El Caballero de París, la leyenda que camina

El caballero de París, la leyenda que camina
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"Es lógico que sea popular. Todo el mundo me conoce. Todo el mundo me mira. Yo soy la leyenda que camina"
Autor(a)(es)(as)Francisco Blanco Ávila
Editorial:Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, Cuba
Diseño de cubierta:Francisco P. Blanco Hernández
ImprentaFederico Engels
EdiciónManuel Pérez Alfaro
IlustracionesAdán
Alben
Alba
Adis
Blanco
...
ISBN978-959-259-287-2
PaísBandera de Cuba Cuba

El Caballero de París, la leyenda que camina. Libro escrito por Francisco Blanco Ávila, consagrado al Caballero de París, tiene como subtítulo “la leyenda que camina”, una verdad que los habaneros de distintas generaciones pueden suscribir sin vacilar.

Sinopsis

Es lógico que sea popular. Todo el mundo me conoce. Todo el mundo me mira. Yo soy la leyenda que camina.

Estas primeras frases del propio José María López Lledín El Caballero de París, reflejan en su esencia el contenido de este libro: pues, ¿qué fue entonces, para los que lo conocieron personalmente, o los que saben de sus andanzas solo de oídas, sino una leyenda?

Palabras al libro

En este precioso y delicado libro, que, consagrado al Caballero de París, tiene como subtítulo “la leyenda que camina”, una verdad que los habaneros de distintas generaciones pueden suscribir sin vacilar.

Grande fue el poder que don José López Lledín ejerció en la imaginación popular cubana: lauros, poemas, el bellísimo danzón de Antonio María Romeu, y otras tantas ofrendas de simpatía, colman hoy su memoria.

El Caballero es un símbolo de libertad, que no se atiende a ningún perjuicio, que no discrimina, que no aparta, que siente como suyo todo dolor y todo goce humano... Por eso, sus huesos descansan en una urna de la húmeda cripta de la Basílica Menor de San Francisco de Asís, donde personas amigas lo depositaron. Y, a las puertas del tiempo, la obra escultórica de José Villa Soberón-pulidas las mejillas, las barbas y la mano gentil; y gastado el zapato por caricias cotidianas-parece reiniciar el andar peregrino, a cualquier hora del día o de la noche.

El que no se haya colocado inscripción alguna en este sitio tiene una explicación. Y es mi arraigada convicción de que han de ser sucesivas generaciones las que cuenten la historia del Caballero de París y expandan hasta lo infinito su leyenda.

Deben a Blanquito, compilador de tan preciosa obra ilustrada, el goce y disfrute de las imágenes para delicia de niños y jóvenes, que se iniciarán de su mano en el misterio de aquel hombre genial.

Se equivocan los que suponen que la caricatura es lenguaje banal. Se trata más bien de todo lo contrario. Ella exalta rasgos sobresalientes y, detrás de la historieta, está la sabia filosofía y el arte de contar, que es privilegio de no muchos, entre los cuales incluyo al autor de tan agraciado volumen. Eusebio Leal Spengler La Habana, 28 de noviembre de 2007

Caballero de La Habana

A cualquier criollo de estos tiempos el nombre de José López Lledín nada le dice. Más si mencionamos el mote Caballero de París de inmediato todos, o casi todos, saben acerca de quién se está hablando.

En este libro, que indudablemente será memorable y disfrutable, los mejores caricaturistas cubanos han atrapado y llevado con magisterio a la cartulina, más que a un personaje legendario, a un símbolo de la capital de todos los cubanos, quien cuenta ya con estatuta metálica.

Esta compilación de caricaturas del Caballero de París contiene las líneas más variadas, los estilos más disímiles, las interpretaciones más libre, con el mérito mayor: cada uno de los creadores ha entregado su caballero...

A escasas horas de su muerte, el inolvidable personaje le dijo al doctor Luis Calzadilla Fierro, quien lo atendió, con amor, durante sus últimos años en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, hoy Eduardo Bernabé Ordaz:

“Ya yo no son el caballero de París. Estos no son tiempos de aristócratas ni caballeros andantes”.

¡Cuánta razón tuvo, sin saberlo, este hombres sin razón!

“Será inmortal el que merezca serlo” reza un viejo adagio. Y vivo convencido de que El Caballero de La Habana merece serlo. No porque así los deseen quienes aquí vivan. [1]

Por su figura, inevitable asociarlo con un Quijote.

Quizás por el respeto que mostró por el prójimo, por los conceptos de la dignidad humana y de la grandeza del hombre que se intuían como trasfondo en su lenguaje alucinando, este conspicuo personaje se instaló para siempre en la memoria habanera.

El cariño con el cual se recuerda es una prueba contundente de que en algunos hombres (y José López Lledín es uno de ellos) ni siquiera la alineación o la locura son capaces de extinguir lo mejor que lleva dentro de todos los seres humanos.

Referencias

  1. [1]Disponible en www.cubarte.cult.cu. Consultado el 19 de septiembre de 2014.

Fuentes

  • El Caballero de París
  • Blog
  • Blanco Ávila, Francisco. El Caballero de París : la leyenda que camina. La Habana : Editorial Pablo de la Torriente, 2007