Edad Oscura de Gran Bretaña

Edad Oscura de Gran Bretaña
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Concepto:La Edad Oscura de Gran Bretaña es un periodo que comenzó con la caída del Imperio Romano, en el periodo comprendido entre los siglos V y VI de la historia de Gran Bretaña.

La Edad Oscura de Gran Bretaña es un periodo que comenzó con la caída del Imperio Romano. La escasez de documentación histórica propició que las grandes leyendas inglesas fuesen ubicadas en esta era de caos, abarcó los siglos V y VI de la historia de Gran Bretaña.

Condicionantes.

La Edad Oscura de Gran Bretaña es un periodo que comenzó con la caída del Imperio Romano. Inglaterra, habitada desde el siglo V d.C. por los Celtas, fue colonizada por los Romanos entre el año 43 d.C. y comienzos del siglo V. Posteriormente fue invadida por tribus germanas (Anglos, Sajones yJutos) que expulsaron a los Celtas, parcialmente romanizados, hacia Gales, Escocia, Cornualles y la Bretaña francesa. En el siglo X, tras soportar una serie de ataques Vikingos, Inglaterra fue unificada políticamente. Tras la caída del Imperio Romano, Inglaterra estaba plagada de incursiones de pictos y escoceses. Para mantener el orden, el entonces Rey de Inglaterra, Vortigern, contrató a mercenarios sajones procedentes de Alemania, Dinamarca y Holanda a cambio de tierras y el favor del rey. Sin embargo, los Sajones no conformes con el trato, comenzaron incursiones hacia poblados bretones quemando y robando todo lo que encontraban a su paso. Para volver a recuperar el control, el Rey Vortigern organizó una conferencia de paz que acabó con la muerte de 406 representantes bretones. Tras este fracaso el Rey Vortigern fue destituido y ha pasado a la historia como el peor rey de todos los tiempos. La guerra entre Sajones y Bretones continuó durante años hasta que el Rey de los Bretones , ganó una batalla decisiva en el Monte Badon que llevó a medio siglo de paz bajo el dominio Bretón. Los sajones, por su parte aprovecharon este periodo de paz para aumentar sus efectivos y sus fuerzas recuperando el control del territorio en la primera mitad del siglo VI. Emergieron siete reinos Sajones (Heptarquía) conocidos como: Essex, Sussex, Kent, Mercia, Northumbria, Anglia Oriental y Wessex. El Reino de Wessex pronto se alzó sobre los demás estableciendo un linaje real que en el año 828 fue el primero en reclamar legítimamente el titulo de Bretwalda o Rey de toda Inglaterra. La casa de Wessex mantuvo el control sobre toda Inglaterra, a excepción de 26 años bajo el dominio de los daneses, hasta el año 1066, año de la conquista Normanda y fin del periodo conocido como Edad Oscura.

Britania posromana

Los siglos V y VI de la historia de Gran Bretaña han sido denominados como la «Edad Oscura» porque es ciertamente muy poco lo que se sabe de ese período histórico. Su carácter oscuro es sin embargo verdaderamente crucial en la formación de las naciones británicas, porque es el momento en el que se suceden en pocos años dos hechos radicales: el abandono romano de la isla y la invasión de los anglos, jutos y sajones. El período concluye con una supremacía absoluta de lo anglosajón, un retroceso imparable de lo celta y una desaparición de lo latino. La escasez de fuentes históricas ha servido de acicate para dejar volar la imaginación para estos siglos, escenario temporal del ciclo artúrico.

Evidencias

Evidencias escritas

Se conserva muy poco material escrito de este período. Sólo hay cuatro fuentes británicas coetáneas: la Confessio de San Patricio; De Excidio Britanniae (Sobre la ruina de Britania) de Gildas; el poema «Y Gododdin» contenido en el Libro de Aneirin del bardo Aneirin (mal llamado Aneurin) y los Gwarchanau (versos cortos) incompletos de Taliesin, otro bardo galés; del que algunos versos se le han atribuido a Myrddyn (después llamado Merlín).

La confesión de San Patricio revela aspectos de la Britania que él conoció durante su cautiverio. Es particularmente útil el hincapié que hace en el estado del cristianismo en aquel momento. La obra de Gildas está escrita en un estilo jeremíaco y polémico, con la intención de precaver a los gobernantes de las maldades del pecado, demostrando a través de ejemplos históricos y bíblicos como los malos gobernantes son siempre castigados por Dios, en el caso de Britania a través de la destructiva ira de los invasores sajones.

El componente histórico de la Excidio es breve y el material que contiene aparece claramente seleccionado en función de los intereses del autor. No se ofrecen fechas absolutas y algunos de los detalles, como los relativos a los muros de Adriano y Antonino son claramente erróneos. No obstante, Gildas nos refleja cómo percibían su inmediato pasado los monjes que vivían y estudiaban en los reinos anglosajones que resultaron de este oscuro proceso histórico. El Gododin de Aneirin es un poema que relata la batalla de Catraeth (hoy Catterick, Yorkshire) a principios del Siglo VI, del que Aneirin es testigo principal (de hecho es tomado prisionero por los sajones al término de la batalla). El texto relata la derrota galesa y la pérdida del reino britano de Gododdin; está escrito en verso y por su naturaleza épica hay que leerlo con cuidado.

Las fuentes continentales, más abundantes, son enormemente problemáticas. La más famosa es el llamado rescripto de Honorio, en el que el emperador de Occidente Honorio comunicó a las civitates britonas que en adelante deberían procurar defenderse por sí mismas. La primera referencia a este rescripto aparece en la obra del historiador bizantino Zósimo, en el siglo VI, en el contexto de una discusión acerca de la situación del sur de Italia. No hay más menciones a Britania en el texto de Zósimo, lo que ha llevado a pensar a algunos investigadores que el rescripto en realidad se refería a Bruttium, es decir, a Calabria, y no a Britania.

La Crónica Gala, otro texto de encontradas interpretaciones, nos ofrece información acerca de San Germano y de su visita o visitas a Britania. En la obra de Procopio, otro escritor bizantino del siglo VI, encontramos ciertas referencias a Britania, cuya exactitud está lejos de parecer cierta.

Numerosas fuentes posteriores afirman poder ofrecer información fiable acerca de este período. El primero en intentarlo fue el monje san Beda el Venerable, que escribió a comienzos del siglo VIII. Lo correspondiente al período posromano de su Historia ecclesiastica gentis Anglorum está basado mayormente en Gildas, aunque con el intento añadido de fechar lo que en De Excidio sólo está descrito. Fuentes más tardías, como la historia atribuida a Nennio, la Crónica anglosajona y los Annales Cambriae, aparecen ya fuertemente condicionadas por el mito y sólo pueden ser usadas con la mayor precaución.

Evidencias arqueológicas.

La arqueología ofrece evidencias algo mayores, aunque todavía muy limitadas. El estudio de los enterramientos y cremaciones, y de los ajuares funerarios asociados a ellos, ha contribuido a fortalecer nuestro conocimiento de las identidades culturales de este período. Las excavaciones realizadas en distintos asentamientos han revelado cómo pudieron haber cambiado las estructuras sociales y hasta qué punto la vida en Gran Bretaña continuó inalterada en ciertos aspectos hasta la Alta Edad Media. Las excavaciones en ciudades han sido particularmente importantes a este respecto. Las investigaciones sobre sistemas de cultivo y de arqueología ambiental han contribuido a aclarar los elementos de permanencia y cambio en el mundo agrícola durante este período. La arqueología sin embargo tiene sus límites, especialmente en lo relativo a la datación. La datación por radiocarbono no puede ofrecer una datación lo suficientemente precisa para un período tan breve en términos arqueológicos, pero tan intenso y decisivo desde una perspectiva histórica general. El método apropiado para un período como este es la dendrocronología, pero son muy pocas las piezas de madera adecuadas que se han encontrado. La numismática, tan útil en otros períodos, resulta frustrante en este momento, puesto que no entraron nuevas monedas en circulación desde los primeros años del siglo V.

Evidencias lingüísticas y toponímicas.

El estudio del inglés antiguo o anglosajón, del celta britónico, del celta gaélico y del latín han permitido encontrar evidencias del contacto entre britanos y anglosajones, así como entre los britanos de las tierras bajas y altas. La toponimia nos revela asimismo la lengua de la cultura política y socialmente dominante. El ejemplo más evidente está en la región de Cumbria, extremo noroeste de Inglaterra, que vendría del galés Cymry o Cymru (que significa, literalmente, país de Gales; el idioma galés es Cymraeg y el gentilicio es Cymro).

Genética

Las investigaciones recientes sobre el cromosoma Y y el ADN mitocondrial de las actuales poblaciones británicas y continentales han arrojado algo de luz acerca de cómo pudieron ocurrir los movimientos de población durante el período posromano. En 2002, investigadores del University College London señalaron que pudo haber realmente una migración en gran escala de anglosajones en la Inglaterra central y oriental. Un estudio más completo del mismo centro se ha inclinado más bien hacia una migración anglo-sajona sustancialmente menor de la que inicialmente se había pensado, y también ofrece evidencia de que el componente genético pre-anglosajón está presente en todas las zonas de las islas británicas. Este estudio resulta todavía más sorprendente por la posibilidad que ofrece de la presencia antes del siglo V de significativas poblaciones genéticamente emparentadas con los anglosajones en un área del Gales central.

El final de la Britania romana.

Uno de los grandes retos de la historiografía del final de la Britania romana ha sido su datación exacta. Las fechas propuestas son varias: el final de la acuñación de moneda en 402, la rebelión del usurpador Constantino III en 407, la rebelión mencionada por Zósimo en 409 o el supuesto rescripto de Honorio de 410. A pesar de los ríos de tinta que ha hecho correr el intento de encontrar una fecha en la que Roma abandonó de forma efectiva Britania, no deberíamos considerar esta cuestión en los términos de una moderna descolonización. La fecha del fin de la Britania romana es una cuestión compleja, y el proceso exacto probablemente permanezca oculto. Hay una cierta controversia acerca de por qué terminó el dominio romano sobre Britania. Según la interpretación clásica, sostenida entre otros por Mommsen, Roma abandonó Britania. La inestabilidad interna del Imperio y la necesidad de retirar tropas para frenar el avance bárbaro fueron las principales razones argumentadas para este abandono. De este modo, fue el colapso del sistema imperial lo que abocó el final de la Britania romana. Sin embargo, otros historiadores como Michael Jones han defendido tesis alternativas en las que más que Roma abandonó Britania, habría que decir que fue Britania la que abandonó Roma. Britania fue foco de numerosos intentos de usurpación imperial a finales del siglo IV y comienzos del V, y el flujo de dinero hacia la isla parece que se secó a comienzos del siglo V, significando esto que no pudo pagarse de forma regular a administradores y tropas. Todo esto lleva a pensar que Britania entró en un período de rebeldía generalizada contra el centro imperial. Ambos argumentos son susceptibles de crítica, si bien todavía no contamos con más investigaciones que puedan aportar más a nuestro entendimiento del por qué acabó la Britania romana. Recientemente se está considerando la posibilidad de que hacia finales del siglo V un rey o ducatur romano-británico -que algunos identifican en Aurelius Ambrosianus- pueda haber derrotado (alrededor de 495 o 503 a.d.) momentáneamente los invasores anglosajones en la batalla de Mons Badon (cerca de Bath) y haber dado origen a la leyenda del Rey Arturo. Este período coincide con el regreso de la imperialidad romana en los tiempos de Justiniano y termina con la terrible Plaga de Justiniano, que despobló el mundo mediterráneo alrededor de 540 A.d. En esos años los anglosajones lograron conquistar los pocos territorios que quedaban en manos de los últimos británicos romanizados (enormemente golpeados por la plaga y la reducción de natalidad sucesiva) y a partir del año 550 desaparecieron todas las evidencias de una continuación de la civilización romana en Britannia.

La migración anglosajona.

Tradicionalmente, se ha sostenido que los anglosajones migraron a Britania en gran número durante los siglos V y VI, desplazando de manera sustancial a la población britana. El anglosajonista Frank Stenton, aunque admitiendo una considerable presencia reminiscente britana, esencialmente asumió esta interpretación, argumentando que la mayor parte del sur de Inglaterra fue invadida en la primera fase de la guerra. Esta interpretación está basada en las fuentes escritas, particularmente en Gildas, pero también en fuentes posteriores, que describieron la llegada de los anglosajones como un hecho sustancialmente violento. La toponimia y la lingüística han ofrecido apoyo a esta interpretación, puesto que es muy escasa la toponimia britana existente en la parte oriental de la isla y fueron muy pocas las palabras britanas que entraron en el anglosajón o inglés antiguo. Esta interpretación fue acogida muy favorablemente por los primeros historiadores ingleses, que querían fortalecer su idea de una Inglaterra que se desarrolló de forma diferente a la Europa continental, con una monarquía limitada y un pueblo amante de la libertad. De acuerdo con esta interpretación, la peculiaridad inglesa proviene de la masiva invasión anglosajona. La visión tradicional es aún sostenida por algunos historiadores; en 2002 Lawrence James escribió que Inglaterra fue sumergida por una corriente anglosajona que desplazó completamente lo romano-británico. Hay pruebas de que se produjo un cambio climático en el siglo V: las condiciones climatológicas se volvieron más frías y húmedas, y pudieron ser inapropiadas para el cultivo cerealístico en algunas tierras altas. La dendrocronología revela un evento climático particular en el año 540. Michael Jones sugiere que el declive de una producción agrícola que había alcanzado altos niveles de explotación tuvo que tener considerables consecuencias demográficas.

Fuentes