrimonio que no se oficializa ante el Registro Civil y del cual no se conocen descendientes. En 1944 el matrimonio se traslada para el embarcadero de Santa Rosa y posteriormente se trasladan a la finca “El Salado”.

El Salado y sus alrededores se caracterizaban por ser zonas despobladas, con caminos intransitables en las épocas lluviosas sin los más elementales medios de salubridad conllevando a que en la zona no existiera el más mínimo desarrollo social.

Por su honestidad, lealtad y dedicación en el trabajo, ocupó el cargo de capataz en la finca de Bruno Salabarría (“El Guardia”), permitiéndole su aptitud mejorar sus ingresos económicos, tener su propia vivienda y hasta hacer algunos ahorros. Por esta época Salabarría, Javier Sumalacareyes en unión de otro de apellido Quintana, adquieren toda la extensión de tierra llamada “El Salado”, nombrando de administrador a Dionisio.

Al triunfo de la Revolución

Con el Triunfo de la Revolución nuevos horizontes se abren, haciendo que la tierra sea propiedad de quienes la trabajen. Las grandes fincas son nacionalizadas por la Ley de Reforma Agraria, comenzando así la creación de las cooperativas, mejorando las condiciones de vida de los que por años fueron explotados. En “El Salado” se crea la cooperativa cañera conocida con el nombre de Damián Pérez, mártir de la Revolución, nombrándose como administrador de la misma a Elio Quiñones.

Dionisio Chirino de inmediato se incorpora a las tareas revolucionarias, sus conocimientos y su amor por el trabajo, rápidamente lo hacen el hombre más conocido de aquellos que vienen a fomentar los nuevos planes de la Revolución y al crearse los CDR, es designado Presidente de la zona donde residía, manteniendo una activa disposición por cumplir con todas las tareas de esta organización.

Su humilde casa sirvió de albergue al primer maestro de la Campaña de Alfabetización y a pocos kilómetros de allí la Revolución construye un pequeño batey donde se funda la primera escuela rural, siendo su maestro Clemente J. González Leal. Chirino comienza a recibir los beneficios de la educación, su casa y la escuela son centros para celebrar círculos políticos, gozando del prestigio de todos, su carácter sereno y callado aunque en ocasiones era jovial, lo que lo hace partícipe de actividades socioculturales, abriéndose nuevos horizontes para aquel hombre que había sido por más de 40 años marginado.

En 1962 fue nombrado “Año de la Planificación”, ya recién cumplida la Campaña de la Alfabetización, comienzan las transformaciones sociales y económicas para beneficio de los más oprimidos durante el régimen anterior. Las discrepancias surgidas entre los elementos más recalcitrantes, el apoyo y el aliento del gobierno norteamericano, hacen que organicen grupúsculos contrarrevolucionarios y es el barrio “El Salado” uno de los sitios donde éstos operaban.

Las bandas contrarrevolucionarias en Pinar del Río

El administrador de la cooperativa en reunión con los vecinos había informado sobre las operaciones vandálicas en la zona y advertía también sobre el papel del Ejército Rebelde lo que en cualquier momento provocaría el enfrentamiento de ambos.

Dionisio contaba con 56 años de edad y el antes mencionado administrador le manifiesta que no debía regresar a su casa a fin de que no fuera atacado por los alzados, contestándole este:

"...de algo hay que morirse..."[1]

y acto seguido emprende el regreso a su casa, haciéndose acompañar por su esposa Francisca.

La existencia de los bandidos en la zona lo evidencia la historia contada por Heriberto Milián Rodríguez, anécdota ocurrida a Reymundo Pita y al chino Marín, quienes chocaron en una ocasión con la banda de “Machete” y le habían preguntado al propio chino si lo conocía, contestando este que no, ya que se hicieron sospechosas las armas que llevaban siendo estas diferentes a las del Ejército Rebelde.

Muerte

Existía en el batey una aparente calma, aproximadamente a las 6 de la tarde Francisca se presta a servirle la comida a Dionisio y es cuando este sentado a la mesa ve por la ventana que se acercaban unos hombres armados, vestidos de verde olivo, cuenta su esposa que este al verlos había exclamado:

"...ahí vienen unos compañeros..."[2]

, dejó el plato y salió a recibirlos al portal.

Aquellos supuestos compañeros eran Francisco Robaina Domínguez, alias “Machete” y Herminio Betancourt Alfonso, alias “El Boxeador”.

Al llegar preguntaron cuál era su nombre y al responder Dionisio Chirino, dos ráfagas M-3 hicieron blanco en su cuerpo, tronchando de esta manera y en forma alevosa su vida, segundos después incendiaron la casa y continuaron con el tiroteo sin importarles los gritos de horror de Francisca que lloraba desconsoladamente aferrada al cuerpo ensangrentado de su esposo.

Estos dramáticos sucesos truncaron otra vida más de un hijo de Los Palacios el día 4 de mayo de 1962.

Véase también

Enlace externo

Referencia

  1. Palabras de Dionisio Chirino.
  2. Testimonio de la viuda de Dionisio Chirino.

Fuente