Discusión:Enrique José Varona

Enrique José Varona y Pera

(1849-1933)


Dr.C. Leonardo Pérez Lemus
Reseña biográfica.

Enrique José Varona nació en la Villa de Santa María de Puerto Príncipe, hoy ciudad de Camagüey, el 13 de abril de 1849. Muere en La Ciudad de La Habana el 19 de noviembre de 1933, a los 84 años de edad.

Varona puede considerarse como uno de los latinoamericanos más cultos de su época, y de aquellos que forjaron su propio carácter con voluntad y autodidactismo. Mucho de su saber humano lo adquirió en su propio hogar. Basta saber que siendo ya un hombre maduro logró, mediante exámenes de suficiencia, la Licenciatura y el Doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Dominaba seis idiomas. Además, recorrió un amplio camino de actividad intelectual: fue periodista, autor destacado, educador y pedagogo.

Tuvo una vida muy activa: fue redactor de periódicos y revistas, y sus trabajos aparecieron en “El Fanal”, “El Fígaro”, “La Lucha”, “El Triunfo”, “La Revista Cubana”, “Cuba Contemporánea” y “Patria”. Fue diputado a Cortes por su provincia camagüeyana, Secretario de Instrucción Pública durante la ocupación militar norteamericana, miembro del gabinete constituyente, presidente del Partido Conservador, catedrático de la Universidad de La Habana y Vicepresidente de la República de 1913 a 1917.

La trayectoria de su vida es la de un hombre vinculado a los acontecimientos más importantes de su patria. Su intento por tomar las armas en 1868, su elección como diputado a Cortes en 1883, su renuncia al autonomismo fue parte de su aprendizaje en la formación de una conciencia revolucionaria e independentista. La vinculación con la obra martiana cuando asume la dirección del periódico Patria, luego de la muerte de este, lo ubica de lleno en la lucha emancipadora. Leyendo las conferencias pronunciadas por Varona en 1896 y su trabajo “El fracaso colonial de España”, se puede afirmar con exactitud que él hizo un análisis sistemático, económico de la realidad cubana en aquella época histórica. Este momento es para Varona de una determinación clara, así dirá: “Nuestro deber es hacer libre a Cuba".

Como hombre de vasta cultura y clara conciencia pudo escribir y estudiar los fenómenos sociales de nuestra época. Conocía las conexiones que la economía y la política tienen. Enlazaba la economía con la sociedad y planteaba que “carecen de utilidad las reformas legislativas si no les ha precedido la modificación de las condiciones sociales...”. Fue un pensador antimperialista consecuente. En su conferencia “El imperialismo a la luz de la sociología” pronunciado en 1906 y en su discurso “El imperialismo yanqui en Cuba”, pronunciado en 1921 en la Academia de Ciencias de La Habana, anunció los peligros del imperialismo norteamericano y su influencia en los países de América Latina. En este último trabajo aconseja mantener una actitud alerta y la unidad de los pueblos latinoamericanos frente al enemigo extranjero.

Fue Enrique José Varona un ilustre continuador de la obra formadora y educativa de Félix Varela y José de la Luz y Caballero. Con este último coincidió en planteamientos valiosos sobre la educación. Su expresión era siempre amable, bondadosa y cortés sin reflejar jamás una sombra de irritación. Terminada las clases, solía permanecer algunos minutos en una habitación del Rectorado para atender a los alumnos en demanda de orientación o consejo.

Más allá del aula, en la vida nacional, Varona también es maestro. Su preocupación por la educación en Cuba desde los primeros años de la República, su propósito de abrir escuelas para formar maestros y profesores, guías de la juventud, lo enaltecen ante los ojos de nuestro pueblo y lo podemos considerar como uno de los forjadores de la nacionalidad cubana. Pero su obra trascendió las fronteras de nuestro país y sus ideas se extendieron por América Latina y penetraron en los corazones y las mentes de muchos jóvenes que buscaban un mentor, un guía. Por esa razón el Primer Congreso Iberoamericano de Estudiantes celebrado en México en enero de 1931 declaró a Varona, conjuntamente con otras personalidades, como Maestro de la Juventud Iberoamericana.

El pensamiento educativo

Enjuiciar el pensamiento educativo de Varona siempre ha traído, al estudioso, preocupaciones metodológicas.

En primer lugar, sus ideas acerca de la educación se encuentran dispersas en artículos, discursos y ensayos, contenidos en revistas especializadas, periódicos, etc., y abarcan prácticamente toda su vida intelectual.

Por otro lado, el ilustre camagüeyano vivió en tres períodos diferentes de la historia del pensamiento educativo cubano y siempre se mantuvo muy activo: en la segunda mitad del s XIX, período colonial; durante la primera intervención norteamericana en Cuba (1899- 1902) hasta los inicios de la tercera década de la República (1902-1933).

¿Cómo estudiarlo? ¿Por separado y retomar su obra educativa en cada período histórico?, o ¿enfrentar el estudio de su ideario educativo de manera integral? Este es el enfoque que se ha decidido seguir.

Una particularización se puede hacer. Varona elaboró, prácticamente, sus ideas educativas en la segunda mitad del s XIX, y trabajó en los períodos sucesivos en el ajuste necesario de dicho ideario; en la práctica cotidiana, como política educacional, diseñó modelos educativos parciales como lo requería la posición política que ocupó en cada período histórico.

Para Varona, toda teoría educativa debía tener como brújula orientadora una filosofía de la educación. Para él resultó evidente que fuera la vertiente cientificista del positivismo, que profesó ampliamente. De la concepción general del mundo y la sociedad que posee cada pueblo depende su sistema de enseñanza.

De las consecuencias sociológicas de su filosofía, se desprende el hecho de considerar, que el desarrollo del hombre está condicionado inevitablemente por la ley de la selección natural, adscribiéndose a posiciones del darwinismo social, predominante en su época.

El individuo tiene que adaptar, ajustar, su posible desarrollo a premisas biológicas, y sobre todo al entorno natural y social en que vive. Siempre su concepción de la educación es de base naturalista.

Entonces, ¿para Varona el hombre se encuentra a merced de las circunstancias? No, indiscutiblemente. Le confirió a la educación un papel activo y necesario en el proceso de la formación del hombre.

¿Cuál es el alcance de la educación para Varona?

Lograr que de una manera consciente y dirigida el inevitable proceso de adaptación, transcurra en forma progresiva y evitar así los efectos nocivos que la acción educativa espontánea pueda traer en la formación del individuo.

(…) educar, desde el punto de vista comprensivo, no es nada menos que intervenir en la adaptación del individuo al mundo circundante y a la sociedad, facilitarla y dirigirla, para procurar que la ineludible ley de selección se convierta en instrumento del progreso personal y colectivo.

¿Cuál será, entonces, el problema fundamental de la educación?

(…) la manera, los procedimientos, el contenido y el fin de la educación, han de cambiar forzosamente con el transcurso y las vicisitudes del tiempo, y tomar forma diversa en cada país, dentro de las grandes líneas de la civilización del grupo a que pertenezca.

El fin de la educación para Varona es el de preparar al hombre para la vida, pero en el sentido spenceriano, concepto positivista, ya que el hombre no puede librarse de las leyes naturales que lo atan al nacer. Martí, en la misma etapa, desarrolló este concepto en otro sentido.

Para Varona la misión del educador era: hacer hombres, desarrollados completa y armónicamente. Para ello, apoyó la investigación más que la erudición. Sostuvo la superior eficacia de las acciones, las prácticas o los ejemplos sobre las palabras, las reglas o los preceptos. Subrayó el papel que juega la familia en la obra educativa que orienta la escuela. Su propósito era formar hombres capaces de cumplir con su vida de hombres y de ciudadano: “Desde la escuela a la Universidad, la necesidad, el propósito y el deber de los profesores se concentra en formar hombres”.

Varona se destaca en su vida como un gran educador, forjador de juventudes y estimulador de las mejores ideas patrióticas. Sus alumnos lo recuerdan como un celoso cumplidor de sus obligaciones académicas; y su palabra en la cátedra era clara, impecable, precisa y elegante, con la misma pulcritud de su porte y de sus maneras.

La formación del hombre debe ser integral y armónica y tiene que ser responsabilidad de toda la sociedad, especialmente de la escuela. El niño que pasa por la escuela debe salir de ella con la iniciación suficiente para realizar su vida de hombre dentro de los límites de su capacidad natural.

En la Lección VII de su Lógica, Varona expresó que la educación tiene dos formas primordiales. Una inconciente e involuntaria (…) y otra consciente y voluntaria (…). A esta última es a la que se da más especialmente el nombre de educación.

Esta formación consciente, a la que aludió Varona, debe ser permanente, graduada y mediante la implantación de una escuela única linealmente concebida.

Reclamó la armonización de la influencia ejercida sobre el individuo en formación, entre el medio social y la escuela, porque cuando hay un desequilibrio a favor de la educación inconsciente, entonces, (…) aquella destruye e invalida cuanto ha querido hacer la otra.

Varona proclamó la necesidad de la enseñanza práctica y teórica, científica y humanística, pero indiscutiblemente y por imperativo de las circunstancias históricas del momento, centró su interés esencialmente en la formación cientificista y en el practicismo.

Como educador Varona ocupa un lugar destacado en la historia de la educación e nuestro país. No sólo fueron sus ideas, escritos y obra política, filosófica y pedagógica, y su aporte a la formación de la nacionalidad cubana sino también su actuación como dirigente del sector de instrucción pública. Esta oportunidad le vino a raíz de la ocupación militar de Cuba por el ejército de los Estados Unidos. En ese período fue designado Secretario de Instrucción Pública y desde el cargo acometió la necesaria reforma educativa que el país necesitaba después del largo proceso del coloniaje español.

Inició la reforma por los estudios universitarios, organizó y articuló la vida universitaria en facultades. Creó seis nuevas escuelas entre ellas la Escuela de Pedagogía. Dotó a la Universidad de nuevos equipos, laboratorios y libros y exigió la modernización de sus métodos de enseñanza. Propició la elevación de su nivel científico que había permanecido abandonado y estancado en su desarrollo, cargado de verbalismo y formalismo. Varona no quería una Universidad aislada sino extendida por todo el país, por todo el cuerpo social. Deseaba una unión íntima entre ella y el pueblo. Toda la vida de la nación debía repercutir dentro del alto centro docente con este objetivo estableció el Consejo de Inspectores encargados de verificar tales interrelaciones.

Tras la reforma universitaria vino la segunda enseñanza. Simplificó enormemente el estudio de bachillerato. Le dio un carácter más científico al incluir asignaturas de ciencias naturales y reducir las de lenguas muertas. También estableció asignaturas obligatorias y otras optativas. El plan era igual para todos los alumnos., estableciendo la edad de 14 años para ingresar en el bachillerato. Conocida esta reforma como “Plan Varona” fue una de las innovaciones que más perduró en la enseñanza secundaria de nuestro país.

Dentro del plan de reformas en la enseñanza media y en la educación superior, dentro de esta última algunas de sus características más importantes fueron:

“. La ruptura con los marcos de una educación y una cultura colonial;
. La transformación de la enseñanza en científica, práctica y experimental;
. La ampliación de las carreras existentes, incluyendo seis eminentemente prácticas, de aplicación;
. El empleo de profesores dedicados, única y principalmente, a la labor de la enseñanza y
. El intento de establecer una estrecha relación entre la Universidad y la sociedad, al poner la primera al servicio de las necesidades de la segunda.

Varona defendió las bases de su reforma explicando sus fundamentos ¨… He pensado que nuestra enseñanza debe cesar de ser verbal y retórica para convertirse en objetiva y científica. A Cuba le basta dos o tres literatos; no puede pasarse sin algunos centenares de ingenieros. Aquí está el núcleo de mi reforma. Esta posición le valió críticas por su acento antihumanista pero se explica por su comprensión de la necesidad de salir del subdesarrollo material en que vivía Cuba.

Su reforma se asienta sobre bases sencillas y sólidas, considera que toda enseñanza debe ser científica, objetiva, experimental y práctica. Nuestra época se caracteriza por el predominio del método científico; y éste descansa en dos sólidos sillares: la observación y la experiencia. Podemos, por tanto, sentar como principio inconcuso que la enseñanza moderna ha de ser científica en todos sus grados. Y dando un paso más debemos decir que, en todos sus grados debe poner al alumno en condiciones de observar y experimentar, señalaba el 25 de noviembre de 1899.

Comprende que los estudios universitarios no pueden ceñirse únicamente al estudio de las ciencias, pero advierte que la subvaloración de estas disciplinas, implicaría a largo plazo, limitar el desarrollo de la cultura cubana; había pues que encontrar, un adecuado equilibrio.

Desecha lo verbal y libresco, lo rutinario, arremete contra los programas obsoletos y mecánicos , … “ resúmenes que tienen por objeto enseñar a responder a las preguntas consagradas”, critica al sistema de exámenes vigentes destinados no solo a atrofiar las capacidades intelectuales de los adolescentes , sino también a mercantilizar la educación, desecha asignaturas inútiles que implican la pérdida de tiempo con fines puramente eruditos, cuando Cuba necesita urgentemente transformar la tierra y la sociedad en torno suyo. La escuela debe ser “…talleres donde se trabaja, no teatros donde se declama.”

La universidad bajo su prisma debe convertirse en un “… laboratorio científico de la nación”.

En su plan convergen tres líneas fundamentales: modernizar la enseñanza, hacerla científica y experimental, ampliar la gama de profesiones universitarias incorporando carreras técnicas y acelerar e incrementar la promoción de graduados mediante un plan de estudio racional, corto y por ende más barato

Es conveniente analizar que en un momento de su desarrollo histórico se preocupó por la formación integral y plena del alumno, al considerar que la enseñanza deberá contribuir: (…) a la formación de los hábitos morales, al desarrollo mejor del cuerpo humano, al desenvolvimiento de la inteligencia y a la expresión adecuada y racional de los sentimientos y emociones de cada niño, dándose a la parte moral, la preferencia.

Este particular resulta interesante en el vuelco en el pensamiento de Varona. Hasta un momento muy ortodoxo dentro de la línea del positivismo spenceriano. Al considerar, como otros pensadores anteriores, que la axiología y la ética debían definir la naturaleza del cubano, abandonó la axiología positivista y volvió los ojos a la que habían impulsado en su momento Varela y Luz. Se fortaleció con la más rica tradición del pensamiento cubano. Es por ello, que el pensamiento de Varona es legítimo y forma parte de la más rica tradición cubana, pues, al volverse electivo, logró darle originalidad a su pensamiento y enfocarlo, verdaderamente, a partir de los intereses y de las necesidades de la nación cubana en ciernes. Otros pensadores, en su época, como Valdés Rodríguez, y más tarde Aguayo, harán lo mismo, pero más bien en forma ecléctica que electiva. Valdés se afilió en parte al neotomismo y Aguayo al schlerianismo, primero, y después, al espiritualismo. No abandonaron la posición básica del positivismo y del pragmatismo en lo referente a la cognición, pero sí, le dieron un vuelco al pensamiento, en cuanto a los problemas de los valores.

Consideraciones generales

En el ideario educativo de Varona se encuentran preocupaciones por : la puericultura, la educación de los adultos, la enseñanza de la mujer, la escuela rural, los requerimientos higiénicos para la construcción de los edificios escolares, la conversión del presidio en un verdadero taller-escuela, el perfeccionamiento de la enseñanza de la lengua vernácula, el estudio del idioma inglés desde el 4to. Grado de la primaria, en la educación superior, y en la vinculación de la escuela con el clima cultural cubano.

En síntesis, resulta un pensamiento educacional moderno, que constituyó un impulso renovador, favoreció el tránsito de la colonia a la república y orientó los primeros pasote esta, en materia educacional, a partir de 1902.