El Gran Chasco

El Gran Chasco
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El Gran Chasco fue un lamentable suceso que sufrió el Movimiento millerita cuando su profecía del fin del mundo en el año 1844 no ocurrió, hecho que demostró que era una falsa profecía.
Fecha:22 de octubre de 1844.
Lugar:Nueva York.
Descripción:
Fue un suceso importante en el desenlace de la historia del Movimiento millerita estadounidense del siglo XIX; sentó un antecedente que increíblemente muchos ignoran y repiten el mismo error poniendo nuevamente fechas a un acontecimiento que la Biblia dice que solo Dios sabe cuando ocurrirá.
País(es) involucrado(s)
Estados Unidos.
Organizaciones involucradas:
Movimiento millerita.


El Gran Chasco. Recibe este nombre el hecho del 22 de octubre de 1844, en el que fue anunciada una falsa profecía de que el mundo se iba a acabar y que al no ocurrir fracturó la fe y la certeza del Movimiento millerita (seguidores del pastor Miller promotor de dichas enseñanzas) que tenía la expectativa de que la segunda venida de Cristo a la tierra, ocurriría en la época en que ellos vivían.

Al fracasar la admonición este movimiento entró en crisis y sufrió un proceso de pérdida de identidad pasando a ser llamados los chasqueados, debido a la desilusión del momento cumbre en la fecha marcada para la Parusía, procurando así un vuelco en la historia de los creyentes y su fe.

Antecedentes

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El suceso del Gran Chasco se desprende del Movimiento millerita que tuvo una influencia significativa en los modos de ver las profecías bíblicas.

Es el fracaso de una Profecía bíblica interpretada, predicada y defendida por William Miller, quien basándose en el estudio profético del Libro de Daniel 8:14 planteó que el 22 de octubre de 1844 el Salvador de la religión cristiana volvería a la Tierra. Ese día sería el despertar de los creyentes adventistas portadores del clamor de la Parusía; y esta espera se convirtió en el pregón de medianoche que comenzó su preparación en el mes de julio de 1844 a la medianoche, como parte de la espera del periodo de tardanza.

La predicación de una fecha marcada y definida con tanta certeza de la segunda venida de Cristo, despertó la oposición general, pero la misma parecía estar acompañada de un poder irresistible para el convencimiento de los más creyentes. En cada rincón se producía un profundo toque a la sensibilidad y al corazón, algunos apartaban sus afectos de las cosas materiales de este mundo, confesaban sus faltas y elevaban a Dios sus súplicas implorando su perdón y aceptación.

Cuando sólo faltaban unas pocas semanas o días para el 22 de octubre de 1844, la fecha marcada por Miller, las despedidas entre los seguidores de este movimiento religioso eran las más solemnes y los mensajeros demostraban con más fervor las convocatorias a sus amigos y vecinos. Se estrechaban las manos con emoción en determinada reunión general, ya que esperaban que fuera la última a celebrar en esta tierra. Los donativos afluyeron en copiosa abundancia. Repartieron miles de revistas y folletos sobre el antes, el momento que estaban viviendo y la Parusía en la fecha señalada de 1844. No pensaban volver nunca más a publicar otra página de literatura.

Llegó el día esperado

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Había miles de personas que esperaban y finalmente llegó el día. Con una ansiedad expectante se reunían en las casas de oración, en las colinas, esperando escuchar de un momento a otro algún mensaje divino de Cristo, a través de la voz del arcángel, esperaban una señal para ver a Jesús su Rey que debía venir para llevarlos consigo.

Lo triste de esto es que nadie sopesó todas las posibilidades ni implementó la cuestión del beneficio de la duda, por lo tanto no habían hecho previsión terrena alguna para el tiempo posterior a esa fecha; y ni siquiera habían pensado: ¿Y si Cristo no viene? Pues precisamente así fue, pasó el tan esperado día 22 de octubre de 1844 y no vino el Salvador.

Causa del Chasco

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Después del triste suceso de la espera de fe, su principal dirigente Miller y sus asociados determinaron que los errores que existían desde hacía largo tiempo en la iglesia les impidieron interpretar correctamente un punto importante de la profecía. Por eso, si bien proclamaban el mensaje que Dios les había confiado para que lo diesen al mundo, sufrieron un desengaño debido a un falso concepto de su significado.

Según ellos después de examinar nuevamente las Escrituras después del Gran Chasco, el error de la profecía fallida provenía de que habían aceptado la creencia popular relativa a lo que constituye el santuario y concluyeron que Jesucristo no debía aparecer en esa fecha, sino que ese día el santuario celestial donde Jesucristo oficia como sumo sacerdote comenzaría a ser purificado mediante un juicio investigador.

Repercusiones de una profecía fallida

Como resultado, los fieles creyentes milleritas quedaron desorientados, y fueron blanco de burlas y escarnio. Muchos se reunieron alrededor de las casas de los creyentes para hacerlos blancos de burlas, algunos se vistieron de largas ropas blancas y subieron a los techos de las casas, cantando himnos en forma de broma debido a la espera de la segunda venida de Cristo y que la misma no sucediera en la fecha prevista. Miles de seguidores abandonaron el Movimiento millerita.

Por supuesto, para algunos esta prueba fue demasiado severa y difícil de superar, pero otros sabían en quien habían creído y seguirían confiando en él. Muchos fieles permanecieron noblemente en sus puestos, impartiendo consuelo y aliento al pueblo chasqueado, sintiendo ellos mismos dolor en su corazón, pero con la certeza de fe que el Padre Celestial los miraba con ternura y amor como sus acongojados hijos más creyentes y fieles.

Mensaje poderoso

A pesar de este hecho, el Gran Chasco del 22 de octubre de 1844 se convirtió en un mensaje poderoso, ya que fue el punto de crucial importancia para el nacimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, por lo que, proféticamente hablando, el año 1844 no puede ser minimizado u olvidado para dicha iglesia.

Es verdad que Jesús no vino como los milleritas pensaban. Pero, un pequeño grupo de creyentes decepcionados reinterpretó los sucesos: afirmando que Cristo entró en la fase final de su ministerio sumo-sacerdotal en el santuario celestial, para volver en su tiempo a redimir a su pueblo más creyente y se hicieron llamar Adventistas.

Fuente