Efrén de Siria

Efrén (o Efraín) de Siria
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Religión o MitologíaCatólica
Venerado enToda la Cristiandad

Efrén (o Efraín) de Siria . También conocido como Efraín de Nísibe fue un diácono y escritor, santo, Padre de la Iglesia y Doctor de la Iglesia sirio nacido en Nusaybin (Turquía)entonces en la provincia romana de Mesopotamia en 306 y muerto en Edesa en 373. Ya en su tiempo fue conocido como «el místico», con el apelativo de «El harpa del Espíritu».

Vida

Efrén nació en Siria, en Nisibis, de una familia probablemente cristiana, según unos; según otros, sus padres fueron paganos, su padre aun sacerdote del ídolo Abnil o Abizal; y el joven habría sido arrojado del hogar por su conversión al cristianismo. Lo cierto es que desde muy temprano vivió al lado del Obispo de su ciudad natal, Santiago, bajo cuya dirección hizo sus estudios.

De su juventud sabemos muy poca cosa. ¿Siguió a su Obispo al Concilio de Nicea en 325? ¿Visitó los monasterios de Egipto y se encontró con Basilio en Cesarea de Capadocia? ¿Contribuyó a la liberación de Nisibis asediada por Sapor II, Rey de los persas, en 338? Los relatos de estos hechos se tienen por legendarios.

Primeramente empleado, para ganarse la vida, en unos baños, por consejo de un monje con quien se encontró en Edesa se retiró a la soledad, donde, bajo la dirección de un anciano, se consagró a la oración, a la penitencia y a la meditación de las Sagradas Escrituras. Ordenado Diácono en fecha indeterminada, seguiría siéndolo todo el resto de su vida, rechazando por humildad el ser elevado al sacerdocio y al episcopado. Fue proclamado Doctor de la Iglesia por Benedicto XV en 1920.

Obras

Desde fines del siglo IV, San Jerónimo habló con admiración de las obras de San Efrén. Y los sirios lo han tenido siempre por el más ilustre de sus escritores. Si la autenticidad de varios libros parece discutible, el número y el valor de los que legítimamente se le atribuyen son más que suficientes para justificar los elogios que se le hacen a un autor Alternativamente poeta y prosista, San Efrén sobresale en los dos géneros. Escritas en siriaco, sus obras han sido traducidas al griego y al armenio, y algunas también al latín. Entre las obras en prosa están los Comentarios sobre un gran número de libros sagrados tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento: Pentateuco, Josué, Jueces, Reyes, 1 Crónicas, Profetas, Job, Salmos; Evangelios según el Diatesarón de Taciano, Hechos de los Apóstoles, Epístolas de San Pablo.

Estudió todo el Antiguo y el Nuevo Testamento; a ellos se aplicó con mayor cuidado que nadie, y su texto lo explicó exactamente, desde la creación hasta el último libro de la Ley de la Gracia, esclareciendo, por la luz del Espíritu Santo, todo lo que es difícil y oscuro (San Gregorio de Nisa, Vida de San Efrén). En la explicación de la Escritura, San Efrén prefirió el método que en su tiempo seguía la escuela de Antioquía, método de investigación del sentido histórico, moral y místico, practicado por Teodoro, San Juan Crisostomo y Teodoreto, y opuesto a la de Alejandría, en la cual los discípulos de Filón y de Orígenes concedían una gran importancia al sentido alegórico.

En casi todos los libros que comenta, San Efrén hace primeramente un breve resumen del libro según el objeto que se propone. En seguida proporciona algunos detalles sobre el origen, la vida y la condición del autor. Viene entonces la explicación del texto, primeramente en el sentido literal, y luego en el sentido moral y místico. Se salta versículos y a veces capítulos enteros; por el contrario, en ciertos pasajes es profuso hasta la prolijidad, por ejemplo en el relato de la creación, en la Historia de José o en la de Moisés.

La versión siriaca que él utiliza, la Peschito, presenta grandes afinidades lingüísticas por una parte con el hebreo del Antiguo Testamento, por otra parte con el siro-caldaico usado en el tiempo de Nuestro Señor y de los Apóstoles; y de allí una cierta facilidad para descubrir el sentido literal de esos textos. Su conocimiento de las costumbres y de las tradiciones del Oriente, y especialmente del pueblo judío, lo ayudan también a comprender relatos que serían oscuros para otros (Cf. Cellier, Histoire générales des auteurs sacrés).

Los poemas son de dos géneros distintos: los “Memré”, escritos para la lectura y la recitación; los “Madrasché”, destinados a ser cantados, y por esto dispuestos en estrofas, que cantará el coro, y separados por un estribillo que se repitirá después de cada estrofa por el pueblo.

Mientras que los “Memré” son sobre todo epopeyas con un fondo histórico, y refieren en particular los dos asedios de Nisibis (338 y 363), haciendo el elogio del Obispo San Santiago, los “Madrasché” tienen un carácter netamente apologético y didáctico: son como cánticos doctrinales. Manera pintoresca y popular de inculcar las verdades de la Fe, y aun de refutar las herejías.

Cincuenta y seis himnos están dirigidos contra Manes, Marción y Bardesanes. No contento con deshonrar los errores, San Efrén, en términos categóricos, condena cualquier estudio distinto del de la Biblia y toda inspiración abrevada fuera de los Libros Sagrados. Contra los investigadores o escépticos, luego contra los arrianos y anomeos, son 87 himnos, en los que las galas de estilo, la profusión de alegorías y de epítetos hacen a veces difícilmente inteligible el texto. ¿Era esto quizá lo que el autor buscaba? Ciertos pasajes, dice Santiago de Edesa, están escritos de manera mística y oscura, a fin de que los investigadores sean con ello más reprendidos y castigados, y cesen sus investigaciones respecto del Dios oculto e incomprensible, puesto que ni siquiera pueden comprender las palabras escritas.

Por vía de ejemplo, he aquí para dar una idea de este género literario muy particular, he aquí una estrofa del himno sobre la “Natividad de Cristo en la carne”:

“Cantaremos el modo del nacimiento del Primer-nacido.

La Divinidad se ha tejido un vestido en el seno de la Virgen: Ella lo revistió y nació; ella lo desnudó luego de la muerte; Ella lo desnudó una vez, ella lo revistió dos veces; Ella lo tomó a la izquierda, ella se desnudó de El, lo colocó a la derecha. El era servidor sobre la tierra, El era Señor en los cielos. El heredó las honduras del cielo, el que era extranjero aquí abajo. Aquel al que ellos juzgaron con iniquidad, juzga con verdad; Aquel al que cubrieron de escupitajos sopló el Espíritu sobre la cara de ellos; Aquel que recibió una débil caña, era el báculo del mundo; Cualquiera que envejezca se apoyará en El”. Es uno de los poetas más grandes en lengua siria. Vivía con absoluta austeridad.[1]

Muerte

Después de la toma de Nisibis por los persas, bajo el reinado del emperador Joviano, en 363, Efrén se retiró definitivamente a Edesa, donde fundó una escuela de exégesis que gracias a él llegó a tener una gran celebridad. Sus últimos diez años los pasó en una actividad intelectual intensa. Allí murió en 373.

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