Dominga Moncada

Dominga Moncada
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NombreMaría Dominga de la Trinidad Moncada
Nacimiento2 de diciembre de 1810
Santiago de Cuba Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento19 de agosto de 1905
Santiago de Cuba Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana

Dominga Moncada. Mambisa, madre del general mambí Guillermón Moncada. Luchadora incansable por la independencia de Cuba. Se incorporó a la manigua a los pocos días del 10 de octubre de 1868 y se mantuvo en ella hasta el fin de la guerra.

Síntesis biográfica

Su nombre completo María Dominga de la Trinidad Moncada. Nació en un hogar de negros libres, en Santiago de Cuba el 2 de diciembre de 1810. Su madre fue una reconocida partera en su época. Dominga creció bajo el ejemplo de su madre. Apenas terminada la adolescencia ya conocía todos los secretos de ayudar a parir a las mujeres. Esa fue la herencia dejada por su madre.

Muy joven se unió a un comerciante español con el que tuvo tres hijos. El cual jamás se decidió a oficializar esa unión ni aceptó darle sus apellidos a los descendientes. Ella los inscribió con su único apellido: Moncada; sola los alimentó, los educó y fortaleció el carácter de cada uno. Dominga fue suficiente para enseñarle a sus hijos el camino de la dignidad, de la libertad.

Independentista

A los pocos días del 10 de octubre de 1868, cuando se produjo el primer alzamiento por la independencia de Cuba, esta mujer y su familia se dispusieron a luchar.

Pocas cubanas se vieron tan acosadas por las autoridades españolas como Dominga, no solo por la merecida fama de gran guerrero que pronto conquistó su segundo hijo, José Guillermo, el legendario Guillermón Moncada, sino por ella misma, por su notable actuación como mambisa, acompañada siempre por su hija Felipa.

Ambas actuaron como enfermeras en las montañas orientales y fueron eficientes mensajeras. Su centro de operaciones era una finca que poseía cerca de la localidad de Alto Songo, en Santiago de Cuba y que fue centro de operaciones de los mambises, sitio al que se trasladó en 1871, después de haber sido detenida y enviada varias veces a las mazmorras del Castillo de El Morro de esa ciudad oriental.

Durante esos encierros la visitan oficiales españoles para conminarla a interceder con su hijo Guillermón, conocido como el Caballero de la Guerra, para que depusiera las armas a cambio de la libertad de la madre. La respuesta fue siempre la misma: la negativa de Dominga.

Al finalizar la Guerra Chiquita, iniciada después del Pacto del Zanjón en 1878, algunos jefes mambises con sus respectivas familias partieron rumbo a Jamaica. Al siguiente día de navegación, un cañonero español interceptó el navío.Los jefes independentistas fueron apresados y los demás pasajeros retornados a las costas cubanas.

Sin embargo, una grave ofensa se hizo con la familia de Guillermón . Dominga, con 70 años, su hija Felipa, tres mujeres más así como 5 niños, entre los 3 y los 11 años, fueron trasladadas a un bote de remos y abandonadas a su suerte en medio del Mar Caribe. Dominga fue la principal remera, mientras las otras cuatro se turnaban con el otro remo.

Al llegar a Santiago de Cuba fueron apresadas, pero Dominga logró que los captores dejaran en libertad a las otras acompañantes y los niños a costa de su permanencia en prisión.

Cerca de cuatro años esperó Dominga para estrechar en sus brazos a su hijo Guillermón, preso en cárceles españolas en África. Cuando el bravo guerrero llegó a la Patria ya venía herido de muerte por la tuberculosis.

Los años no fueron impedimenta para la valerosa mujer, quien se multiplicó en afanes conspirativos con la finalidad de suplir la ausencia del hijo enfermo.

En 1893, el legendario luchador de las tres guerras de independencia del siglo XIX cubano fue otra vez detenido por varios meses.

Guillermón salió de la cárcel en graves condiciones físicas. Dominga, la madre, sólo se alejaba de su lado para cumplir misiones conspirativas. Cuidaba de su salud y protegía que no volviera a caer en manos enemigas. Por ello, siempre tenía un caballo listo para una huída de emergencia. Gracias a esa habilidad logró salvar al hijo de sus captores españoles.

La guerra independentista de 1895 también contó con su enérgica actuación. Mujer extraordinaria que con 85 años fue hecha prisionera por los españoles, que la mantuvieron varias semanas en el Morro santiaguero.

Su muerte

Murió en Santiago de Cuba el 19 de agosto de 1905. Su cadáver fue velado en el Palacio Provincial de Gobierno, hasta donde fue el pueblo santiaguero a rendirle tributo en nombre de todos los cubanos.

Los restos de Dominga inicialmente fueron depositados en el Panteón de los Veteranos de la Guerra de Independencia, en el Cementerio Santa Ifigenia, donde descansan también más de 30 generales del Ejército Libertador cubano.

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